Ignacio Trillo

He tenido conocimiento, en fecha algo tardía a cuando se produjo el luctuoso suceso, que Antonio Marina Pérez-Navarro, jimenato de pro y persona entrañable y afectiva, nos dejó el pasado día 23 de agosto. Contaba con noventa y tres años, habiendo llegado a ser el más longevo entre los miembros de la saga familiar, tanto por parte de la rama de los Marina como por la de los Pérez-Navarro.
Contacté con él por primera vez el año 2017, cuando se hallaba recién retornado a España procedente de Venezuela, después de una larga estancia en dicho país caribeño (1978-2016) por motivos laborales.
Fue con motivo de escribir la historia de la saga familiar de los Marina. Lo localicé en Murcia donde se hallaba residiendo con su esposa y la familia de su hijo Fernando, el tercero de los cuatro descendientes que tuvo, de profesión médico. Me posibilitó la comunicación uno de sus primos residentes en la capital malagueña, Salvador Marina Benítez. En la inicial conversación que mantuvimos, apenas me presenté con la credencial de ser originario del mismo pueblo. Jimena de la Frontera, donde él había venido al mundo, no es que todo marchara sobre ruedas, sino que fue como si pasáramos a formar parte de la misma familia. Con tono desenfadado me llamaba el Sherlock Holmes de Jimena, porque si el dato que indagaba no me llegaba de sus recuerdos, poco tiempo después lo llamaba para comentarle que ya lo había averiguado por otras fuentes. A continuación, aparte de que nos telefoneáramos con cierta frecuencia por ser un testigo privilegiado de aquel tiempo que fue, nos wassapeábamos y felicitábamos en las grandes conmemoraciones. Últimamente, echaba de menos no saber nada de él desde hacía unos meses, pero al coincidir con el verano no me extrañó. A pesar de su avanzada edad, no me había planteado que le preocupara su estado de salud, en tanto el cuadro de lucidez que presentaba, cada vez que le requería algún dato de su memoria, su respuesta era más que coherente como satisfactoria.
Antonio, vino al mundo el tres de febrero de 1929 en Jimena de la Frontera. Siete años después, estalló el golpe de estado del 18 de julio de 1936, convertido ante su fracaso en estado de guerra unilateral declarada por los propios rebeldes, no así sucedió por el gobierno de la República en la medida que dicha declaración conllevaba la supresión de los derechos y las libertades contemplados en el marco constitucional. Este episodio llevó a que al mes siguiente, al no encontrar el golpe sedicioso con seguimiento alguno en el municipio y preveerse por ello una próxima invasión armada violenta por parte de los insurrectos, como así sucedería, abandonó el pueblo junto a su hermano de la mano de sus padres.
Antonio contrajo el pasado mes de julio el Covid-19, por lo que se vio obligado a ser hospitalizado. Se recuperó, regresó a su domicilio y poco después volvió a sentirse mal. En su internamiento en el centro sanitario había contraído dos peligrosas bacterias resistentes a medicamentos, que fueron las causantes del fatal desenlace.
Por formar parte de una amplia saga familiar que dejó enormes huellas en la historia de Jimena, paso a relatar sus antecedentes genealógicos.
Comienzo por su abuelo paterno, José Marina Soria, un prominente empresario. Nació en Revilla de Calatañazos (Soria), siendo hijo de Juan Marina Plaza y de Gregoria Soria y Blanco, ambos naturales de Fuente Cantos (Badajoz). En el último tercio del siglo XIX, contando con 12 años, partió desde su tierra natal con rumbo a Vélez-Málaga, al objeto de ganarse el sustento y hacer dinero, empezando como aprendiz en la fábrica textil que poseía un tío suyo. Tras la muerte del familiar veleño, se hizo cargo del negocio. Marchó posteriormente a Málaga, logrando, con suerte y esfuerzo, ampliar sus actividades empresariales en negocios lícitos y otros no tan legítimos, no obstante muy propios de aquella época, como lo significaban el comercio de contrabando con Gibraltar y el de prestamista con altos intereses y bien avalados. Se unió en una primera relación sentimental con María Gutiérrez Maese, hija de Cristóbal Gutiérrez Muñoz y de Antonia Maese, ambos naturales de Málaga. El 9 de diciembre de 1896, el matrimonio tuvo un hijo, Antonio Marina Gutiérrez, -padre del honrado en este obituario-, muriendo la esposa en el parto. Dieciocho meses más tarde, también en la ciudad de Málaga, contrajo un segundo matrimonio. Lo llevó a cabo con Dolores Bocanegra Simó, originaria de Cañete la Real y proveniente de una familia de renombre y recursos. Con esta segunda esposa tuvo otros cinco hijos más. Cuatro nacidos en Málaga: José, que acabaría Derecho y ejerció de secretario de ayuntamiento en Alhaurín el Grande, siendo más tarde cuando se trasladó a Madrid en labores también funcionariales, quedándose allí a vivir. Juan, médico, ginecólogo, que durante toda su vida profesional fue médico de Jimena. Salvador, médico con la especialidad de puericultor. Teresa, casada con el afamado pintor de óleo, Rafael González Sáenz, vecino de Huelva, que se fue a vivir a Barcelona. Y un quinto, Gregorio, que también haría Medicina, con la especialidad de pediatra, que fue alumbrado en Jimena, exactamente el 26 de octubre de 1911.

