RESUMEN ANTERIOR
Ignacio Trillo.
En esta serie de relatos sobre la historia de la saga familiar de los Larios, el primer capítulo https://ignaciotrillo.wordpress.com/2018/06/14/35154/, fue dedicado al vasto recorrido y cambio de vida que, acompañado de sus cinco hijos, (Manuel Larios Llera, Pablo Eustaquio, Juan Ramón, Pascuala y Martín Larios Herreros de Tejada), emprendió el patriarca de la dinastía –Pablo Larios y de las Heras (nacido en 1755 en Laguna de Cameros y fallecido en 1824 en Málaga), ya doblemente enviudado de María Llera y García y de Gregoria Herreros de Tejada y Sáenz de Tejada- en su viaje a principios del siglo XIX desde la riojana localidad de Laguna de Cameros, lugar donde nacieron y se bautizaron, hasta llegar a la capital costasoleña.
Incluyó igualmente, una vez asentados en el Sur, sus primeros pasos y transacciones, cuando poco tiempo después, sucedió el estallido de la guerra de la independencia frente a los franceses, obligando a la partición de la familia en dos ramas, la malagueña y la gibraltareña, con una delegación en Cádiz, al objeto del buen transcurrir de sus negocios relacionados con la exportación, el contrabando y el préstamo dinerario.
En un segundo capítulo, https://ignaciotrillo.wordpress.com/2018/06/27/ii-la-casita-de-campo-y-los-larios-la-rama-malaguena-27-06-2018/, se fue repasando, centradas en la economía de la geografía malacitana, las distintas actividades y los sectores que fueron desarrollando las dos ramas familiares, la gibraltareña y la malagueña, íntimamente interrelacionadas a efectos de negocios e inversiones, en sectores claramente productivos -textiles y azucareras, primordialmente- ferroviarios y bancarios, preservados y blindados a través de sucesivos matrimonios dentro de la misma dinastía. Asimismo, de la ulterior construcción de calle Larios y el negocio de las Bodegas Larios, acabando el relato con la adquisición y ampliación de un nuevo latifundio en Albacete, la Dehesa de los Llanos.
En un tercer capítulo, https://ignaciotrillo.wordpress.com/2018/07/03/35292/, fue descrito la transformación radical que durante el último tercio del siglo XIX experimentó la agricultura y la agroindustria campogibraltareña, gracias a las acciones desarrolladas por las dos ramas de este linaje, la malagueña y la gibraltareña, a través de inversiones masivas y en ejecución de préstamos no devueltos de cara a la adquisición de terrenos y la constitución de colonias agrícolas situadas entre los límites de las provincias de Cádiz y Málaga.
En un cuarto capítulo, https://ignaciotrillo.wordpress.com/2018/07/16/35385/, se abordó la continuación por los descendientes de la saga de nuevas adquisiciones de fincas campogibraltareñas, sobre las que levantaron diversos inmuebles que sirvieron también para la práctica de sus aficiones deportivas y cinegéticas, irradiando una estética anglosajona en la zona, reforzada por la construcción por Alexander Henderson, el inversor escocés del trazado del tren «inglés», de las estaciones de la vía férrea, Algeciras-Bobadilla, así como de los hoteles, Reina Cristina en Algeciras y Reina Victoria en Ronda.
En el quinto capítulo, https://ignaciotrillo.wordpress.com/2018/07/23/35440/ fueron explicitadas las causas y primeras piedras que dieron lugar al comienzo de la construcción de la línea de ferrocarril, Algeciras a Bobadilla, pasando por Jimena de la Frontera y Ronda, no previsto inicialmente por ese trazado, que atravesaban las tierras campogibraltareñas donde el setenta por ciento de su titularidad correspondía a la saga de los Larios, que mucho tuvieron que ver con la decisión y autorización para que circulara ese nuevo medio de transporte por ese itinerario en fase de transformación agraria, agroalimentaria y poblacional.
En el sexto capítulo, https://ignaciotrillo.wordpress.com/2018/08/08/35477/ se describió la inauguración del tren inglés, Algeciras- Jimena-Ronda-Bobadilla, los pormenores de su transcurrir, al igual que los cambios operados en el puerto de Algeciras que acabaron afectando a su estación terminal, situada junto al mar en la desembocadura del Río de la Miel, así como al trasbordo, vía marítima, de los pasajeros procedentes de Gibraltar y el posterior tráfico con Marruecos. De igual manera, la ulterior venta por los ingleses de la empresa ferroviaria a la «Compañía de los Ferrocarriles Andaluces», con sede en Málaga, que gozaba de fuerte peso de capital francés, donde los Larios también tuvieron presencia en su constitución.
El séptimo capítulo, https://ignaciotrillo.wordpress.com/2018/08/30/35582/ recorrió el devenir de la saga gibraltareña de los Larios centrándose en las actividades lúdicas desarrolladas en el Campo de Gibraltar, relacionadas con la caza y los deportes de influencias anglosajona, así como en el desarrollo familiar de cuatro generaciones y con ello la larga marcha que transcurrieron desde el siglo XIX hasta las dos primeras décadas del siglo XX, donde pasaron, del clímax en cuanto a poderío, riquezas e influencias, hasta el inicio de la decadencia económica, las realizaciones de ventas y la desinversión.
Como eje transversal del relato se vuelve a subrayar la puesta en valor de la Casita de Campo que los Larios construyeron en 1882, como mansión rural y de recreo, en la entonces Colonia Agrícola de San Martín del Tesorillo, para su puesta en valor al hallarse actualmente en fase de restauración, de cara al conocimiento por la ciudadanía de la rica historia que alberga, volver a ser vivida por la presente y las futuras generaciones de cuanto en el entorno geográfico sucedió, porque lo que somos hoy se lo debemos a los que fueron antes, y lo que llega a conocerse en profundidad contribuye de forma categórica a su preservación.
