Ignacio Trillo
INTRODUCCIÓN

El pasado domingo dieciocho de junio, el doctor en Historia y Coronel de la Guardia Civil en activo, don Jesús Núñez Montero, con actual destino en la Comandancia de Cádiz y antes en el Campo de Gibraltar con sede en Algeciras, llevó a las páginas del diario Europa Sur, perteneciente al grupo Joly prensa andaluza, la biografía de José Riquelme Sánchez, (“José Riquelme, el guardia civil poeta” – https://www.europasur.es/campo-de-gibraltar/jose-riquelme-poeta-guardia-civil_0_1693330899.html) – ilustre lírico y escritor nacido en Jimena de la Frontera donde tuvo varios reconocimientos, e igualmente procedentes de la Línea de la Concepción donde ejerció de docente y cuya Biblioteca Municipal lleva su nombre.

Fuente: Imagen cedida por Javier Vargas-Machuca García. Revista de la feria de agosto de Jimena del año 1988.
Por considerar que la semblanza expuesta por el señor Núñez recogía solo una etapa del recorrido vital del eminente personaje literario, centrada en su paso por el cuerpo de la Guardia Civil, publiqué el siguiente día tres de julio en el mismo medio de comunicación una perspectiva mucho más amplia sobre lo que fue la variopinta trayectoria del protagonista. Asimismo, corregí ciertos erratas que se trasladaban de otras publicaciones anteriores del referido Doctor y de otros autores.
Lo único que me ha llevado a esa complementación biográfica, no era generar polémica alguna sino, completar de forma íntegra lo que fue realmente el currículo de este buen hombre que contribuyó enormemente a poner el Campo de Gibraltar y su pueblo natal en el punto de mira del mundo cultural para que así quedase recogido en la Historia.

(…) La guitarra, el poema… ¿Qué aventura
de versos y de trastes, donde Marcos
el azar de su airada vida pinta?
Ronda enmarca en su sierra la figura,
Por el esbelto azul bajo los arcos
juega Espinel la décima y la quinta.
Leopoldo de Luis
Homenaje a Vicente Espinel, con Ronda al fondo
El conocimiento que poseo de José Riquelme arranca de la información que tuve de él y de su entrañable familia en mis vivencias de la niñez y de mi primera juventud y que más tarde, gracias al amor que profesaba a su tierra y a su gente, hizo que esos lazos no se perdieran sino que se alargaran en el tiempo con el generoso envío a mi domicilio, allí donde me encontrara por motivos laborales, Sevilla y Málaga, cuanto iba produciendo.

Hace un año, al enviarme su hijo Jesús, catedrático de informática en la Universidad de Sevilla con el que contacté, cerca de un centenar de cartas, producto de la rica correspondencia epistolar que había mantenido el padre con el noble poeta de la malograda generación de 1936, Leopoldo de Luis, me hizo adentrarme en la vida de José Riquelme, partiendo de su infancia entre Jimena y San Martín del Tesorillo para retornar a su localidad natal habiendo perdido a su padre. En la misma dirección, me edentré en esas inquietudes literarias que adquirió en el Seminario de Cádiz, donde estudió Humanidades y no llegó a consagrarse sacerdote por decisión propia, se dio cuenta que no era su vocación. A continuación, prosiguió una larga etapa de guardia civil hasta aterrizar como docente, su gran anhelo, en el centro de formación «La Acelerada» de la Línea de la Concepción.
Concluida mi investigación con su muerte y con la ulterior publicación póstuma de la parte de la obra que dejó terminada, no dudé en incluir su semblanza en el libro editado por la Diputación de Cádiz, que vio la luz en pasado mes de diciembre y que lleva como título, «La herida de Leopoldo de Luis en el paraíso del Sur», precisamente por esa relación tan estrecha que tuvo con el Premio Nacional de las Letras, de cara a que cuantos llegaron a tratarlo y quienes no lo conocieron, profundizaran o bebieran de esta fuente primaria para enriquecerse con su ejemplar trayectoria vital, así como de la obra que nos legó.
LO PUBLICADO EN «EUROPA SUR»
Hablar de un ilustre campogibraltareño que nos dejó hace algo más de dos décadas siempre viene bien para tenerlo presente y, por ende, para rememorar tanto su biografía como su obra. Si, además, se trata de una persona buena, como lo definió el escritor Juan José Téllez, “un pedazo de pan”, se le hace aún mayor justicia. Me estoy refiriendo a José Riquelme Sánchez, de polifacética trayectoria hasta que se asentó en su verdadera vocación docente, literaria e investigadora.

