(IIIª PARTE) LOS LARIOS Y LA CASITA DE CAMPO. LA RAMA GIBRALTAREÑA. CREACIÓN DE LAS COLONIAS AGRÍCOLAS.
RESUMEN ANTERIOR
Ignacio Trillo
En esta serie de capítulos sobre la historia de la saga familiar de los Larios, el primero: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2018/06/14/35154/, fue dedicado al vasto recorrido viajero y cambio de vida que el patriarca de la dinastía –Pablo Larios y de las Heras (nacido en 1755 en Laguna de Cameros y fallecido en 1824 en Málaga) doblemente enviudado de María Llera y García y de Gregoria Herreros de Tejada y Sáenz de Tejada- emprendió con sus cinco hijos, (Manuel Larios Llera; Pablo Eustaquio, Juan Ramón, Pascuala y Martín Larios Herreros de Tejada) a principios del siglo XIX desde la riojana localidad de Laguna de Cameros, lugar donde nacieron y se bautizaron, hasta llegar a Málaga.
Incluye igualmente, una vez asentados en el Sur, sus primeros pasos y donde, poco tiempo después, sucede el estallido de la guerra de la independencia frente a los franceses, obligando al desgaje de la familia en dos ramas, la malagueña y la gibraltareña, con una delegación en Cádiz, al objeto del buen transcurrir de sus primeros negocios relacionados con la exportación, el contrabando y el préstamo dinerario.
En un segundo capítulo, https://ignaciotrillo.wordpress.com/2018/06/27/ii-la-casita-de-campo-y-los-larios-la-rama-malaguena-27-06-2018/, se fue repasando, centradas en la economía de la geografía malacitana, las distintas actividades y los sectores que fueron desarrollando las dos ramas familiares, la gibraltareña y la malagueña, íntimamente interrelacionadas a efectos de negocios e inversiones comunes en sectores productivos -textiles y azucareras, primordialmente- ferroviarios y bancarios, preservados y continuados a través de sucesivos matrimonios dentro de la misma dinastía. Asimismo, de la ulterior construcción de calle Larios y el negocio de las Bodegas Larios, acabando el relato con la adquisición y ampliación de un nuevo latifundio en Albacete.
Sus primeros pasos en Andalucía fueron coincidentes con el estallido de la guerra de la independencia frente a los franceses y su desgajo de la saga, la malagueña y la gibraltareña con una delegación en Cádiz, tuvo que hacerse de forma obligada para el despegue de su labor comercial con el exterior ante el bloqueo de los puertos españoles por la armada gala y al objeto de acumular cuanto antes un gran capital que fue incrementado, junto al intercambio internacional, a través del contrabando y el préstamo dinerario.
Esta tercera parte que viene a continuación, va a estar centrada en la rama gibraltareña. Aquí se va a repasar lo que esta saga generó en la agro-industria y en el surgimiento de nuevos núcleos de población, principalmente en el municipio de Jimena de la Frontera, al calor de las colonias agrícolas que se crearon en el entorno campogibraltareño, todo ello teniendo como eje central de la narrativa, la construcción en 1882 de la Casita de Campo, residencia veraniega y de ocio de una parte de esta dinastía, inmueble que actualmente se halla en fase de rehabilitación y que desde aquí se pretende poner en valor con la publicación de estos relatos de cara a que un día pudiera convertirse en un centro de interpretación, museístico y de investigación sobre la enorme obra e historia de esta dinastía.
HISTORIA DE LAS COLONIAS AGRÍCOLAS DE JIMENA Y «LA CASITA DE CAMPO»
Ignacio Trillo.
Martín Larios Herreros (1798-1873), antes y después de la concesión del título de marqués por la reina Isabel IIª en el año 1865, fue elegido diputado en 1857 y 1860, así como senador en los periodos, 1861-1862 y 1871-1872, donde coincidió, en los años 1861-1862 en la Cámara Alta con quien la presidía, Manuel Gutiérrez de la Concha e Irigoyen, (1808, Córdoba, Argentina-Navarra 1874), un gran amigo, admirado, inquieto, conspirador y destacado general militar, primer marqués del Duero, título que le fue concedido con anterioridad, año 1848, también por la misma monarca.
