Las elecciones generales de 1977
Un repaso a los primero comicios celebrados tras 40 años de Dictadura. Ocurrió precisamente hace más de cuatro décadas. Esto significa que estamos ante el periodo histórico más largo de democracia que se ha vivido en España.
Ignacio Trillo
Conocer siempre de dónde venimos es fundamental para saber adonde ir y sobre todo para no retornar a lo que anteriormente fuimos.
Por ello es bueno recordar y valorar que acumulamos un periodo continuo e ininterrumpido de estabilidad democrática que este año 2020 ha cumplido 43 años, algo que es inédito en nuestra historia política contemporánea que a lo largo de gran parte de los siglos XIX y XX estuvo caracterizada por grandes convulsiones, con contiendas civiles y militares, largas dictaduras y tan solo pequeños paréntesis constitucionalistas.
Ahora bien, sí se pregunta en este momento a la población española qué día y en qué mes tuvieron lugar los primeros comicios democráticos tras la dictadura de Franco, la abrumadora mayoría no se acordará o no sabría qué responder.
ELECCIONES GENERALES DE 1977.
Aconteció el miércoles 15 de junio de 1977, jornada laborable, después de cuarenta y un años de estiaje democrático.
Los anteriores comicios generales habían acaecidos el 16 de febrero de 1936 bajo la II República. Este régimen constitucional tan solo tuvo en su plenitud cinco años de existencia (1931-1936) a consecuencia de un golpe de Estado sangriento.
Fue provocado fundamentalmente por la sublevación de los jefes de las tropas militares establecidas en el norte de África. Al resultar fallido en sus objetivos de tomar el poder en tres días, procedieron a declarar y desencadenar una guerra contra la resistente de la mayoría de la población que le hizo frente junto a otras fuerzas militares y de seguridad, partidos políticos de izquierda y republicanos y las dos centrales sindicales, que se mantuvieron leales al ordenamiento constitucional. Para doblegarlos y triunfar, la sedición necesitó tres años de contienda bélica (1936-39) con ingente ayuda del eje nazifascista que lo representaba Alemania e Italia.
Tras una era de cuarenta y un años con un sistema dictatorial que hundía sus raíces en los modelos fascistas que imperaron de la década de los años treinta, se iniciaba, en junio de 1977, sin suponerse en aquel instante su duración porque aún existía un gran miedo por lo sucedido con anterioridad, la etapa democrática más larga de nuestra historia.
También la de mayor prosperidad económica y social alcanzada, truncada desde mediados del 2008 por la crisis financiera que estalló en los mercados financieros internacionales, a los que siguió erróneas políticas de recortes sociales, privatizaciones y restricciones monetarias auspiciadas por la Unión Europea que la agudizaron. En nuestro país además fue más acentuada por la quiebra del boom inmobiliario y por el saqueo y el latrocinio que el PP sometió a lo público. Y cuando nos levántábamos de la misma, acontece la actual pandemia mundial del Coronavirus cuyas consecuencias -sobretodo sanitarias y socioeconómicas- tendrán que esperar un tiempo para que pueda ser analizada desde una perspectiva histórica.
Aquel día 15 junio de 1977, en gran parte de la península hispana, islas, y en las dos ciudades bajo pabellón español en el continente africano, amaneció con un cielo despejado, sol radiante y bastante calor.
De la composición del censo electoral de hoy solo queda menos del 30% de votantes que tuvo la oportunidad de ser convocado a las urnas en aquel ayer por haber cumplido los 21 años. Así estaba fijada la mayoría de edad, con derecho al voto, en tiempo aún preconstitucional, en tanto que, algo más del 70% del censo actual no se le pudo citar por ser entonces menor de edad o no haber nacido.
Entonces España tenía una población de 36,33 millones de habitantes frente a los once más de ahora cifrada en 47,43 millones. Y el censo electoral era de 23 millones de votantes, 14 menos al de las últimas elecciones del pasado 11 de noviembre del 2019 que ha sido de 37 millones.
Todo el acontecer alrededor de las urnas acaeció sin incidencias a destacar, pese a lo inhabitual que era organizar y acudir a un evento de estas características.
