PRÓLOGO
Largo tiempo llevaba empleado en la búsqueda de nuevos datos que pudieran enriquecer y completar la biografía, hasta ahora muy limitada, de Cristóbal Vera Saraiba, conocido popularmente por «Telar», último alcalde republicano que tuvo Jimena.
Suponía que servirían para ir llenando el relato de nuestro pasado, cuando por fin el paisano, Andrés Macías Sánchez, que lo entrevistó para el Diario de Cádiz en el verano del 2007 en su segunda venida a Jimena tras la muerte del Dictador, pudo rescatar lo que llevábamos varios meses buscando: la fecha y el contenido de esa larga charla que mantuvo con el octogenario exprimer edil para hacérmelo llegar y con ello confirmar mis expectativas así como abrirme nuevas puertas para la investigación de cara a dar pasos firmes en ampliar el conocimiento sobre su apasionante y venturoso transcurrir.
Lo añado pues a lo ya indagado y publicado por el esforzado historiador, José Manuel Algarbani Rodríguez, aborigen y cronista oficial de Los Barrios, en el profundo y exhaustivo estudio que realizó sobre las luctuosas consecuencias que desencadenó en Jimena el golpe de Estado de 1936.
16-12.2011. José Manuel Algarbani Rodríguez, en la casa de la Cultura de Jimena, antiguo cuartel de la Guardia Civil, en la presentación de su trabajo de investigación, «Y Jimena se vistio de luto», con una sala abarrotada de vecinos de Jimena, San Pablo y San Martín del Tesorillo. Foto: Buceite.com
La verdad es que lo hallado desborda lo imaginable. No obstante, considerándola aún incompleta, ojalá este relato pudiera llegar a manos de algunos de los numerosos descendientes que «Telar» dejó en Gran Bretaña, lugar de su exilio, ya que la familia del pueblo, por mor del episodio bélico, prácticamente quedó extinguida con su marcha también a Londres, para que nuevas aportaciones pudieran tener otra parte final, sobre todo en lo que se refiere a su devenir en la Segunda Guerra Mundial y la fecha de su fallecimiento tras su última estancia en Jimena, que son las lagunas que quedan.
14.04.2019. Placa que figura en la escaleras de entrada a la primera planta del ayuntamiento de Jimena en homenaje a la última corporación local republicana, descubierta en el 88 aniversario de la conmemoración de la llegada de la IIª República, que acumula el error desde la orden dada por el Gobierno Civil de Cádiz de 21.02.1936, del primer apellido de Juan Roldán Fernández, que es Rondán. padre de Juan Rondán Angulo de la Estación de Jimena que fue futbolista profesional y posteriormente sufrió un accidente apagando un fuego en el patio de las corchas que le mantiene con muletas.
Ese hallazgo de nuevas referencias sobre «Telar» ha tenido lugar alrededor de este 14 de abril, conmemorativo del 88 cumpleaños de la llegada a España de la IIª República, y con ello de los actos de homenaje a la última Corporación local republicana que fueron organizados por el saliente gobierno municipal de la localidad y celebrados en el propio ayuntamiento de Jimena al que me cupo el grato honor de asistir junto a algunos descendientes de aquellos concejales venidos desde distintos puntos geográficos.
14.04.2019. En el hall de entrada en el ayuntamiento de Jimena, en el homenaje que se llevó a cabo a la última Corporación municipal republicana haciendo historia local al público asistente, entre ellos descendientes de los ediles de aquel tiempo, sobre cómo era el edificio que nos acogía en 1936, así como la composición y el transcurrir de aquel equipo municipal. A mi derecha, el alcalde Francisco Gómez Pérez (IU), el presidente del Foro de la Memoria Histórica del Campo de Gibraltar, Andrés Rebolledo Barreno, y el exalcalde, Pascual Collado Saravia (PSOE), nieto de desaparecidos por el franquismo.
También coincidió con los preparativos para el comienzo de una nueva exhumación para hallar la fosa común donde podrían encontrarse los restos de muchos de los vecinos que fueron fusilados en los aledaños del Castillo y en las paredes del cementerio. Estas labores se llevan a cabo materialmente desde este este pasado 18 de julio, coincidentes con el 83 aniversario del inicio de la sublevación militar por un sector del ejército contra el ordenamiento constitucional republicano.
18 de julio de 2019. Cementerio de Jimena. Replanteo en un trozo de huerto que hay a la entrada del camposanto a mano derecha donde se han iniciados, previa indagación en el pasado mes de noviembre del terreno con un georradar, los trabajos de un equipo de arqueólogos para el posible descubrimiento de una fosa común de fusilados republicanos que aún yacen como desaparecidos para la exhumación de sus restos, identificación y entrega a sus familiares para que reciban una digna y merecida sepultura. Foto: Pascual Collado Saraiva, exalcalde de Jimena y familiar de desaparecidos.
Se agrega a los desenterramientos ya efectuadas con éxito en la Cruz Blanca, comienzo de 1981, la primera que ocurrió en Andalucía, y en el Marrufo-La Sauceda, acaecido en el segundo semestre del 2012.
Febrero de 1981. Foto del público y autoridades asistentes a la exhumación de los represaliados por el franquismo de la Cruz Blanca en Jimena de la Frontera. En el centro, en un primer plano, las autoridades, el Alcalde, Pepe Carracao ,y sus concejales, Antonio Gil, Luis Medina y Miguel Cárdenas, junto a otros muchos vecinos. Fuente: PSOE de Jimena. Pascual Collado Saravia.
