María Manuela Gómez de la Cruz, maestra ilustrada que ejerció en la Jimena republicana (y 4ª parte) (28.06.2022)

Posted on junio 28, 2022

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Ignacio Trillo

INTRODUCCIÓN

En el primer capítulo: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2022/04/19/maria-manuela-gomez-de-la-cruz-maestra-ilustrada-que-ejercio-en-la-jimena-republicana-19-04-2022/, se relataron las consecuencias que llevaron a que el temor y el miedo instalados bajo la dictadura de Franco dieran lugar a que la generación que conoció y vivió la II República, sufriendo a continuación la terrible guerra y la no menos dura posguerra, no transmitiera a su descendencia las vivencias propias que tuvieron que ver con aquel periodo histórico. Como ejemplo, el matrimonio docente protagonista de este relato. En este sentido, una parte de la familia del que fuera el primer alcalde republicano de Jimena de la Frontera, Fernando Calvo de la Fuente, maestro nacional destinado en esta localidad aunque originario de la provincia de Huelva, no llegó a saber que se hubiera producido el nombramiento como primer edil en su antecesor. Al igual, la población de este municipio gaditano muy pronto olvidaría que hubo también una ilustre maestra nacional, de tierra natal veleña, María Manuela Gómez de la Cruz, con la que se casaría, que estuvo allí destinada con plaza, hospedándose de igual forma en la popular fonda «La Perla» donde se conocieron, se enamoraran, y más tarde contrajeron matrimonio, procreando a sus cinco hijos en esta misma localidad.

En un segundo capítulo: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2022/05/16/maria-manuela-gomez-de-la-cruz-maestra-ilustrada-que-ejercio-en-la-jimena-republicana-2a-parte/, se abordó el origen familiar de la saga de María Manuela, el episodio que llevó a la ruina económica de la portentosa herencia familiar legada por sus padres, a sus estudios de Magisterio enmarcada en la metodología de la Institución Libre de Enseñanza, a tener en la capital malagueña como íntima amiga y profesora a la entonces maestra nacional Victoria Kent, y a que el primer destino docente que tuvo con plaza oficial transcurriera en el municipio alpujarreño de Sorvilán, tras pasar previamente como interina por Estepona.

Y en un tercer capítulo: https://ignaciotrillo.wordpress.com/2022/06/15/maria-manuela-gomez-de-la-cruz-maestra-ilustrada-que-ejercio-en-la-jimena-republicana-3a-parte/, se describió cronológicamente la geografía de las plazas escolares que ocuparía María Manuela hasta la llegada a Jimena de la Frontera. La irrupción, un curso después, con hospedaje en la misma fonda «La Perla», de un joven maestro, Fernando Calvo, nacido en Nerva (Huelva), relatando con especial detenimiento los orígenes familiares de este docente y las huelgas mineras más sonadas de la cuenca onubense de Riotinto donde trabajaba su padre y él comenzó a impartir clases. Asimismo, el encuentro jimenato de ambos maestros, con enamoramiento, boda y el crecimiento de los cuatro hijos que sobrevivieron. E igualmente, la llegada de la II República y el efímero mandato, como primer alcalde de la localidad.

Prosigue pues, con el cuarto y último capítulo que viene a continuación, esta vibrante semblanza que la casualidad puede ser que la haya salvado del olvido que es tanto como que con el ineludible paso del tiempo la hubiera borrado.

María Manuela Gómez de la Cruz.

Los niños del matrimonio formado por los maestros nacionales, María Manuela y Fernando Calvo, nacidos todos ellos en el periodo comrendido entre 1929 y 1933, comenzaron a crecer y los padres a pensar que con sus economías modestas y sin patrimonios acumulados, darles carreras universitarias, como deseaban para los cuatro descendientes, iba a ser algo más que complicado. Con este propósito, pusieron sus miras en conseguir el traslado de ambos desde Jimena de la Frontera a Melilla, donde la indemnización por residencia que allí cobraba cada maestro, resultaría para la masa salarial del matrimonio un incremento de casi el cincuenta por ciento de sus emolumentos anuales.

