LOS ÁNGELES Y JIMENA CON LA FAMILIA LASTRES
Ignacio Trillo
La mañana del miércoles, 18 de enero del presente año, conduciendo desde Málaga me personé en la Estación de los Ángeles de Jimena no sin antes obligarme a realizar una breve parada en la plaza de la Constitución de San Martín del Tesorillo.

Trataba de comprar un libro que llevaba tiempo atrás buscando. Tuve suerte. Al fin lo hallé en una papelería cercana al lugar donde estacioné el vehículo. Lleva como título: «Historia de San Martín del Tesorillo en la España Contemporánea».
Era el único ejemplar que quedaba. Consta de 546 páginas. La autoría es de Jerónimo Sánchez Blanco, nacido en esa población e hijo del maestro que allí ejerció durante décadas como docente de primarias.
Sánchez Blanco es doctor en Derecho y sociólogo. Estuvo de diputado del PSOE por la provincia de Cádiz en la primera legislatura y es miembro de la orden al Mérito Constitucional. Igualmente fue profesor en la Facultad de Económicas de la Universidad Complutense de Madrid. El texto publicado denota el amor y la pasión que siente por su tierra y su gente, compatibles con el rigor en su condición de historiador.

El objetivo de esta lectura, ya realizada, persigue profundizar con mayor conocimiento de causa en la historia de estos vecinos del municipio de Jimena así como sobre las incidencias y pormenores transcurridos desde su no lejano tiempo en que tuvo lugar su asentamiento.
Pretendo escribir próximamente sobre esta entidad local autónoma acerca de las vivencias conservadas en el recuerdo e interrelacionadas con el pueblo de Jimena que sobrevinieron durante mi infancia y adolescencia
Tras adquirir el texto, aproveché esta parada para hablar con algunos de sus vecinos. Aunque anónimos para mí, los fui abordando con grata acogida en la calle y en las tiendas por donde pasé. Pregunté para saber y tomar nota sobre qué fue de las personas que conocí en aquella época. A continuación proseguí el viaje hasta llegar a la Farmacia de la Estación de los Ángeles de Jimena donde estaba citado.

En este establecimiento de medicamentos me esperaba su propietario, don José Regueira Ramos. Además de cronista oficial de Jimena, un riguroso investigador, entusiasta y apasionado con cuanto emprende, a la par que cada vez más joven de mente conforme avanza su decenio ochentista.
Al llegar, salían de otro coche recién aparcado, también procedentes de Málaga, cuatro ocupantes con quienes había quedado previamente por teléfono.
En este sentido, me reencontré, tras haber transcurrido cincuenta y seis años sin verla, con: doña Carmen María Lastres Pardo, que con 81 años se halla en tan buen estado de salud que pocos días después de finalizar esta veloz estancia en Jimena se marchó a dar una vuelta por la ciudad inglesa de Liverpool para visitar a sus nietas.

Foto que sintetiza el paisaje y el paisanaje que se encontró Moncho a su llegada a Jimena.
La fachada de la farmacia, la calle Sevilla empedrada, y la localidad sumergida en el subdesarrollo más profundo con unas diferencias entre clases sociales abismales. Asimismo, una botica además que desde el comienzo de la década de los cincuenta había pasado de de las manos, del farmacéutico Juan Huertas García a Higinio Aragoncillo Sevilla, y de éste a Antonio Mata Gómez, en tanto en noviembre de 1960 sería traspasaba a su hermano José Regueira Ramos. En la foto, el adulto Antonio Peláez Sanjuan, con sus dos sobrinos, el mayor subido a la yegua, Antonio Pérez Peláez, nacido en 1932, y su hermano Juan que lo fue un año después y que figura con la cuerda en la mano. La historia de Antonio Peláez Sanjuán también forma parte de ese hábitat que se halló Moncho, aunque de esas cosas no se hablara entonces por miedo a la represión, la de un represaliado republicano, como casi todo el pueblo, pero que en esta ocasión, tras haber estado encerrado en un campo de concentración franquista en el norte de España,, había salvado la vida de ser fusilado, a través de la gestión que realizó su hermano que hizo que un allegado mando militar franquista cambiara en su ficha de reo su papel jugado en la guerra, de teniente en la 11 División que mandaba Enrique Líster, donde cayó herido en la batalla del Jarama, por la de soldado perteneciente a los sublevados formando parte del patriótico batallón San Marcial. No obstante, a pesar de ello, como en el pueblo todo se sabía, a su regreso, una vez liberado, se le negó hacerse cargo del matadero local, tal y como le correspondía por estirpe, al ser "rojo" y desafecto al Movimiento Nacional. La farmacia fue instalada por Juan Huertas García, el hermano de mi madre, para, a partir de 1950, ser traspasada a Higinio Aragoncillo Sevilla, que era malagueño, de ahí en 1952 a Antonio Mata Gómez y desde 1960 bajo quedó bajo la titularidad de José Regueira Ramos. Fuente: Ediciones OBA.Fuente: Retratos de Jimena. Ediciones OBA.Se trata de la viuda del malagueño, don Antonio Mata Gómez, que fue farmacéutico en Jimena desde el año 1952 a 1960. La botica estuvo abierta en el mismo lugar durante más de ochenta años, perdurando así hasta no hace tanto tiempo. Se hallaba en el primer tramo de la calle Sevilla, inmediatamente pasado su cruce con calle Barrera y el callejón Mateo que conduce a calle Romo.
Mata se la transmitió en noviembre del año 1960 a los hermanos, Ramón y José Regueira Ramos, que procedían de La Coruña. Con anterioridad, en 1952, se lo había comprado a Higinio Aragoncillo Sevilla que a su vez en 1950 se lo adquirió a mi familia materna. Mi tío, Juan Huertas García, malogrado a la temprana edad de treinta y tres años, había sido su anterior boticario desde 1940 a 1950.

Tras su salida de Jimena, don Antonio Mata Gómez, regentaría la conocida farmacia de su padre en la calle Larios de Málaga. Falleció en esta capital en el 2003, a la edad de 79 años.
A la vez, Carmen María es hija del médico que lo fue de Jimena, don Manuel Lastres Abente, ambos de origen gallego como su hermano, Rafael.
Antes de llegar a Jimena, el doctor Lastres había desempeñado su profesión sanitaria en Canarias desde 1940 al año 1945 que fue cuando a petición propia obtuvo la plaza oficial en nuestro gaditano municipio, domiciliándose en su Estación de tren de los Ángeles, lugar donde vivió hasta el final de la década de los cincuenta.

