Prólogo: Tras el relato sobre la biografía de los médicos, Juan Marina Bocanegra y Manuel Lastres Abente, que ejercieron en Jimena de la Frontera, así como de sus entornos familiares y del momento histórico que les tocó vivir, abordo a continuación la de otro doctor, éste además nacido en esta localidad, José Montero Asenjo. Los tres coincidieron durante un tiempo en el mismo municipio en la atención a sus respectivos pacientes.
Aunque ya había avanzado en este blog el perfil del doctor Montero, nuevas investigaciones me han llevado a descubrir nuevos datos y documentos que ratifican con crudeza su difícil transcurrir por la vida y que se exponen a continuación por primera vez.
Esta serie monográfica sobre las semblanzas de los sanitarios locales, viene derivada de la conferencia que pronuncié el pasado 19 de mayo en esta localidad, titulada: «La Sanidad de Jimena (1950-1970)».
El DOCTOR MONTERO, LA VIDA ROTA DE UN HOMBRE BUENO.
Ignacio Trillo
José Montero Asenjo nació el 23 de junio de 1892 en calle Sagasta, segundo tramo de la actual calle Sevilla que corresponde ya al barrio de arriba. Bajo el franquismo dicha calle se denominó, Héroes de Toledo.
Su padre, Francisco Montero Medina, era zapatero y se casaría en segundas nupcias con la que sería su madre, Teresa Asenjo Navarro. Fue el único hijo de este matrimonio.
El primer casamiento de Francisco Montero Medina lo había llevado a cabo con Francisca Jiménez Rojas con la que tuvo una hija: María Dolores Montero Jiménez, que sería por tanto la hermanastra del que luego llegó a ser médico.
María Dolores, con el paso del tiempo, fue madre de dos hijos varones, Francisco y José; y de una hija, Isabel Sánchez Montero. A finales de los años cuarenta y principios de los cincuenta, la citada sobrina del doctor Montero sería la taquillera del cine que le perteneció.
El padre de familia, Francisco Montero Medina, falleció el 26 de agosto de 1915 en trágicas circunstancias, junto a las vías ferroviarias, muy próximas a la Estación de Jimena, debido a las heridas que sufrió en la cabeza al arrojarse al paso de un tren con el objetivo de quitarse la vida ante la profunda depresión que padecía.
José Montero Asenjo estudió en la Facultad de Medicina en Cádiz gracias a un tío jesuita que vivía en esta capital. Era el único centro universitario superior que había en Cádiz y además gozaba de un gran prestigio.
La referida Facultad fue fundada oficialmente en 1845, aunque con enormes antecedentes como centro de enseñanza de la salud. Fue creada con anterioridad por la Armada, siendo la primera en Europa de este cuerpo militar con especializaciones tales como Medicina y Cirugía.
En el tiempo que José Montero Asenjo estudió medicina, esta Facultad cubría los Distritos educativos de Cádiz, Huelva, Málaga, Islas Canarias y las Posesiones españolas en el Norte de África. Era dependiente de la Universidad de Sevilla. La Universidad de Cádiz no se creó hasta el año 1979.
La inicial plaza que ocupó el facultativo Montero tuvo lugar en el pueblo jiennense de Los Villares, en cuyo Colegio Médico por primera vez estuvo inscrito. Sucedió desde el año 1917 a 1921. Fue en la única localidad donde ejerció la sanidad fuera del municipio de Jimena.
Lo llevó a cabo como médico titular de Asistencia Pública Domiciliaria (APD), modalidad del ejercicio facultativo tratando a los pacientes en el propio domicilio particular del médico, y de casa en casa a los enfermos imposibilitados de desplazarse. En aquel entonces no existían en los pueblos ningún centro sanitario para la atención sanitaria.
El doctor Montero, se casaría en Jimena, alrededor del año 1919, con una paisana, bella y de alta estatura, Magdalena Núñez Gallardo. Tendrían seis hijos que alimentar con el firme propósito además de darles estudios universitarios a todos sin distinción de sexos: Paco, nacido en enero de 1921; María Teresa, el trece de mayo de 1922; Victoria, el 23 de diciembre de 1923; Juan, el 15 de enero de 1927; Carmen, en mayo de 1929, y José María, el pequeño que vio la luz el 11 de agosto de 1933. Un séptimo niño, llamado Juan, nacido en el año 1925 fallecería a muy temprana edad.
A la vez, el médico Montero sería tío de José y Frasquito Sánchez, populares barberos jimenatos del barrio arriba.
Una vez casado y obtenida plaza en Jimena, sucedidos el año 1921, la consulta y el domicilio familiar del doctor Montero estuvieron ubicados en una misma casa de la calle Sevilla de hoy, denominada bajo el franquismo, José Antonio Primo de Rivera (en aquella fecha, Conde de Niebla, posteriormente bajo la dictadura de Miguel Primo de Rivera: Reina de los Ángeles), número 89, en la misma acera, el sexto inmueble más arriba al Ayuntamiento. A la vez, tenía casi enfrente al Cuartel de la Guardia Civil, colindante portal más arriba con lo que tras la guerra incivil fue el «Pósito» del trigo.
Antes del estallido golpista de 1936, el doctor Montero disponía de bastante desahogo económico. Figuraba como uno de los grandes contribuyentes fiscales del pueblo.
Aparte del ejercicio de su profesión, era también empresario de cine y montaba espectáculos y otras actividades musicales y de ocio. Igualmente, era dueño del «Pósito» que como ya se ha dicho estaba frente a su domicilio. Aquí daba bailes con el cobro de entradas y de las bebidas que en su interior se servían.
Su ruina pecuniaria aconteció con posterioridad a la sublevación militar, donde todo quedó trastocado en Jimena, y continuaría de la misma forma hasta su fallecimiento.
Haciendo un paréntesis con salto en el tiempo, El «Pósito», posteriormente a su uso como almacén de cereales durante la posguerra, y ya me adentro en la década de los setenta y ochenta, curiosamente volvería a ser convertido de nuevo en salón de baile pero por Ernesto Cuenca Cobalea. Hoy, transformado y unido al antiguo cuartel de la Guardia Civil, es la Casa de la Cultura, «Leopoldo de Luis Urrutia».