LA POLÍTICA EN LOS LARIOS: PODER Y DECLIVE.
I.- Del siglo XIX hasta la llegada de la IIª República.
A lo largo de gran parte del siglo XIX y casi el primer tercio de XX, primero en la etapa monárquica isabelina (1834-1868) y más tarde en la Restauración canovista, desarrollada a lo largo de gran parte de los reinados de Alfonso XII y XIII, es decir en el vasto periodo histórico comprendido entre 1874 a 1931, fue una constante el otorgamientos de títulos aristocráticos por la Corona, ya no tanto a señoríos territoriales o jurisdiccionales, guerreros imperiales, reconocidos personajes de las letras o hidalgos de alta alcurnia, como había sido la regla en la era premoderna, sino a latifundistas, comerciantes, industriales y personajes del mundo de los negocios; es decir, a la nueva burguesía ascendente que sirvió para gestar una flamante oligarquía de nuevos ricos, necesaria para el sostén político y económico de la realeza borbónica. Asimismo, este fenómeno continuó fraguándose en la era franquista, donde, aparte de la concesión de nuevos abolengos, también se dieron casos por parte de familias adineradas de compra de credenciales nobiliarias que habían quedado sin sucesión.
La saga familiar de los Larios no fue ajena a estas concesiones de títulos. De forma directa o colateral, se vieron favorecidos por el otorgamiento real de varias cédulas nobiliarias que ennoblecieron a este linaje, como el de marquesado de Larios, tronco central de la saga familiar, así como el de Guadiaro, Genal, Marzales, o el de Paúl por el último heredero económico de la rama malagueña; en este postrero caso, ajeno a la consanguinidad de la dinastía y adquirido por compra.
Este nuevo origen social de destino de los otorgamientos de grandeza nobiliaria, que hacía ampliar en plan oleada los círculos de la hidalguía dominante, no fue bien recibido por la tradicional nobleza que había surgido a lo largo del dilatado periodo de tiempo que medió hasta la cristianización de la totalidad del suelo ibérico y la creación de los reinos católicos.
Así, esos primeros nobles consideraron los nuevos otorgamientos aristocráticos procedentes de la Corona, con proliferación desmedida, como una especie de devaluación sufrida en la categoría de su rango, marcando distancias y diferencias con los recién llegados, a la vez que autoconsiderándose nobles de pata negra ungidos por esos reconocimientos nobiliarios que habían recibido en pleno Medievo.
Sucedía por igual esta diferenciación de casta en el seno de un ejército militar de corte clasista y vocación golpista, algunos de cuyos mandos eran igualmente nominados con títulos nobiliarios por su papel determinantes para el sostén de la realeza, de sus gobiernos y de los sistemas políticos clientelares que se dieron a lo largo del siglo XIX y parte del XX.
Al igual que sucedió con la nobleza, aquí esa distinción corporativa se traslucía en su seno, entre oficiales procedentes de las academias militares y con destino peninsular, que se calificaban de ilustrados y de primera clase, y aquellos otros cuyos méritos de guerra en el exterior -normalmente en este periodo decimonónico en las colonias de Cuba y Filipinas, así como en el siglo XX en el Magreb o en el África occidental donde fueron denominados peyorativamente «africanistas»- les llevaban a ascensos prematuros, algunos de ellos por falsos comportamientos heroicos trasladados como virtudes a sus hojas de servicios muchas veces contaminadas.
Continuando en materia castrense, el hecho de introducirse en el siglo XIX, en el sistema imperante de quintas para el reclutamiento de soldados, el criterio del pago de una cantidad económica para librarse de la prestación del periodo de servicio militar a que todo español estaba obligado, también fue un factor, no solo de antimilitarismo y de rechazo a las armas por gran parte de la población, sino de hostilidad hacia esas adineradas familias nobiliarias de condes, marqueses y duques, cuyos hijos estaban exentos de ir a los campos de batallas en los conflictos bélicos que España libraba en ese periodo y que tantas vidas de jóvenes reportaron, aparte del dilatado tiempo que se hallaban en situación de activos, lo que agravaba asimismo la interrupción o la dificultad para posteriormente insertarse en la vída laboral.
La ley de Reclutamiento del 12 de febrero de 1912 de Canalejas. aunque acabó con ese impopular privilegio, sin embargo resultó insuficiente ya que mantuvo el pago de una cantidad para que el recluta en vez de hacer el periodo completo del servicio militar, cifrado entonces en tres años, lo acortaba a diez meses pagando una cuota de 1000 pesetas, y aquellos que abonaban la cantidad de 2000 pesetas sólo servían cinco meses, con la obligación de ir al frente de guerra que hubiera. Eran «los soldados de cuota».
El ejército, cuyos pronunciamientos golpistas y asonadas fueron una constante en este periodo, junto a la nueva oligarquía nacida de comerciantes, terratenientes, prestamistas usureros e industriales, unidos al inquisitorial comportamiento de la iglesia católica, siempre opuesta a cualquier cambio y cuidadosa de preservar sus enormes privilegios terrenales en propiedades y en el monopolio de la enseñanza, fueron los que, no siempre coincidiendo en la misma dirección, constituyeron los pilares básicos de esa clase dominante en ese inestable y turbulento periodo histórico de España que va desde siglo XIX hasta la proclamación de la IIª República en 1931 y que posteriormente continuó bajo la dictadura de Franco.