Desde primeras horas de la mañana, se fueron formando largas y ordenadas colas a las puertas de los colegios electorales, demostrativo de los ávidos deseos de votar, y en algunos casos también debido a la escasa destreza de los miembros de las mesas electorales. A pesar del ritmo ralentizado para emitir el sufragio, nadie se desesperaba ante el superior deseo de depositar la papeleta en la urna, aunque se echaran profusas horas de espera.
Entre la euforia y todavía con bastante reserva a la hora de creerse a pies juntillas que la democracia fuera a ser un viaje sin retorno, aunque con el recuerdo en la mente por los familiares más queridos que no llegaron a sobrevivir para compartir ese emotivo instante, se desarrolló el día.
Incontables, por tanto, fueron los electores recelosos que venían desde sus domicilios con las papeletas dentro de los sobres bien cerrados y guardados para que nadie sospechase a quién iban a votar. La opción política elegida para el sufragio se mantenía muy en secreto, no fuera a señalarse alguien. A duras penas algunos pudieron contener las lágrimas cuando llegaba el momento en que el nombre era citado y quedaba depositado el voto en la urna.
Estando censado en calle Salitre de la capital malagueña, me tocó depositar la papeleta en la urna existente en el centro escolar religioso de don Manuel, sito en calle Fernán Núñez 5, entre El Perchel y El Bulto, perteneciente a la orden religiosa vicenciana de las Hijas de la Caridad. Hora y media estuve en la larga cola que había a las 10 de la mañana hasta poder votar.
PARTICIPÓ UN 77,4%
En tanto, muchos ciudadanos estuvieron durante horas a lo largo de la jornada mareados, buscando dónde se hallaban inscritos, yendo de un colegio electoral a otro ante las enormes deficiencias que ofrecía el censo, con ausencias, electores repetidos y otros fallecidos. La distorsión se pudo estimar en su conjunto que afectó alrededor de un 5% del total de los que aparecían alistados. Sin embargo, un 78,83%, en que quedó cifrada la alta participación habida, pudo votar a nivel nacional. En muchas mesas tuvo que prolongarse el cierre del horario de la votación ya con las puertas cerradas y las gentes agolpadas en su interior más allá de las 20 horas.
Entre los inconvenientes para la participación destacó igualmente que la convocatoria electoral se celebró en jornada laborable. Hubo resistencias en muchos centros de trabajo a dar facilidades a sus empleados a pesar de ser obligatoria la concesión de permisos horarios y estar reglamentado el tiempo para el ejercicio del sufragio.
Los partidos políticos de izquierda, los más temerosos de que pudiera haber intentos de pucherazos, se coordinaron y comunicaron a lo largo de todo el día en afable y solidaria sintonía para cubrir con interventores o apoderados hasta la más recóndita mesa electoral de la capital y de la provincia.
A la hora del cierre, la incertidumbre sobre el resultado que se presentaría –por aquel entonces nada de encuestas a pie de urnas– era total.
Sin embargo, los primeros recuentos de papeletas, con rudimentarios procedimientos de tabulación -impensable la informática de la actual generación o la telefonía móvil- comenzaron a indicar un comportamiento del electorado prácticamente similar de un extremo a otro de la geografía hispana.
Ello, a pesar de que la campaña de presentación de los partidos y la explicación didáctica de sus programas había resultado muy corta. Además, los seis meses que precedieron a la fecha electoral habían sido de vértigo político, pleno de sobresaltos desestabilizadores de ultras y terroristas, desde la matanza por la extrema derecha de los abogados laboralistas de CCOO en su despacho de Atocha, hasta los atentados y secuestros protagonizados por ETA -cometió 56 atentados, desde el 2 de junio hasta el día de los comicios, 15 de junio, sobre todo en el País Vasco– y el GRAPO -del teniente general Emilio Villaescusa, presidente del Consejo Supremo de Justicia Militar, y del ex ministro Antonio Oriol, presidente del Consejo de Estado- para involucionar el proceso abierto hacia las urnas.
Adolfo Suárez, obteniendo el visto bueno de la Casa Real de cara a la homologación de España con los países europeos democráticos que avanzaban en su integración económica, había convocado con precipitación inusitada esta cita electoral.