Ese encuentro entre ambos personajes, Martín Larios y Manuel Gutiérrez, aparte del Senado, transcurrió igualmente en los acuerdos que protagonizarían ambas partes para que la caña de azúcar procedente de las fincas de San Pedro de Alcántara, titular del marqués del Duero, fuera tratada durante una década en la fábrica azucarera de la Malagueta que poseían los Larios desde 1860, donde esta familia a partir de 1849 había penetrado fuertemente en este sector. Esa cordial relación además se exteriorizó en 1865 en la inauguración de la línea férrea, Córdoba-Málaga por el primer tren que hizo el trayecto, donde los Larios intervinieron como inversionistas en la construcción de su trazado y puesta en funcionamiento, y que sirvió como nuevo medio de transporte para que las producciones agrícolas de la colonia de San Pedro de Alcántara también encontraran salida vía ferrocarril en dirección al mercado interior español.
Manuel Gutiérrez de la Concha, marqués del Duero, gozaba de un enorme patrimonio. En gran parte procedía de su esposa, Francisca de Paula de Tovar y Pueguera Amat de la Gasca (1803-1871), VII marquesa de Revilla, IX marquesa de los Aguilares, X Condesa de Lences y VI condesa de Cancelada. Aparte de numerosas hazañas militares y batallas libradas a favor de la causa liberal isabelina y contra el carlismo, en su condición de empresario emprendedor y amante de la agricultura comenzó a finales de la década de 1850 a adquirir fincas agrícolas hasta llegar a un total de 3.341 hectáreas has., situadas en la costa occidental de la provincia de Málaga, correspondiente a los municipios de Marbella, Benahavis y Estepona.
Amparándose en las leyes sobre repoblación de tierras y de fomento de la población rural, la primera de 1855, el marqués del Duero, ausente del acto por motivos políticos y militares de su agenda, hizo inaugurar, el 21 de octubre de 1860, la Colonia Industrial y Agrícola de San Pedro Alcántara, cuyo nombre tal vez fue debido a su hija, Petra de Alcántara, aunque también se pudiera atribuir al santo extremeño, San Pedro de Alcántara, primera región donde aterrizó el luego marqués cuando llegó a España procedente de su Argentina natal, hijo del gobernador de Córdoba de Tucumán.
En tiempos del inicio de esa actuación de colonización agrícola, correspondiente a la mitad del siglo XIX, había comenzado el declive de las ferrerías marbellíes de Río Verde, «Nuestra Señora de la Concepción» y «El Ángel», que previamente emprendieron, los empresarios, Manuel Agustín Heredia y Juan Giró, respectivamente, tres décadas antes, al calor de la promulgación de la ‘Ley de Minas’ en 1825.
En esta malagueña Colonia de San Pedro, el marqués del Duero construyó presas, roturó y desecó tierras poniéndolas en regadíos para nuevos cultivos intensivos. Asimismo, introdujo maquinaria agrícola avanzada, importada de EEUU y Gran Bretaña, creó una granja escuela, casa para el administrador, su residencia particular, villa de San Luis, un centro de formación y una moderna industria azucarera, la fábrica de El Ingenio, que fue levantada entre 1870 y 1871, acogiéndose a las ventajas que creaba la nueva Ley de Población Rural de 3 de junio de 1868, para el tratamiento de la caña allí cultivada con lo cual ya no tenía que transportarla a Málaga para molerla en la fábrica de la Malagueta, propiedad de los Larios.
El marqués del Duero trajo igualmente para su proyecto mano de obra experimentada en materia agrícola procedente de pueblos litorales de Granada, Almería, Valencia y Murcia. A estos colonos y jornaleros, un total de 529 habitantes, población de San Pedro en 1861 (1.123 ya en el censo de 1888), se les ofrecieron unas condiciones atractivas y de calidad de vida para la época, como fueron: vivienda, huerto común familiar de autoconsumo, economato, iglesia y cuartel de la Guardia Civil.