En tanto, la política era entendida por estas castas nobiliarias y adineradas como algo imprescindible para la buena marcha de sus negocios, así como para disfrutar de influencias que condicionaran la elaboración de normas y las medidas de los gobiernos. Para ello, se implicaron directamente a nivel familiar para estar representados por ellos mismos en las instituciones, costara lo que le costase la compra de votos o los pucherazos en las urnas, descontadas de sus fortunas como si de una inversión se tratase.
Los Larios tampoco fueron ajenos a estas prácticas caciquiles, como tampoco los Heredia, Loring, Cooke, Livermore etc., que con sus negocios intentaron esa primera revolución industrial de España partiendo de Málaga.
Asimismo, en el reparto de papeles entre los miembros de la saga de los Larios, en sus dos ramas, gibraltareña y malagueña, se puede afirmar que contaron casi de forma continuada con diputados o senadores prácticamente desde 1837, en que tuvieron como primer diputado de la saga familiar a Juan Larios Herreros, hermano de Martín, Iº marqués de Larios y de Pablo Eustaquio, jefe de la rama gibraltareña, hasta que en 1923 el general Miguel Primo de Rivera disolvió las cámaras con su golpe de Estado.
Y en esa praxis de la representación política, con el avance del siglo XIX, sucedió que conforme aumentó en esta nueva burguesía, convertida rápidamente en nobleza, la riqueza y el patrimonio acumulado, acabó con ello su espíritu de reforma. Así, las iniciales veleidades liberales y librecambistas de algunas de estas castas sociales, encaminadas a la pretensión de modernizar la tradicional sociedad española tan atrasada para asimilarla con la que, producto de la revolución industrial y tecnológica, estaba aflorando en ciertos países del mundo occidental, prontamente quedaron truncadas.
En esta misma dirección, el ejército, que tras el fin del absolutismo en 1833 cumplió un papel moderadamente progresista después de finalizar la caótica y cantonalista, a la vez que breve, Iº República, años 1873-1874 (que se saldó con el fallido intento de regeneración democrática, de corte federalista como modelo territorial de nuestro país) se tornó abiertamente conservador, malográndose esa convergencia de progreso económico y avance político y social que, como se ha señalado, estaba comenzando a gestarse en algunas otras naciones del continente.
El sistema político electoral español que imperó a lo largo de gran parte del siglo XIX, una vez que se puso fin en 1833 al absolutismo de Fernando VII, contribuyó de forma decisiva a este proceso también de frustración democrática que llevó, como añadidos en su degradación, la impronta caciquil, la corrupción y una farsa ilustración paternalista y limosnera con contenidos despóticos.
La ley electoral de 1878 de la Restauración fijó el voto solo a los varones mayores de 25 años y siempre que cotizaran un mínimo impositivo de 25 pesetas anuales por contribución territorial o de 50 pesetas de subsidio industrial durante dos años al menos. También podían votar quienes tuvieran ciertas titulaciones académicas. La nueva norma de 1890 introdujo el sufragio universal, hizo desaparecer el tema económico, continuando no obstante la edad y el sexo. La reforma de 1907 indicó que allí donde hubiera un solo candidato no habría elecciones y sería proclamado, lo que reforzó aún más el caciquismo. Pero para el Senado continuó el régimen electoral censitario, como lo comprobamos a continuación en la lista de contribuyentes adinerados de Jimena de la Frontera que solo podían votar el año de 1916.
Estos filtros para los electores contribuyeron decisivamente a acentuar el caciquismo y la creación de redes serviles y clientelares, empleándose el fraude electoral, bien por la compra directa de votos o a cambio de favores o chantajes personales o laborales, y si no, directamente a través del pucherazo en las urnas o en las juntas electorales a la hora de la proclamación de los resultados, fortaleciendo de este modo el status quo reinante como sinónimo de bloqueo a los cambios estructurales que necesitaba España para acabar definitivamente con su ancestral retraso y pobreza.
A la vez, estas malas prácticas provocaban la animadversión del pueblo llano, en condiciones infrahumanas de existencia y con enorme analfabetismo en sus filas, que para nada contaba ni tampoco contemplaba en el horizonte que el sistema pudiera reformarse algún día desde su interior. De ahí sus periódicos estallidos sociales, sobre todo a partir de finales del siglo XIX, bajo la ideología anarquista, abstencionista en lo político y violenta en algunas de sus acciones, que impregnó también como filosofía de vida mesiánica o ejemplarizante a muchos de sus líderes políticos y sindicales. Era la única salida que veían como respuesta contra un sistema que los marginaba y que en su inhumanidad estructural tan poco contribuía a la necesaria estabilidad política, impidiendo que el nuevo proletariado surgido de la naciente industria, como el jornalero tradicional del campo, se mostraran interesados en la consolidación de una imposible democracia de corte liberal y socialmente avanzada.
Este comportamiento histórico de esta casta dominante se manifestó igualmente en la involución política sufrida por la familia Larios, no como un hecho particular y puntualmente aislado, sino como actitud común compartida con las demás casas nobiliarias españolas que siguieron la misma pauta de conducta. Con ello frustraron el nacimiento de una burguesía con mentalidad de progreso y de pacto social, el gran fracaso histórico de la España del siglo XIX y del primer tercio del XX, que finalmente, en el proceso de radicalización (habida de cara a impedir la consolidación del sistema republicano), desembocó en la ruptura de su ordenamiento constitucional con el levantamiento militar y la genocida guerra civil de 1936 a 1939.
