Introducción
Ignacio Trillo
Prosigue, en este quinto capítulo, la entrevista que le realiza Gely Ariza (G.A.) a su nonagenaria madre Ángeles Núñez (A.N.), nacida en la localidad campogibraltareño de Jimena de la Frontera, acerca de lo que fue su existencia a lo largo de sus primeros ocho años de vida (1932-1940) que transcurrió en este municipio, inmerso en uno de los periodos de tiempo más convulsos de la historia de España.
Recordar que la reconstrucción de esta historia familiar y local de Jimena, según este testimonio que por primera vez se hace pública, se efectuó por Ángeles Núñez aprovechando la etapa dura del confinamiento por el COVOD-19, donde se sumergió en el acontecer de la vida cotidiana de su infancia, a la vez que fue transmitiéndoselo, acompañado de fotos y documentos, a hijos y nietos.
Si en el capítulo anterior, al horror de la guerra se le sumó la dolorosa pérdida, producida de forma inesperada e instantánea por un infarto, de la vida del padre de familia, José Núñez Gallardo; en este capítulo, centrado ya en la primera posguerra, la desdicha va a seguir acompañando a la saga. Sucederá con motivo de la herencia del progenitor, que provocará la ruptura entre la familia del primer matrimonio que mantuvo con la jimenata Clara Piñero Quirós, fallecida en su cuarto parto, con la de la segunda nupcias, concelebrada con la barreña María Jesús Gómez García.
Ante este conflicto intrafamiliar surgido, se producirá la marcha de Jimena de la Frontera de la protagonista de este relato, Ángeles, con su madre, María Jesús, y hermano más pequeño, Isidro, con destino a Algeciras. Entre tanto, sobre una parte de la rama materna de la familia barreña, Gómez García, recaía la represión franquista más atroz, afectando, entre otros parientes directos, a su tío Salvador, el que había sido veterinario de Jimena, que se sumaba a la que ya estaba sufriendo el encarcelado don José Montero Asenjo, médico de Jimena y concuñado de la madre.
A continuación, seguimos dando paso a la entrevista realizada por Gely Ariza Núñez (G.A.) a su madre, Ángeles Núñez Gómez (A.N.), sobre cuánto les fue relevando a sus descendientes sobre sus primeros años de vida:
G.A.: ¿Por qué todo se complicó con la guerra, donde ya sólo cabía ayudarse para sobrevivir, y ya nada volvería a ser como fue con anterioridad?
A. N.: En verdad, no sé cómo transcurrió todo. Sobre la guerra civil siempre hemos vivido después con los silencios. Dejó de haber preguntas y respuestas. Es que todo cambió. La vida dio vueltas. Antes, mi madre con la alegría que le caracterizaba cantiñeaba muy bien las canciones de la época, de Estrellita Castro o Pastora Imperio, que escuchaba en el aparato de radio que compró su marido.

Luego, ese nuevo invento radiofónico, sirvió para ponerlo en la puerta de la tienda de cara a que el vecindario conociera de primera mano los partes de guerra. Era una situación que no se acertaba a comprender. Se pasó, de cantar acompañando a lo que sonaba en la radio, como hacía mi madre, a escuchar con dolor y miedo y más que miedo lo que retransmitía. Mi padre, cuando la guerra, no ponía la radio dentro de la tienda para que no tuvieran lugar tertulias ni polémicas en su interior, sino fuera, solo para que el vecindario conociera lo que iba ocurriendo.

Él no formó parte de ninguna columna militar ni supo de fusiles, pero ayudó a quienes por ser familia o amigos habían sido parte de su vida hasta ese momento y se encontraban en situación delicada por su pertenencia al republicanismo y a las izquierdas. Formaban parte de lo que había sido hasta entonces su tranquila vida acaecida en Jimena. Medió constantemente desde su posición de no haber estado anteriormente implicado políticamente. Esa fue su manera de combatir y de sobrevivir. Intentaba apoyar y abrir las puertas de la casa a toda la familia, fuera de la adscripción ideológica que fuera.
Días antes de fallecer, mi padre había invitado a pasar unos días en su casa jimenata a la familia de Cádiz con quienes después pasaría yo tantos momentos. Se trataban de la hermana de mi madre, Salva, y de su marido Pepe Buscató, que habían pasado también lo suyo porque él estuvo en el frente. Se llamaba, como he dicho, Salva, y su hermano el veterinario era Salvador. Mamá Juana, mi abuela materna, siempre quería tener varones y hembras con el mismo nombre. Así que en los doce hermanos los nombres se repetían: Jesús y María Jesús, Salva y Salvador… Tengo la tarjeta de invitación que les envió a Cádiz mi padre gracias a la hija del matrimonio que la recibió. No sé si llegaron a venir. No lo recuerdo. En otros momentos, sí que estuvieron, pero en esas fechas tan delicadas del año 1940 puede ser que esas vacaciones de verano se vieran truncadas.