Pues bien, volviendo al reloj de esta biografía médica. El doctor Montero, en aquellos años previos al 18 de julio de 1936, a la vez que era médico de la sanidad pública de Jimena, asimismo ejercía de inspector municipal de sanidad, así como de facultativo, a nivel privado, de la Sociedad Industrial y Agrícola del Guadiaro (SIAG) cuyo titular desde octubre de 1920 era Juan March Ordines que se lo compró a los marqueses de Larios.
Esta propiedad abarcaba enormes superficies de tierras. Se extendía por gran parte del territorio de San Martín del Tesorillo, San Pablo de Buceite, San Enrique de Guadiaro y Sabinillas. Poseía asimismo cuantiosas instalaciones agrícolas y de transformación agroalimentaria.
Juan March Ordines, aborigen mallorquín, era un conocido banquero y empresario de variopintos negocios, algunos de ellos bastantes oscuros. Asimismo, en la primera mitad de los años treinta, corruptor de políticos republicanos y protagonista de lo que se denominó la etapa del estraperlo y que caracterizó como mancha política el bienio negro `lerrouxista´ (1934-1936) Conspiró contra la IIª República en su última etapa, financiando la sublevación de Franco contra el ordenamiento constitucional.
El doctor Montero, con la llegada de la Segunda República, en su compromiso solidario, con ideología progresista y mentalidad laica, fue miembro de la Logia Masónica, Fénix de los Valles nº 66 de Jimena. Llevó el sobrenombre de Servet.
No era inocente el simbólico nombre que elegió Montero. Correspondía al apellido de Miguel Servet que fue un pensador cristiano y humanista. Un sabio científico nacido en Aragón que proclamó en el siglo XVI que ninguna autoridad eclesiástica o civil tiene derecho a imponer sus creencias e ideas, ni tampoco a limitar la libertad de cada uno a tener y exponer las propias. Por orden de la Inquisición fue quemado dos veces en la hoguera por hereje.
No podía pensarse que llegara a ser premonitorio para lo que vendría a ocurrir pocos tiempo después al doctor Montero, en el doble juicio condenatorio que tuvo tras la insurrección militar.
En la masonería, Montero desempeñó diferentes cargos, entre ellos el de Tesorero, y, posteriormente, el 25 de enero de 1933, de Venerable Maestro, haciendo el relevo en el puesto al otro médico del pueblo en ejercicio e íntimo amigo, Guillermo Ortega Durán.
Además, militó en el partido Unión Republicana, creado en 1934, partido de clases medias, intelectuales, profesionales y burgueses progresistas.
Este partido político tuvo como líder nacional a Diego Martínez Barrios. En las elecciones generales de febrero de 1936 se presentó integrado en el Frente Popular que ganó esos comicios. Sería la cuarta fuerza política a nivel nacional con la obtención de 38 diputados. Esta formación política, asimismo, entraría a formar parte del Gobierno constituido desde esos comicios hasta el 1 de abril de 1939, fin de la contienda bélica con la victoria de los sediciosos.
Debido a la militancia masónica y al republicanismo que profesaba el doctor Montero, días antes del 28 de septiembre de 1936 en que fue tomada Jimena por los golpistas, en el clima bélico dominante en la localidad, recibió una carta escrita de amenaza enviada por un influyente y latifundista jimenato de extrema derecha que había llegado a presidir la comisión gestora del Ayuntamiento con anterioridad.
Ponía que, al igual que el otro médico (se refería a Guillermo Ortega), el farmacéutico (Diego Pitalua Infante), el veterinario (Salvador Gómez García) y la matrona (Inés Moreno Gavilán), si no se quitaba de en medio, apenas entraran las tropas militares levantadas sería fusilado así como el resto de su familia.
Por ello, el médico Montero mandó a su mujer e hijos subidos en caballos hacia la vecina provincia de Málaga, tomando como referencia inicial el cerro Carretero, dejando atrás tanto la sierra de Manilva como Casares, hasta llegar a Estepona, lugar donde fue acogido gratamente en la casa de un buen amigo.
El doctor Montero, continuando en Jimena, tras ser avisado por un amigo guardia civil, salvaría la vida de un encargado de Juan March Ordenes en Tesorillo, al que conocía. Podía ser fusilado como sedicioso por los más radicales del pueblo. El método que utilizó fue ponerle la inyección de un fármaco prescrito para enfermos psíquicos y que como reacción inicial generaba fuertes fiebres y convulsiones, por lo que antes de que tuviera un juicio popular, ante el temor por los síntomas que presentaba de que tuviera una enfermedad contagiosa, lo trasladaron de inmediato a un Hospital en Cádiz. Así le salvó la vida.
Días después, con las tropas golpistas, en su mayoría mercenarios “moros” y regulares africanistas desembarcados en Algeciras, a punto de entrar en Jimena, el doctor Montero huiría. Lo realizó por el mismo medio e igual itinerario que había hecho con anterioridad su familia, hasta encontrarse gozosamente con ella en Estepona.
Ese recorrido lo hizo acompañado por el otro médico de Jimena, amigo, gran colega y cómplice en el republicanismo militante y la masonería, el doctor Guillermo Ortega Durán, que iba acompañado por su esposa doña Pura, sus tres hijos menores, y la comadrona, Inés Moreno Gavilán.
En esta zona republicana esteponera, inmediatamente ofreció sus servicios de médico, tan necesarios entonces, para atender a los heridos y a la población residente, así como a la ingente cantidad de personas que huían de los núcleos camperos, fincas y de las localidades a donde iba llegando sin piedad, a sangre, fuego y saqueos, el sector militar sublevado y acompañantes magrebíes.
Montero, empezó ejerciendo como alférez de sanidad en el Hospital de la Sangre de Estepona, pero la posterior caída de esta localidad en poder franquista el 14 de enero de 1937, ante la irrupción de numerosas tropas italianas, hasta cincuenta mil, que habían desembarcado en el puerto de Cádiz, así como de nuevas fuerzas rifeñas de refuerzo procedentes del norte de África, todas ellas muy bien pertrechadas a nivel armamentístico, hizo que con su familia se fuera replegando hasta refugiarse, primero en Marbella y poco después en un lugar cercano a la capital malagueña, tal vez Benalmádena.