El paradigma de la política caciquil en el sur de España durante la Restauración había tenido por tanto como simbología a esta saga familiar de los Larios, los mayores terratenientes de Andalucía a la vez que los supremos contribuyentes fiscales, casi siempre vinculada al Partido Conservador o a las fuerzas más derechistas. No era una excepción, sino que lo mismo que ocurría en otras geografías hispanas en la misma época por otras familias ennoblecidas, como también por influyentes y nuevos capitalistas del norte, bien fabricantes catalanes o ferreteros vascos.
Atrás quedaba, eso que llevó a los Larios a apoyar en diciembre de 1831 la causa progresista y liberal contra el absolutismo de Fernando VIIº, incluso financiando la sublevación de Torrijos que conspiraba desde su exilio en Gibraltar. Esa aspiración transformadora cambió con celeridad de sentido una vez que acumularon un gran capital y se hicieron con la propiedad de grandes industrias y fincas, oponiéndose seguidamente a la revolución triunfante de la Gloriosa de 1868 que destronó a Isabel IIª, lo que ocasionó que, por las mismas fechas, los trabajadores de su fábrica textil, «Industria Malagueña», en reivindicación de aumento salarial, acabaran asaltando su palacio residencial situado en la malagueña, Alameda Principal, números 1 y 3, con el consiguiente secuestro de parte de la familia en su interior, en tanto otra porción de la misma escapaba por los tejados, costándole el exilio al Iº marqués de Larios, que halló como destino y muerte la capital parisina, previa huida a Gibraltar y a Londres.
Asimismo, esa misma dinámica involucionista llevó a los Larios, en tanto seguían haciendo cada vez más negocios (ahora ya en Jimena de la Frontera con apropiaciones de fincas en amortización de sus préstamos y creando colonias agrícolas) a conspirar contra el Sexenio Democrático (1868-1874) para la entronización del rey Alfonso XII, o a sumarse con entusiasmo en 1874 a la caída de la Iª República y ser los mayores partidarios de la restauración canovista (1874-1923), donde esta saga ejerció y desplegó todo su poder económico e influencia clientelar, gozando de amplia representación política, tanto en el Congreso de Diputados como en el Senado.
Este comportamiento político de los Larios a favor de las posiciones más conservadoras y retrógradas a base de pucherazos en las urnas, conforme avanzaba la etapa histórica referida, continuó haciéndose cada vez más extremo, oponiéndose en las Cortes, ya a principios del siglo XX, a las reformas laborales. Destacó en ello la labor de freno que ejerció el diputado de la saga, Enrique Crooke Larios, Iº marqués del Genal otorgado por el rey Alfonso XIII en 1916, de quién se derivó como presidente de la SIAG el nombre del nuevo poblado que se denominó, San Enrique de Guadiaro; todo ello tendente a asegurar la continuidad del engrandecimiento de la riqueza familiar así como la preservación de privilegios a costa de mantener una legislación salvaje en lo social, generando, en sectores ideológicos opuestos, duras reacciones en su contra que se manifestaron con crudeza en numerosas huelgas sufridas en sus fábricas malagueñas, como continuadoras a las sonadas de 1868, y a las que habían tenido lugar en 1869 y 1890.
A continuación, ya en plena decadencia de los Larios en su dinamismo empresarial y con la venta de muchos de sus bienes, acogieron como beneficioso a sus intereses políticos y económicos, el golpe de Estado de 1923 que protagonizó el general jerezano, Miguel Primo de Rivera, en connivencia con el rey Alfonso XIII. Se pretendía de esta forma, taponar el avance del republicanismo, el laicismo, el sindicalismo de clase, así como atajar el creciente malestar de la sociedad española por los desastres y la sangría de vidas humanas que estaba costando la guerra en el Rif marroquí, además con demanda de exigencias de responsabilidades, y también por la injerencia abierta del monarca, que gozaba de amplias competencias en materia gubernamental, en el poder legislativo.
Posteriormente, los Larios siguieron prestando su apoyo político y personal al jefe de la corona hasta el último día en que permaneció en España, antes de su marcha obligada, el 14 de abril de 1931, con motivo de la proclamación de la IIº República y tener que salir apresurado con destino al exilio en Roma.
Este posicionamiento de los Larios y las malas prácticas desarrolladas para su imposición, generaron en amplios sectores de la población, sobre todo en las clases trabajadoras, una aversión hacia la saga que se manifestaría con extrema virulencia en los hechos que se desencadenaron en la ulterior llegada de la IIª República. El nuevo régimen republicano puso fin al viejo Régimen, que sostuvieron hasta el último momento, y que se abordará en siguientes capítulos junto al papel que protagonizó este linaje en el levantamiento militar del 18 de julio y en la consolidación de la era franquista.
IIº.- El poder político de la representación familiar de los Larios.
En lo que respecta a la representación política directa que gozaron los Larios, como ya se ha indicado, puede aseverarse que contaron con presencia de cargos electos procedentes del seno familiar casi de forma continuada desde 1837 a 1923, bien en las Cortes o en el Senado, a través, nada menos, que de once integrantes del tronco común de la familia que llegaron a ser diputados, seis de ellos, además, senadores. Preferentemente eran presentados por distintos distritos electorales de la provincia malagueña, aunque pertenecieran sus miembros a cualesquiera de sus dos ramas geográficas, la malacitana y la gibraltareña.
Tampoco faltaron casos en que miembros de la saga familiar en distintas fechas intercambiaran la representación de los mismos distritos electorales, como sucedió sobre todo en Torrox y Vélez-Málaga, los dos cacicatos por excelencia de la saga, donde llegaban a obtener el 100% de las papeletas emitidas por los votantes, e incluso por encima, como se comprobará en el siguiente capítulo.