A la muerte del marqués, ocurrida en 1874 por una bala recibida en la navarra localidad de Estella durante la tercera guerra carlista, y ante un préstamo imposible de ser devuelto ya que la viuda consorte del marqués estaba mermada de recursos por las grandes inversiones realizadas, se adscribió la Colonia como herencia a la hija por importe de la deuda, 2.147.000 pts, quedando así en 1875 para que de forma pactada fuera transferida a los banqueros, Joaquín de la Gándara Navarro, marqués de Gándula, y Luis de Cuadra y González de la Rasilla, márqués de Guadalmina. Pasados los años, 1910, sería absorbida por la «Sociedad General Azucarera de España». Esta fábrica azucarera de San Pedro estuvo en funcionamiento hasta el año 1920.
Este modelo agrícola de colonia de San Pedro de Alcántara, debido tanto a las relaciones empresariales y políticas establecidas entre Martín Larios Herreros y el marqués del Duero, como a su cercanía con Málaga y Gibraltar, tuvo que ser conocido de primera mano y tal vez hasta visitada por ambas ramas familiares de los Larios, que empezarían a cavilar para ejecutar un proyecto de características similares como medio también para diversificar sus inversiones, ante la excesiva concentración dineraria que mantenían en el sector textil, «Industria Malagueña» y «La Aurora», que comenzaba a dar señales de estancamiento ante la embestida de la competencia catalana y el conflicto social con sus trabajadores.
Asimismo, como medio para sanear la cartera de morosos que poseían los Larios en calidad de intermediarios financieros por préstamos vencidos y no devueltos y donde tampoco estuvo ausente el temor a aumentar la concentración de obreros que estaba sucediendo en Málaga capital y que ya ocasionó el gran susto a la saga el día 29 de septiembre de 1868 cuando aconteció el destronamiento de Isabel IIª y la toma de su casa residencial de los Larios en la Alameda Principal de la capital malacitana. En este sentido, se encaminaron a adquirir tierras para introducir una agricultura moderna pero ya en la tranquila y sosegada zona campogibraltareña, bien alejada de la agitada urbe de Málaga.
Así, gozando ya el conjunto de la familia Larios de una enorme experiencia empresarial, como por su condición de prestamistas, y tomando como base, la Ley de 1855 sobre Colonias agrícolas, la de 1866 sobre Caserías rurales y la Ley de 1868 sobre Fomento de la agricultura y la población rural, procedieron ambas ramas, la malagueña y la gibraltareña, a través de sus sociedades constituidas y al cincuenta por ciento cada una, en ejecución de deudas, a acaparar grandes extensiones de terrenos de fincas agrícolas para su transformación, empezando las transacciones por el municipio gaditano de Jimena de la Frontera que llevaban cuatrocientos años en las mismas manos de la Casa Ducal de Medina Sidonia, para seguir casi con mimetismo la reproducción de los pasos que previamente había dado el marqués del Duero en la creación de la Colonia Agrícola de San Pedro de Alcántara.
Estas operaciones iniciales, favorecidas por la supresión que había acontecido tiempo atrás de los mayorazgos en las familias nobilarias, fueron llevadas a cabo el 20 de diciembre del año 1868, tres meses después de la revolución la Gloriosa, entre el apoderado de Martín Larios Herreros, que se hallaba ya exiliado en París, y la casa ducal de Medina Sidonia, representado por José Joaquín Álvarez de Toledo y Silva (1826 -1900), XVIII Duque de Medina Sidonia, para saldar las deudas que tenía contraídas con la familia Larios.
Tuvo lugar, por tanto, ocho años después de haber sido creado por el marqués del Duero la colonia de San Pedro Alcántara y una década posterior a sus adquisiciones de tierras en Marbella, Estepona y Benahavis.