Así, en el año 1959, marchó a su nuevo destino médico en Marbella. Y en el año 1973 se jubiló, yéndose a vivir a Málaga capital para residir en el Paseo de la Farola, donde, a consecuencia de un enfisema pulmonar que arrastraba desde tiempo atrás, falleció a principios de 1984, contando con 80 años.
En el mismo vehículo y al volante, acompañaba a Carmen María Lastres Pardo, la viuda de Mata, su hija, María José Mata Lastres, nacida ya en Jimena, y que a semejanza de su padre también es farmacéutica. En su caso, en Rincón de la Victoria.

María José, según me indicó, se acordaba mucho de mí en la etapa de infancia que ambos compartimos en Jimena a pesar de no habernos tropezado con posterioridad. Ella se marchó de Jimena con sus padres en el año 1960 con destino a Málaga. Contaba tan solo con cinco años.
Al igual, comparecía en el coche, el otro hijo del doctor Lastres, don Rafael Lastres Pardo, con 87 años, gozando de un estado físico y memorístico envidiables. Estuvo viviendo en la Estación de Jimena durante el periodo 1945 a 1950, contando entre quince y veinte años, de donde se marchó por motivos de estudios.

Venía acompañado de su mujer, Rosario Borrás Prats, nacida en Madrid pero de familia mallorquina, cuya madre, por ser vecina, y su padre, naviero, bien conocieron el entorno de la familia de Juan March Ordinas, que fuera, hasta 1945, el dueño de San Martín del Tesorillo, San Pablo de Buceite y San Enrique de Guadiaro.
En el año 1936, March, sería uno de los financiadores decisivos del sangriento golpe de estado de Franco contra la IIª República. Con antelación, año 1928, había adquirido esas propiedades de los municipios de Jimena y San Roque al marquesado de Larios.


Este matrimonio, Lastres-Borrás, había llegado con anterioridad a la capital malagueña proveniente de la capital de España donde reside.
Primeramente visitamos, a pocos metros de la farmacia de la Estación de los Ángeles de Jimena, a las hermanas, Nina y Ana María Vallecillo Soriano, de ochenta y ocho y noventa y un años, respectivamente. Continúan habitando la misma casa de siempre, pintada la fachada de color gris, a pie de la carretera, Algeciras-Ronda, a la salida hacia el pueblo de Jimena, al lado de la antigua fábrica de harina de su familia.

Cuando en la Estación vivió la familia del médico Lastres, el domicilio lo tenía casi enfrente, en las últimas casas existentes a mano derecha de la misma calle en su salida al pueblo de Jimena, del que dista dos kilómetros, donde poseía igualmente el consultorio médico.
En aquel tiempo, detrás de los inmuebles cuyas fachadas daban a la misma acera donde vivió la familia Lastres, había un descampado perteneciente a la finca El Gurugú. El nombre fue bautizado en los años del protectorado español en Marruecos por la famosa batalla que se libró en los alrededores de Melilla en el año 1909, entre el ejército español y las cabilas rifeñas, coincidente en fecha con la adquisición de la propiedad por una señora que respondía al nombre de doña Consuelo, casada con un militar destinado en Ceuta.

Esa finca posteriormente fue transmitida, creo que en dos ocasiones, pasando a perder su primitivo valor por sus árboles frutales para ser convertida en un patio de corcho, tan en auge desde tiempo atrás en gran parte de la comarca. Con un convoy de carretillas, llevaban las cortezas de los alcornoques, primariamente tratadas allí, hasta la propia Estación de tren, situada a escasa distancia, para quedar depositadas en un vagón estacionado en la vía muerta a la espera de emprender rumbo a Cataluña.
Según fuentes consultadas, en aquellos años de postguerra de grandes turbulencias políticas y sociales, por el Gurugú cabalgaba un personaje que siempre iba armado y acompañado por algunos guardaespaldas ante el temor a ser secuestrado por “los de la sierra”, hecho que entonces sucedía a menudo a lo largo y ancho del municipio de Jimena.
Resultaba difícil discernir si estas extorsiones respondían a un móvil de venganza o de subsistencia como secuela de la reciente contienda civil por quienes temiendo ser fusilados o víctimas de la brutal represión de los vencedores se vieron obligados a echarse al monte, o si, por el contrario, se trataba más bien de actos de delincuencia común, acrecencia propia del ancestro procedente del bandolerismo tradicional que casi siempre estuvo presente en la Serranía de Ronda, aunque hubieran otros casos violentos más relacionados con el contrabando con Gibraltar o por el estraperlo.

Asimismo, en el cercano San Martín del Tesorillo pasaba lo mismo, como amenaza para las familias pudientes o titulares de grandes extensiones de terrenos. De hecho, hay quienes achacan en la zona la venta en lotes de las propiedades de Juan March a quererse quitar de en medio por la inseguridad reinante en el campo para los terratenientes. Entre las víctimas mortales que ocasionaron esas acciones descontroladas, figura, Antonio, hermano de Raimundo Burguera Verdera, administrador en ese lugar de las propiedades de la familia March y también de procedencia originaria mallorquina.
En este sentido, uno de los peones que trabajaban en el Gurugú de la Estación de Jimena al ser confundido con un terrateniente, sufriría un rapto temporal con la petición, en este caso, de 400.000 pesetas, como exigencia para su puesta en libertad.
Normalmente, el precio de la liberación de aquellos secuestrados estaba estipulado en una media de 300.000 pesetas. Quienes carecían en ese instante de esa importante cantidad en metálico o papel, tenían que pedirlas prestadas hasta devolverlas con las ventas de las cosechas o la enajenación de una parte de sus bienes. Los prestamistas de entonces cobraban un 7% de interés mensual.
En el caso reseñado del Gurugú, días después, al percatarse los secuestradores de que no se trataba de quien se creían, el trabajador fue soltado sano y salvo.