Igualmente, concurrieron por otros distritos electorales con similares triunfos en las urnas, y excepcionalmente por otras circunscripciones, como por Cádiz. Lo hizo Carlos Larios Sánchez de Piña, de la rama gibraltareña, en las legislaturas 1916, 1917 y 1918. O de forma más reiterada por el distrito de Algeciras, caso de Antonio Ruiz Tagle y Lasante, nieto del que fuera jefe de la delegación de las empresas de los Larios en Cádiz, Juan de Dios Lasanta Herreros (1796-†1863), primo hermano del Iº marqués de Larios.
En estos y otros distritos electorales, los Larios estaban también detrás de diputados o senadores ajenos a la consanguinidad familiar, de los que disponían como auténticos testaferros políticos; casos del coronel de artillería retirado, Luis Alvarado y González, administrador de la Casa Larios, que se presentó con reiterado éxito y de forma continuada, desde 1914 a 1920, por el distrito electoral de Vélez-Málaga, o el abogado malagueño, José Luis Beleña de Torres, diputado, de igual condición cunero, desde 1910, cuando contaba con 40 años, hasta 1919, optando en esta caso por el distrito electoral de Algeciras; ambos también por el partido Conservador.
La Casa Larios, asimismo, dispuso, desde enero de 1914 a marzo de 1922 y con edición en Vélez-Málaga, de un semanario de prensa propio, denominado, «La Monarquía», que empleaba a fondo en las campañas electorales a su favor así como instrumento de disuasión para sus adversarios políticos o empresariales, y siempre al servicio de sus candidatos en la Axarquía, Luis Alvarado y González, y, José Aurelio Larios Larios, IIIº marqués de Larios. Con este potente instrumento para aquella época, al precio de venta al público de un tercio de su coste en el mercado, cuando no regalado, hacían frente al republicanismo creciente en la comarca axárquica.
Curioso resaltar que este medio de comunicación propagandístico de los Larios ya empleara la etiqueta de «rojos» para referirse a los adversario políticos, señal inequívoca de que esa descalificación empleada usualmente por una derecha española muy extrema era anterior a la revolución soviética de 1917, a la llegada de la IIª República y no digamos al alzamiento militar de 1936.
El caciquismo era tal en estos distritos electorales de la malagueña comarca axárquica, que en la primavera de 1911, el diputado nacional en las Cortes por la circunscripción de Barcelona, aunque nacido en Cádiz, además de contar con raíces veleñas y rondeñas, de nombre, Hermenegildo Giner de los Ríos, personaje muy culto y de avanzada edad, denunció ante el ministro de la Gobernación lo sucedido en la fábrica de azúcar «Virgen del Carmen» de Torre del Mar, donde, «los obreros republicanos, por haber votado (ya con censo abierto) a candidatos republicanos, habían sido despedidos por los jefes de la casa del Sr. Marqués de Larios». Ponía a continuación como ejemplo a, «Juan Molina Salido, despedido de la noche a la mañana, con 42 años; entró a los 12 años a trabajar en la fábrica. Nunca había sido amonestado y era el jefe de un grupo de hombres. Le dieron, no obstante, 24 horas para pensar si debía optar por su pan o por su opinión: Piénsalo, porque serás despedido si no votas los candidatos que deseamos (monárquicos) Lo tengo pensado –contestó él–, y votaré por mis ideas».
Ni siquiera el monárquico diario nacional ABC pudo silenciar en las crónicas parlamentarias, aunque en su línea editorial habitual, las denuncias que se producían en los debates en las Cortes sobre el caciquismo que los Larios llevaban a cabo en los distritos electorales de Vélez-Málaga y Torrox.
Aunque algunos larióslogos, en este apartado de representación política pertenecientes a miembros de la misma saga familiar, incluyen al diputado por la circunscripción electoral de Badajoz y distrito electoral de Mérida, de nombre, Mariano Larios Rodríguez, que obtuvo su acta en las elecciones 29.04.1923 y la perdió casi cinco meses después (15.09.1923) a consecuencia del golpe militar de Miguel Primo de Rivera; sin embargo, siguiendo su currículo profesional y político, no he encontrados nexos familiares ni ideológicos que lo relacionen con la dinastía de los Larios de Málaga ni con la de Gibraltar.
En esta ocasión, en su trayectoria política el abogado y militar profesional con rango de coronel, Mariano Larios Rodríguez, candidato como demócrata a las citadas elecciones de 1923, acabó siendo hombre de confianza de Manuel Azaña como jefe de la Comandancia de los Carabineros de Cáceres, nombramiento que correspondió realizar al presidente de la IIª República, Niceto Alcalá Zamora. Por tanto, fiel y leal al ordenamiento constitucional republicano, su perfil se sitúa en un plano político y militar distinto al comportamiento que unánimemente jugaron en este periodo histórico los Larios malagueños y gibraltareños, todos ellos proclives al levantamiento militar que se produjo en 1936.
(En el próximo capítulo se detallará, con breves pinceladas biográficas novedosas no abordadas hasta ahora, los miembros directos de la saga familiar de los Larios que fueron cargos públicos electos o designados de forma vitalicia durante este periodo histórico (1834-1923), incluyendo las fechas de las elecciones a las que se presentaron al Congreso y Senado, las legislaturas a que correspondían, los distritos electorales donde fueron elegidos, así como los votos y porcentajes obtenidos sobre el total de votantes:
Continúa. (IXº Capítulo) LOS LARIOS PARLAMENTARIOS: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2018/10/04/35854/)
Bibliografía consultada:
“Los Larios en Andalucía y en el Campo de Gibraltar” (I y 2) Jerónimo Sánchez Blanco. Nuestra Historia. Alameda. Diciembre. 2007.