En ese transitar de huida, la mujer del médico, Magdalena, «por temor a los moros» se desprendería en Marbella de las valiosas joyas que llevaba escondidas, producto de varias herencias de su familia.
Antes, el doctor Montero en Estepona salvaría asimismo la vida de la madre superiora y de las monjas que habitaban el convento local y estaban a punto de ser detenidas. Empleó otro método distinto al que usó en Jimena con el conspirador tesorillero tenido como rebelde.
En este caso, disfrazó a las monjas con ropa femenina, certificó la gravedad de sus enfermedades, las metió en un camisón y las mandó a Málaga. La superiora de las religiosas, tremendamente agradecida, le dijo al doctor que para lo que necesitara en el futuro, contaran con ellas. Le dejó un escrito de agradecimiento y de reconocimiento, poniéndolo como un santo, y que en la nueva huída de la familia Montero hacia Málaga se quedaría en Estepona escondida en una viga.
¡Cuánta falta le hubiera hecho después para haberla presentado como eximente ante los tribunales de justicia que lo condenaron!
En esos días del inicio de la guerra incivil, era común el fusilamiento de curas y monjas, muchos de ellos inocentes que pagaron con sus vidas el pronunciamiento y alineamiento de la jerarquía de la iglesia a favor de la sublevación contra el ordenamiento constitucional republicano. Como propaganda de los insurrectos, se fusionarían los términos nacional y catolicismo bajo el fuego bendecido. Otros religiosos, por el contrario, actuaron de delatores de republicanos para que fueran fusilados, ofreciendo no obstante sus servicios espirituales acompañándolos hasta los mismos paredones donde tenían lugar las ejecuciones, en su mayoría ajenas a la política y motivadas por ajustes de cuentas o rencillas personales. Otros clérigos, directamente se sumaron como voluntarios militares al bando sublevado.
Este mismo fenómeno fue común en todo el territorio español, excepto en el País Vasco donde la iglesia, con fuerte influjo de la ideología humanista y democristiana del PNV, se mantuvo leal a la IIª República y a la inversa: fueron numerosos los religiosos vascos que serían fusilados o encarcelados por el bando franquista.
En tanto ocurrían estos fanáticos hechos, la familia del médico Montero permaneció en una casa de campo próxima a Málaga, quizas en el municipio de Benalmádena. Simultáneamente, este doctor atendería con su desplazamiento las necesidades sanitarias de los republicanos en el frente de defensa de la parte oeste a Málaga, y que abarcaba desde Marbella, Cártama, hasta Ardales, adonde se encontraría con numerosos jimenatos integrados ya en las milicias de voluntarios republicanos, que al igual que él habían abandonado precipitadamente el pueblo. Entre ellos, figuraría el paisano Alfonso Moreno Pérez.
La caída de Málaga en poder de la sedición el ocho de febrero de 1937, hizo que el doctor Montero retornase voluntariamente con su familia a Jimena en coche, puesto que consideraba que no había motivo alguno para seguir huyendo, más cargado con toda la familia que incluía sus niños pequeños. Pensaba que no había cometido delito alguno.
A diferencia, el médico Guillermo Ortega, que también había ofrecido sus servicios médicos pero en el frente norte malagueño, entre la Serranía de Ronda y El Torcal, hizo el terrible camino a Almería, conocido como la juía, hasta establecerse en Alicante. Así salvó su vida, como lo argumentaré cuando publique próximamente su biografía.
En ese retorno por carretera a Jimena del doctor Montero y familia, será fatalmente detenido a la salida de Estepona. Encarcelado en una habitación en Algeciras adonde fue llevado, todos los días se llenaba de presos y se vaciaba cada noche para ser fusilados, haciéndose la excepción de él. Cada atardecer, por tanto, se hallaba temeroso de que le tocara lo que se llamaba, “la saca”. Así estuvo inmerso en ese macabro ambiente durante quince días, a punto de volverse loco.
Cuando una madrugada le comunicó un guardia que le era conocido en el ejercicio de la profesión médica en Jimena, que a su familia, que había estado ese tiempo retenida sin poder abandonar Algeciras, no le iba a pasar nada y que marchaba en ese instante libre de imputaciones para Jimena, el estado de desequilibrio que presentaba el sistema nervioso de Montero, era tal, que ni se enteraba de lo que le estaba diciendo el uniformado, tan solo deseaba que hubiera llegado el instante final a su vida. Para hacerlo entrar en razón, el guardia tuvo que cogerlo del pecho y zarandearlo varias veces para que se enterara realmente de lo que le estaba contando.
Otros quince días permaneció en esa misma situación encerrado, viendo entrar y salir a prisioneros que eran fusilados en la nocturnidad, pero ya pensando que alguien le estaba protegiendo. Tal vez, fue debido a la intervención directa de los March de Tesorillo, aunque después se haya especulado con que fuera de forma indirecta a través de un influyente mando de la Guardia Civil, de nombre, Ignacio Molina Pérez, o Pérez de Vargas, aborigen de Casares y primo carnal de Blas Infante, el padre de la patria andaluza al que igualmente intentó salvarle la vida.
Este oficial también hacía labores de espionaje desde Algeciras acerca de cuanto se cocía en Gibraltar sobre las intenciones de las potencias democráticas, tanto para que sirviera como información valiosa a los rebeldes sublevados como para hacérsela llegar a los nazis alemanes que preparaban la Segunda Guerra Mundial.
En tanto, la familia del doctor Montero cuando llega a Jimena se encuentra que su domicilio como botín de guerra ha sido totalmente destrozado en su interior. Apenas quedaba nada de pie. La clínica médica, el cuarto, donde estaba el aparato de rayos X, y el despacho, destrozados y saqueados. Robados las cosas de valor y hecho polvo el resto. Igualmente, habían quemado la valiosa biblioteca que poseía. Asimismo, el otro inmueble que estaba al lado, correspondiendo a calle Sevilla 91, y que era el cine, había sido arrasado y casi convertido en un solar.
Ante la inhabitabilidad del inmueble familiar, la esposa del médico, Magdalena Núñez Gallardo, junto a sus seis hijos, se aloja en la casa de su padre, Francisco Núñez, un anciano ya viudo que vivía también en calle Sevilla pero en el barrio arriba
A pesar de los protectores para salvarle la vida, el doctor Montero acabó el día 26 de abril de 1937 siendo condenado en Algeciras en juicio sumarísimo llevado a cabo por el Consejo de Guerra Permanente del Campo de Gibraltar, juzgado militar número 2, donde le sería impuesta la pena de muerte.