Volviendo a la visita de la familia Lastres a la casa de las hermanas Vallecillo, en la avanzada edad a que han llegado ambas oriundas de la Estación, adolecen de ciertas dificultades para el recuerdo sobre vivencias comunes que eran preguntadas con referencias a personas que en su mayoría ya se encuentran fallecidas.
El momento lo aprovechó Rafael Lastres Pardo para contar las horas que se pegaba en la fábrica de harina, que estaba al lado, con Gonzalo Vallecillo Soriano, hermano de Nina y Ana, ya desaparecido. Para ir de caza, Gonzalo preparaba en esas instalaciones su munición particular para la escopeta. Era a base de dinamita casera compuesta de clorato potásico con cáscaras secas de naranjas amargas. Aquello funcionaba aunque en cada disparo liaba una humareda tremenda.
Posteriormente, recorrimos en el coche conducido por Regueira, el farmacéutico ya jubilado de Jimena y La Estación, el barrio de Michigán, nuevo para los visitantes, cuyo nombre de bautismo salió precisamente de una conversación informal del médico Lastres con mi padre. Ocurrió en el bar “Nuevo”, de Paco Gómez Sierra, estando José María Macías Meléndez, “El Sordo”, de camarero.
Sorprendió a los actuales visitantes el enorme crecimiento urbanístico alcanzado. Allí mismo comenzó en aquel tiempo el propio médico, don Manuel Lastres, a hacerse un inmueble pero que una vez terminado no llegó a habitar por coincidir con su marcha para un nuevo destino sanitario en Marbella.

Al igual, transitamos por la urbanización El Gurugú, también nuevo para ellos, cuyo acceso actual es por donde hubo una valla casi siempre cerrada, enfrente de donde estuvo, haciendo doble esquina, el ya citado bar “Nuevo” de Paco Gómez Sierra, posteriormente, «Tejidos Casa Jiménez», de Manolito, hermano de Joaquín y de Lucas Jiménez Caballero, este último gran aficionado a la practica del fútbol que tan bien lo hacía.
Este establecimiento de bebidas era distinto al bar y hostal que, junto a su otro hermano, Antonio Gómez Sierra, que además llevaba la contabilidad del corcho al empresario, Antonio Canas Bueno, regentó, y que estaba situado a la izquierda de la explanada según se diera paso a la entrada del edificio de la Estación de tren.
En el interior de esa bar había una gran mesa de billar, hecho muy frecuente en aquellos tiempos para este tipo de negocio como forma de hacer pasar el tiempo de la clientela ante las pocas alternativas de ocio que existían, y para retenerla de cara a que siguiera consumiendo; ahora bien, solo aquellos a los que el bolsillo les alcanzaba, hecho poco común en esa época de tantas penurias.
En esa misma casa de bebidas, hubo bailes durante la fiesta de la Novena a la Reina de los Ángeles para lo cual se hacía una caseta cercada al aire libre en su explanada de entrada.
También dentro del inmueble había un hostal que era frecuentado por los viajeros del ferrocarril.
Una de las hermanas de Paco y Antonio Gómez Sierra, en concreto Mariquita, se casaría en el Convento de Los Ángeles por un amor -apenas la vio, le pidió agua y ella se la trajo- surgido por un flechazo de un pasajero muy especial que se bajó de un tren.

Se trataba de Leopoldo Urrutia de Luis, más conocido como Leopoldo de Luis, poeta nacional y brillante crítico literario, amigo que fue de los poetas de la Generación del 27, como Miguel Hernández y León Felipe, y ya muy posteriormente y en democracia, tras haber sufrido enormemente en aquella época la represión franquista, Premio Nacional de Poesía y Premio Nacional de las Letras Españolas.

Leopoldo de Luis, aterrizó en Jimena en un tren mercancía de ganado lleno de represaliados políticos como prisionero republicano para realizar trabajos forzosos que redimían penas de cárcel impuestas por la Dictadura a los condenados por el delito de haber sido leales al orden constitucional republicano. Efectuaban obras públicas gratis para el nuevo Régimen.

En su caso consistió en participar en la construcción de la carretera desde la Estación de Jimena a Ronda y la mejora de la vía de ferrocarril desde el mismo lugar hasta Gaucín. El campamento militar de estos prisioneros estaba desplegado, al parecer vigilado por legionarios, con tiendas de campaña entre Jimena y San Pablo, en un llano, enfrente y antes de llegar al actual tanatorio, donde estuvo previsto construir un campo de golf.

Gran salto en la recuperación de la Memoria Histórica significará el día en que alguien pudiera dar pistas de dónde pudiera encontrarse el archivo de fotos de un personaje italiano que vivió en Jimena, de nombre «Italia» o «tío Italia», quizás debido a su origen geográfico y que vino a España mandado por Benito Mussolini para hacer la guerra en el bando de Franco.

Esta hombre introdujo la profesión de la fotografía en Jimena y se comenta que pudo retratar con su trípode ese campamento de prisioneros políticos. No contaba con familia conocida y siempre se mantuvo soltero, falleciendo en Jimena.

Se hospedó en una deteriorada Posada que estuvo situada a inicios de la calle Sevilla. Fue adquirida en 1940 a sus propietarios por los hermanos, José y Sebastián Luque Huertas, que procedieron a su demolición para construir el cine Capitol que pronto venderían a Antonio Ramos, sustituyendo las sillas de la sala por butacas.
El otro cine, el de verano, lo edificaría poco tiempo después el propio Antonio Ramos, a pie del barranco que hubo para tirar la basura del pueblo, tras los muros, también a punto de ser demolidos, de la inmensa iglesia que existió en el Paseo, de nombre Santa María la Coronada, que quedó en ruinas.
Unos culparon de ese deterioro irreversible del edificio religioso a la quema y al bombardeo posterior de que fue objeto durante la guerra civil. Otros, por el abandono en su conservación, aunque hay una tercera teoría que ofrece más credibilidad, relacionado con «la greera» existente en la ladera de lo que fue el barranco donde se tiraba la basura, situada a sus pies, que generó un deslizamiento de ladera afectando al subsuelo donde se ubicaba y acabó agrietando su cimentación. La realidad hoy en día es que solo se conserva El Campanario, sito en la actual plaza de la Constitución,

Volviendo a la ruta de aquel día, don Rafael Lastres nos llevó a continuación a donde jugó en su juventud sus primeros partidos de fútbol: un llano situado enfrente del barrio de Michigán, tras atravesar el actual paso a nivel de tren.

Ahí nos relató, que constituyeron un equipo juvenil de fútbol aficionado que gozó de cierta importancia en la zona, al que denominaron el Alacrán CD, respondiendo a que en aquel tiempo eran muy frecuentes las picaduras de este temible arácnido venenoso, llamado también escorpión, que frecuentaba como hábitat propio las corchas de los alcornoques de tanto trasiego en aquel tiempo y en ese entorno para su transporte por ferrocarril.