«Historia de San Martín del Tesorillo en la España Contemporánea». Jerónimo Sánchez Blanco. Año 2007.
«Los Larios en el Campo de Gibraltar». José Regueira Ramos y Esther Regueira Mauriz. Revista Almoraima, número 17. Instituto de Estudios Campogibraltareño. Año 1997.
«Medina Sidonia, Larios, March: latifundios en el Campo de Gibraltar». José Regueira Ramos y Esther Regueira Mauriz. Revista Almoraima, número 4. Instituto de Estudios Campogibraltareño. Año 1994.
«Las Reales Fábricas de Artillería de Carlos III en Jimena de la Frontera». José Regueira Ramos.
«Los Gálvez. Una familia histórica». Alfonso Vázquez. Diario la Opinión de Málaga. 30.07.2010.
«Cameranos en Málaga en el siglo XIX». Manuel Muñoz Martín. Isla de Arriarán, páginas 125-134.
«Orígenes de la familia Larios». Geneanet.org.
LARIOS. http://www.euskalnet.net/laviana/gen_hispanas/larios.html.
«José de los Mártires Serrano Valdenegro (Militar)». Fuente: malagapersonajes.blogspot.com.
‘Málaga y los Larios. Capitalismo industrial y atraso económico 1875-1914’. Antonio Parejo Barranco. Editorial Arguval, 1990.
«Málaga Curiosidades Malagueñas: Historia de nuestra Málaga para que no caiga en el olvido». La industria textil malagueña del siglo XIX: «Industria Malagueña S.A. y La Aurora. Junio 2011. http://malagaysushistorias.blogspot.com.es.
“Cien años de historia de las fábricas malagueñas (1830-1930) Antonio Santiago Ramos, Isabel Bonilla Estébanez y Antonio Guzmán. Libros con acento andaluz. ISBN: 84-95012-80-4.
«Industria Malagueña S.A». Asociación en defensa de las chimeneas y el Patrimonio Industrial.
Imágenes.»Málaga en el siglo XIX». Paseando por la Alameda.»Doris Day». 2007.
“Industria Malagueña, S. A.”, Jábega, n.º 15 (1976), “El triángulo financiero Heredia-Larios-Loring”, Jábega, n.º 19, (1977), “Mentalidad empresarial y acumulación de capital de la ‘Casa Larios’ de Málaga”, Cuadernos de Ciencias Económicas y Empresariales, (1979). José Antonio Jiménez Quintero.
«La industria malagueña». Málaga, ayer y hoy. http://www.malagaayeryhoy.com.
Andalupedia. «Larios». http://www.andalupedia.es
«Minería Industrial». Francisco Cano García. Revista Sizigia nº 2. Diciembre 2009.
«El Banco de Málaga, el apoyo financiero para el despegue comercial e industrial del XIX». Francisco Gutiérrez. Diario SUR. 22 abril 2018.
«El tren a Málaga: un viaje de 150 años». Pilar Cobos. Diario Córdoba. 30/08/2015.
«Industriales del siglo XIX. Los Larios, estirpe de empresarios». Amanda Salazar. Diario SUR. 28.11.2007.
«Sagas familiares de Málaga que han hecho historia». Alfonso Vázquez. Diario la Opinión de Málaga. 30.12.2011.
«Familias malagueñas del siglo XIX para recordar». Manuel Muñoz Martín. Editorial Autor Editor. 2006.
«La mirada de Málaga». Alfonso Vazquez. A-Z Andalucía. 2011.
Historia de Málaga. «Los grandes almacenes». Matías Stuber. Diario la Opinión de Málaga. 14.09.2014.
Fernando Orgambides. «Camino inglés». 25 junio 2012.
«La actividad comercial en la bahía de Cádiz durante el reinado de Isabel II». Revista de Transportes Servicios y Telecomunicaciones, número 13. María del Carmen Cózar Navarro. Catedrática de Escuela de Historia e Instituciones Económicas en la Universidad de Cádiz. Año 2007.
«Heredia, Manuel Agustín (1786 – 1846)». Cristóbal García Montoro. 1978.
«El Ángel I». Antonio Luna Aguilar. Diario Sur. 20.09.09.
«Los testamentos de Carlos Larios. Empresario. Primer Marqués de Guadiaro». Cristina Fernández Barrios, profesora IES. Mª Concepción Barrios Escalante. Investigadora y exprofesora. Isla de Arriarán, XXXV.
«El caso Larios (1888): Un polémico diagnóstico de locura» . Dr. Emilio García García. Universidad Complutense. Madrid.
«Enrique Crooke y Larios: hombre, político e industrial. Una mirada desde la prensa de la Restauración». Carmen Bulpes Fernández.
«Los orígenes del antimilitarismo en España». Revista digital Andalán. Eduardo Montagut Contreras. 15/02/18.
«Los diputados de la provincia de Cádiz durante la Restauración (1874-1899)» Alfonso Perales Pizarro. Universidad de Cádiz.
Archivos históricos del Congreso de Diputados y del Senado.
«La Colonia Agrícola de San Pedro de Alcántara 1857-1910». José L. Casado Bellagarza. Edita: Publicaciones y Divulgación Año 2015.
«El Marqués del Duero y la azucarera de San Pedro de Alcántara». Francisco José, Sánchez Sánchez. Universidad de Granada. Granada, España.
Portal de la tenencia de alcaldía de San Pedro de Alcántara. «Historia». Fuente: http://www.sanpedroalcantara.es.
Historia del automóvil en Málaga. «Taillefer. La Familia y los negocios». 25.06.2009. blogspot.com.