Aparte de las compras por los Larios a la casa ducal de Medina Sidonia de las dos fincas, Montenegral Bajo (729 has.) y Buceite (424 has.), donde se asentarían posteriormente los núcleos de población de El Tesorillo y San Pablo, también se hallaron presentes en la misma transacción, los predios de: Los Granados (15 has.), Montenegral Alto (721 has.), Barría (316 has), Zambana (758 has.), Alcaidía de Gaucín (148 has), Diego Díaz (651 has.), La Herradura (441 has.), El Alcachofal (366 has), Huerta de Helo (2 ha), Huerta de Abajo (2 has.), Viña Valdevieso (3 has.) y Haza Vázquez. Por tanto, trece fincas de Jimena, junto a otra en Gaucín, hasta hacer una superficie total, superior a cuatro mil quinientas hectáreas.
El importe de la transacción fue calculado en escudos, moneda que tuvo su aparición en 1864, bajo el reinado de Isabel IIª, aunque la peseta como nueva moneda nacional de cambio ya estaba en vigor dos meses antes de esta operación de compra-venta, que, insisto, fue realizada en diciembre de 1868, habiendo sido aprobada su emisión monetaria, con carácter nacional, el 19 de octubre de 1868, inmediatamente después del destronamiento de la citada Reina por la revolución la Gloriosa, llamada también de la Septembrada, que había dado paso al inicio del Sexenio Democrático.
Por tanto, la cantidad tasada de 263.600 escudos de esta operación, al traducirse en la nueva moneda, significaba, 659.000 pesetas, que llevado al día de hoy podría aproximarse a algo más de tres millones de euros.
Inmediatamente después, años 1872 (Real Decreto de 12/04/1872) y 1874, en base a la ley de aguas de 1866 y la ley de pantanos y de canales de riego de 1870, para el aprovechamiento en regadío de 1.600 has., se autorizó por el Gobierno a los Larios la construcción de las primeras conducciones de agua con destino a las fincas Buceite (con 6,785 kms. de longitud) y Granados (1,925 kms.), con concesiones de 600 litros por segundo cada una, que perduran así al día de hoy, ubicados en lo que sería la Colonia de San Pablo de Buceite. Asimismo. los canales de Esparragal (13,259 kms.), con concesión de 1.200 litros por segundo, y Pacheco (16,010 kms) con 600 litros por segundo, en el Tesorillo, procedentes todos ellos de las aguas de los ríos, Guadiaro y Genal.
En 1875 se dio paso a la creación de la Colonia Rural de Buceite (2.341 has), constituida por 14 fincas y una casa-venta, con una una valoración total de 300.354 ptas, 1,4 millón de euros actualizado a la fecha actual. Fue declarada su constitución en marzo de 1875 y confirmada en julio de 1876.
Tres años más tarde, 1878, le siguió la de San Luis de Sabinillas, con la adquisición igualmente de las instalaciones azucareras y colonia agrícola preexistentes, también a mitad por las dos ramas de la familia Larios y en base a las deudas que acumulaba con esta saga su anterior propiedad, la «Sociedad García Romero, Ortiz y Martínez», de la que formaban parte en 1870 cuando la constituyeron, o se sumó después, José Ortiz de Landaluce, Eduardo Gacía Romero, Félix Martínez Rubio, y Marcos Llamazares Esteban.
Un año más tarde,1879, ocurrió la creación de la Colonia del Tesorillo, constituida por 39 fincas con una superficie total de 5.273 hectáreas y una valoración de 1.102.602 pesetas, por encima de los cinco millones de euros al día de hoy. De estas 39 fincas, 19 estaban en el término de Jimena, 5 en el de San Roque, 10 en el de Casares y las 5 restantes se hallaban en el término de Manilva y en el de Casares.
Se le concedió a Tesorillo el estatuto de Colonia en la ciudad de Málaga en febrero de 1879 y en Cádiz en julio del mismo año. Por cierto que es en esta última fecha y con este motivo cuando por primera vez aparece oficialmente en un documento público el nombre de Tesorillo en sustitución del primitivo de Montenegral Bajo, según lo constata el investigador Regueira.