Por tales motivos, es plausible que el pasado día 18 de junio lo trajera a colación, precisamente a estas páginas de Europa Sur, el coronel de La Guardia Civil y doctor en Historia don Jesús Núñez. Aunque subtitulado Semblanza, en realidad recogía más bien un apartado de su de su variado currículo o, lo que es lo mismo, su referencia estuvo centrada, casi de forma exhaustiva, en los informes que constan del protagonista, como guardia civil, en los archivos del Cuerpo del que formó parte. Por cierto, no tan desconocida esta faceta como se señala, al menos para aquellos jimenatos que lo conocimos y que, además de tratarlo, hemos estudiado en profundidad su vida y su obra. Igualmente, para muchos amantes de la poesía y de la pintura, sus dos grandes pasiones, con los que se relacionó a lo largo de los diecisiete años que estuvo prestando ese servicio como uniformado, primero en Madrid y luego en Canarias. Riquelme nunca disimuló el ejercicio profesional de esa etapa de su vida, ni en su transcurso ni posteriormente. Basta haberse leído la prolífica correspondencia postal, un auténtico vicio virtuoso que tenía y que llevó a cabo con el mundo literario o pictórico, en cuyos sobres y folios manuscritos no faltaba el membrete del lugar, tras Madrid la Comandancia de la Guardia Civil “Batalla del Salado”, con puesto de vigilancia en el ministerio de Hacienda de la calle de Alcalá.

Que se trate, por tanto, de una semblanza parcial la expuesta por el señor Núñez, no le quita interés a lo publicado y, además, he de suponer que ha sido el principal objetivo perseguido, más, teniendo en cuenta que la vida de José Riquelme fue muy rica en acontecimientos y escalas en distintos quehaceres. No obstante, sí he de manifestar que no fue exactamente guardia civil poeta, sino que llegó a este cuerpo siéndolo ya. Acudiendo al conocido refrán, fue cocinero (seminarista) antes que fraile (guardia civil). Como huérfano de padre guardia civil muerto en acto de servicio (más adelante matizaré un aspecto relacionado con la causalidad material de este fallecimiento) formando parte del ejército sublevado contra el ordenamiento constitucional que finalmente resultó victorioso en la guerra que unilateralmente declaró, se le ofrecían en aquel tiempo rastrero de posguerra a esos menores desvalidos dos opciones privilegiadas, para como estaban las cosas, de cara a tener un futuro sin grandes incertidumbres: una, ingresar en un seminario para culminar la carrera de sacerdocio; dos, incorporarse al Cuerpo de la Guardia Civil. Hay que resaltar que Pepe Riquelme eligió las dos, aunque lógicamente no de forma simultánea.

En este sentido, tras su primera escuela en Jimena de la Frontera, pasó al Seminario de Cádiz, donde estudió Humanidades y, justo antes de ser ordenado cura, siendo consciente de que no era su vocación, optó por acceder a la segunda oportunidad que para ganarse la vida le tenía preparado el destino: la de ser guardia civil. Fue en esa primera instancia religiosa formativa donde José Riquelme adquirió sus inquietudes poéticas y literarias, que, tras su ulterior cambio de destino por el de guardia civil, dado que tampoco era su vocación ideal, pasó a ser docente en la Escuela de Profesional Acelerada de la Línea de la Concepción, colmando, al fin, la auténtica realización que daba sentido a su existencia.
Para afirmar lo anterior, obra en mi poder abundante correspondencia que así lo atestigua, como el dato, con fotografías incluidas, de que, apenas se hallaba recién llegado a Madrid para empezar a gestionar su ingreso en la Guardia Civil, cuando aún no había cumplido los veinte años, fue a visitar una exposición pictórica en el Salón Cano, donde departió con el célebre pintor linense José Cruz Herrera y con su hija Amparo, su sucesora en esta vertiente artística, con el que estrechó relación hasta figurar en una de sus publicaciones, editada en 1987, sobre la vida y obra de este enorme artista.

Abundando en esa constatación, tampoco era normal en esos inicios de la década de los cincuenta, años aciagos para librepensadores o el pluralismo en cualquier ámbito de la sociedad, menos aún en un cuerpo armado, que un guardia civil estableciera una relación literaria tan intensa, que llegaría con el paso del tiempo incluso a ser fraternal en lo personal, como la que, durante cuatro décadas de intercambio epistolar, mantuvo con el poeta Leopoldo de Luis, Premio Nacional de las Letras en 2003, anteriormente represaliado por la Dictadura y amigo íntimo del también poeta Miguel Hernández. Pepe Riquelme nunca estuvo atado en sus relaciones a prejuicios ideológicos.

Su mayor labor, desde una perspectiva de política estratégica, la llevaría a cabo con posterioridad a su llegada de Canarias a Jimena de la Frontera y a la Línea de la Concepción, centrándose en articular con personalidad propia la comarca del Campo de Gibraltar a través de la poesía, la pintura y la cultura en general.

Asimismo, había desarrollado con enorme pragmatismo su trayectoria vital anterior, siendo plenamente consciente de la época que le tocaba vivir. Sabía bien de antemano que en aquella España, aún de alpargatas y de hambre, luego migratoria, no se podía vivir de la poesía y de los libros. Además, quería formar familia, para lo que era necesario disponer de una estabilidad laboral, y qué mejor que encontrarla como guardia civil. Su traslado de Madrid a Canarias, al Subsector de Tráfico de Las Palmas de Gran Canaria, estuvo motivado por razones exclusivamente salariales: se ganaba más y quería casarse. En la comunicación que dirigió a su superioridad en su determinación de dejar de ser guardia civil pesó que había finalizado sus estudios de Magisterio, iniciados en Madrid y finalizados en Canarias, a lo que se unió la vacante de educador en la ya citada escuela linense.