Historia local. «Azúcar de San Pedro de Alcántara para las fábricas de Málaga». Rosaverde.com.
«Azucarera Larios cumple 125 años de historia ligada al desarrollo de la provincia de Málaga». Salsa Inmobilaria. 2 julio, 2015.
«Los Larios y la caña de azúcar. Auge y declive. La Producción del azúcar de caña». Consejería de educación, Cultura y Deporte. Archivo Histórico Provincial de Málaga. Junta de Andalucía. Junio 2015.
«La verdadera historia de la fábrica de azúcar de Maro». Eugenio Cabezas. 19.11. 2017.
SALSA. Grupo Sociedad Azucarera Larios, SA.
«El ferrocarril Málaga-Córdoba». Cristóbal Gª Montoro. Diario La Opinión de Málaga. 10.08.2015.
«Crónica de la visita de Sus Majestades y Altezas, la reina Isabel IIª a Málaga y provincia en cctubre de 1862». Por don Ramón Franquelo , vocal de la Comisión Histórica , Literaria y Arqueológica. Málaga, 1862. Diputación Provincial de Málaga y Ayuntamiento de Málaga. Imprenta de D. Ramón Franquelo.
«La burguesía malagueña y sus promociones arquitectónicas de carácter religioso y asistencial». Eva María Ramos Frendo. Universidad de Málaga.
«Semblanza de San Martín del Tesorillo». Juan Gutiérrez López. 31.01.1980.
«Un recorrido por la historia de San Pablo de Buceite» Andrés Beffa García. 10.05.2012.
«Historia de SPB a un click: De Buceite a San Pablo, hace 126 años». «Pablo y Martín nombres repetidos en las distintas generaciones de los Larios». Publicación del I Centenario San Pablo/San Martín. 1987. José Regueira Ramos. Buceite.com. 27.7. 2013.
«De Miramar a Guadacorte. La influencia inglesa en la arquitectura de recreo del Campo de Gibraltar». Ana Aranda Bernal. Revista del Patrimonio Nacional. Reales Sitios, número 161. 3º Trimestre 2004. Servicio de Publicaciones, 2007. Diputación Provincial de Cádiz.
«Arquitecturas perdidas VIII: Palacio de Medinaceli». Urban Idade. Memorias de las redes urbanas. Enrique Fidel. 2 marzo, 2010.
«La piqueta, contra el «Patio de los Leones». El Palacio de Larios, en la Castellana, antes de su derribo». Federico Ayala Sörenssen. Diario ABC. 05/10/2015.
«Los Larios y la Industria Corchera. Un caso de industrialización fallida en el Campo de Gibraltar». José Ignacio Jiménez Blanco. Universidad Complutense de Madrid.
«El incendio en la fábrica de corcho de la Línea de la Concepción. 13 de febrero 1894». Historia de La Línea de la Concepción 1870-1970. Diario de La Línea. Portal La Línea en Blanco y Negro. Antonio Cruz de la Fuente.
La gente de Gibraltar. «1888 – Ciudad Ho Chi Minh a Algeciras – Ferrocarril del Sr. Henderson Alexander Henderson y John «Juanito» Morrison – Louis Lombard y Juan Bosano Horatio Jones Sprague, JA Garbarino y J. Marsden». Neville Chipulina.
«La estación del ferrocarril». Diario Europa Sur.
«El tren Algeciras-Bobadilla» (1ª 2ª, 3ª, 4ª y 5ª parte). Manuel Correro García. 2017.
«Por el valle del Guadiaro: ferrocarril en estado puro». Viajesferroviariosblogspot.com. 17.01.2013.
«Algeciras (Gibraltar) Railway Company. Ltd». Vida Marítima. Vicente Luis Sanahuja Albiñana. 17.03.2008.
«El Tren de los ingleses». Crónicas de un anglófilo. Juan Jesús Ladrón de Guevara.
Euroferroviarios. «Bobadilla a Algeciras (Línea FC) Algeciras Gibraltar Railway Cº».
«Victoria Eugenia, la reina más desdichada». El Confidencial. 06.02.2009.
«La Reina Victoria, en la Almoraima». Diario de Cádiz. 14.04.1915.
«Curiosidades históricas. El Ferrocarril en Tesorillo». Blog de Paqurro. 03.04.2018.
«Inauguración trayecto ferrocarril de Argeciras a Jimena de la Frontera». Francisco Jiménez Jiménez «Currini». Blog Rfx. Agosto 2008.
«Mansión de los Larios en el Monte de la Torre». Noticias de la Villa de los Barrios. Antonio Álvarez Vázquez 09/26/2011.
«San Enrique, barriada industrial y agrícola herencia de la familia Larios». Sanrópolis. 13.11.2016.
“Un encantador valle en el Campo de Gibraltar”. Diario de Cádiz. 13.08.2009.
“La Casita de campo, un lugar mágico”. Y. G. T. / JImena 29.10. 2010.
“La inscripción en el Registro de la Propiedad de la Casita de Campo”. Noticias de San Martín del Tesorillo. 28. 04. 2011.
La gente de Gibraltar. «1809 – La familia Larios – Maestro de la caza». Neville Chipulina. Septiembre 2012.
La gente de Gibraltar. «1800 – The Royal Calpe Hunt». Neville Chipulina. Octubre 2010.
La gente de Gibraltar. «1881 – The Polo Club». Neville Chipulina. Diciembre. 2013
«Historia del Polo en España». Elma Caballero González-Gordon. AEQUE XXI SL. 2016.
«El Tesorillo. Mallorquines tras los pasos de March». Honorat Bauçà Roig y Margalida Juan Taberner. Roig Editors S.A. Mallorca 2012.