Febrero de 1981. Exhumación de las cuatro víctimas jimenatas fusiladas en la Cruz Blanca, final del pueblo, un mes y dos días después de la ocupación militar, el 31 de octubre de 1936. Fueron ejecutadas por falangistas pertenecientes a la Bandera “Zamacola”, reforzados por regulares y macrebíes que en una segunda oleada irrumpieron en la localidad para tomar, en este caso, la zona de resistencia republicana que se mantenía en la Sauceda, lugar de difícil acceso con cuarenta chozas habitadas por trabajadores del monte allí refugiados y donde posteriormente con su asalto tras varios bombardeos aéreos realizaron una escabechina hasta el exterminio de sus pobladores. Ocurrió este primer desenterramiento realizado por los propios vecinos del pueblo tras las primeras elecciones municipales celebradas el 4 de abril de 1979 a iniciativa del PSOE y UGT local. Cuarenta y tres años antes, sin juicio alguno fueron sacados sin selección alguna del calabozo municipal que se hallaba hacinado de detenidos por su presunto activismo y que no habían huido del pueblo por considerarse que no habían destacado como políticos o sindicalistas en el periodo republicano para hallar su destino final. Fue la primera intervención en esta materia con éxito en Andalucía. Los restos exhumados que se hallaban en la memoria del vecindario correspondían a: Catalina Delgado Gavilán “La Bizcochera”, Manuel León Pérez “Niní”, Francisco Vera Gallego, carbonero, y Antonio Vallecillo Jiménez. Fuente: Manuel Mata. buceite.com y tiojimena.com
Manuel León Pérez «Nini», maestro albañil, asesinado en la Cruz Blanca de Jimena el 31.10.1936 contando con 37 años, y exhumados sus restos en enero de 1980. Se le acusó de haber construido una trinchera en calle La Vaca siguiendo instrucciones de «Telar» para la defensa del pueblo. Era hermano de la madre de Ángeles León Vázquez, la jimenata que escribió tres libros sobre esa época bélica que figuran en la bibliografía a pie de este relato.
1 de diciembre de 2012. Celebración en el rehabilitado cementerio de la Sauceda, situado en el término de Cortes de la Frontera (Málaga) lindando con Jimena de la Frontera, del entierro de 28 víctimas de la represión contra republicanos fusilados, sin formación de causa alguna judicial, enterrados en una fosa común en el Valle de la Sauceda, que aconteció en el otoño-invierno de 1936-37. Aún yacen decenas de esos desaparecidos en dicho Valle que fueron tapados bajo tierra de forma individual y dispersos para evitar ser localizados. En la imagen, familiares portando los restos óseos de las víctimas en el entierro celebrado en el citado cementerio de la Sauceda con destinos a los nichos de obra levantados al efecto.
Esta nueva información obtenida sobre «Telar» me ha permitido contactar con quienes en aquel verano de 1987 en su última visita al pueblo compartieron algún momento con él, en ese contrarreloj que llevo para tomar a tiempo declaraciones de testigos directos de acontecimientos significativos antes de que nos dejen.
En este caso, no con todos ya que he llegado tarde para haber podido conversar con Fernando Navarro Ferrer «Cain» o «Luque», Alfonso Sánchez Gómez «El Potaje», o Baltasar Jiménez Roldan, que calurosamente lo acogieron en esta venida y departieron con él. En lógica hablarían largo y tendido de lo que fueron sus andanzas en el trance bélico y de los distintos episodios que se sucedieron en el pueblo durante su efímero mandato municipal republicano y tras su forzada salida.
Consciente de que con la contienda y las barbaridades que le rodearon no solo perdieron las vidas, lo más importante, las personas, no puedo olvidarme que también desaparecieron documentos escritos y material gráfico de lo más valioso sobre aquella época de cara a su reconstrucción. El miedo a la represión que le siguió y el paso del tiempo llevaron aparejados a que al día de hoy resulte muy difícil hallar aún viejos textos guardados por los herederos de aquellos protagonistas. De aparecer sería ya una gran sorpresa, aunque no desfallezco en el intento.
Como me sucedió con Diego Rocha Sánchez (https://ignaciotrillo.wordpress.com/2018/11/30/36206/), al entregarme hace un año los papeles y el carnet que estuvieron ocultos de su padre, Salvador Rocha Rey, en calidad de corresponsal local del periódico republicano, de tirada nacional, «Ahora», por el que fue represaliado aunque afortunadamente sus represores no pudieron hallar estas pruebas que hubieran sido mortal para su titular.
24.01.1931. Carnet de prensa de Salvador Rocha Rey como corresponsal oficial en Jimena de la Frontera del periódico madrileño de tirada nacional, «Ahora». Fuente: Diego Rocha Sánchez.
No obstante, nos queda aún por descubrir para explorar valiosas autobiografías que debieron ser escritas por numerosos jimenatos exiliados que casi seguro que las llevarían a cabo y que en tercera generación ya sin arraigo en muchos casos también de no conseguirse pronto se pueden perder definitivamente.
Así me consta, por las que, tras muchas averiguaciones, han llegado a mi poder. Me han servido, junto a testimonios orales e investigación propia, para reconstruir muchos episodios de aquel periodo tan agitado protagonizados por personajes considerados anónimos por la historia pero reputados por cuanto nos dejaron sus testimonios antes de fallecer para conocimiento de sus descendientes.
Así, las obtuve desde Valencia de Venezuela por los descendientes en tercera generación del barbero, sacamuelas y practicante, masón y cenetista, Juan Arjona Gil (https://ignaciotrillo.wordpress.com/2017/08/23/32607/ ) cuya vida finalmente transcurrió y acabó en dicho país.
El carnet de la masonería que siempre llevaría el practicante encima a cuantos sitios estuvo y lo útil que le sirvió como refugiado. Hallado en Valencia (Venezuela) Fuente: Familia venezolana de Juan Arjona Gil.
Igualmente, me llegó de uno de los herederos del médico y primer teniente de alcalde de ese último gobierno local republicano, Guillermo Ortega Durán, (https://ignaciotrillo.wordpress.com/2018/01/20/33940/ ) exiliado en Francia, Marruecos, México y en Caracas, remitido a través de su nieto, ya francés y domiciliado en Toulouse, Christian Ortega, sobre lo que fue escrito en francés sobre la vida de su abuelo por su padre, Alfredo Ortega Terrones, así como desde Sevilla, material gráfico por su otro nieto, Juan José Montero Ortega.