En dicho proceso se negaría a ser defendido y lo hizo él por su cuenta.
Así inició su alegato de autodefensa ante el tribunal: «Cuando estudié y me dieron el título de médico no me dijeron el color de los que tenía que curar. No hay para eso ni rojo ni azul. solo aquel que necesita la asistencia sanitaria…».
En ese juicio sumarísimo se le aplicó el Código de Justicia Militar y se le penó por “masón” (todavía no se había constituido el Tribunal de Represión de la Masonería cuya Ley sería publicada el 1 de marzo de 1940), y paradójicamente también por su “auxilio a la rebelión”. Asimismo por haber sido militarizado en zona “roja” como alférez médico.
Luego, fue sustituida la condena por veinte años de reclusión, pasando a la cárcel del Puerto de Santa María. Posteriormente, se quedaría reducida a tres años.
Los encargados de la SIAG (Sociedad Industrial y Agraria del Guadiaro), propiedad de Juan March Ordines, y concretamente su administrador en San Martín del Tesorillo, Raimundo Burguera Verdera, siguieron teniendo una condescendencia particular con el doctor Montero tras esta primera condena y el consiguiente encarcelamiento que sufrió.
Ante la ruina y el desamparo económico en que quedaba su familia, sin ingresos algunos, le proporcionaron a su hijo mayor, Paco Montero Núñez, que había acabado el bachiller en Cádiz como interno en los jesuitas, un empleo con oficina en Tesorillo consistente en cobrador, asimismo para pagar nóminas y jornales a sus trabajadores del campo.
Eso no fue suficiente para alimentar a la familia. Así, en los años de encarcelamiento del doctor Montero en los que sus hijos eran menores, su familia pasó muchas calamidades, hecho que continuó con posterioridad.
El doctor Montero permaneció en la Prisión del Puerto de Santa María desde febrero de 1937 hasta agosto de 1940 en que se le liberó por reducción de la pena.
A su llegada en tren a la Estación de los Ángeles, el pueblo de Jimena en masa, a pesar del miedo reinante, le hizo un entusiasta recibimiento, dada la popularidad y el afecto que el pueblo profesaba a tan buen hombre y médico.
Pero a la salida de la cárcel, al pedir el reingreso en el Colegio de Médicos, recibió como respuesta la negativa y su inhabilitación profesional durante cinco años. Además, recaía sobre él, que con sus bienes y dinero debía afrontar las penas económicas que le fueron impuestas, lo que agravaba aún más el sustento a su familia.
En este mismo sentido de negatividad, el sufrimiento del doctor Montero no había acabado ahí. Posteriormente, al constituirse el Tribunal para la Represión de la Masonería y el Comunismo, es llamado a Madrid el día once de mayo de 1942. Cuando tanto él como la familia pensaban que se trataba de un mero trámite burocrático, sin embargo, se le procesa nuevamente.
Tuvo lugar el juicio en ese mismo día de 1942 e ingresado nuevamente en prisión. Se le aplicó la norma represiva recién publicada con carácter retroactiva. Fue condenado esta segunda vez a doce años y un día de reclusión, conmutada luego, el 31 de mayo de 1944, cuando ya cumplía cárcel en Burgos, por seis años y un día de prisión mayor.
Además, en la condena por el Tribunal, fue inhabilitado a perpetuidad para el ejercicio profesional de la medicina en el sector público y de prohibición absoluta para ocupar cualquier cargo en el Estado. Incluso, para ocupar puestos de responsabilidad en el sector privado. También se le penó a la retirada de su plaza de médico titular de Jimena a perpetuidad. Asimismo, a ocupar cualquier puesto de confianza.
No sirvió para nada que se retractara forzosamente de hechos emanados de su pensamiento republicano. Tampoco los recursos interpuestos personalmente de su puño y letra ante el tribunal serían atendidos. Ni la eximenda por proporcionar la lista de masones de Jimena, que suponía que eran más que conocidos por los golpistas, ni por seguir profesando el cristianismo. Montero en ese momento solo tenía la atención puesta en qué iba a ser de su familia sin su presencia y sin sus ingresos.
Fue encarcelado, primero la prisión provincial de Porlier (Madrid), que antes había sido un centro educativo. Luego, en la cárcel del Dueso (Santoña, Cantabria), para pasar poco tiempo a la de Burgos donde sus bronquios se resentirían gravemente del frío y las bajísimas temperaturas a que en gran parte del año estaban sometidos los penados.
En contra de lo que difundía la propaganda tóxica del franquismo, elegir voluntariamente la condición de masón no era de persona satánica. Por el contrario, Era sinónimo de humanista, con una concepción laica de la vida, sin apego a las supersticiones derivadas de los dogmas de fe religiosos, optando en todo momento por un compromiso de comportamiento ético y fraternal entre los seres humanos con apuesta siempre decidida y activa por el respeto y la defensa de los derechos humanos.
El odio que el acomplejado Franco profesó contra la masonería estaba basado en que le fue denegada su solicitud de ingreso en dos ocasiones. Primero, en la década de los años veinte, cuando lo intentó en 1928 en Larache siendo teniente coronel. Y después, en el año 1932 en Madrid, ya bajo la IIª República, contando con el escalafón de general del ejército.
La negativa solo teórica de Franco a recibir ascensos en su carrera militar por méritos de guerra y luego hacer todo lo contrario, aceptándolos encantado, no fue considerado ético por la masonería. Tampoco Franco perdonaría que, a la inversa, su hermano, Ramón, prestigioso militar aviador con el que no se hablaba, formara parte de la masonería sin haber tenido ninguna cortapisa para su ingreso.
Como las penosas condiciones económicas proseguían en la familia numerosa de Montero, tras las ventas por Juan March de sus propiedades en Tesorillo y San Pablo de Buceite, empleó al hijo mayor, Paco, en la empresa Uralita, propiedad también de la misma Casa March, donde llegaría a ser interventor.