Curioso resultó que nos refiriera igualmente que el alcalde entonces de Jimena, estamos hablando ya del periodo 1947-1948, don Bernardo Periñán Guerrero, maestro de escuela, siguiendo las normas dictadas del momento, les prohibiera jugar partidos de fútbol porque no estaban afiliados al Frente de Juventudes que era obligatorio para practicar deportes, ni tampoco a la Falange Española, que aparte de la ideología para sostén del Régimen franquista servía asimismo para gozar de cierta impunidad.
Ello hizo que el joven Rafael Lastres, enormemente enfadado, se personara en el Cuartel de la Guardia Civil de Jimena para hablar con el Comandante de puesto.
Lo ocupaba un capitán que procedía de Algeciras, de nombre don Tomás Peral, que había pertenecido al Cuerpo de los Carabineros que fue drásticamente depurado por el golpe de estado de Franco y hecho desaparecer, pasando sus competencias a quedar integradas en la Guardia Civil, así como incorporados de forma puntual algunos de sus efectivos.
Al oír el capitán la explicación del joven Rafael Lastres, por entonces contando con unos dieciocho años, sobre la benefactora labor que algunos estaban haciendo entre los jóvenes de la Estación para hacer olvidar entre las familias jimenatas y estacioneras los odios y rencores que había dejado tras de sí la penosa guerra civil, el oficial se ablandó y le respondió que siguieran jugando con el balón y no hicieran caso a ninguna chaladura que les hubieran dicho. Y tan contento salió del cuartel a contárselo a los amigos.
La grata sorpresa se acrecentó pocos días después cuando en el siguiente partido de fútbol que jugaron, vieron aparecer una pareja de la Guardia Civil que traía la orden de velar porque nadie prohibiera su celebración. Este loable y excepcional hecho se repetiría en los encuentros sucesivos, tan raro en aquel siniestro tiempo de tanta prohibición.
Aquel oficial de la Guardia Civil, cuando se jubiló, se retiró a su lugar de origen, el municipio malagueño de Monda, donde posteriormente falleció.
También cercano al espacio físico para las prácticas del balompié, don Rafael nos mostró el lugar donde se celebraban corridas de becerros durante la Novena, con una plaza de toros improvisada por un redondel hecho a base de ruedas de carretas de bueyes, tan abundantes en aquel tiempo por ser medio de transporte de carga y para arar la tierra antes de sembrarla.
Comentaría sobre esta cuestión, que en aquel entonces la afición a los espectáculos de la tauromaquia era muy grande en el municipio, en comparación al fútbol que tan solo era practicado y seguido por una minoría.

Hablando de las carreteas tiradas por yuntas de bueyes, manifestar que hubo un periodo de tiempo en que fueron célebres las romerías desde La Estación al núcleo de Marchenilla, donde transportaban a la Reina de los Ángeles y al personal asistente que acudía para pasar un día de asueto que se hacía inolvidable. La pérdida del peso de las actividades agrarias en la economía y en el empleo de la comarca, hizo desaparecer tal cita.




Al cruzarnos con un trabajador que pasaba por allí, y fijarse don Rafael en el color gris de sus ojos, le vino a la memoria una anécdota que a continuación nos detalló.
Al llegar a La Estación por primera vez, una de las hablillas que más le chocó fue escuchar, y más de una vez, a trabajadores del campo, pobres y analfabetos, con el mismo color grisáceos en sus pupilas que el que había pasado, de tez morena y con el rostro castigado por las innumerables horas de trabajo expuestos al sol, decir, en cerrado ceceo jimenato: “que no nos confundan, que nosotros somos castellanos, no gitanos”
En seguida, encontrándonos muy próximo y sin perder tiempo, nos personamos a lo que fue la fábrica de pipas, regentada por una empresa catalana que disponía de administradores y gestores en la Estación de Jimena procedentes de Cataluña. Algunos echaron raíces. Uno de ellos, de apellido Pla, acabó casándose con una linense, y otro, Felix Trulla, con la menor de las hermanas Gómez Sierra, de los del bar los Gómez, de nombre Mercedes -hermana de María, la que contrajo matrimonio con el gran poeta que llegó a la Estación como prisionero político, Leopoldo Urrutia de Luis- y tuvieron dos hijas, Montserrat y Nuria.
Al llegar estos catalanes a la Estación y conocer cómo trabajaban los lugareños, una vez familiarizados con algunos de los vecinos, comentarían el incompresible prejuicio, que calificaban de injusto, existente en determinadas esferas de la alta sociedad de Cataluña que cuando se enteraron que iban destinados al sur le auguraron que lo pasarían muy mal porque los andaluces no nacieron para trabajar sino para estar todo el día con un vaso de vino pegado a la barra de una tasca.
Curioso resulta que se hiciera esta reflexión en una época donde no existía el PER ni subvención alguna, sino favorecer que las industrias publicas de aquella autarquía franquista se establecieran en Cataluña, para, llevándose a continuación a la mano de obra de aquí, desarraigar a la rebelde clase trabajadora andaluza de su tierra y de sus gentes. Demuestra, por tanto, que la misma obsesión para denigrar a los andaluces, con adaptación del lenguaje en el tiempo, perdure hasta nuestros días y haya sido comidilla de los discursos y escritos de los Jordi Pujol, los Durán i Lleida, o los «convergentes» de nuevo cuño; dirigentes todos ellos del nacionalismo catalán de derecha y del egoísmo que lleva como lema, “la pela es la pela”.



Ahora bien, dicho lo anterior, tal como se comprueba con el aprovechamiento del brezo como con el corcho y el mismodestino geográfico de las producciones de Jimena para su transformación y consecución de plusvalias, está claro que la culpa del subdesarrollo andaluz no ha sido de los catalanes sino que ha estado presente en nuestra tierra a lo largo de décadas por la carencia de un empresariado que propiciara la industrialización in situ de nuestra materia prima. Sobraban aquí terratenientes y corredores, y siempre ha faltado espíritu innovador por el no nacimiento de una burguesía autóctona acorde a un nuevo tiempo que desde el siglo XIX acontece.