15 de mayo de 1948. La última carta desde Caracas que el médico Guillermo Ortega Durán escribió a su esposa y amor de su vida, doña Pura Terrones, maestra de Jimena igualmente represaliada por el franquismo, donde ya entrevé que está próximo su final, que transcurrió pocos meses después, anhelando incluso que antes se produjera el reencuentro familiar que resultó imposible. Fuente; Juan José Montero Ortega, nieto del exiliado.
También de la hija, María Teresa Montero, y de los nietos, Maria Victoria y Juan José, del médico, republicano y masón, José Montero Asenjo.(https://ignaciotrillo.wordpress.com/2017/08/01/32388/)
08.05.1933. Escrito de puño y letra por el médico de Jimena, José Montero Asenjo, Maestro de la Logia masónica de Jimena, Fénix 66, dirigida a la logia del municipio colindante de Los Barrios.
De igual modo, del hijo del republicano y socialista, Antonio Marina Gutiérrez, (https://ignaciotrillo.wordpress.com/2017/07/14/32147/) (ya octogenario, Antonio Marina Pérez-Navarro), que fue también edil de la última Corporación local jimenata, hermano de padre, del médico, de la localidad, Juan Marina Bocanegra, y que fue encargado de la fábrica de la luz que existió a la entrada del pueblo.
Año 1959. La jimenata, Julia Pérez Navarro, con su hijo, Antonio Marina Pérez-Navarro y su marido, Antonio Marina Gutiérrez, responsable de la fábrica de la luz y del primer molino de harina que existió a la entrada de Jimena. Hermano de padre, del que fue médico de Jimena, Juan Marina Bocanegra. Fue farmacéutico que no llegó a ejercer. Socialista y concejal en la última Corporación municipal republicana que fue presidida por «Telar». Huyó de Jimena a Málaga y luego a Tánger donde fue detenido por las autoridades franquistas cuando en junio de 1940 rompieron la neutralidad de esa ciudad internacional. Fue encarcelado en la prisión de Monte Hacho de Ceuta. Foto obtenida de su hijo, Antonio Marina Pérez-Navarro, ya octogenario.
O la autobiografía, con un apéndice adicional de poemas propios, narrada por el estacionero, Juan López Morales, fallecido en 1997 en Mont-de-Marsan (Francia) a los 81 años (con 20 años el 18 de julio 1936, de clase media acomodada) escrito con un castellano afrancesado al teclado de uno de sus nietos franceses. Crónica dedicada a su descendencia («a los venideros de mis raíces») para que «no olviden el precio que pagué por pensar distinto y defender la justicia y la libertad frente al fanatismo y la intolerancia que llevaron a España a la ruina y a la miseria total, sembrando de luto y cadáveres al país durante el franquismo».
Los hermanos jimenatos-estacioneros, José y Juan López Morales, en el exilio en Francia donde fallecieron. De Juan, me llegaría a través de uno de sus sobrinos, su valiosa autobiografía donde describe, desde la Jimena de la IIª República, la ocupación militar, su «juía» junto a su familia al completo, la infernal travesía de la carretera de Málaga a Almería, su participación en los frentes de guerra al lado republicano, su paso ya en el exilio por los campos de concentración franceses, sus trabajo obligados en la ocupación nazi de gran parte del país galo donde les pilló, así como la posterior liberación por los aliados, su emocionante regreso a Jimena solo de visita familiar y vacacional y como medida de seguridad con pasaporte francés por sí las moscas. Fuente: descendientes de Juan López Morales.
Estos textos me permitieron descifrar claves decisivas para reconstruir tanto hechos fidedignos que acontecieron como completas biografías de personas ejemplares plenas de heroicidad y generosidad hacia los demás, sufridores de un tiempo pasado que fue horrible y que les tocó padecerlos.
Pasaron de ser tenidos ya como desconocidos por el imaginario colectivo de Jimena, ante el silencio sobre sus vidas que por miedo imperó en la Dictadura y no fueron transmitidas a las nuevas generaciones, a que tras ser publicadas en este Blog hayan sido evocadas, reconocidas y puestas en valor para satisfacción y reparación, entre otros, de sus familiares.
Año 1937. Alicante, la jimenata, Ángeles Vázquez León, que huyó con la misma suerte y recorrido que el doctor de Jimena y teniente de alcalde del último gobierno republicano, Guillermo Ortega Durán, y que estuvo contando con 15 años, de enfermera en el hospital provincial de Alicante, que dirigía precisamente el citado médico.
Otros, testigos sufridores de aquella era histórica, la que representó el franquismo, si tuvieron tiempo para reflejarlos en sus libros publicados. Como, Ángeles Vázquez León, en la magnífica trilogía sobre aquel periodo («La Jimena de mi niñez», «Un boomerang en Jimena de la Frontera» y «La postguerra en Jimena»)
Año 2004. Jornada del Foro de la Memoria Histórica del Campo de Gibraltar entonces dirigido por, Luis García Bravo, especialista en el estudio de la guerrilla en la provincia de Cádiz y Serranía de Ronda, y coordinado por el historiador, José Manuel Algarbani, en colaboración con el ayuntamiento de Jimena, entonces presidido por Ildefonso Gómez, siendo Pascual Collado el concejal de Cultura. En la imagen, tres testigos privilegiados de aquel momento: Fernando Navarro Ferrer «Luque» o «Caín, que contaba con 16 años el 18 de julio de 1936 y fallecido en julio del 2008, dos meses después lo haría su esposa, Francisca Mena Pajares. Acracia León Cuenca, fallecida en mayo del 2009, que tenía 13 años cuando se inició la sublevación militar, hija de unos principales líderes de la CNT de Jimena en la IIª Republica. Su padre, Eladio Leon Mariscal, que vivió exiliado en Oran y más tarde en Francia donde murió. Fue juzgado en Rebeldía por las autoridades franquistas, pero antes pudo escapar de ser encarcelado y condenado al haber huido junto a la familia al completo a Argelia en el mercante británico,»Stanbrook», el último barco que zarpó de Alicante para Argelia horas antes de acabar la Guerra Civil, el 28 de marzo de 1939 a las 23 horas, con 2.638 republicanos a bordo identificados nominalmente, cifrándose el total de pasajeros en algo más de tres mil. Era sobrina del también huido en dicho barco, Juan Cuenca Navarro, socialista republicano, padre de Ernesto y Antonio Cuenca Cobalea. Y por último en la imagen, Ángeles Vázquez León, con 14 años cuando el inicio del Golpe y fallecida en Algeciras en febrero del 2010 con 87 años. Hija Predilecta de Jimena, otorgada el 26 de Abril de 2001 por el Pleno de su Corporación municipal. Fuente: Tíojimeno y buceite.com.