Años más tarde, una vez vendido por Montero el cine de su propiedad, y a partir del año 1955, los March dieron también trabajo, primero en Mérida, y luego en Madrid en la misma instalación fabril de Uralita, al hijo menor del médico, José María, que había estado con anterioridad atendiendo como operador de máquinas cinematográficas las proyecciones de las películas en Jimena.
Asimismo, al médico Montero, ya en Jimena tras su segunda salida de la cárcel, la firma Juan March le proporcionó la representación comercial de la empresa Uralita en la localidad, cuyo almacén de materiales lo tuvo en calle Sevilla, justo enfrente de la casa del doctor Marina. También en los últimos años del ejercicio privado y limitado de la profesión médica, tenía la asistencia facultativa de alguna Mutua o empresa de Seguros, tales como La Unión y el Fénix.
Pero estas compensaciones a todas luces eran insuficientes para atender las múltiples necesidades familiares. Al doctor Montero hasta su muerte no le fue levantada la condena que pesaba sobre el ejercicio público de su profesión.
A pesar de todo, siempre tuvo la consulta abierta para quien necesitara sus servicios médicos, pudiera o no abonarle.
Esa generosidad, sucedió igualmente la tarde-noche trágica del 17 de agosto de 1961, y en los días sucesivos, cuando en plena feria del mes de agosto se hundió la plaza de toros llena de espectadores, con el triste balance de cerca de un millar de heridos y cinco fallecidos.
Esta no diferenciación entre el ingente trabajo que tenían que llevar a cabo los tres médicos del pueblo, José Montero, Juan Marina y Juan Trillo, se realizó a plena satisfacción, a pesar de que, insisto, el doctor Montero en el ejercicio de su profesión estaba duramente represaliado a nivel político con la separación de por vida de su condición de médico de la sanidad pública. Sólo podía atender por tanto a pacientes como actividad privada en una época donde los bolsillos de los jimenatos estaban en su mayoría tan vacíos como sus estómagos. No fue el caso de aquella noche y los días posteriores a ese gran siniestro, porque la situación lo requería y porque el doctor Montero asimismo era una persona honesta, humanista y solidaria.
En su modesta consulta y de igual manera que los demás profesionales de la sanidad pública jimenata, el médico Montero se puso la bata blanca de faena para atender de forma altruista a cuantos le llegaran contusionados, sangrados, fracturados o mutilados por los hierros o las maderas del anillo del redondel taurino hecho chatarras, a sabiendas que no cobraría ni un duro de dinero público y que además tenía que poner de su escuálida cuenta los materiales necesarios para sanar y curar las heridas y fracturas de los accidentados.
Dos años antes del hundimiento de la plaza de toros, el médico Montero había tenido una de las pocas gratificaciones que le reportó la vida tras la insurrección de la felonía en 1936. Se trató del enlace matrimonial de su hijo, Juan Montero Núñez, con Maria Rosa Ortega Terrones, la hija de su íntimo amigo, el también médico, Guillermo Ortega Durán, que lamentablemente había muerto diez años antes en el exilio en Caracas sin haber podido volver a ver a su familia desde su marcha de España en 1939.
El doctor Montero fue el padrino de la boda y la madrina, la viuda de Ortega, Concepción Terrones Villanueva «Doña Pura», una queridísima maestra de Jimena a la que lo golpistas igualmente la despojaron de su título de Magisterio para el ejercicio público de la enseñanza por su condición de librepensadora.
En el carácter de la personalidad del doctor Montero, hombre culto, lector empedernido y gran amante de la filatelia, se descubre asimismo junto a su afabilidad en el trato y su entrega a los más desfavorecidos, la generosidad, la tolerancia, su ser sociable y humor fino. Por el contrario, términos como el odio, el rencor o la venganza, los tenía prohibidos en sus pensamientos y comportamientos.
En este sentido, tras su vuelta a Jimena por la salida de la cárcel, era normal verlo departiendo amigablemente con el farmacéutico que tenía casi enfrente, José Sánchez de Medina y Ayala, independientemente de que sus posicionamientos políticos y opciones tomadas en la contienda civil, y que tantas familias como amistades rompió, nada tuvieran que ver. Así entraba en su botica y junto a la tertulia habitual llegaba a compartir «el vino tinto» que preparaba en su laboratorio el propio Sánchez de Medina.
Igualmente, siendo el bar Bollito, situado en la misma calle Sevilla donde vivía, pero situado más abajo, enfrente de la fonda La Perla, el preferido por el médico Montero para tomar café y departir con el vecindario, era normal a primera hora de la tarde, verlo jugando al ajedrez con el vecino, Miguel Ramos Perales, a pesar de que hubiera sido miembro del primer equipo municipal que impusiera las tropas de ocupación en octubre de 1936 y que presidiera, Diego Meléndez Ramos.
De idéntica forma, las posteriores partidas de dominó donde también estaría presente el sacerdote, Manuel Alegre, tenido por el propio Montero como un gran amigo, y al que cuando se ponía a pensar qué ficha poner, lo solía desconcentrar reiterando sin parar para sí mismo la frase: «cura, curoso, metío en un pozo..,»
También, en la trayectoria profesional e innovadora del doctor Montero se destaca asimismo su carácter polifacético e inquieto.
Como ya se ha indicado, fue propietario y empresario de una sala de espectáculos al aire libre cuya actividad la inició al comienzo de los años treinta.
Para ello, cinco antes de la guerra, adquirió las casas colindantes a su consulta y domicilio particular de cara a construir un cine que acogiera a unos trescientos espectadores. Revolucionó al pueblo y su apertura siguió largo tiempo después de la contienda bélica a pesar de las penosas peripecias que le sucedieron.
Por allí pasaron compañías de varietés, de teatro, se daban bailes, se proyectaba cine donde los jimenatos vieron en sus cintas a todos los artistas de la época, tales como Miguel Ligero, Manolo Caracol, Lola Flores … en sus comienzos.
En tiempos en los que el doctor Montero se hallaba encarcelado en Burgos, estuvo de taquillera su hija, Victoria. A partir de finales de los años cuarenta, la que pasó a vender las entradas fue la ya citada Isabel Sánchez Montero, su sobrina, hija de la única hermana de padre que tuvo, María Dolores Montero Jiménez.