Y es que sobre el año 1910, por razones de negocio, transcurriendo los inicios de los estudios universitarios de algunos sus hijos, marchó de Málaga a Jimena de la Frontera con la familia al completo para vivir. Se estableció, como residencia del matrimonio y de toda su prole, en un noble inmueble, hoy Hostal Henrietta, situado en el número 50 de la calle Sevilla, entonces llamada calle del Conde de Niebla.
En el tiempo que permaneció en Jimena (1910-1933), este abuelo del ahora fallecido, aparte de otras iniciativas, como la construcción de un Molino de harina para su explotación a maquila, también trajo la luz al pueblo. Ocurrió en el año 1921. De ideología conservadora, tras el triunfo del golpe de estado del general Primo de Rivera fue alcalde de Jimena desde el día 3 de octubre de 1923 al 24 de marzo de 1924 en que dimitió. Tuvo cierta fama de cascarrabias y no fácil en el trato. Veintitrés años después de su llegada, sobre el año 1933, marchó desde Jimena a Málaga para vivir nuevamente, esta vez por razones de salud de su esposa. Enviudó en 1935. Al final de la Guerra, se fue a Barcelona a la casa donde vivía su hija. Se suicidó el año siguiente, tirándose del balcón del piso de la descendiente cuando ya sufría una profunda depresión por la demencia senil que le sobrevino.

Por otra parte, Antonio Marina Gutiérrez, padre del fallecido, había nacido, como ya se dijo, en Málaga en 1896. Fue, tal como también se ha indicado, el hijo único del primer matrimonio del patriarca de la estirpe y vivió en Jimena a partir del año 1910, cuando contaba con catorce años, hasta que, a mediados de agosto de 1936, presintió que los sublevados, más temprano que tarde, tomarían la localidad. Enamorado del pueblo, echó raíces. En su estancia en Jimena, llevó la administración del Molino de Harina, junto a la fábrica de la luz, situada a la entrada a la localidad, construidas ambas instalaciones por su padre. Empezó a trabajar bien pronto, compatibilizándolo con cursar sus estudios de Farmacia matriculándose en la Universidad de Granada. En el año 1925, con veintinueve años, se casó con la vecina de la localidad, Julia Pérez-Navarro Medina, de veintitrés años, cuyos padres eran también jimenatos de pura cepa: Antonio Pérez-Navarro Pajares y Julia Medina Sarrias. El matrimonio tuvo tres hijos, nacidos todos ellos en Jimena: José, lo fue en el año 1926, muriendo de adulto el año 1972 en Málaga de forma accidental encontrándose ya casado y con descendencia; Antonio, que acaba de fallecer, tres años menor; y por último, Dolores, que vio la luz en 1933 pero murió de sarampión a la temprana edad de tan solo de año y medio. Estos cónyuges vivieron, primero en la jimenata casa de calle Sevilla que pasado el tiempo, durante la posguerra, pasó a ser oficina de correos, junto a la tienda de Aurora Limón, y más tarde, transcurriendo el año 1933, cuando el patriarca Marina marchó con su esposa a Málaga, en la mansión de la saga, hoy Hostal Casa Henrietta.