Al igual, Fernando Navarro Ferrer «Cain» o «Luque», («CAÍN: Otra forma de hacer la guerra») a través precisamente del teclado de Luis Vallecillo Durán, precisamente familiar de víctimas «de la chusma procedente de la Serranía de Ronda que generó muertes innecesarias». Así lo definió «Telar» en la entrevista citada de 1987 refiriéndose a los foráneos que irrumpieron en Jimena a principios de septiembre de 1936, secuestrando y asesinando el día 6 de ese mes, en la cercanía de la Estación de tren de Arriate, a una docena de personas considerados de derechas y muy beatas, y que, tres semanas después, tras la ulterior ocupación militar del pueblo, desencadenó una terrible oleada de sangre inocente del vecindario local que no huyó, así como entre los que ingenuamente regresaron, como venganza llevada a cabo por sus familiares «de orden» que se consideraban a la vez «muy católicos».
Estos dos jimenatos, Ángeles y Fernando, llegaron a tiempo de ser publicadas sus memorias a través de la gran labor de divulgación que realizó la Editorial «Castillo», titular de José Regueira Ramos, actual cronista oficial de Jimena.
Como ahora ando detrás de la semblanza de Juan Cuenca Navarro, republicano socialista padre de Ernesto Cuenca Cobalea y tío de la citada, Acracia León Cuenca, que me consta que existe por escrito, a través de las gestiones que realiza un nieto para localizar una copia que cree que se conserva y yace en manos de un familiar al parecer domiciliado en los Estados Unidos.
Al igual llevo a cabo la pesquisa para hallar nueva documentación de cara a elaborar la biografía, a añadir a lo dejado por la viuda, Cristina Sánchez, de José Luis Ortega Durán, rondeño que pasó veranos en Jimena, primo hermano del médico, Guillermo Ortega Durán y que fue un eminente psiquiatra en la Generalitat catalana republicana y luego exiliado, famoso a nivel mundial como científico de la OMS, llegando a ser fundador de la Universidad Centroamericana de Caracas y asesor del presidente venezolano, Rómulo Betancourt, y cuyos hijos septenarios andan: uno en Miami, otro entre México e Irak y la mayor en Panamá.
José Luis Ortega Durán, eminente psiquiatra de renombre internacional, rondeño y que pasó algún verano en Jimena. Primo hermano del médico de la localidad, Guillermo Ortega Durán, primer teniente de alcalde con «Telar». Exiliado en Venezuela donde fue enterrado.
Y por último, la de Salvador Gómez García, vecino de los Barrios y veterinario de Jimena, que vivió en la misma casa de calle San Sebastián, número 10, ulterior domicilio de mis padres donde nací. Fue activo masón y sufrió cárcel y fue inhabilitado de su profesión. Su biografía la tengo pendiente de publicar.
Año 1930. El veterinario de Jimena, Salvador Gómez García, oriundo de Los Barrios con su mujer. Foto que me ha sido facilitada por el jimenato y nonagenario, Pedro Godino Sánchez «Pichán», que de niño fue junto a su padre su cabrero.
Sin más, doy paso a esos nuevos datos desconocidos sobre la vida de «Telar», algunos de ellos, no todos porque forman parte de la propia investigación realizada, vieron la luz en el citado periódico gaditano en el verano de 1987, pero no tuvo la trascendencia que merecían y no consta en la sucinta biografía que actualmente existe del personaje.
No obstante, adelanto que no solo se tratan en esta entrada del Blog aspectos individuales que afecten al recorrido del exalcalde republicano, sino que también de forma interrelacionada he incluido a otros vecinos de la localidad que sufrieron aquel agitado y siniestro tiempo, que enmarcan además a aquella sociedad destrozada, despavorida y aterrada ante el horror que le sucedía.
Es mi granito de arena para que no se pierda en el olvido y sea conocido, sobre todo por los que nos sucederán, aquella atrocidad que existió con tintes de genocidio lesa humanidad.
EL ÚLTIMO ALCALDE REPUBLICANO EN AQUELLA JIMENA CONVULSA (1ª PARTE)
Ignacio Trillo
Cristóbal Vera Saraiba «Telar», arriero, que fue el último alcalde republicano en Jimena. Duró su mandato desde el 22 de febrero hasta el 28 de septiembre de 1936 en que tuvo lugar la entrada de los militares sublevados en la localidad. Antes, «Telar», creó la sección sindical de los arrieros para la defensa gremial de sus intereses. Aquí en una foto que le hizo el cronista oficial, José Regueira Ramos, en la segunda visita que en democracia realizó al pueblo en el verano de 1987 contando con 85 años. Fuente: Retratos de Jimena. Ediciones OBA.
Cristóbal Vera Saraiba, «Telar» (en adelante «Telar), de oficio arriero, fue un jimenato muy singular. Alto, delgado y nervioso, autodidacta y dotado de una extraordinaria inteligencia.
«Más listo que el hambre», me lo definía un paisano nonagenario, porque no hay nada que haga agudizar más el ingenio que esa carencia para vencerla.
Su vida fue un vivo retrato épico. Perteneció a aquella generación única que saboreó las últimas mieles, no exentas de enormes convulsiones y contradicciones, del republicanismo en España.