Su objetivo era obtener la mayoría absoluta. Contaba para ello con el potente instrumento electoral que significaba RTVE, el único canal entonces existente y del que tanto sabía por cuanto había sido con anterioridad su Director General. Muchos de los aparatos del Estado heredados del franquismo aún se hallaban intactos. Los partidos políticos y los sindicatos más importantes estaban recién legalizados.
El líder de la UCD y presidente del Gobierno, rehusó por tanto abrir previamente un proceso constituyente para elaborar una Carta Magna y se fue apoyando en la reforma de leyes franquistas . Asimismo, retrasaría lo máximo posible las elecciones municipales, de tan malos recuerdos para la derecha por cuanto sucedió con las del 12 de abril de 1931, así que éstas no llegarían hasta el 3 de abril de 1979. Antes, hubo otras elecciones generales, 1 de marzo de 1979, que se tuvieron que convocar a consecuencia de haberse aprobado la Constitución en referéndum el 6 de diciembre anterior.
La crisis económica, la primera a nivel planetario tras la Segunda Guerra Mundial, que había empezado en 16 de octubre de 1973 con un exhorbitante encarecimiento del precio del petróleo por los países productores agrupados en la OPEP -sucedió tras la segunda gran guerra relámpago, la de Yom Kipur, entre israelitas contra los palestinos y otros países árabes del entorno- del que tan dependiente era la economía de nuestro país, unido al de otras subidas de precios en distintas materias primas y habiendo saltado por los aires previamente, agosto de 1971, el sistema financiero internacional, al suspenderse la convertilidad del dólar y el oro; hechos que el franquismo en su última agonía no quiso afrontar, se trasladó con virulencia ese final del crecimiento lineal con altas tasas del PIB que se venía produciendo a este periodo en que se iniciaba la democracia.
En este sentido, la inflación en España en ese momento electoral de 1977 era del 26% interanual y la tasa de paro cada vez más creciente, en una población activa que ya no estaba tan habituada al desempleo, habiendo dejado atrás la inmediata sangría migratoria laboral que había precedido la década de los cincuenta y principios de los sesenta.
Hubo otro temor por la participación. La confusión que podía originar, pasar de un partido único -el Movimiento Nacional- a descifrar y diferenciar en tan poco tiempo los contenidos ideológicos y programáticos que ofrecía la prolífica sopa de letras, como se llamaba entonces, por la cantidad de opciones políticas que se ofertaban, no resultaba nada fácil.
83 CANDIDATURAS
La convocatoria electoral realizada por Adolfo Suárez fue inmediatamente después de la legalización del PCE, ocurrida por determinación propia el sábado de Gloria de la Semana Santa para que pillara de vacaciones al Gobierno y a gran parte de la población, cuando aún retumbaban los ruidos de sables que ello provocó como malestar en muchos jefes militares franquistas, el ministro de Marina, Pita Da Veiga, presentó su dimisión ante la decisión- fue de veintiún días.
Hasta un total de 83, fueron las candidaturas que se presentaron en toda España, predominando en sus denominaciones, términos tan comunes como: democráticos o socialistas, o nombres de la región de origen y otras más localistas, que podían hacer pasar un mal trago al elector e inducirle a equívocos, con posible resultado final en las urnas caracterizado por una excesiva atomización en la representación política o territorial que hiciera imposible la formación de un Gobierno y perjudicando por tanto lo que entonces era objetivo prioritario: La consolidación de la naciente democracia.
Sin embargo, los primeros resultados del recuento que se fueron conociendo no daban lugar a equívocos. El sabio cuerpo electoral había votado sorprendentemente con una enorme madurez. Resultaba imposible de creer, ante los referidos déficits democráticos acumulados por la falta de ejercicio práctico de depositar el voto ante las urnas, que lo clavara de tal forma.
Primó la concentración del voto en pocas formaciones políticas, en un total de siete, homologándose a otros países europeos que nos llevaban años luz de adelanto democrático. Los líderes nacionales frente a los localistas habían acaparado la decisión de los votantes.
Tras muchas horas de nerviosa espera pero dentro de la misma madrugada, se hizo público el recuento provisional del escrutinio.
A nivel nacional, el centro derecha de la recién creada UCD de Adolfo Suárez, el favorito en esta primera cita, con 165 diputados, se alzó con el voto (34,44%) de la mayoría relativa, lo que le permitía gobernar en solitario, cosa que hizo, y con consenso en cuestiones cruciales.