Antes de que tuviera lugar la caída de la monarquía, sucedida el 14 de abril de 1931, Antonio Marina Gutiérrez, padre del ahora fallecido, fue miembro, de la Comisión Organizadora de la Agrupación al Servicio de la República de Jimena. Un día después de la proclamación del nuevo sistema político, fue nombrado concejal del primer ayuntamiento republicano que sustituyó provisionalmente al salido de las elecciones municipales del anterior 12 de abril que no llegó a tomar posesión. Cesó de su puesto de edil a principio de junio de ese año, al no presentarse a las elecciones locales que, en repetición a las que habían tenido lugar momentos antes de la proclamación de la II República, que fueron anuladas por el fraude electoral provocado por los monárquicos de la localidad, tuvieron lugar en el inmediato domingo día 31 de mayo, donde su cuñado, José Pérez-Navarro Medina, que si se postuló, fue el candidato que obtuvo el mayor número de votos. Durante el periodo republicano, militó en el Partido Unión Republicana (UR) que lideraba a nivel nacional, Diego Martínez Barrios, y a nivel local el médico de Jimena, oriundo de Montejaque (Málaga), Guillermo Ortega Durán. Su tendencia ideológica era de centro y propugnaba el liberalismo social.
14-4-2019. Placa conmemorativa del 88 aniversario de la proclamación de la II República que fue colocada por las autoridades locales en el ayuntamiento de Jimena, donde figuran los últimos ediles republicanos nombrados el 22 de febrero de 1936 para formar parte de la Comisión Gestora que iba a llevar el gobierno local, tras las elecciones generales de ese mes en las que triunfaron las candidaturas del Frente Popular, figurando el cuarto de la relación, Antonio Marina Pérez-Navarro.
Fue también edil en la Comisión Gestora de la Corporación local que fue creada y tomó posesión el 22 de febrero de 1936, seis días después del triunfo de las candidaturas del Frente Popular en las urnas de las elecciones generales. Cinco meses más tarde, irrumpiría el golpe de estado. En ese instante, se constituyó en Jimena el Comité local del Frente Popular, presidido por el alcalde, del que siguió formando parte. A mitad del mes de agosto, ante el ambiente enrarecido existente por la llegada masiva de refugiados y la amenaza de los golpistas de la inminente ocupación militar de la localidad, una vez que los rebeldes se habían hecho fuerte y consolidadas sus posiciones en la bahía campogibraltareña y habían tomado el resto de la provincia de Cádiz, decidió marcharse a pie con sus dos hijos y su esposa Julia hacia el litoral, con escala en Estepona y destino a Málaga capital donde se encontraba el padre y el resto de la familia. Cuatro meses más tarde, temiendo nuevamente el avance que proseguían los sediciosos, en solitario abandonó Málaga, dejando en esta capital a la familia, yéndose a vivir a Barcelona. Un año y siete meses después, por idéntico motivo, huyó en un barco de vapor a Tánger, donde llegó el 8 de agosto de 1938. Se ganó allí la vida con representaciones comerciales e impartiendo clases particulares.

Año 1940. El malagueño-jimenato, Antonio Marina Gutiérrez, fue detenido en Tánger a principios del mes de agosto de 1940. Ocurrió tras la ocupación de esa ciudad norteafricana por Franco que se había producido dos meses antes, rompiendo el estatus de ciudad internacional neutral que gozaba. Tras la detención, fue encarcelado y procesado por un tribunal militar dependiente de la II Región, la de Andalucía,por delitos muy graves que había sido acusado por un funcionario español de Tánger. Era el hermano del que había sido alcalde de Jimena bajo la IIª República, (1931-1935), el lerrouxista, Pedro Llinás del Villar, reconvertido en estas fechas en recalcitrante franquista. Fuente: Fotocomposición propia.
Tras el final de la Guerra, en junio de 1940, tuvo lugar la toma por Franco de la citada ciudad norteafricana, coincidiendo con la entrada de las tropas de Adolfo Hitler en París, acabando con el estatus de neutralidad internacional que gozaba. Poco después, se produjo su detención y encarcelamiento, primero en Larache, de ahí pasó a la prisión de Tetuán bajo protectorado español y a continuación quedó encerrado en la fortaleza militar del Monte de Hacho ceutí. Siete meses más tarde, saldría en libertad provisional y, en octubre de 1941, sobreseída la causa militar, donde había sido acusado, falsamente, de ser responsable del asesinato de doce miembros de la jimenata derecha antirrepublicana y por rebelión militar, ser marxista y masón.

Años 50. Antonio Marina Gutiérrez, se dedicó en Málaga a la repreentación comercial y a la intermediación. Visitaba por las tardes en la misma calle Larios el Círculo Mercantil de Málaga, donde igualmente tenía al grupo de amigos tertulianos con los que echaba las tardes. Aquí haría amistad con Gabriel Quesada Márquez, «Canito», bien conocido en Jimena por las compra-ventas de tierras y por ser propietario, entre otras muchas explotaciones, del Cortijo de «Barría». Fotos: Universidad de Málaga.