Pasados unos años, llegaría a la Estación otro catalán, Eduardo Gilbau, pero de edad más mayor, que aparte de su encomienda en la fábrica se dedicaría a introducir el baile de la Sardana entre las jóvenes de la Estación, a las que atavió de las prendas típicas para esa danza con las manos agarradas de cara a actuar no solo en la Estación sino también en Jimena y en otras poblaciones colindantes.

Aún recordaba, don Rafael, las grandes calderas que hubo en el interior de la fábrica de pipas para cocer los tacos que hacían con las raíces de los brezos, parecidos en sus formas a los melones y pesando cada uno de ellos alrededor de cuatro kilos. De ellos obtenían tres o cuatro pipas de fumar aunque los últimos retoques se tallaban, perfilaban y acababan en Cataluña, en concreto en la provincia de Gerona.
La operación empezaba con el hervido durante más de 12 horas de cepas de brezos. Se sacaban al día siguiente cuando el agua estaba en su punto. Se secaban los escalabornes una vez hervidos y cuando ya se hallaban muy secos se realizaban agujeros en su interior para empezar a darle forma.

Estas grandes cepas de brezos se extraían en las zonas de alcornocales, de cara a preparar el terreno en los años de descorche, entre cada nueve y catorce primaveras, dependiendo del grosor del calibre alcanzado por la corteza. Así se facilitaba, tras el desbroce, el acceso de la mano de obra con sus utensilios para el rebaneo del árbol, el amontonamiento de las planchas de corchas así como la entrada del transporte caballar o motorizado para llevarse las panas extraídas.
Antiguamente, estas limpiezas de la cubierta vegetal del suelo, como preparación de “los ruedos”, lo realizaban gratis los arrieros a cambio de que los propietarios o arrendatarios de estos terrenos les permitiesen, con los materiales arrancados, elaborar `in situ´ carbón vegetal. Así fue hasta que llegaron los catalanes para otro aprovechamiento más rentable como significó destinarlos a la fabricación de pipas que proporcionaba mayor rentabilidad económica.

El nombre de panera, pieza de corcho de gran tamaño, era también empleada a nivel doméstico para lavar la ropa por la arruga de su composición de panas que facilitaba que la ropa al restregarla con dicho material tomara mejor el jabón que en aquel tiempo se fabricaba en plan casero con aceite vegetal usado en las cocinas, sosa cáustica y agua hervida. Antes, muy pocos cosas se tiraban a la basura sino que se reciclaban. No era por conciencia medioambiental sino por pura necesidad.

En Extremadura, a las paneras se les llamaban corchas, lo que ratifica aun más el origen de la corteza del alcornoque como creación de ese vocablo para asear las prendas textiles de vestir. Luego, se harían estas paneras -ya popularizadas y desprendidas su acepción de su origen material y más relacionadas con su uso- de madera y de cemento.

Y de la fábrica de las pipas pasamos, también de la mano de Rafael Lastres, a visitar adonde estuvo ubicado el principal patio de corcho. Allí, se apilaba, se cortaba, se hervía y se clasificaba la corteza del alcornoque, frente al andén de la Estación de tren, tras atravesar los principales carriles de las vías para los ferrocarriles que por allí paraban o iban de paso.


Recordaba los nombres de los intermediarios más potentes de este sector en Jimena, a Antonio Canas Bueno, y a, José Furest, en este último caso de procedencia rondeña y ya con varias generaciones dedicados a este negocio en la Estación de los Ángeles, sin olvidar a los Ferreira, de procedencia onubense, o a José María Oncala, socio de Canas.



La mayor parte de las planchas apiladas y clasificadas por calibres de la corteza sacada del alcornocal de gran parte del municipio acababa en en ese patio de corcho, ya cocidas y raspadas, a pie por tanto de donde había una vía muerta para ser cargada en vagones que se llevaban los trenes de mercancías y que tenían como principal destino a Cataluña.

Se transportaba desde la Estación de Jimena a los grandes centros de recepción para su transformación, vía trenes de mercancías; entonces era impensable que fueran llevadas a largas distancias por medio de aquellas diabólicas carreteras; bien directamente a través del nudo de comunicaciones ferroviarias con centro en Bobadilla, o haciendo transferencia de la carga en el puerto de Algeciras para seguir con su transbordo por barco hasta Cataluña, con destino concreto al puerto del municipio gerundense de Palafrugell de la comarca del Bajo Ampurdán. Esta operación de traslado del corcho se efectuaba entre finales del verano e inicios del otoño.
José Furest llegó a tener una fábrica de tapones de corcho en el barrio arriba de Jimena, en calle Ancha, situada en perpendicular al encuentro entre calle Fuente Nueva y calle Santana, frente al Bar Mena y paralela a la explanada donde se encuentra la iglesia de Nuestra Señora la Victoria o iglesia de la Misericordia.
A esa fábrica de corcho en Jimena, el padre de Furest se trajo del gaditano pueblo de Villaluenga del Rosario a un cualificado trabajador especialista en la materia que resultó ser con el paso del tiempo mi bisabuelo, Francisco García «El Entregado». Vino con su mujer, que puso una tienda de tejidos en la Estación, y sus dos hijas, una de las cuales llegó a ser mi abuela materna, de nombre, Dolores García Moreno, se casaría con el comerciante de la Estación, Bartolomé Huertas Ruiz, y la otra, Ana, fue la madre de “los huérfanos” de la Estación, los Gómez García.

Villaluenga del Rosario en el pasado gozó de gran importancia al haber sido conquistado por Rodrigo Ponce de León al reino Nazari para los cristianos, siendo ya Marqués de Cádiz, luego Duque. Participó posteriormente de forma decisiva en la toma de Granada para los Reyes Católicos. Así, esta localidad fue declarada capital de señorío de siete municipios. Desde tiempos lejanos se formaron en este pueblo a especialistas en el manejo del alcornocal.

De ahí, transitamos directos al convento de la Reina de los Ángeles, donde en el año 1954 se casó don Antonio Mata Gómez, el farmacéutico de Jimena, con doña Carmen María LastresPardo, la hija del médico de la Estación, contando ella con 18 años y él con 30.
Franqueamos el interior del templo y nos dirigimos al patio del Claustro restaurado, cuyo jardín y plantas en aquel tiempo cuidaba, Juan Sánchez “El Santero”, que habitaba en su interior.
También «El Santero» se encargaba de reponer los cirios para los actos religiosos en el interior de la iglesia y en la capilla situada en la primera planta donde se hallaba la escultura de la Reina de los Ángeles, así como de encenderlas y apagarlas con un larga vara de unos cinco metros de longitud que me llamaba mucho la atención y que tenía en su punta a modo artesanal una doble cabeza atada a la madera con cuerda; una, con una vela de cera que encendía con un fósforo y la otra con un pequeño capirote metálico a modo de cencerro para ahogar el fuego.