Apostó firmemente por el nuevo sistema político porque significaba libertad, cultura y posible justicia y derechos sociales para los trabajadores. Resistió al golpe de Estado de 1936 protagonizado por un sector del ejército y, durante la contienda bélica que desencadenó su inicial fracaso, sobrevivió en el combate desigual, ante la intervención armada extranjera protagonizada por las potencias del eje nazi-fascista, contra la involución y la barbarie hasta ser derrotado.
Acabó tras enormes peripecias exiliado en el norte de Argelia. Y conoció los sinsabores de los campos de concentración y los batallones de prisioneros forzados a construir infraestructuras de comunicación casi en pleno desierto. Pero no acabó ahí su historia.
Por si fuera sido poco lo anteriormente padecido, cinco meses después de la toma por el general Franco de sus últimos objetivos militares, habiendo estallado la Segunda Guerra Mundial, se alistó desde África en el ejército británico para combatir a las hienas imperiales del fascio que amenazaban con hacerse dueños del Viejo Continente, llegando casi a las puertas de Berlín y saliendo ileso también de esta contienda con su fin.
Por tanto, su mayor percance físico no le sucedió en el fragor del campo de batalla sino en su exilio que transcurrió a partir de 1945 en Londres, a consecuencia de un accidente laboral que sufrió en la línea ferroviaria inglesa donde trabajó cuando un tren le pasó por encima de su extremidad inferior, significándole la pérdida de una pierna.
Vayamos por partes.
Año 1936, A mano derecha de los dos balcones y más abajo de donde ondean las banderas, que constituían el viejo ayuntamiento de Jimena, vivía Cristóbal Vera Saraiba «Telar» y a mano izquierda, la primera casa, el cuartel de la Guardia Civil. Recreación propia de los datos obtenidos.
«Telar», nació en Jimena en el año 1902. Su sobre apellido como apodo venía porque su padre tenía un telar en la calle del Sol del barrio alto.
Vivió primero, justo más abajo del ayuntamiento del pueblo, en una de las dos casas donde el matrimonio, Rafael Castilla García y Virginia Ramos Gil, a inicios de los años sesenta, construyó de nueva planta su vivienda familiar.
Posteriormente, se domicilió a la entrada del pueblo, en la casa que se llamaba «La Marquesina», titular de José Luque Huertas, situada junto a la antigua plaza de toros, después parque municipal y ahora alberga el colegio público CEIP «Nuestra Señora Reina de los Ángeles».
Vistas de entonces del acceso al pueblo. Al fondo la antigua plaza de toros y a mano izquierda se puede apreciar que sobresale una parte de la marquesina de la vivienda titular de José Luque Huertas, donde también vivió «Telar». Foto: Retratos de Jimena. Ediciones OBA.
En el quinquenio de los años treinta que perduró la IIª República, estuvo afiliado al sindicato CNT, como casi todo el pueblo, y al partido de centro-izquierda, `Izquierda Republicana´, el partido de las clases medias en España, en tanto en Jimena paradójicamente sobre todo de los arrieros, fundado por el que luego llegó a ser presidente de España, don Manuel Azaña Díaz.
Serían célebres sus enfrentamientos con los grandes terratenientes por el boicot que ejercían contra el régimen republicano, con el no ingreso en el Ayuntamiento de los impuestos municipales que les correspondían y la no contratación de los jornaleros que requerían las faenas de las grandes propiedades agrícolas y montunas que poseían; entre otros, con la Casa de Juan March, propietario de 131 fincas que sumaban sus propiedades en San Pablo de Buceite y San Martín del Tesorillo, así como con el sevillano, José Luis Robledo Crespo, titular de cuarenta y tres fincas en el municipio.
Organizó la rama sindical de los arrieros, independiente pero en coordinación con el Sindicato Único de Trabajadores (SUT) del pueblo e integrado en la CNT, para hacer frente a las duras condiciones que le imponía la patronal en cuanto a los míseros salarios que pagaban y los largos horarios a destajo de sol a sol que echaban, fundamentalmente en el corcho, para el sustento de sus familias .
En una entorno geográfico donde más del noventa por cien de la población activa trabajaba en el campo y en el monte: en el descorche, carboneo y acarreo de leña, hizo que el número de afiliados de este gremio entre Jimena y Castellar rondara los dos mil. En este último municipio, en las labores que se desarrollaban en la finca de la Almoraima, el mayor latifundio europeo, en poder de la Casa Ducal de Medinaceli.
Arriero en pleno verano transportando con sus mulos cortezas de corcho desde los montes de alcornocales del término municipal a los patios existentes en la Estación de tren de los Ángeles. Foto: Retratos de Jimena. Ediciones Oba.
El sindicato de la CNT, con sede a partir de 1932 en calle La Loba número 18, lo llevaban en Jimena, José Segovia Ferrer y Sebastián León Rubiales, dos grandes amigos de «Telar», que se alternaron en dos ocasiones la presidencia local a lo largo del tiempo que duró la IIª República, cuando uno de los dos se tenía que ausentar por encontrar trabajo en la Línea de la Concepción.
José Segovia Ferrer, de oficio talabartero, con domicilio en calle Sevilla, 14, justo más arriba de lo que luego fue el cine Capitol. Ingresó en la CNT en 1920, contando con 18 años. Al igual que muchos otros jimenatos de aquel tiempo era masón de una logia de la Línea de la Concepción. Tenía la misma edad que «Telar». Huyó también de Jimena cuando la entrada de las tropas golpistas, y fue detenido en Alicante, donde le sorprende el fin de la guerra sin poder huir. Pasa por varios campos de concentración hasta que es devuelto a Jimena siendo juzgado y condenado a 20 años de cárcel. Muere en septiembre de 1940 en la prisión de Cuellar ubicada en Segovia contando tan solo con 38 años.
Años 30. El matrimonio, Sebastián León Rubiales, dirigente de la CNT de Jimena y la esposa, Milagro Díaz Sánchez. Foto: Alberto (Heliodoro) León Díaz.