En la izquierda, el socialismo renovado del carismático Felipe González había resultado hegemónico (118 escaños con el 29,32% de los votos)
Ambas fuerzas sumaban el 63.74% de los votos.
Por el contrario, rotundo fracaso de la Alianza Popular (8,21% y 16 diputados) de Manuel Fraga, que se presentó acompañado de una pléyade de ex ministros de la Dictadura y con las mismas recetas fracasadas en el postfranquismo, donde el susodicho gallego había sido ministro del Interior en el Gobierno de Arias Navarro.
No quedó totalmente satisfecho por los resultados conseguidos el Partido Comunista de España (PCE), tercera fuerza política en las urnas, pleno, en las listas que presentó, de legendarias y veteranas figuras procedentes del exilio y del pasado de guerra contra los golpistas.
No supieron sus dirigentes dar un paso atrás que posibilitara la renovación de este sacrificado partido que se había batido el cobre duramente en condiciones de clandestinidad contra el franquismo para incorporar en primera línea a la numerosa generación de jóvenes y cualificados profesionales que contenía en sus filas, forjados en la política en el interior de España, y que era má representativa e identificable con la nueva sociedad surgida.
El temor a que un gran resultado del PCE pudiera provocar como reacción una marcha atrás en el proceso democrárico que se abría, al mantenerse intacto los aparatos del Estado heredados del franquismo, pesó.
No obtuvo, por tanto, la cosecha de votos (se quedó en un 9,33% y 20 diputados) que esperaba, como mérito por haber sido la mayor fuerza política clandestina en sacrificio, poder de movilización y lucha opositora al franquismo, bajo las adversas condiciones persecutorias de la represión.
Tampoco colmó totalmente sus expectativas, el socialismo humanista y regeneracionismo de extracción universitaria e ilustrada, provenientes del liderazgo del noble y entrañable viejo profesor, don Enrique Tierno Galván (4,46% y 6 diputados) que en Andalucía se presentó unido a los andalucistas.
La democracia cristiana, presidida por el honesto Joaquín Ruiz-Giménez, no llegó a conseguir un solo escaño a consecuencia de que la jerarquía de la iglesia católica no la apoyó y si a la UCD.
Al igual, le llegó la autoinmolación a una dividida extrema derecha pura y dura, falangista y blaspiñarista, que esperaba captar el voto militante de la burocracia franquista y de su influencia fáctica, quedándose in albis.
Asimismo, una ultraizquierda que se presentó muy fragmentada y bajo el imperativo de aquella legalidad, también estuvieron proscritos los partidos republicanos, que le obligó a comparecer como agrupaciones de electores.
CATALUÑA Y PAÍS VASCO
Ya en las primeras elecciones de 1977, tanto Euskadi como Cataluña presentaron sus particulares mapas electorales por mor del afloramiento del nacionalismo periférico en ambas circunscripciones.
El Partido con el qie se presentó Pujol, «Pacte Democrátic Per Catalunya», consiguió once diputados. Lo que luego sería el partido «Unió Democrátic» que lideró Duran i Lleida, logró dos. Y la ERC de hoy, uno.
En Euskadi: el PNV logró ocho diputados y Euskadiko Ezquerra, que procedía de los escindidos de ETA, «los polis-milis», uno, en tanto el abertzalismo del entorno de ETA Militar planteó la abstención.
En cuanto a la representación femenina de diputadas, en aquella fecha fueron 21, mientras las salidas de las urnas del pasado 11 de noviembre han sido 151.
LAS ELECCIONES DE 1977 EN LA CIRCUNSCRIPCIÓN DE LA PROVINCIA DE MÁLAGA
Málaga, no fue una excepción y sus resultados estuvieron en sintonía con los habidos a nivel nacional, si bien algo más escorado a la izquierda.
En aquel instante, en el PIB malagueño, el 65% del valor añadido lo aportaban la construcción y los servicios y el sector primario un 25%. El sector industrial era raquítico, fuertemente golpeado por la crisis de comienzos de la década de los setenta.
El PSOE ganó, obteniendo un porcentaje de voto, 42,7%, que fue el mayor logrado a nivel nacional con respecto a las demás circunscripciones electorales provinciales.