En este Santuario religioso, departimos con el actual sacerdote, por coincidir con él cuando salía del Convento. Se trata de un joven cura extremeño al cual le explicamos la historia de la Novena de nuestras épocas y de cómo se accedía a este complejo religioso desde la misma curva de la vía del tren y de la carretera que transcurre paralela, hasta que sucedió un accidente y se cambió la ruta para dar la actual vuelta.

Asimismo, del huerto que había a la derecha de la salida del Convento, que estaba dotado en su interior, tras atravesar una puerta de entrada, de un lindo pozo y muchos árboles frutales donde nos hartábamos de comer azamboas en tanto nuestras madres cumplían con la divinidad hasta que se nos formaba un nudo en la garganta y ya no podíamos seguir más. También habían desaparecidos los grandes ejemplares arbolados de álamos existentes a ambos lados del camino de acceso al Santuario que conducían a la vía del tren y que con sus extensas copas tanta sombra daban en aquellos tórridos veranos.
Con un frío que ya pelaba, tomamos los dos coches para subir al pueblo de Jimena.



La entrada al pueblo ya era desconocida para estos visitantes por la cantidad de nuevas construcciones, nada armónicas ni respetuosas con el paisaje urbano histórico, que se han ido alzando en lo que fue un desierto de edificaciones en su acceso primitivo.
Antes, cuando ya se marcharon, años 1959-60, tras dejar el cruce que lleva a San Pablo, se pasaba por la venta El Tropezón, se atravesaba el antiguo puente sobre el arroyo Garcibravo y se tomaba la curva para subir una pendiente, dejando a mano izquierda El Calvario con sus tres cruces y sus banquitos, incomprensiblemente hecha desaparecer a pesar de su valor histórico por datar posiblemente de finales del siglo XVIII, y tomar el respiro de un llano que conducía en su final a otra curva, ya a la izquierda, para, tras pasar el jardín de entrada, dar con la primera calle del pueblo, de nombre Romo, para subir cuestas ya casi sin parar.


En este viaje, tras cincuenta y seis años para ellos, dimos la vuelta a la antigua plaza de toros, luego convertido en jardín y que ahora alberga el IES Nuestra Señora de los Ángeles, para ver la casa, hoy es el local de Correos, donde vivió, Bartolo Jiménez Pajares, más conocido por, “Bartolo Gutiérrez”, que se dedicó al transporte con camiones y al comercio del carbón vegetal.

Don Rafael Lastres fue gran amigo de Bartolo en el tiempo que permaneció residiendo en la Estación y con el que además coincidió haciendo la mili en Algeciras. Su otro amigo, fue José María, el hijo del doctor Montero. Y como amiga, recordaba a «Lolita Palma», Lola López Morales, de una gran belleza física que luego se casaría con Juan Gómez García, “el de los huérfanos”. Su hermana, Ana María López Morales, contrajo matrimonio con el otro hermano de Juan, Práxedes Gómez García, el carpintero.


También el hijo del médico Lastres conoció a Práxedes. Lo describió como persona allegada y que cuando abría la boca sus golpes contenían un gran humor del humor sin pretenderlo.
Nos detalló que una tarde subieron ambos a la feria de agosto de Jimena. Puede ser que llevaran alguna copa de más consumida. Había a la entrada de El Paseo una caseta de tiro pichón para disparar a unos patitos situados frente al mostrador, colocados sobre unas repisas también de madera y que no paraban de desfilar. Las escopetas, para tumbarlos y obtener el premio correspondiente, eran de aire comprimido. La munición a emplear no eran plomillos ni pólvora sino un tapón de corcho que colgaba del arco metálico que rodeaba al gatillo del arma, atado por una cuerda suficientemente larga para que posibilitara que llegara hasta el objeto a golpear a quienes gozaran de buena puntería y no se perdiera o se lo llevara el cliente. Antes de disparar, había que meter el tapón manualmente por la punta del cañón para cerrar su agujero final. Así, al tirar del gatillo, por el empuje del chorro de aire del cañón del fusil, el corcho salía disparado en dirección más o menos acertado al pato apuntado.

Pues bien, al pasar y observar Práxedes que un chaval, en tanto se disponía a sacar del bolsillo las monedas para pagar, había situado una de las escopetas de la atracción ferial en un lateral a su figura, apoyándola en el suelo delante del mostrador; con sigilo, sin que se diera cuenta, cogió la carabina, anduvo con celeridad unos pasos y se situó en un extremo de la caseta.
Al instante, levantó el arma y apuntó a los empleados del interior del puesto. Con el cachondeo que le caracterizaba, pero poniendo cara seria, voz ronca y ademán marcial, gritó: “¡Esto es un atraco!” “¡Denme ahora mismo la caja!”
Inmediatamente, los que estaban en el interior de la atracción ferial, despavoridos, levantaron los brazos manos arriba, en tanto uno de ellos se fue directamente a abrir las cajoneras ubicadas por debajo del mostrador para darle la recaudación. Por el susto que se pegaron, no se dieron cuenta que la escopeta era de la caseta. Tampoco Práxedes se había percatado que tenía el tapón de corcho cegando la punta del cañón.
El factor sorpresa y el pánico que cundieron los pudo todo para hacer creíble que se trataba realmente de un asalto con intimidación armada.
La cosa acabó de pronto con una gran carcajada del presunto atracador que imposible de contener la risa desarmó de inmediato él mismo la tensión ocasionada por su falso robo, y todos a continuación al unísono se lo tomaron a cachondeo.
Las ocurrencias de Práxedes, comentaron los que más le conocían.
Tras esta historietas de forma tan amenas narradas por don Rafael, entramos para almorzar en el bar de Cuenca, con distinto emplazamiento a su antigua ubicación: en las cuatro esquinas del barrio abajo que daba acceso al Paseo. Amablemente fuimos invitados por don José Regueira, al que se sumó como comensal, su hijo Víctor, también farmacéutico como oftalmólogo.