G.A.: Terminó la guerra pero no había terminado. Durante muchos años no entenderías qué había pasado. Cuando acaba una guerra quedan muchas hebras sueltas. Del pasado no se pasa al futuro tan fácilmente. Hay que tener voluntad de porvenir.
A. N.: Un hermano de Mamá Juana, mi abuela materna, tenía un hijo llamado Paco que era médico en Algeciras de algunos cargos militares franquistas y accedió a acompañar con su mujer a mis padres a Madrid. La idea era interceder por el tío Salvador. Llevaba ya casi un año la guerra finalizada y mi padre pensaba que con la intervención del doctor era posible que su cuñado y gran amigo Salvador fuese absuelto de todo y poder retomar con su familia, y a su carrera de veterinario de la que había sido separado por su condición de republicano.

Con todo el arrojo del mundo allí se presentaron. Guardo con devoción la foto que se hicieron en Madrid los cuatro. Veo a mi padre con la pajarita que era marca de su forma de vestir y a mi madre sonriente agarrada de su brazo y pienso en la ilusión de los cuatro de poder hacer algo para reconstruir parte de lo perdido.
Agosto de 1940 en Madrid. Pepe Núñez Gallardo. María Jesús Gómez García, y la esposa del médico algecireño Paco, el que le sigue a la derecha. Desplazados a la capital de España para hacer gestiones de cara a la puesta en libertad del hermano de María Jesús, el veterinario de Jimena, Salvador Gómez García, con resultados infructuosos. Foto: Ángeles Núñez Gómez.
No pudo ser y las respuestas obtenidas fueron más bien dirigidas a que no siguieran por ese camino de interceder. Verdaderamente fue su último viaje para mediar por los que les rodeaban. Al día siguiente de su llegada a Jimena, mi padre falleció de un infarto. Mi madre siempre vivió con ese momento agarrado en su vida.

La pena no se quedó ahí sino que tras su muerte supimos que nos teníamos que ir de Jimena. Desde el primer día estaba clara la situación. Los hermanos de Clara, la primera mujer de mi padre Pepe Núñez, eran Lorenzo y María de los Santos. Lorenzo Piñero Quirós sería el que se personó para representar a mis tres hermanos de padre (Paco, Pedro y María) en el contencioso que surgió sobre la herencia del papá fallecido.

Fue cuando Enrique Chamorro Merino, primer maestro de Palmones, contable del cortijo de las Albutreras, cuyos dueños eran familia de mi padre, se ofreció a representarnos a mi madre María Jesús, a mi hermano Isidro y a mí. Gracias a él nos sentimos amparados.

Tito Enrique estuvo casado con una hermana de mi abuela que falleció dejando una niña de meses a la que llamó María Antonia y se volvió a casar con otra hermana de su mujer, Tata. En su casa de Los Barrios siempre estuvimos acogidos.

Ahora he sabido que tito Enrique era hermano de Bienvenido Chamorro, alcalde de Sanlúcar que fue fusilado.

También supe que una de las hijas de Montero se casó con un hijo de Lorenzo Piñero y que otro hijo de Montero se casó con una hija del doctor Ortega.

G.A.: En la vida en tiempos de paz se hacen redes con hilos y agujas diferentes a los de la guerra y posguerra donde las diferencias se conjugan con nostalgia, odio y muerte. Se os quedó el dolor del fallecimiento de tu padre y una herencia como represalia.
A. N.: Sé que a mi padre Pepe Núñez lo enterraron con su primera mujer Clara Piñero y que en la lápida aparece mi madre como su viuda desconsolada. Conservo el colgante con una cruz que él siempre llevaba. No he podido visitar nunca el cementerio, ni la calle, ni la casa donde nací.
Desde el mismo día que falleció mi padre y cuando al día siguiente el dinero no estaba tras la estantería, mi madre ya vio lo que iba a ocurrir. Le bastó el velatorio para saber que había mucho en su contra. Tanto Lorenzo Piñero, como el tío de mis hermanos mayores, al igual que posteriormente el marido de mi hermana María, Justo Garzón, sobrino del secretario del Juzgado, se convirtieron en un obstáculo para formalizar o arreglar justamente la herencia.