Y el PCE se situó, con un 11,7%, dos puntos por encima de su media nacional. Asimismo, la candidatura a la Cámara Alta, «Senado Democrático», basada en la unidad de la izquierda malagueña -PSOE, PCE, PSA Y PSP- barrió.
Elecciones de 1977 en Málaga
Censo electoral: 569.535 malagueños
Participación: 77,36%
Abstención: 22,64%
Partidos que se presentaron en Málaga: Catorce
Escaños en juego en el Congreso: Ocho
Escaños en juego en el Senado: Cuatro
Diputados electos: Rafael Ballesteros, Carlos Sanjuán, Francisco Román y Ramón Germinal Bernal Soto (PSOE); Francisco de la Torre, Ignacio Javier Huelin y José García Pérez (UCD); y Tomás García (PCE).
Senadores electos: Enrique Brinkmann, Antonio García Duarte y Braulio Muriel López, los tres por la candidatura «Senado Democrático» que representaba la unión de las izquierdas malagueña, y Francisco Villodres (UCD)
Resultados de las elecciones generales de 1977 en la provincia de Málaga
Siglas | Candidatura | Votos | % válidos | % censo | % candidaturas | Diputados |
PSOE | PARTIDO SOCIALISTA OBRERO ESPAÑOL | 185.095 | 42,60% | 32,50% | 42,69% | 4 |
UCD | UNION DE CENTRO DEMOCRATICO | 115.390 | 26,56% | 20,26% | 26,61% | 3 |
PCE | PARTIDO COMUNISTA DE ESPAÑA | 50.990 | 11,73% | 8,95% | 11,76% | 1 |
AP | FEDERACION DE PARTIDOS DE ALIANZA POPULAR | 34.838 | 8,02% | 6,12% | 8,03% | 0 |
PSP-US | PARTIDO SOCIALISTA POPULAR – UNIDAD SOCIALISTA | 22.144 | 5,10% | 3,89% | 5,11% | 0 |
RSE | REFORMA SOCIAL ESPAÑOLA | 7.049 | 1,62% | 1,24% | 1,63% | 0 |
FDI | FRENTE DEMOCRATICO DE IZQUIERDAS | 5.106 | 1,18% | 0,90% | 1,18% | 0 |
FDC-EDC | COALICION ELECT. EQUIPO DE LA DEMOCRACIA CRISTIANA | 3.942 | 0,91% | 0,69% | 0,91% | 0 |
MSA | MOVIMIENTO SOCIALISTA ANDALUZ | 3.245 | 0,75% | 0,57% | 0,75% | 0 |
ASDCI | ALIANZA SOCIALISTA DEMOCRATICA | 1.536 | 0,35% | 0,27% | 0,35% | 0 |
CIPYE | CANDIDATOS INDEP. DE LA PEQUEÑA Y MEDIANA EMPRESA | 1.480 | 0,34% | 0,26% | 0,34% | 0 |
FJONSA | FALANGE ESPAÑOLA DE LAS JONS AUTENTICA | 1.444 | 0,33% | 0,25% | 0,33% | 0 |
ANEPA-CP | ASOC.NAL. PARA EL ESTUDIO DE PROBLEMAS ACTUALES | 1.124 | 0,26% | 0,20% | 0,26% | 0 |
BAI | BLOQUE ANDALUZ DE IZQUIERDA | 226 | 0,05% | 0,04% | 0,05% | 0 |
En consecuencia, el mapa político surgido a nivel nacional se pareció más al que por entonces se daba en Francia, que al esperado, frágil, fraccionado e inestable de Italia que contaba en aquel tiempo con una fuerte Democracia Cristiana que formaba, cada dos por tres, efímeros gobiernos pentapartitos que duraban escasos meses, y con una hegemonía opositora en el campo social y sindical patrocinada por el PCI del eurocomunista Enrico Berlinguer, pero al que ni la entonces Comunidad Económica Europea ni la OTAN permitían que formara parte del Gobierno.
Esta historia sucedió hace cuarenta y tres años, cuando aún no gozábamos ni de Constitución y la demografía española como la población activa -donde aún gozaba de un gran peso el sector primario- era bien distinta a las de hoy.
Posted in: Solo Blog
Posted on diciembre 19, 2015
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