Tras la salida de la cárcel de Burgos del doctor Montero, año de 1946, por la penuria económica que seguía arrastrando, se asoció con otros dos jimenatos, el comerciante, Bartolomé Macías González, y José Sánchez, que tenía un bar muy cerca, en las proximidades de la antigua casa de correos. Le pagaban una cantidad fija por llevar la gestión del ambigú que estaba en su interior.
En ese cine de Montero también se celebraban los convites de bodas, bautizos y primeras comuniones. Ocurrió asimismo el 19 de marzo de 1949 con la hija del médico, Victoria Montero Núñez, tercera en la descendencia del matrimonio Montero-Núñez, que contrajo nupcias con Moisés Guerrero Moreno. El novio era de Guadacorte (Algeciras) y un día se personó en Jimena para ver a su hermano, Rogelio Guerrero Moreno, que tenía una tienda de tejidos «El Barato» en calle Sevilla. Aprovechó la estancia para ver una película en el cine. Al ver a Victoria que estaba de taquillera surgió el flechazo.
Tras la boda, el nuevo matrimonio regentaría un comercio de tejidos y confección en Algeciras llamado: «El Metro Chico».
A mediados de la década de los cincuenta, ambos negocios, cine y bar, insostenibles a nivel económico, se cerraron definitivamente y Montero se lo vendió a los hermanos Luques (José y Sebastián Luque Huertas)
Ya, en los últimos años de su existencia, el doctor Montero solicitó del Colegio Médico alguna ayuda para poder sobrevivir, lo que se le concedió a última hora, cuando estaba recogido con su mujer en el domicilio de su hija María Teresa en la ciudad de San Roque.
En este sentido, en diciembre de 1964, ya con un pésimo estado de salud, se dirigió a su gran amigo de profesión, José Romojaro, médico de Algeciras, para exponerle el agotamiento límite de su organismo para poder proseguir con actividad alguna. Pero, debido a la situación de miseria en que se quedaba, le rogaba que pudiera hacer las gestiones oportunas ante el Colegio de Médicos de Cádiz para obtener algún amparo económico.
Asimismo, de su propio puño y letra el doctor Montero le escribiría una carta a dicho Colegio, llena de reproches sobre la consideración tan negativa mantenida contra él en los momentos más difíciles de su vida, inhabilitándolo temporalmente para el ejercicio de su profesión, donde la deontología corporativa en la defensa de los intereses de los facultativos brilló por su ausencia y fue sustituida por la política más dañina, animándole a que había llegado el momento de la rectificación.
Pronto tendría respuesta del Patronato de Médicos Inválidos donde se le comunicaba que a partir del mes agosto de 1965 le sería librada mensualmente la cantidad de 4000 pesetas para socorrerle.
Fue precisamente en ese año de 1965 cuando por su mal estado de salud física y económica, consecuencia de la difícil y penosa vida que le tocó vivir, el doctor Montero con su esposa hubo de marcharse definitivamente de Jimena a vivir a la casa de su descendiente, María Teresa, de profesión matrona y que fuera posteriormente nombrada hija adoptiva por el ayuntamiento de San Roque.
Las secuelas de la estancia tiempo atrás en las improbas cárceles franquistas le pasaron definitiva factura en su pleura pulmonar. Falleció en San Roque el lunes día 21 de agosto de 1967 a la edad de 75 años. Muchos jimenatos se desplazaron para darle el último adiós.
Su esposa, Magdalena Núñez, fallecería, hallándose en el hospital de la Línea de la Concepción, casi nueve años después, 22 de marzo de 1976, a consecuencia de las complicaciones que le surgieron tras la rotura de su cadera derecha. Sería enterrada junto a su marido en San Roque.
Lo peor que llevó el médico Montero a lo largo de su vida transcurrida a partir de su detención, y que arrastró el resto de su existencia, fue no haberle podido proporcionar a sus hijos e hijas carreras universitarias que les hubiesen servido para llevar una vida más digna en sus condiciones económicas y riqueza cultural. Fue la gran cruz que con enorme dolor llevó siempre a cuesta.
Por toda esta noble y dura biografía y por la honestidad y generosidad que le caracterizó en el ejercicio médico, el doctor Montero estuvo siempre muy reconocido en el pueblo. Su muerte sería muy dolida. Su memoria ha perdurado en el tiempo.
Así, de justicia fue que en el no olvido de una meritoria biografía por el ejemplo de humanidad que significó y de sacrificio, 47 años después del fallecimiento del doctor Montero, el 25.07.2014, el Pleno del ayuntamiento de Jimena, a iniciativa del cronista oficial, el farmacéutico, José Regueira Ramos, con la unanimidad de todos los partidos políticos representados en la Corporación (PP, PSOE e IU) y secundado por el Servicio Andaluz de Salud (SAS) de la Junta de Andalucía, se le hiciera un ecuánime homenaje de reconocimiento con la colocación de una placa en el nuevo Centro de Salud que fue descubierta por su hijo, José María, junto a sus hermanas, María Teresa y Carmen, acompañados de autoridades, paisanos y de la amplia familia Montero que abarca ya cuatro generaciones.
Testimonios: José Antonio Algarbani Rodríguez, María Teresa Montero Núñez, Nietos de José Montero Asenjo, Leopoldo Moreno Barranco y José Regueira Ramos.
ANEXO I: POST AUTOBIOGRÁFICOS RELACIONADOS CON MI VIVENCIA EN LA JIMENA DE LA FRONTERA QUE ME VIO NACER Y TRANSCURRIR HASTA MI ADOLESCENCIA.