Ambos núcleos de población, San Pablo (con 356 habitantes en 1881) y El Tesorillo (con 658 habitantes, también en 1881), fueron habitados desde sus orígenes en calidad de colonos por trabajadores y agricultores de diversas procedencias, aparte de jimenatas también provenientes de tierras del levante valenciano al igual que había efectuado el duque del Duero dieciocho años antes. Más tarde, murcianas. Y finalmente, también de la costa granadina y mallorquina.
Los nuevos colonos asentados en estas fincas disfrutaban de una serie de beneficios. Se les dispensaba cumplir el servicio militar y gozaban de exenciones tributarias lo que generó enormes tensiones con el ayuntamiento de Jimena, limitado en recursos económicos como perentoriamente necesitado de los mismos para atender la cantidad de paro agrícola estructural y pobreza existentes.
Esos mismos entornos rurales, bañado por las aguas de los ríos Guadiaro y Genal, había conocido en el pretérito, según las huellas arqueológicas halladas, la presencia de pobladores romanos y árabes.
En 1882 se autorizó la construcción de nuevas actuaciones de riego, año en que igualmente se construyó la Casita de Campo, como espacio de estancia, veraniega y de ocio de la familia Larios.
Un quinquenio después de alzarse la Casita de Campo, que sirvió también como inicio de la construcción del Tesorillo como núcleo de población, y situándonos ya en el año 1887, día once de junio, se oficializó la constitución de la «Sociedad Industrial y Agrícola del Guadiaro» (SIAG), que gestionará la explotación de las tierras de 329 fincas de las tres Colonias citadas, situadas parte de ellas en las márgenes y proximidades del río Guadiaro, en las provincias de Málaga y Cádiz, destinadas a la explotación de la industria azucarera, de alcoholes y harinas, así como toda clase de cultivos y venta de sus productos.
Correspondían estas explotaciones agrícolas e instalaciones de la SIAG a los municipios gaditanos de Jimena (159 fincas con 8.195 has), San Roque (12 fincas con 2.800 has), los Barrios (13 fincas con 1.027 has) y los malagueños, Gaucín (3 fincas con 451 has), Casares (77 fincas con 2590 has) y Manilva (65 fincas y 2020 has)
La compra por los Larios de muchas dehesas de alcornoque en los municipios de Algeciras, Los Barrios, Jimena y San Roque, era con el objetivo de disponer de corcho. Estas fincas que estuvieron exentas de ser arrendadas figurarían a nombre, tanto de «Larios Hermanos» como de la SIAG o de los Larios Tashara, de cara a acopiar la materia prima para transformarla en la zona, mediante la realización inmediata de un ambicioso proyecto fabril, exclusivo en materia inversora por la rama gibraltareña ya en poder de los Larios Sánchez de Piña, como fue la industria corchera que se instalaría en La Línea de la Concepción.
La constitución de la SIAG estaba escriturado con un valor de nueve millones de pesetas, dividida en 900 acciones de 10.000 pesetas cada una.
Fue firmada, de una parte, por Martín Larios Larios (1838-1889), hijo del primer marqués, Martín Larios Herreros, ya fallecido en 1873, en nombre propio (que participaba a título individual con 170 acciones) como socio y gerente de la compañía, «Hijos de Martín Larios», (que suscribió 170 acciones), rama malagueña de la saga y como apoderado de su madre viuda, Margarita. También de Málaga, figuraba Manuel Domingo Larios Larios, segundo marqués, que suscribió 110 acciones.
Y de otra parte, Ricardo Larios y Tashara (nacido en 1820 en Gibraltar, fallecido soltero en 1892 en Málaga) -hijo de Pablo Larios Herreros, cabeza que había sido en la creación de la rama gibraltareña de la saga ya difunto desde 1869- que lo hacía en nombre propio (60 acciones) y como socio gerente de la sociedad, «Larios Hermanos», (390 acciones), con sede en Gibraltar.
Por tanto, ambas sociedades y miembros de las dos ramas de los Larios, participaban en la nueva Sociedad al 50% cada una. El domicilio social de la SIAG fue fijado en Málaga.