Antes de degustar en el bar de Cuenca, departimos con algunos clientes que se hallaban en su barra, como Juan Vallecillo Durán y otros mayores.

Se acordaban de don Manuel Lastres y de don Antonio Mata. Igualmente, que el entonces farmacéutico del pueblo fue jugador de fútbol y asimismo árbitro del CD Jimena.

No así, al preguntarles, conocieron o no se acordaban de su faceta flamencóloga ni como letrista del cantador de coplas por excelencia de aquella época, el malagueño y gorgorito, Antonio Molina.
En el comedor de Cuenca, la familia Lastres-Mata le sorprendió agradablemente la nueva gastronomía jimenata, basada en las setas y en la carne de venado. Ellos seguían anclados en que continuaría siendo como platos estrellas: las tagarninas y el piñonate.

Tras el postre, rematado lógicamente con piñonate, partimos en coche para recorrer el casco histórico del pueblo y el Castillo. Había caído ya un fuerte chaparrón en tanto la temperatura seguía bajando drásticamente.
Atravesamos sin parar las húmedas calles del pueblo, desde el barrio abajo al barrio arriba, hasta detenernos en el acceso al Castillo, a pie del actual centro de visitantes, antigua iglesia de La Misericordia como anteriormente fue Mezquita.

Contempladas las maravillosas vistas que se observan desde allí, aunque con la oscura niebla de más amenazas de lluvias que anunciaba el horizonte y que a duras pena posibilitaba la visual del boquete de Manilva o el cerro Carretero -el Peñón de Gibraltar se hacía imposible- el frío acabó echándonos de la explanada del aparcamiento de coches para bajar por la calle Sol hasta empalmar de nuevo con la calle Sevilla y revolver por la calle santa Ana, Paseo Reina Cristina hasta descender la empinada calle Romo, por donde salimos del pueblo.
Nos dirigimos de nuevo, a modo de despedida, al punto inicial del encuentro, la farmacia de la Estación.
La lluvia que caía, ya con amenaza de nieve, obligó a acortar el tiempo previsto de la estancia.
Con pesar, porque esta familia no pudo visitar a algunas amistades de aquel pasado que siguen viviendo en Jimena y deseaba saludarlas, como Ángeles Castilla Gómez, vecina de enfrente de aquella farmacia Mata de calle Sevilla, o Anita Rocha Sánchez, hija del barbero y sacamuelas, Salvador Rocha Rey, del barrio arriba, de la que tanto se acordaba María José Mata Lastres.
En consecuencia, adelantamos el regreso a Málaga; no sin antes de la salida de la Estación, pasarnos por el domicilio de Aurelio Collado Riquelme que fuera taxista, también del médico, don Manuel Lastres, y con el que tantas horas y episodios compartió.

Nuestro paisano Aurelio quedó encantado de esa grata presentación y en la breve conversación mantenida fue recordando los viajes para llevar al doctor Lastres desde la Estación al barrio arriba de Jimena, donde tenía, en la calle La Loba y calle Llana, algunos pacientes de la beneficencia. Eran aquellos, la mayoría entonces, que carecían de recursos económicos, de la seguridad social ni habían oído hablar que existiese, y era el ayuntamiento el que cubría con una cantidad insignificante la asistencia sanitaria.

En este derrotero, Aurelio se acordaba también de cuando tenía que ir con el doctor Lastres en su taxis por aquellos caminos de pedregales para tránsito de ganado, e infernales para autos, que conducían a las cercanías de las fincas porque antes de llegar debía pararse ya que el coche no podía avanzar más. Allí justo, habría unos caballos con sus guías esperando al médico para, sirviéndose de uno de los estribos, subirlo en la montura de uno de ellos y proseguir el camino encima del animal, mientras los demás le acompañaban siguiendo la ruta prevista hasta llegar al lugar donde se encontraba la persona enferma, normalmente bajo una choza, en tanto Aurelio tenía que esperar un buen rato hasta su regreso.

Pero lo que más temía Aurelio, según contó, era que don Manuel Lastres se encontrara en el pueblo con Alfonso Corbacho Sánchez, el padre del que luego sería el cartero, Pedro Corbacho Espinosa, porque entonces estaba asegurado un largo plantón hasta retornarlo de nuevo en el taxis de servicio público a su casa de la Estación. Al doctor Lastres le encantaba escuchar a individuos populares del pueblo con chispa por sus particulares reflexiones y ocurrencias.
Finalizada la última visita y tras despedirme de la familia Lastres, regresé a Málaga. Traía mono de Jimena, hecho que suele ocurrirme cada vez que la visito, y al haberme caído entre Marbella y Mijas sobre el parabrisas unos grandes goterones de nieve, aquella misma madrugada, antes de acostarme, la dediqué a escribir la crónica de la histórica nevada de Jimena ocurrida al inicio del mes de febrero de 1954, pensando que tal vez el episodio pudiera repetirse sesenta y dos años después; hecho que no llegó a suceder aunque sí hizo acto de presencia en menor medida que antaño en sus montañas de alrededor.