Por otro lado, Sebastián León Rubiales, de oficio maestro albañil, «de los buenos profesionales en su oficio», me cuenta su hijo Alberto. Se exilió con la familia en Francia donde falleció. Casado con Milagros Díaz Sánchez, tuvo 4 hijos a los que, con el triunfo del franquismo, a tres de ellos, a la vuelta de la madre a Jimena con sus descendientes desde el país galo adonde huyeron, le tuvieron que cambiar los nombres porque no eran de raíz cristiana, acordes con lo que ordenaba la religión católica, la única oficialmente establecida por el nuevo Régimen dictatorial como verdadera.
Así, a la mayor, Pasionaria (puesto en admiración a Dolores Ibarruri, La Pasionaria, la dirigente del PCE), se lo tuvieron que permutar por el de Isabel. Al descendiente que venía a continuación, llamado Servet (en homenaje al científico y astrónomo, Miguel Servet) se lo variaron por el de Pedro; ambos nacidos antes de 1936 entre Jimena y la Línea de la Concepción ya que el padre trabajó en ambas localidades.
En «la juía» del pueblo, llegada la familia a Fuengirola, nació Heliberto (que significa en alemán «esplendor del ejército», tal vez en homenaje a las milicias populares que se estaban organizando para hacer frente a los sublevados) al que le tuvieron que poner más tarde, Alberto. Y el más pequeño, nacido en Gerona, continuando la huida ya con destino a la frontera pirenaica, al que nombraron Fermín, quizás pensando en las consecuencias de la derrota. Fue el único descendiente al que no se lo tuvieron que cambiar.
Foto hecha en 1929. Fermín León Rubiales, hermano de Sebastián, muerto al parecer en uno de los frentes de guerra pero la familia sigue ignorando el lugar geográfico y la fecha en el que tuvo lugar. Indagaciones que he realizado puedo avanzar que murió en el frente de Teruel en febrero de 1938 junto a otros jimenatos. Su prima Ángeles Vázquez León en cambio ubica su muerte en la batalla de Pozoblanco (Córdoba) abril de 1937 Foto: Retratos de Jimena. Ediciones OBA.
De los tres hermanos de este dirigente cenetista, a Cristóbal León Rubiales lo fusilaron camino del Castillo, junto al Arco del Reloj. Y al otro hermano, Fermín, murió defendiendo la República en el frente de guerra pero sin que la familia sepa el lugar ni el sitio donde se halla enterrado.
Año 1945. La familia León Díaz esperando en Jimena la llegada del padre que nunca se produciría, En el patio de la casa del Paseo del pueblo donde Milagros montó una tienda de chucherías, piñonates y almendrados, para tirar hacia adelante con sus hijos y actualmente la habita, el matrimonio constituido por su hijo, Alberto (antes Heiberto) y su mujer, Carmen Sánchez Pozo. En la foto, en primera fila, el menor, Fermín, la madre Milagros y Alberto (Heliberto). Detrás, Pedro (Servet), y la mayor, Isabel (Pasionaria). Foto: Retratos de Jimena. Ediciones OBA.
Sebastián León Rubiales, falleció en 1951, con 51 años, “de pena”, como decía su mujer, Milagros, al quedarse solo en Francia en el exilio sin sus seres queridos.
Resultó que justo un mes después de finalizada la guerra, decidió volver a Jimena junto a su familia, con la engañosa promesa del franquismo de que los que no estuvieran manchados de sangre podían retornar a sus puntos de orígenes sin que les pasara nada.
Así, camino de nuevo a la frontera francesa, esta vez en sentido contrario para entrar en España, le comunican al padre que el paisano, Andrés Gutiérrez Gómez, “Peana”, vecino de calle Consuelo, padre de «Andresito el ditero», que venía por detrás, también con la misma intención de retornar, tenía dificultades para continuar a consecuencia de la amputación sufrida en una parte de su pie por una congelación que sufrió con anterioridad en el frente de batalla, y necesitaba que le echaran una mano.
Cuando ambos rezagados llegaron a la frontera, se la encontraron cerrada y ya Milagros con sus hijos, forzados por la gendarmería francesa, la habían atravesado, esperándolos en la parte española. Enterada la familia del percance de la clausura de su paso, tras una espera interminable, fueron conminadas, ya por la Guardia Civil, a seguir en dirección a Jimena.
Luego se enteraron, Sebastián y Andrés, que los fusilamientos continuaban en el pueblo con muchos de los que retornaban y ambos decidieron por miedo quedarse en Francia.
Andrés pudo soportarlo y volvió a Jimena, en 1961. Sebastián no lo consiguió y nunca más volvió a ver a su familia, aunque de haber regresado al pueblo en aquella fecha, quién sabe lo que le hubiese sucedido.
Andrés Gutiérrez Gómez,»Peana», ya tras su regreso a Jimena de su exilio francés, donde su nieto, Andrés Gutiérrez Vecina, juega con su bastón de discapacitado a consecuencia de esa congelación que sufrió, y detrás su hijo, Andrés Gutiérrez Jimenez, «Andresito el ditero», con su cartera de trabajo. Foto: Andrés Gutiérrez Vecina.
Volviendo a la vida de «Telar», poseía, por su liderazgo sindical en el pueblo, grandes dotes de autoridad moral. Ello le valió para el ejercicio que llevó a cabo al filo de la República de máximo responsable de la función pública local.