EL MÉDICO LASTRES DE LA ESTACIÓN (23.07.2017) Una historia que va más allá de una mera biografía médica. Ilustre galleguista, descendiente de una saga de prestigiosos facultativos, aterrizó en Jimena con el silencio sobre su pasado republicano y con la modestia y la discreción que caracterizó su personalidad así como el ejercicio de la profesión: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2017/07/22/32226/
EL MÉDICO JUAN MARINA (2ª PARTE) (15.07.2017) Continuación referido a la esposa del médico y familia, su descendencia así como a la vida del hermanastro, Antonio Marina Gutiérrez: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2017/07/14/32147/
EL MÉDICO MARINA DE JIMENA (10.07.2017) La biografía del jefe de la saga de los Marinas, José Medina Soria, así como la del médico que ejerció en jimena, su hijo, Juan Marina Bocanegra: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2017/07/10/32092/
LA SANIDAD DE JIMENA (1950-1970) 2ª PARTE (03.07.2017) Segunda parte de la Conferencia pronunciada el 19.05.2017 en el Salón de Actos de la antigua iglesia de la Misericordia en las XXIV Jornadas De Historia y Arqueología: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2017/07/02/31989/
LA SANIDAD DE JIMENA (1950-1970) 1ª PARTE (26.06.2017) Parte inicial de la Conferencia pronunciada el 19.05.2017 en el Salón de Actos de la antigua iglesia de la Misericordia en las XXIV Jornadas De Historia y Arqueología: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2017/06/25/31802/
EL BAILE EN “LOS TRES SALTOS” DE JIMENA (15.06.2017) En la última década de los años cincuenta e inicios de la década de los sesenta del pasado siglo hubo un salón de baile que marcó a una generación. Cómo se divertían, la música de entonces, lo que se bebía… https://ignaciotrillo.wordpress.com/2017/06/15/31855/
LA JINCALETA EN LA FINAL DE MADRID (09.06.2017) Sucedió a finales del año 1956. Jimena como única representante de Andalucía compitió con su baile de origen local, la Jincaleta, en la final de los Coros y Danzas de la Sección Femenina que se celebró en Madrid. Las peripecias que acontecieron: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2017/06/09/31809/
LA CASA DEL JUZGADO DE JIMENA (01.05.2017) Destacaba una gran mansión que existe frente a la casa donde nací. Me adentro aquí para recorrer lo que no se supo de las biografías familiares que la habitaron y el origen histórico de este noble inmueble: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2017/05/01/31675/
LA CALLE Y CASA DE JIMENA DONDE NACÍ (26.03.2016) La calle San Sebastián de aquel tiempo. Cómo eran las tiendas donde comprábamos y cómo nos la arreglábamos cuando las cocinas aran de leña, no existía la calefacción, el agua no corría por las casas, no había ni lavadoras ni tampoco frigoríficos: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2017/03/25/31449/
“LAS PLAYAS” DEL MUNICIPIO DE JIMENA (16.03.2017) Cómo eran de primitivas las playas adonde los primeros jimenatos nos desplazábamos para bañarnos. Las odiseas de esos primeros viajes. Cuál era el paisaje físico y humano que ofrecía aquel litoral: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2017/03/13/31303/
COCHES Y CARRETERAS DE AQUELLA JIMENA (06.03.2017) Un recorrido de época sobre los primeros coches que llegaron al mercado, cómo se conducían, qué reacción provocaba entre la población y como eran las infernales carreteras por donde transitaban: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2017/03/06/31255/
LA MUERTE DE LOS PAPAS DE ROMA DESDE JIMENA (25.02.2017) Al igual que pudo suceder en cualquier otro punto del medio rural en aquella España tan profunda y de tan obligada religiosidad oficial, relato aquí desde el prisma de la infancia cómo se vivió en el pueblo que me vio nacer la muerte en tan solo cinco años de dos Pontífices del Vaticano, Pío XII y Juan XXIII: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2017/02/25/31152/
EL CUENTO DE LA CIGÜEÑA Y LA REPRODUCCIÓN (17.02.2017) La historia de una infancia donde la escuela para la enseñanza de la hechos mas elementales, considerados por la moralina estrecha imperante como delicados y no aptos para menores, se aprendían en la calle a través del contacto directo de los amigos, tales como de donde venían los recién nacidos y como las parejas engendraban a sus descendientes: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2017/02/17/31102/
UN JIMENATO EN LA FERIA DE TESORILLO (15.02.2017): Un recorrido por las relaciones entre personas de distinto sexo acontecido a lo largo de una gran parte del siglo XX, tomando como hilo argumental de la narrativa la historia real sobre los avatares que le acontecen a un jimenato que fue a ligar a la feria del Corpus de la entonces pedanía y hoy entidad local autónoma, San Martín del Tesorillo: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2017/02/15/30992/
LOS ÁNGELES Y JIMENA CON LA FAMILIA LASTRES (05.02.2017): Pasado más de medio siglo, un recorrido por la Jimena y su Estación de tren de los Ángeles acompañado de una familia de octogenarios que así la vivieron en su tiempo de juventud y que tras marcharse del municipio han viajado de nuevo para volverla a recordar: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2017/02/05/30708/
BARBERÍAS Y PELUQUERÍAS DE JIMENA (27.01.2017): La sociología que envolvía a la clientela, tertulias y prensa que se leía en aquellas barberías de la década de los cincuenta y principios de los sesenta del siglo pasado, así como lo que significó la irrupción en el pueblo de las peluquerías para señoras: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2017/01/25/30573/
LA GRAN NEVADA DE 1954 EN JIMENA (20.01.2017): (El 3 de febrero de 1954) Jimena de la Frontera amaneció como nunca, con una inmensa nevada que casi todo lo cubría. Y en este caso desconocido y que no se ha vuelto a reproducir, narro cual fue la reacción de sus habitantes hasta que primero se heló y luego se derritió: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2017/01/19/30456/
LA DIVISIÓN AZUL EN JIMENA (09.01.2017): El relato de esta aventura del franquismo en apoyo a Adolfo Hitler, adonde llegaron dos jimenatos que atravesaron sinsabores múltiples por las penurias que padecieron: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2017/01/08/30335/
LOS ORÍGENES DEL FÚTBOL EN JIMENA (21.12.2016): La historia de la creación del club deportivo Jimena de fútbol asi como sus antecedentes, reconstruido a través de unos recortes familiares que casualmente hallé: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2016/12/19/30130/