Los citados, Manuel Domingo, Martín, y Ricardo, fueron designados para cinco años, el primer Consejo de Directores por la Junta General de la SIAG, y como representante y administrador, Francisco Salinas Burgos con oficina en el inmueble junto a la Casita de Campo, calle Larga número cinco, y que peduró en tal puesto hasta 1904 en que se jubiló con 70 años.
También en ese mismo año de 1887, de vértigo para los Larios campogibraltareños, a petición de dicha familia y a través de su apoderado, Francisco Salinas Burgos, tal vez recogiendo la filosofía que imperó 27 años antes en San Pedro de Alcántara por el marqués del Duero, se acordó por el pleno municipal del ayuntamiento de Jimena, celebrado mes y medio después de la constitución de la SIAG, en concreto el 23 de julio, que dos de las tres colonias integradas en la misma, pasaran a denominarse: San Pablo de Buceite y San Martín del Tesorillo, en honor a los nombres de los dos hijos más significativos del patriarca de los Larios, los hermanos, Pablo y Martín Larios Herreros, que fueron los fundadores de la saga de las ramas, gibraltareña y malagueña, respectivamente.
En la escritura de la SIAG, escriturada como se dijo con un capital social de nueve millones de pesetas, aparecen inventariados el valor de los bienes rústicos e inversiones de mejoras realizadas por los Larios en las fincas incorporadas hasta el momento de su constitución (por 5. 211.186 ptas., un 57% del total) las inversiones industriales (518.000 ptas., 5,8% del total) que incluían la fábrica de harina, de aceite y azucarera. Asimismo, la ganadería (389.000 ptas., 4,3%), las construcciones realizadas (1.711.500 ptas., 19%), y las existencias agrícolas (940.314 ptas., 10,4%) así como el resto, la caja y los débitos en ese instante.
Se incluía del mismo modo en la SIAG los cortijos, Los Álamos y Las Bóvedas con una superficie de 559 hectáreas, comprados por los Larios al duque Luque de San Roque, que dio paso, entonces no existía aún el pueblo de Guadiaro, a la creación de San Enrique de Guadiaro. En este caso, recibió tal nombre por el nieto de Martín Larios Herreros, primer marqués de Larios, de nombre, Enrique Crooke y Larios, presidente de la SIAG, que fuera posteriormente, diputado por el distrito de Torrox, senador por la provincia de Málaga y Iº marqués del Genal otorgado por el rey Alfonso XIII.
En la colonia de Sabinillas, el nombre de San Luis le venía impuesto por sus anteriores titulares cuando fue adquirida a sus titulares por un préstamo que le debían a los Larios.
Cada finca se especializó en un determinado cultivo. Así, en San Luis de Sabinillas se concentró el cultivo de la caña de azúcar que era transformada en el ingenio allí situado. La producción de trigo se trataba en el molino de San Martín del Tesorillo. Y las almazaras se ubicaron en San Pablo de Buceite. En estas tierras sampableñas y tesorilleras, los Larios introdujeron los cítricos tan propios de la región levantina, naranjas principalmente.
También se cultivó en tierras tesorilleras el pimentón o añora, viniendo especialistas murcianos para su introducción que aconteció en 1874, construyéndose en la localidad una fábrica y una marca, «Pimentón de San Martín», pero dejó de producirse en 1913 por falta de rentabilidad.
Asimismo, en el año 1901, fue introducido el arroz, aprovechando también la existencia de humedales en la zona más costera, aunque fue prohibido en 1917, cuya cosecha se quemó, a causa de la epidemia de paludismo que sufría la población del Tesorillo.
Con el posterior triunfo del golpe de Estado del general Franco, a partir de 1937 quedó nuevamente autorizado el cultivo del arroz, ante la escasez de alimentos existentes en la postguerra para el consumo humano, con el mismo resultado epidémico, hasta que en los años setenta cayó su plantación. Hoy, los cultivos subtropicales, como el aguacate, se van extendiendo de forma acelerada entre los colonos que accedieron a partir de 1945 a la titularidad de las tierras, tanto en Tesorillo como en San Pablo, así en la zona axárquica donde las fincas de aquella dinastía de los Larios figuran ahora a nombre de la empresa, «Salsa», herederos colaterales de aquella saga, por su mayor rentabilidad económica.