Tras el triunfo electoral del Frente Popular en las elecciones generales de febrero de 1936, el grupo de intelectuales de Jimena que encabezaban los médicos, Guillermo Ortega Durán y José Montero Asenjo; el veterinario, Salvador Gómez García; el jefe de los Carabineros, Manuel Martínez Mora; el practicante, Juan Arjona Gil; y los comerciantes masones, Severiano Gómez Díaz, Bartolomé Barea Zapata y Juan Ferrer Rodríguez, junto al dueño de la Pensión la Perla, José Rodríguez Corsano, el gerente de la fábrica de la luz, Antonio Marina Gutiérrez, y el dueño del bar el Republicano, Juan Cuenca Navarro, entre otros. no tuvieron dudas en proponerlo para alcalde de la nueva Comisión Gestora que se creó y que sustituyó a la dimisionaria de derecha, encabezada por Diego Meléndez Ramos, «Morringa», que fue constituida un año antes en 1935, periodo del bienio negro, al dimitir los ediles elegidos el 31 de mayo de 1931 en protesta porque no le llegaba dinero del gobernador civil de Cádiz, en tanto los terratenientes no pagaban impuestos, y la situación de paro era insufrible.
Así se constituyó el nuevo equipo municipal el 22 de febrero de 1922 donde junto a «Telar, como primer edil, figuraba, como teniente de alcalde, el médico, Guillermo Ortega Durán.
21.04.1936. Nombramiento por orden del gobierno Civil de Cádiz, de la nueva Comisión Gestora presidida por «Telar» para que con carácter provisional e interina rigiera los designios del ayuntamiento de Jimena, hasta tanto no se convocaran nuevas elecciones municipales que ya no pudieron ser por el golpe de Estado del 18 de julio. Fuente Juan Rondán Angulo, hijo del concejal que figura aquí con el apellido Roldán y que motivó el error en la placa conmemorativa descubierta el pasado 14 de abril. Todos ellos serían represaliados tras el 18 de julio de 1936, con cárcel o el exilio para librarse de ser fusilados.
Su mandato municipal como alcalde tan solo pudo durar siete meses («porque Franco no me dejó más tiempo», comentó a los jimenatos cuando regresó solo temporalmente del exilio por segunda vez al pueblo en el verano de 1987)
Su etapa de primera autoridad local aunque breve fue muy dura. Primero, intentando reducir el enorme paro agrícola existente, con la pretensión de ayudar a los que pasaban hambre y con unas arcas municipales que seguían vacías, intentando obtener obras públicas del Gobierno, al menos para arreglos de infraestructuras de cara a crear empleo. A la vez, pretendiendo que la delegación de Hacienda en Cádiz, le reintegrara los depósitos acumulados por el pago de impuestos de los terratenientes que lo destinaban allí para recurrirlos y así que no llegaran al ayuntamiento de Jimena.
Y a partir del 18 de julio intentando frenar a los más exaltados del pueblo contra las derechas, así como preparando la defensa de Jimena ante un inminente ataque desde Algeciras por las tropas militares sublevadas.
Simultáneamente, teniendo que dar de comer y alojar a los cientos de refugiados que llegaban al pueblo procedentes de las ciudades campogibraltareñas que iban siendo ocupadas por los sublevados y huían del horror de los felones comandados desde su cuartel en Sevilla, con micrófono radiofónico en mano, generando alarma por la bravuconearía de sus palabras amenazadoras, por el general golpista, Gonzalo Queipo de Llano.
Sublevadas las tropas de Algeciras, «Telar» requisó toda la caballería del pueblo con el que montó un escuadrón para la vigilancia y la seguridad de la localidad. Tenía como cuadra los sótanos del Ateneo Cultural, que estaba donde luego montó la sastrería Miguel Cárdenas Urbasno, frente a Tejidos Romero que luego fue Correos.
Finalmente, para salvar su vida, acabó, como tantos otros jimenatos tras el golpe de Estado del 18 de julio y el fin de la contienda bélica a que dio lugar su inicial fracaso, teniendo que vivir bien lejos del pueblo, en la diáspora geográfica; en este caso, exiliándose en Londres. Pero sucedió, como se ha dicho en 1945, no tras su huida de Jimena como se tenía entendido hasta ahora.
Antes de sus vivencias en Gran Bretaña donde transcurrió la mayor parte de su vida, salió del pueblo la mañana del 28 de septiembre de 1936 cuando los regulares, reforzados fundamentalmente por mercenarios magrebíes, tomaron militarmente la localidad a base de cañonazos que fueron disparados en dirección al Castillo desde el cerro de los Ángeles, situado en las afueras de la Estación.
«Telar», se vio acompañado en su huida con un escuadrón de caballería que había formado en Jimena con los équidos requisados a sus titulares, ayudando en parte a la caótica y desorganizada «juía» de la población, más de la mitad de sus habitantes, por encima de los cuatro mil, que abandonaba con pavor el pueblo por donde podía a través de los campos y los montes.
Año 1935. Pascual Collado Jiménez, boyante empresario de la harina y de convicción republicana, que en su retorno al pueblo a los pocos días de huir por ser ocupada por los facciosos, sería detenido, y sin juicio alguno, junto al menor de edad, Sebastián Conde Godino, sería fusilado en el interior del Castillo, camino del cementerio. Ahora la familia espera que pueda hallarse enterrado en la fosa que ha empezado su exhumación. Su hermano, Aurelio Collado Jiménez, que había nacido en 1901 en Jimena de la Frontera y trabajaba de empleado en la fábrica de harinas, logró escapar y marchar a Málaga, a zona reublicana. Con algún defecto físico fue movilizado en enero de 1939 y hecho prisionero el día 12 de ese mes en el frente de Tarragona. Trasladado al campo de concentración de Burgo de Osma en donde estuvo hasta que, a finales de junio, fue encarcelado en Jimena. Militante de la CNT fue acusado de actos anti clericales siendo condenado a muerte en el consejo de guerra celebrado en San Roque el 12 de septiembre de 1939. Fusilado el 22/04/1940 en el Castillo de San Sebastián construído a inicios del siglo XVIII, junto a la playa de La Caleta, en el extremo norte de la capital gaditana. Está enterrado en la fosa común del patio 1, sur del cementerio de San José. Foto: Pascual Collado Saravia. exalcalde de Jimena y nieto y sobrino de las víctimas.