LA TELEVISIÓN LLEGÓ A JIMENA A TRAVÉS DE SAN PABLO (21.10.2016): Las peripecias que ocurrieron cuando aparecieron los primeros televisores y cómo contribuyó a cambiar ciertas pautas del comportamiento de las gentes del pueblo: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2016/10/19/29752/
LA NOVENA QUE VIVÍ (01.09.2016): Cómo fueron a lo largo de mi infancia los nueve días dedicados a la patrona de la localidad, la Reina de los Ángeles, en la barriada que lleva su nombre y estación de tren, culminada el fin de semana de la primera semana de septiembre: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2016/09/01/29468/
TRAGEDIA TAURINA EN ALCALÁ LA REAL (26.08.2016): En el jienense pueblo de Alcalá La Real, cuatro años antes de que se hundiera la plaza de toros de Jimena de la Frontera, también había ocurrido un episodio de similares características: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2016/08/26/29375/
DESGRACIA TAURINA EN JIMENA (17.08.2016): El hundimiento de la plaza de toros de Jimena acontecido el 17 de agosto de 1961, donde hubo cinco muertos y cientos de heridos, entre ellas la hija del Primer Ministro de Reino Unido: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2016/08/17/29346/
EL PREGÓN A JIMENA QUE NO FUE (01.06.2016): En el año 2003 el ayuntamiento me nombró pregonero de aquella feria de Agosto. Cuando subí al escenario, me olvidé del guión que llevaba escrito para entregarme a las historias de mi infancia y adolescencia que me inspiraban los vecinos presentes. Ahora, localizado el texto que llevada redactado porque se me extravió, lo hago público : https://ignaciotrillo.wordpress.com/2016/05/29/28784/
EL CINE DE VERANO EN JIMENA (13.05.2016): Recorrido por lo que fue esta sala cinematográfica en la temporada veraniega y calurosa: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2016/05/13/28738/
EL CINE CAPITOL (25.04.2016): Radiografía sobre la sala cinematográfica y espectadores de invierno en Jimena: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2016/04/25/28693/
BARES DE JIMENA (04.04.2016): Descripción sobre bares y clientes que lo visitaban para beber, tapear y charlar: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2016/04/04/28375/
LA GASTRONOMÍA JIMENATA QUE FUE (03.03.2016): Un recorrido por los platos tradicionales, con el recetario de sus ingredientes y su evolución hasta hoy: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2016/03/03/28125/
ENTRAÑABLE AURELIO (19.02.2016) De la mano del taxista de Jimena recorriendo aquellas carreteras, paisajes y paisanajes de mi infancia en los coches de la época: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2016/02/19/27623/
LA MIRADA A LA GUERRA DESDE LA NIÑEZ (01.12.201): Cómo viví desde chico la Guerra Fría que se desarrollaba, como el accidente de bombas atómica caídas en Palomares, el bloqueo a Cuba por el despliegue de los misiles soviéticos o la carrera espacial: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2015/12/01/26981/
TOROS EN LA JIMENA DE 1957 (16.09.2015): Crónica de una historia local que recupero limpiando bolsas de recortes de prensa y apuntes manuscritos del pasado: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2015/09/15/26318/
CÓMO ÉRAMOS: ADOLESCENCIA, SCOUT Y MÚSICA (01.11.2012) Contiene las relaciones y vivencias de aquellos jóvenes y la música que oíamos de Radio Gibraltar así como los discos de vinilo que nos llegaban desde El Peñón: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2012/11/01/12928/
HACIA EL IIº REENCUENTRO DE LOS CLUBES DE JIMENA (18.04.2015): Tal como somos, medio siglo después de aquella adolescencia: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2015/04/17/25415/
CUANDO DE NIÑO ME FUI DE CINE (02.10.2012): Un apunte biográfico de mi infancia con la actriz sueca, Anita Ekberg, el español Fernando Fernán Gómez y el italiano, Vittorio de Sica: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2012/10/02/11624/
CÓMO LLEGÓ LA IIª REPÚBLICA Y SU PRIMER ALCALDE A MI PUEBLO (13.04.2014) La sencilla historia sobre cómo se enteraron radiofónicamente de la llegada de este acontecimiento histórico: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2014/04/13/22541/
LA HISTORIA DEL DOCTOR MONTERO (13.09.2014): Una sacrificada y sufrida biografía la del médico de mi pueblo comprometido con la causa de la democracia y la IIª República: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2014/09/13/23993/
CRISIS Y EMIGRACIÓN EN EL MEDIO RURAL (24.02. 2015): Cómo fue y las secuelas dejadas por la emigración de la décda de los sesenta del pasado siglo: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2015/02/24/25187/
MI PESADILLA CON WERT (18.03.2012): El relato a través del sueño sobre el modelo de enseñanza bajo el franquismo y que al parecer tenemos que volver con la LOMCE: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2012/03/18/6032/
GIBRALTAR, ESA GRAN COARTADA DE RAJOY (12.08.2013): No solo le sirvió el estribillo, “Gibraltar español”, a Franco para desviar las tensiones contra su Régimen, sino que también lo ha empleado Rajoy para tapar su corrupción: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2013/08/12/18762/
ANEXO II: TRILOGÍA SOBRE CASTELLAR DE LA FRONTERA.
DE JIMENA A CASTELLAR PARA VER MI PRIMERA NOVILLADA (06.11.2016): Cómo percibí el lugar en que se celebró y el transcurso de mi primera asistencia a una peculiar corrida taurina: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2016/11/06/29871/
LA CASTELLAR QUE CONOCÍ EN 1960 (06.12.2016): En qué situación de extremo subdesarrollo se encontraba este municipio y el cambio espectacular que se produjo en tan poco tiempo: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2016/12/06/29970/
CASTELLAR Y LA CASA DUCAL DE MEDINACELI (26.12.2016): Historia de Castellar y de la casa nobiliaria que la dominó durante un largo periodo con prácticas semifeudales y las distintos avatares divergentes que les vinieron sucediendo: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2016/12/25/30239/
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antonio yerga molina
agosto 3, 2017
En la foto del homenaje al doctor Montero, los dos hombres que están a la derecha de Juan José Montero Ortega, es decir, a la izquierda en la foto, son (de derecha a izquierda) los hijos de María Teresa Montero y nietos del doctor Montero, Esteban y José Enrique Cosano Montero, ambos médicos, el primero y mayor de la familia, radiólogo en Jerez de la Frontera; el segundo, médico de Medicina General en Trebujena y residencia en Jerez. Creo que la mujer con pelo corto y gafas oscuras que está detrás de María Teresa es hija de María Teresa, Marilén Cosano Montero.
Magnífica semblanza biográfica de una persona a quien se le recuerda con mucho cariño en Jimena.