En el término municipal de Jimena de la Frontera existía además en ese último tercio del siglo XIX la Colonia Agrícola de Hoyos de Guadarranque, más conocida por «Buenas Noches», lugar donde nace dicho río, con 150 habitantes, propiedad de la sevillana familia de José Robledo Crespo, un asiduo visitante al núcleo de población de la estación de tren de los Ángeles. También, las de «San Andrés» con 30 habitantes, titular de Gregorio García Trujillano. Y otras dos de Francisco Montes: «San Francisco del Juncal» (30 habitantes) y la de «El Bugeo de la Colesa» (19 habitantes)
La diversidad de la tipología constructiva, dispar de aluvión, que conformó el paisaje urbano de San Martín del Tesorillo y de San Pablo de Buceite, así como la presencia de la palmera, aunque se plantara dos décadas y media después como árbol ornamental por excelencia en sus calles principales, no originan dudas, como huella, de la geografía humana de procedencia levantina en sus inicios y luego mallorquina, de quienes conformaron el desarrollo y la consolidación de los asentamientos humanos que se fueron produciendo en esos lugares, no originarios exclusivamente de Jimena e incluso de Andalucía.
Esta dinastía de los Larios, posteriormente a la constitución de la SIAG, fueron adquiriendo además otras fincas en Jimena, once montes más, pensando ya en la fábrica de corcho que se instaló en la Línea de la Concepción, a añadir en Gaucín, Alcalá de los Gazules, Marbella y Ojén, así como en San Roque (Cortijo de la Cruz en el año 1895), La Alcaidesa y las Cañadas en 1896), Algeciras (la Hacienda de Gomares y el Cobre) y los Barrios (Guadacorte ya a nombre de los Larios Sánchez Piña, en el año 1898), entre los ríos Guadarranque y Palmones, que quedaron fuera de la SIAG, hasta hacer un total de 17.065 has. campogibraltareñas, convirtiendo a este apellido en el titular del mayor latifundio de España.
Los Larios no sólo compraron tierras en el valle del Guadiaro y Genal o en el Campo de Gibraltar y costa occidental malagueña, sino de la misma manera adquirieron, sobre todo para el cultivo de la caña de azúcar, otras fincas situadas en Torre del Mar, Nerja, Torrox, Motril y Salobreña, donde lo acompañaron de los respectivas fábricas de ingenio.
Asimismo, finales de este siglo XIX destaca como gran realización de la rama gibraltareña de los Larios, la instalación en 1889 -dos años después de la constitución de la SIAG– de una ambiciosa fábrica de corcho en La Línea de la Concepción, la mayor y más moderna de España de aquel momento, alimentada por la abundante materia prima procedente del alcornocal de Castellar de la Frontera, donde la finca La Almoraima fue arrendada en abril de 1888 por Ricardo Larios Tashara, como también de los montes que esta saga poseía en Jimena de la Frontera y Los Barrios, así como el corcho que podía comprar de las fincas privadas de la Serranía de Ronda, Alcalá de los Gazules, Tarifa y Jerez.
Entonces, las provincias de Cádiz y Málaga aglutinaban cerca de la mitad de producción de corcho de España. La producción estimada por saca de este aprovechamiento de las tierras propiedad de los Larios podría estar cifrada en 6.731.300 kgs. (datos de 1909)
En este sentido, se creó esta «Industria Corchera» que fabricaba tapones de corcho, planchas de corcho, y serrín, dotada con un capital social de 2.500.000 pesetas, sufragado íntegramente por Ricardo Larios Tashara en concepto de préstamo sin interés de la sociedad, «Larios Hermanos», rama gibraltareña, titular de su padre fallecido, 30 de enero de 1969, Pablo Eustaquio Larios Herreros de Tejada, del que era albacea de sus bienes.
Ricardo Larios Tashara, hijo del cabeza de la rama gibraltareña, Pablo Eustaquio Larios Herreros, había quedado igualmente como jefe de la rama Larios de Gibraltar tras la muerte de su hermano mayor, Pablo Antonio, que aconteció el 16 de abril de 1879.