Rio Hozgarganta
Entre sierras y lentiscos hacia la llanura bajas.
Lejano río de mi ayer soñado de mi infancia.
(…) Más abajo: la vega ancha.
Río sin versos ni leyendas, sonoro río Hozgarganta.
Contigo va mi niñez, contigo van mis nostalgias.
José Riquelme, dedicado al río de su infancia en Jimena.
Publicado en la revista Bahía en febrero de 1975
Cuento dos anécdotas que ratifican cuanto digo. Una, que me fue referida por uno de sus mejores amigos, el algecireño Juan Ignacio de Vicente, y la otra, por su propia familia.
“Ya como guardia civil de tráfico en Canarias, a Riquelme se le removía la conciencia cada vez que tenía que tramitar una multa de tráfico. Había un bar en Las Palmas en el que por las tardes solía echar un rato y donde se prestaba a ayudar en las alegaciones a los sancionados. Así recuperaba su serenidad”.
La segunda se refiere a que en una ocasión en que se restringieron los permisos y vacaciones fuera de las islas a los guardias civiles allí destinados, aprovechó un traslado de presos a la península para sustituir al compañero del mismo Cuerpo que tenía que prestar el servicio. De esta forma se presentó en La Línea de la Concepción y el día 19 de marzo de 1962, sin conocimiento de sus mandos superiores, se casó con su novia, a la que había conocido en la feria de agosto de Jimena de la Frontera seis años antes. Era entonces obligado por el Cuerpo que el mando tenía que dar el plácet a los matrimonios de los uniformados una vez investigados los antecedentes políticos y morales de la esposa y de sus familiares. Finalmente, no se le abrió expediente, ya que la esposa, Carmen, era una de los once hijos del comandante militar de carrera del Ejército Juan Santos Medina, asesinado por milicianos durante la guerra en Paracuellos del Jarama.

Y antes de acabar, me va a permitir el señor Núñez aportarle un par de detalles puntuales sobre la muerte del padre de Pepe Riquelme en relación al fallido intento faccioso de tomar San Martín del Tesorillo. Tuvo lugar la noche del 3 de septiembre de 1936, no el día 6, como indica en la página 475 de su tesis doctoral del año 2015, ni el día 5, como ahora indica, ni tampoco el 4, tal y como escribió en este mismo medio hace menos de un año (Las columnas de San Roque (I). Europa Sur 23-8-2021 https://www.europasur.es/san_roque/guardia-civil-columnas_0_1603939837.html)

Lucía Sánchez
Sánchez. Del mismo modo, tampoco responde rigurosamente a los hechos entonces acaecidos que el guardia civil de Segunda Cristóbal Riquelme Lobato fuera fusilado por los republicanos, como se recoge en su referida tesis doctoral, que, rectificándolo ahora, atribuye a perdigonadas de unos milicianos.
Tampoco es correcta la causa que aduce en su artículo de agosto del año pasado, ya referido, donde sostiene fue debida, sin más, a un “enfrentamiento armado”.

Por el contrario, en esa refriega de disparos entrecruzados que hubo aquella madrugada en la plaza tesorillera entre golpistas y republicanos, y en la que en modo alguno había intervención de milicianos encuadrados militarmente, sino solo vecinos con escopetas de caza para repeler desde las ventanas, balcones o azoteas cualquier intento de ocupación por parte de los sediciosos, resultó accidentalmente muerto, pero por fuego amigo, es decir, de los propios golpistas. Se debió no a postas ni a perdigonadas de ninguna clase, sino a una bala disparada por el arma reglamentaria que portaba un mercenario magrebí y que por accidente impactó de rebote letalmente en el padre de Pepe Riquelme.

Se hizo silencio sobre este asunto con la versión oficial que, además de presentarse oficialmente como auténtica, tuvo que ser firmada por la viuda que certificó el documento que le pusieron por delante. De esa forma se hacían las cosas entonces.
Y acabo ya reiterándole al señor Núñez el acierto de haber propiciado que hablemos de José Riquelme, en mi caso bebiendo de muy diversas fuentes, para poder acercarlo también a los lectores de las actuales generaciones que no tuvieron la oportunidad de conocer a un hombre ejemplar, donde los haya, que ofreció tantas aristas en la conformación de su personalidad sencilla y humilde.

Firmado: Juan Ignacio Trillo, jimenato, autor del libro La herida de Leopoldo de Luis en el paraíso del Sur (1), editado por la Diputación de Cádiz en diciembre del 2021, donde incluye una completa semblanza sobre José Riquelme Sánchez.
(1) Esta publicación que ha sido distribuido por centros educativos y bibliotecas de la provincia de Cádiz se puede adquirir o recibirlo por correos dirigiéndose a la librería Garabatos (teléfonos: 641104931, tiene wassap, y fijo: 956641291) al precio de 15 euros más gastos de envío. Está próximo a agotarse la edición.
Posted in: Solo Blog
Posted on agosto 3, 2022
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