«La primera huelga de mujeres de Málaga». Mar Rubio. Cultopía. 08.03.2018.
«El marqués de Larios, la estatua sin sitio». Alberto Gómez. Diario SUR, 03.12.2916.
«¿Por qué los Larios no estuvieron en la inauguración de su calle?» Ana Pérez Bryan. Diario SUR. 15.10.2017.
«Alameda Principal: Antes todo esto era playa». Ana Pérez Bryan. Diario SUR. 18.11.2017.
«Manuel Domingo Larios. Monumento en su Honor». Fuente: malagapedia.Wikanda.
«Prestigio bodeguero en la Málaga del XIX». Alfonso Vázquez. Diario la Opinión de Málaga. 28.11.2016.
«La fábrica de Larios, el pasado de la industria alcoholera». Noemí Velasco. Diario de la Mancha «Lanza». 10.06.2017.
«Éxitos y miserias de una parte de nuestra historia». Ángel Recio. Diario Málaga Hoy. 05.02.2011.
«La herencia envenenada». Ramón Triviño. 09.03.2014. torrolex.blogspot.com.
Ante una nueva sentencia judicial. «Otro episodio en la herencia de los Larios». Ramón Triviño. 24.03.2018. torrolex.blogspot.com.
«Quiero el título de marqués, soy la viva estampa de mi bisabuelo». Alfonso Vázquez. Diario. La Opinión de Málaga.
«La hija del marqués de Larios demandará ante la ONU a la jueza que ordenó su desahucio» El Confidencial. Silvia Taulés. 21.04.2018.
«La disputada herencia del marqués de Paul». Álvaro de Cózar. Diario El Pais. 04.10.2014.
«Bárbara Kalachnikoff y sus dos hijas, a punto de recuperar la disputada herencia del marqués de Paúl». Diario digital, «El Español. 28.04.2017.
«Otro episodio en la herencia de los Larios». Ramón Triviño. 24.03.2018.
«Los descendientes de Vicenta Maturana (2) Los ricos herederos». Heliodoro Ceballos Merino.
«Hasta que la herencia nos separe: Litigios, pasiones y vendettas». Jesús Salgado. 2000.
«Odio más espeso que la sangre. La complicada crónica de la herencia del marqués de Larios». Eugenio Suárez. Diario La Nueva España. 16.05.2012.
«El secreto del marqués de Larios». Maite Martínez Blanco. Diario La Verdad de Murcia. 13.05.2010.
«Quiero el título de marqués, soy la viva estampa de mi bisabuelo». Alfonso Vázquez. Diario La Opinión de Málaga. 09.01.2017.
«La Conferencia de Pizarra». Pizarra en el Recuerdo. Centro Guadalinfo de Pizarra. Año 2013.
Al sur de Granada, al oeste de Málaga. Málaga en la obra de Brenan». Andrés Arenas y Enrique Girón. Primeras Jornadas sobre Gerard Benan. Al Sur de Granada (1919-2005)». Centro de Documentación y Estudios de Sierra Nevada y la Alpujarra. Mecina-Fondales (La Taha) 2005.
«La financiación de la Guerra Civil española: una aproximación histórica». José Angel Sánchez Asiaín. Editorial. Crítica. Año, 2012.
«La verdadera historia de las enfermeras de la Batalla de Brunete». A. Vargas. Guerra en Madrid. 06.7.2015
«La Equitativa: un edificio emblema de Málaga». Ángel Escalera Diario Sur.
«Alumnos españoles en el internado jesuita de Beamont (Old Winsor, Inglaterra, 1874-1880. Bernardo Rodríguez Caparini». Febrero de 2012.
OZORADA 2017. «Xavier Ozores Pedrosa».
La Segunda Guerra. «La Escuadrilla Azul». Cocinilla. 29. 08. 2009.
Diario ABC. Ediciones: 28,04,1935; 16.02.1954.
«Historia del hotel Príncipe de Asturias, posterior Miramar», María Pepa Lara García. Diario La Opinión de Málaga. 08.06.2014.
«José María Pemán y Pemartín». Anónimo. Abril 2013. Cargado por Carpóforo Hipolitino Ruiz.
«La duquesa que ingresó en prisión tras desafiar al régimen de Franco». Cristina Aguilar. Diario ABC de Andalucía. edición sobre la historia, 29.03.2014.
«El poder de la influencia: geografía del caciquismo en España (1875-1923)». José Varela Ortega. Centro de Estudios Políticos y Constitucionales. Año 2001.
«El Palacio de Anglada, obra del arquitecto Rodríguez Ayuso: El sueño imposible de un empresario liberal». Isabel Ordieres Díez. Universidad de Alcalá de Henares. 20.07.2015.
«Don Hermenegildo Giner de los Ríos y Vélez.-Málaga. Una lucha contra el clientelismo (1 y 2ª parte). Francisco López Casimiro. Doctor en Historia Contemporánea. Miembro Grupo de Investigación de Didáctica de las CC.SS. Publlicación: Isla de Arriarán, XXXVIII, pp. 163-188. número 37. año 2011.
«El poder de la influencia: geografía del caciquismo en España (1875-1923)». Josep Armengol i Segú. Marcial Pons Historia, 2001.
Fuentes orales.
Jerónimo Sánchez Blanco, José Regueira Ramos, José Manuel Algarbani, Isabel Ortega Ortega, Rosa Estorach, José María Moreno Vega, Teodosio Vargas-Machuca García, Francisco Quirós «Pacurro». Domingo González Quintero, Rosa Escobar y Carlos de las Rivas Hidalgo.
Posted on septiembre 25, 2018
0