Ricardo, a su vez murió soltero poco después de la puesta en pie de esta fábrica, el ocho de agosto de 1892, y la legó, en su condición de liquidador de los bienes de sus padres, Pablo Eustaquio Larios y Gerónima Tashara, y de su hermano, también fallecido, Pablo Antonio, a sus sobrinos e hijos de su hermano: Pablo, Leopoldo, Augusto, Ernesto y Carlos Larios Sánchez de Piña.
Se ubicó la instalación en la Línea de la Concepción, en la zona llamada espigón de San Felipe, lindante con la playa de poniente, en terrenos propiedad de los Larios, istmo con Gibraltar, de cara a la fácil exportación de sus producciones vía marítima a la vez que para importar carbón británico para su funcionamiento. Disponía de 23.504 metros cuadrados construidos donde trabajaron mil personas que recibían formación en las escuelas establecidas dentro de sus instalaciones.
Esta «Industria Corchera» procesaba anualmente unos 15.000.000 kgs de corcho, llegando en 1899 a fabricar 100 millones de tapones. Estaba dotada de la última tecnología existente, mecanizada e integrada todas sus fases. Se movía con dos máquinas de vapor (de 90 y 150 caballos) y tres calderas de vapor (una de 60 caballos y dos de 100) La fuente energética utilizada en este complejo era el carbón mineral. Parte de esta energía se destinaba a alimentar tres dinamos, que proporcionaban electricidad a 300 bombillas y 16 bujías; otro signo más de modernidad, pues se trata de la primera vez que se irrumpía la luz eléctrica en la Línea de la Concepción. Alcanzó su máxima de producción en la última década del siglo XIX y de exportación en los primeros años del nuevo siglo, periodo, 1900-04, donde se exportaron 7,5 millones de kilos.
La fábrica contaba además con un servicio de lucha contra incendios integrado por una bomba a vapor cuádruple, capaz de proporcionar 200 litros por minuto, y una bomba portátil de 300 litros por minuto. A pesar de ello, sucedieron dos grandes siniestros. Poco después de su inauguración, el 21 de junio de 1889, donde parece que solo afectó a 10.000 tms de corcho que estaban apiladas en un patio exterior pendientes de ser tratadas, en contra de lo que publicó el Diario de La Línea, que expresó que la fábrica había quedado hecha cenizas, y el grave incendio, ese sí, que aconteció a las 14 horas el día 13 de febrero de 1894, iniciado en el depósito de serrín seguido de explosiones, con un balance de 8 muertos y numerosos heridos.
Se repusieron de nuevo y prontamente las instalaciones, pagando el seguro su coste. Se intentó trazar un ramal del ferrocarril que llegase hasta la estación de San Roque, para conectar con el ferrocarril, Algeciras-Bobadilla, pero fue denegado por razones militares.
La fábrica quedó cerrada en 1908 por falta de competitividad al haberse producido la subida del precio de la materia prima, la rescisión del contrato de arrendamiento de la Almoraima, trabas administrativas para seguir sacando corcho de los montes que estaban sujetos a planes de ordenación, por los nuevos impuestos establecidos al declararse dicho espacio como zona fiscal, encarecimiento del carbón importado, y el incremento de los aranceles aduaneros por gran parte de los países donde se exportaban.
(Continuará: LA BRITANIZACIÓN DEL CAMPO DE GIBRALTAR. https://ignaciotrillo.wordpress.com/2018/07/16/35385/)
Bibliografía consultada:
“Los Larios en Andalucía y en el Campo de Gibraltar” (I y 2) Jerónimo Sánchez Blanco. Nuestra Historia. Alameda. Diciembre. 2007.
«Historia de San Martín del Tesorillo en la España Contemporánea». Jerónimo Sánchez Blanco. Año 2007.
«Los Larios en el Campo de Gibraltar». José Regueira Ramos y Esther Regueira Mauriz. Revista Almoraima, número 17. Instituto de Estudios Campogibraltareño. Año 1997.
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Posted on julio 3, 2018
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