A partir de quedar en libertad, ya permaneció en Málaga, de donde no se movió, hasta el final de su vida, dedicado a representaciones comerciales y a la intermediación de fincas. No se fio, bajo el franquismo, que, de regresar a Jimena, nuevas tropelías represivas le pudieran esperar. Ello no significó que la olvidara. Pasado el tiempo, su mujer, la jimenata Julia Pérez-Navarro, fortaleza protectora de la familia, falleció de repente a consecuencia de un ictus cerebral. Sucedió el uno de noviembre de 1969, día de los difuntos. Ocho años más tarde, 1977, contando con 79 años, coincidiendo con la llegada de sus anhelados deseos de democracia a España, falleció el que fuera padre del que ahora aquí se le rinde reconocimiento. Ocurrió por bronquitis crónica, mal heredado de su padre. Los restos del matrimonio, en ese amor que siguieron profesando a Jimena, del que no pudieron disfrutar por los avatares del tiempo convulso que les tocó padecer, tal y como hubieran querido, se hallan, por deseo expreso, juntos, descansando en el viejo cementerio ubicado en el Castillo.
3-2.2022. El día de su último cumpleaños, noventa y tres años cumplía, todo orgulloso de que su nieto le hubiera encuadernado la biografía que escribí sobre su padre, Antonio Marina Gutiérrez, me envió esta sonriente foto desde Murcia. Foto: Antonio Marina Pérez-Navarro
En cuanto a Antonio Marina Pérez-Navarro, el ahora fallecido, nieto e hijo de los renombrados en la prólogo que antecede, tras la huida voluntaria de Jimena a iniciativa del padre, sucedida a mediados de agosto de 1936 con motivo del temor por la Guerra, se estableció con la familia que habitaba en la capital malagueña, residiendo inicialmente en el piso de su abuelo, José Marina Soria, en la céntrica calle Cortina del Muelle. Hizo el bachiller en el colegio de San Agustín, a escasos metros de donde vivía, en tanto su hermano Pepe lo llevó a cabo en San Estanislao Kostka en la barriada de El Palo.
Ambos realizaron a continuación Perito Industrial, que era de lo poco que podía costear la aún maltrecha economía familiar, todavía no recuperada por motivo de la Guerra sin tener que residenciar fuera de la capital malagueña, finalizando la carrera en el curso 1949-50. Los dos hermanos formaron parte de la misma promoción a pesar de los casi cuatro años de edad que les separaban.

Lo cursaron en la casona de la malagueña calle La Regente, inmueble que precedió al nuevo edificio del arquitecto Fisac que no sería construido e inaugurado en el barrio de El Ejido ya en abril de 1961. Recordaba que, entre otros profesores, tuvo: al ingeniero Francisco de la Torre Acosta (1913-1969), padre del actual alcalde de Málaga (2000-2022), que le impartía la asignatura de Hidráulicas; Agustín Laborde Nute, la de Oficina Técnica y Dibujo; Segundo Revidiego Conejo, Talleres; Marín Tenerizo, Física y Química; Valentín Valdenueva…
Año 1957. La iglesia del Corpus Christi del barrio Pedregalejo de la capital malagueña donde se casó Antonio Marina Pérez-Navarro con Carmen Luisa Puigdó.
Se casó en Málaga en 1957, en el barrio malagueño de Pedregalejo, en la iglesia del Corpus Christi contando con 28 años. Lo llevó a cabo con la ciudadana venezolana con raíces catalanas, Carmen Luisa Puigbò, diez años menor que él, que había llegado del continente americano para traerse a su padre a vivir a Málaga porque padecía del corazón.
Agosto del año 1936. Edificio de calle Cortina del Muelle, número 65, donde en la segunda planta vivían en Málaga el padre de los Marina, José Marina Soria y tenía su consulta médica, Salvador Marina Bocanegra, y Antonio Marina Gutiérrez se vino a vivir con su familia tras su marcha de Jimena. Foto: Google. Año 1955. Edificio de estilo regionalista proyectado por el afamado arquitecto, Fernando Guerrero Strachan, en Paseo Reding, frente a la plaza de Toros de la Malagueta, que fue construido en 1922 con la denominación de las casas de Félix Sáenz por ser su promotor donde se fue a vivir de alquiler la familia de Antonio Marina Gutiérrez desde Cortina del Muelle. Fuente: Wikipedia.