Os prometo que pronto veréis nuevas historias escritas en este Blog sobre estas familias con raíces jimenatas que os van a sorprender.
ANEXO I: POST AUTOBIOGRÁFICOS RELACIONADOS CON MI VIVENCIA EN LA JIMENA DE LA FRONTERA QUE ME VIO NACER Y TRANSCURRIR HASTA MI ADOLESCENCIA.
BARBERÍAS Y PELUQUERÍAS DE JIMENA (27.01.2017): La sociología que envolvía a la clientela, tertulias y prensa que se leía en aquellas barberías de la década de los cincuenta y principios de los sesenta del siglo pasado, así como lo que significó la irrupción en el pueblo de las peluquerías para señoras: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2017/01/25/30573/
LA GRAN NEVADA DE 1954 EN JIMENA (20.01.2017): (El 3 de febrero de 1954) Jimena de la Frontera amaneció como nunca, con una inmensa nevada que casi todo lo cubría. Y en este caso desconocido y que no se ha vuelto a reproducir, narro cual fue la reacción de sus habitantes hasta que primero se heló y luego se derritió: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2017/01/19/30456/
LA DIVISIÓN AZUL EN JIMENA (09.01.2017): El relato de esta aventura del franquismo en apoyo a Adolfo Hitler, adonde llegaron dos jimenatos que atravesaron sinsabores múltiples por las penurias que padecieron: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2017/01/08/30335/
LOS ORÍGENES DEL FÚTBOL EN JIMENA (21.12.2016): La historia de la creación del club deportivo Jimena de fútbol asi como sus antecedentes, reconstruido a través de unos recortes familiares que casualmente hallé: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2016/12/19/30130/
LA TELEVISIÓN LLEGÓ A JIMENA A TRAVÉS DE SAN PABLO (21.10.2016): Las peripecias que ocurrieron cuando aparecieron los primeros televisores y cómo contribuyó a cambiar ciertas pautas del comportamiento de las gentes del pueblo: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2016/10/19/29752/
LA NOVENA QUE VIVÍ (01.09.2016): Cómo fueron a lo largo de mi infancia los nueve días dedicados a la patrona de la localidad, la Reina de los Ángeles, en la barriada que lleva su nombre y estación de tren, culminada el fin de semana de la primera semana de septiembre: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2016/09/01/29468/
TRAGEDIA TAURINA EN ALCALÁ LA REAL (26.08.2016): En el jienense pueblo de Alcalá La Real, cuatro años antes de que se hundiera la plaza de toros de Jimena de la Frontera, también había ocurrido un episodio de similares características: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2016/08/26/29375/
DESGRACIA TAURINA EN JIMENA (17.08.2016): El hundimiento de la plaza de toros de Jimena acontecido el 17 de agosto de 1961, donde hubo cinco muertos y cientos de heridos, entre ellas la hija del Primer Ministro de Reino Unido: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2016/08/17/29346/
EL PREGÓN A JIMENA QUE NO FUE (01.06.2016): En el año 2003 el ayuntamiento me nombró pregonero de aquella feria de Agosto. Cuando subí al escenario, me olvidé del guión que llevaba escrito para entregarme a las historias de mi infancia y adolescencia que me inspiraban los vecinos presentes. Ahora, localizado el texto que llevada redactado porque se me extravió, lo hago público : https://ignaciotrillo.wordpress.com/2016/05/29/28784/
EL CINE DE VERANO EN JIMENA (13.05.2016): Recorrido por lo que fue esta sala cinematográfica en la temporada veraniega y calurosa: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2016/05/13/28738/
EL CINE CAPITOL (25.04.2016): Radiografía sobre la sala cinematográfica y espectadores de invierno en Jimena: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2016/04/25/28693/
BARES DE JIMENA (04.04.2016): Descripción sobre bares y clientes que lo visitaban para beber, tapear y charlar: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2016/04/04/28375/
LA GASTRONOMÍA JIMENATA QUE FUE (03.03.2016): Un recorrido por los platos tradicionales, con el recetario de sus ingredientes y su evolución hasta hoy: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2016/03/03/28125/
ENTRAÑABLE AURELIO (19.02.2016) De la mano del taxista de Jimena recorriendo aquellas carreteras, paisajes y paisanajes de mi infancia en los coches de la época: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2016/02/19/27623/
LA MIRADA A LA GUERRA DESDE LA NIÑEZ (01.12.201): Cómo viví desde chico la Guerra Fría que se desarrollaba, como el accidente de bombas atómica caídas en Palomares, el bloqueo a Cuba por el despliegue de los misiles soviéticos o la carrera espacial: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2015/12/01/26981/
TOROS EN LA JIMENA DE 1957 (16.09.2015): Crónica de una historia local que recupero limpiando bolsas de recortes de prensa y apuntes manuscritos del pasado: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2015/09/15/26318/
CÓMO ÉRAMOS: ADOLESCENCIA, SCOUT Y MÚSICA (01.11.2012) Contiene las relaciones y vivencias de aquellos jóvenes y la música que oíamos de Radio Gibraltar así como los discos de vinilo que nos llegaban desde El Peñón: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2012/11/01/12928/
HACIA EL IIº REENCUENTRO DE LOS CLUBES DE JIMENA (18.04.2015): Tal como somos, medio siglo después de aquella adolescencia: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2015/04/17/25415/
CUANDO DE NIÑO ME FUI DE CINE (02.10.2012): Un apunte biográfico de mi infancia con la actriz sueca, Anita Ekberg, el español Fernando Fernán Gómez y el italiano, Vittorio de Sica: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2012/10/02/11624/
CÓMO LLEGÓ LA IIª REPÚBLICA Y SU PRIMER ALCALDE A MI PUEBLO (13.04.2014) La sencilla historia sobre cómo se enteraron radiofónicamente de la llegada de este acontecimiento histórico: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2014/04/13/22541/
LA HISTORIA DEL DOCTOR MONTERO (13.09.2014): Una sacrificada y sufrida biografía la del médico de mi pueblo comprometido con la causa de la democracia y la IIª República: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2014/09/13/23993/
CRISIS Y EMIGRACIÓN EN EL MEDIO RURAL (24.02. 2015): Cómo fue y las secuelas dejadas por la emigración de la décda de los sesenta del pasado siglo: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2015/02/24/25187/
MI PESADILLA CON WERT (18.03.2012): El relato a través del sueño sobre el modelo de enseñanza bajo el franquismo y que al parecer tenemos que volver con la LOMCE: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2012/03/18/6032/
GIBRALTAR, ESA GRAN COARTADA DE RAJOY (12.08.2013): No solo le sirvió el estribillo, «Gibraltar español», a Franco para desviar las tensiones contra su Régimen, sino que también lo ha empleado Rajoy para tapar su corrupción): https://ignaciotrillo.wordpress.com/2013/08/12/18762/
ANEXO II: TRILOGÍA SOBRE CASTELLAR DE LA FRONTERA.
DE JIMENA A CASTELLAR PARA VER MI PRIMERA NOVILLADA (06.11.2016): Cómo percibí el lugar en que se celebró y el transcurso de mi primera asistencia a una peculiar corrida taurina: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2016/11/06/29871/
LA CASTELLAR QUE CONOCÍ EN 1960 (06.12.2016): En qué situación de extremo subdesarrollo se encontraba este municipio y el cambio espectacular que se produjo en tan poco tiempo: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2016/12/06/29970/
CASTELLAR Y LA CASA DUCAL DE MEDINACELI (26.12.2016): Historia de Castellar y de la casa nobiliaria que la dominó durante un largo periodo con prácticas semifeudales y las distintos avatares divergentes que les vinieron sucediendo: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2016/12/25/30239/
Posted in: Solo Blog
Posted on febrero 5, 2017
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