No todos huyeron para no volver, como lo hizo «Telar», por temor a su vida. Ocurrió con Pascual Collado Jiménez, domiciliado con su familia en el Callejón de la Farmacia. Fue convencido para que huyera por su amigo, Manuel Barranco Sánchez, que cuando cargaba sus mulos para marcharse con su familia, le decía: «Pascual, vente que lo que va a entrar es muy malo». A lo que Pascual se resistía, respondiéndole a la vez: «¿Y yo me voy a dejar a mis niños, sin haber hecho nada malo?»
Finalmente decidió hacerle caso. Cogió sus bestias cargadas y tiró cuesta arriba para el final del pueblo con su familia con destino al monte por la Cruz Blanca. Pero tras largas caminatas durante tres días y viendo a sus cinco hijos menores, -Aurelio, el que luego fue el taxista del pueblo, contaba con tres años, y África con seis-, reventados, sangrándoles los pies y ya sin comidas, deambulando sin saber adónde ir, se plantó, preguntándose -«¿Yo por que tengo que estar aquí, si no he hecho daño a nadie?»– optando por volver a Jimena.
Y con el regreso encontró la muerte, no sin antes comprobar el saqueo que «los moros» sometieron su domicilio familiar e instalaciones harineras «donde solo dejaron las puntillas».
Así se lo contó su hija África ya con 89 años al historiador jimenato, Leopoldo Moreno Barranco, en la entrevista que le realizó.
Conversando en Jimena con Manuel (llamado antes de 1939, Germinal, al que el padre también hubo de cambiar de nombre tras la guerra porque no era cristiano) Barranco Sánchez, que cuenta con la misma edad de la llegada de la IIª República, 88, y que con cinco años hizo con su padre, su madre y hermanos chicos, «la juía», en este caso de Jimena a Marbella y a Bailén y tardó desde esta última población jienense ocho días de viaje en el retorno al pueblo, junto a su padre, Manuel Barranco Macías, y demás familia.
Por el contrario, su amigo, Manuel Barranco Macías, que contaba con 46 años, salvaría su vida en la huida con su familia donde llegó bien lejos, hasta Bailén, donde se quedó y permaneció los tres años de guerra trabajando en el campo. Iba acompañado de su esposa, María Sánchez Moreno, de 40 años, y sus hijos: Juan, de 14, Diego de 6 y Manuel (Germinal) de 5 años.
Cuando se enteró que a su gran amigo, Pascual, lo habían fusilado, se pegó tres días sin parar de llorar.
Y cuando acabó el conflicto bélico, regresó a Jimena, tardando ocho días en el viaje. Y lo que le ocurrió al regreso al pueblo es que le quitaron el carro con el que traía a su familia, porque era uno de los que había huido del pueblo, y representaba su herramienta fundamental para su trabajo de cara a darles de comer a su mujer e hijos.
A su hermano, Juan Barranco Sánchez, que no huyó porque estaba en el campo faenando en el pegujal (entre 4 y 5 fanegas) que le tenía cedido un propietario para cobrarse los trabajos que le hacía, lo detuvieron y lo metieron en la cárcel del Puerto de Santa María.
Frasquito Vecina Herrera, que estuvo encarcelado por su republicanismo, con su nieto, Andrés Gutierrez Vecina, ya en los años sesenta, en el bar Becina que tuvo en el Paseo. Foto: Retratos de Jimena. Ediciones OBA.
Allí se encontró también como apresado al paisano, Frasquito Vecina Herrera, el que luego montó el Bar Becina en el Paseo.
Les daban de comer pescado podrido. Juan Barranco, entró con 94 kilos, y salió con 46. «Si llega a estar un mes más, se muere», me comentó su sobrino, el octogenario, Manuel Barranco Macías, que sufrió de chico el viaje de ida y vuelta a Bailén. Pasó a continuación a señalarme la casa de un vecino donde vivíó, «quién era más malo que un cochino», porque en aquellas fechas de ocupación militar denunció a todo hijo viviente hasta a la jimenata, María Sánchez, «porque leía todos los días el periódico».
En esa huida de miles de jimenatos para salvarse aquel 28 de septiembre de 1936; unos, cogieron la carretera de las Cañillas hacia Puerto Galis camino de Ubrique. La mayor parte con destino a la Costa, como «Telar» al mando de la caballería, a través de los municipios de Casares y Estepona Y los más desafortunados, camino de Gaucín, desconocedores de que momentos antes de su llegada había sido tomada por los golpistas con lo que fueron siendo detenidos uno a uno conforme se aproximaban.
Finales de septiembre de 1936, «La juía» por la carretera de la Costa en un atardecer frío y lluvioso con destino a los pueblos malagueños del litoral y hasta Málaga capital.
A continuación, «Telar» sin dejar su batallón de caballería se incorporó al frente republicano de Ojén y Monda.
Cuatro meses después quedó aislado, tras la toma de Málaga a principios de febrero de 1937 por italianos y magrebíes, donde los del ejército de Mussolini, perfectamente pertrechados de armamento militar y de transporte que habían desembarcados en diciembre en el puerto de Cádiz, con un total de 50.000 efectivos humanos, de los que 25.000 participaron en la toma de Málaga, junto a «los moros» del Protectorado colonial de Marruecos y también de la antigua provincia española del África Occidental.
- 8 de febrero de 1936. Cuantiosas tropas italianas, unos 25.000, perfectamente pertrechadas en las proximidades de la entrada a Málaga a través de la carretera de los Montes que le comunica con Colmenar. Fuente: Instituto de Filmografía Italiana (LUCE)
Llevaron a cabo, una rápida y sorpresiva operación envolvente desde los Montes y por la carretera de la Costa, contando por mar con el apoyo logístico exterior de la flota nazi.
Ello llevó a que «Telar» procediese a emprender el retorno en dirección nuevamente a Jimena para esconderse, quizás pensando que bien pronto sería liberada por una ofensiva del ejército republicano.
“Los moros” hacia Málaga capital por la costa. En total unos 10.000 mercenarios, comandado por el coronel Borbón, duque de Sevilla,Fuente: http://www.lopezuenca.com
Ignacio Trillo 
Posted on julio 22, 2019
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