Ya habían hablado mis padres en el viaje de vuelta de Madrid sobre todo lo que estaba ocurriendo, sin imaginar lo que sucedería días después. Nuestra familia o amistades cercanas a mi madre estaban con la pesadilla de la guerra y la resaca del inicio de la posguerra en sus propias carnes y parecía que todos vivían en un desastre. A mi hermano Paco le pilló la muerte del padre haciendo la mili en el Pardo, en Madrid. Vino en cuanto pudo al entierro. Guardo en una caja las escrituras, las fotos o las cartas del abogado comunicando que no hacían caso, o de mi hermano Paco, en los años cuarenta, diciendo que no podían ir a formalizar las escrituras de la casa que era de mi hermano Isidro y mía, justo la que prestó mi padre a su hermana Magdalena cuando regresó de Málaga y su casa de propiedad la habían asaltado «los moros» de Franco. Se acordó para que saliéramos de Jimena, que nos daban un dinero, el local, la casa junto a la tienda, pero que nos fue imposible recuperar, así como nuestras maletas de cartón. Además, el local estaba alquilado a una bella persona que tenía una barbería. Durante años le mandó dinero de alquiler a mi madre a través de la recovera, Isabelita «Caba», cuando iba a Algeciras.
Mi madre no podía volver a la Telefónica. Nuestros trámites de la herencia, viviendo ya en Algeciras porque mi madre se cansó de ir a Jimena para volver con más dolor, aceptó a llevarlos el abogado Leocadio Pérez de Vargas que tenía su bufete cerca de la Plaza Alta aunque creo recordar que venía de Estepona. Le fue imposible concretar y finalizar el procedimiento.

Ante este conflicto familiar, le dolía a mi madre todo el cuerpo cada vez que llegaba de Jimena e intentaba descansar boca arriba con el brazo derecho sobre la frente porque si no se asfixiaba.
G.A.: Todo fue más que un murmullo olvidable.
A. N.: Una vez, mis tías, yo ya no era tan pequeña, me llevaron a una procesión a Jimena y allí me encontré a mi hermano Pedro. Me saludó cariñoso, no tuve más remedio que saltar porque no podía morderme la lengua más y nos tuvimos que ir. Al cabo de los muchos años pude decírselo a mi hermano Paco en su piso de Algeciras porque me localizó para que fuera a verle antes de fallecer y me dijo que no hablaban en sus familias de que yo existía. Parece que les había ido bien y que habían cobrado un seguro por el fallecimiento de nuestro hermano Pedro. Cuando falleció atropellado mi hermano Pedro estando soltero en 1992, sin testamento y sin hijos; tanto seguros como herencia, se llevó a buen término sin contar conmigo. Me parece incomprensible pero así fue una vez más. Mi madre y mi padre no se hubieran enfurecidos, porque siempre trataban de solucionar antes que llenarse de ira, así que me alegré de que les fuera bien, pero ya era siglo XXI y otra vez, al mover papeles se olvidaron de mi existencia. Así se lo dije. Pero bueno, no demos tanto salto en el tiempo.
(CONTINUARÁ CON UN ÚLTIMO CAPÍTULO: DE JIMENA A ALGECIRAS: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2022/04/04/erase-una-vez-en-jimena-y-no-es-cuento-conversaciones-en-tiempo-de-pandemia-y-6a-parte/)
OTROS EPISODIOS DE ESTA SEMBLANZA
Érase una vez en Jimena y no es cuento. Conversaciones en tiempo de pandemia (1ª parte) (23.11.2021): https://ignaciotrillo.wordpress.com/2021/11/23/erase-una-vez-en-jimena-y-no-es-cuento/
Érase una vez en Jimena y no es cuento. Conversaciones en tiempo de pandemia (2ª parte) (01.03.2022): https://ignaciotrillo.wordpress.com/2022/03/01/erase-una-vez-en-jimena-y-no-es-cuento-conversaciones-en-tiempo-de-pandemia-2a-parte-01-03-2022/
Érase una vez en Jimena y no es cuento. Conversaciones en tiempo de pandemia (3ª parte) (10.03.2022): https://ignaciotrillo.wordpress.com/2022/03/10/erase-una-vez-en-jimena-y-no-es-cuento-conversaciones-en-tiempo-de-pandemia-3a-parte-10-03-2021/
Érase una vez en Jimena y no es cuento. Conversaciones en tiempo de pandemia (4ª parte) (21.03.2022): https://ignaciotrillo.wordpress.com/2022/03/21/erase-una-vez-en-jimena-y-no-es-cuento-conversaciones-en-tiempo-de-pandemia-4a-parte-21-03-2022/
OTRAS ENTREVISTA REALIZADAS A NONAGENARIOS JIMENATOS
ENTREVISTA DE MÓNICA ONCALA GIL A JUAN GIL PLATA (11.05.2021): https://ignaciotrillo.wordpress.com/2021/05/10/entrevista-de-monica-oncala-gil-a-juan-gil-plata/
FRANCISCA, POETA EN LA INTIMIDAD QUE QUISO SER PERIODISTA. ENTREVISTA REALIZADA POR IGNACIO TRILLO (26.04.2021): https://ignaciotrillo.wordpress.com/2021/04/26/francisca-poeta-en-la-intimidad-que-quiso-ser-periodista/
Posted in: Solo Blog
Posted on marzo 28, 2022
1