Carmen a su llegada a Málaga, se afincó en el Paseo de Reding, lugar donde la pareja se conoció, cerca de las Casas de Félix Sáenz, enfrente de la plaza de toros, ya que el que se convertiría en su novio vivía con sus padres, una vez que dejaron el piso en Cortina del Muelle. Tras la boda, el matrimonio se fue a vivir a un piso en calle Botánico Prolongo, a espaldas de la cochera de los autobuses del Palo.
Antes, cuando acabó Perito Industrial, el que ahora nos ha dejado, estuvo trabajando en los astilleros de Sevilla.
Marzo 1956. En la plaza de España de la capital sevillana cuando trabajaba en los astilleros de Seilla. Foto: Herederos Marina Puigdó.
Más tarde, y durante catorce años, se ocupó en la empresa italiana de cable submarino, Italcable, hasta que, desaparecida la misma, en vez de entrar en la administración del Estado como le fue ofrecido, decidió montar en Málaga dos empresas propias: Fonesa, relacionada con la fontanería, la electricidad y el saneamiento, y Bemar, de suministro de materiales de la construcción y de electrodomésticos.
Años 60. De retorno a Málaga, en la empresa Itelcable que creo. Foto: Herederos Marina Puigdó.
En 1978, la profunda crisis económica que asolaba España, inmersa en la crisis mundial que se inició por las brutales subidas del precio del petróleo y demás materias primas, que afectó con especial virulencia en el sector de la construcción, se llevó por medio las empresas que eran de su titularidad, ante la cascada de quiebras y suspensiones de pagos de sus clientes. Ello le llevó a que, recomendado por su cuñado, emigrase a Venezuela, tierra natal de su esposa que entonces ofrecía grandes oportunidades de negocio. Allí complementó su formación profesional con el título de Ingeniería Mecánica, dedicándose con gran éxito a diversos trabajos, entre otros, relacionados con Estaciones Hidráulicas y Plantas de Tratamientos.
Año 1979. Comienza una etapa nuea en Venezuela yéndose a vivir a la ciudad de Valencia donde habitará hasta su marcha nuevamente a España en el año 2016. Foto: Herederos Marina Puigdó.
Viviendo en la ciudad venezolana de Valencia, tres años más tarde de su llegada, cuando caminaba por una de sus calles se le acercaría casualmente, el jimenato Cristóbal Arjona Navarro, amigo de infancia en el pueblo. La sorpresa fue mayúscula. Su vecino había llegado a este país en 1949, acompañado de su madre Ángeles Navarro Ferrer, y de su hermana Juanita, porque ahí se hallaba exiliado por razones políticas el padre, Juan Arjona Gil, practicante y técnico dentista en Jimena que había sido un destacado masón durante la II República, gran amigo de sus padres, Antonio Marina Gutiérrez y Julia Pérez-Navarro Medina.

Pocos días después, coincidirían ambas familias, en la citada ciudad venezolana, en una cena con fines sociales. El exilio político y el laboral, mal endémico y estructural de Jimena a lo largo del siglo XX, quedaba una vez más reflejado en el histórico retrato de este encuentro.
Años 90. Con su esposa. Carmen Puigbó, y el gran amigo de Málaga, Manolo Iglesias, en la playa cocoteros del Estado venezolano de Falcón en un momento de relax. La larga estancia en Venezuela le fue económicamente bastante bien, hasta que irrumpió la gran crisis sistémica que asola a este país caribeño y nuevamente le afectó a sus negocios, agravado en su economía familiar porque tras su retorno a España, ante la situación insostenible de la Venezuela de Maduro, por los controles para la salida de los capitales, llevó a que sus bienes no pudiera repatriarlos y de este modo cuando se ha producido su fallecimiento aún perduraba su devaluada casa familiar a su nombre pero vacía, al igual que otros apartamentos de su propiedad, producto de sus reinversiones, que tenía en alquiler, sin que los inquilinos pudieran pagarle, siendo cuidada ese patrimonio por un generoso vecino nativo. Foto: Herederos Marina Puigdó
Ya jubilado, y ante la crisis sistémica que azota, esta vez a Venezuela, en mayo del 2016 decidió regresar a España, junto a su familia, y Jimena no podía faltar en sus visitas prioritarias a realizar tras tantos años de ausencia.
Año 1965. Con su esposa Carmen Puigbó y sus cuatro hijos. en Málaga. Foto: Herederos Marina Puigdó
Posted on noviembre 30, 2022
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