Su marcha de Jimena, por tanto, no estuvo motivado por las tensiones sociales que iban en aumento ante el incremento del desempleo entre la población jornalera y las inquietudes en el seno de la izquierda con el gobierno del Bienio Negro que comenzaba a transitar con contrarreformas a los avances sociales y de regeneración impulsadas en la etapa republicana de gobierno social reformista de los dos años anteriores, añadida a la enorme preocupación, puesta el acento, en el panorama internacional que se iba deteriorando aceleradamente con el ascenso en Europa del nazismo alemán y del fascismo italiano.

El matrimonio no se lo pensó dos veces y por las razoes económicas apuntadas marchó rumbo a Melilla para iniciar el curso escolar 1934-35, siendo el dos de octubre de 1934 cuando María Manuela y Fernando Calvo tomaron posesión en sus respectivas plazas escolares de esta ciudad norteafricana de titularidad española. Además, se llevaron a vivir con ellos a los padres de Fernando, el antiguo trabajador de las minas de Nerva, ya jubilado desde el año 1921, Victorino Calvo Vicente, que contaba con setenta años, y su mujer, Manuela de la Fuente Nistal, un año menor. No se imaginaban entonces lo bien que les iba a resultar al matrimonio el nuevo destino para el devenir de sus vidas, al no sospechar en absoluto lo que les podría haber sucedido en el inmediato futuro si les hubiese pillado en Jimena la ocupación militar de la localidad por los golpistas que se produciría dos años después.

Melilla. Mayo de 1936. El matrimonio María Manuela y Fernando con tres de sus hijos: María Teresa, Fernando y María Manuela en el parque Hernández. El descendiente menor, Felipe, el que falta en la imagen, se estaba reponiendo de una fiebre tifoidea que había contraido, siendo cuidado por sus abuelos en el domicilio familiar. Foto: María Fernanda Arce Calvo.

El golpe de Estado contra la II República, que comenzó oficialmente el 17 de julio de 1936 a las 17 horas con la declaración del estado de guerra en Melilla, le pilló de sorpresa a la familia Calvo y Gómez que se hallaba ya bien asentada en la ciudad, tras dos cursos escolares realizados, encontrándose en ese preciso momento de vacaciones escolares en su domicilio particular.

A las tres de la tarde de ese día, el coronel de Infantería Luis Soláns Labedán y otros dos jefes militares sediciosos, con legionarios y regulares concentrados en la puerta del edificio gubernamental, iniciaron la rebelión. Detuvieron en su despacho al general de brigada Manuel Romerales Quintero, máxima militar del Gobierno republicano en Melilla, por ser leal al ordenamiento constitucional y negarse a la sedición. Antes le conminaron con pistola apuntándole a que se decidiera «sí estás con nosotros, o quedas detenido», a lo que el jefe militar no tuvo duda tachándolos de locos por su aventura. Dos horas más tarde, estos rebeldes procedían a proclamar el estado de guerra, adelantándose a lo que, «El Director» del Golpe, el general Emilio Mola, había programado para el día siguiente a las cinco de la madrugada.

El general de brigada, Manuel Romerales Quintero, máxima autoridad militar del gobierno de la II República en Melilla, había nacido en Madrid en 1875. Nunca intervino en política partidista, ni estuvo afiliado a ninguna organización. Era un servidor público que se debía al Estado. También fueron asesinados el alcalde Ricardo Fius, y el delegado del Gobierno, Jaime Fernández Gil de Terradillos. Fuente: Blog documentalismo memorialista y republicano.

A esa hora de la tarde, el hijo mayor del matrimonio, Fernando, ya con siete años, con su hermano pequeño Felipe de tres y medio, acompañados por el abuelo Victoriano, se encontraban tranquilamente sentados en la melillense plaza Hernández. De pronto, legionarios fuertemente armados irrumpieron por las calles adyacentes que tenían a la vista, corriendo a la caza de anarquistas y subversivos según gritaban. Se oyeron explosiones que los niños creyeron inicialmente que se trataban de cohetes, nunca habían oído disparos. Hasta los que estaban pescando a esa hora al borde del mar entrarón en pánico y huían a toda velocidad portando sus cañas y anzuelos al aíre. El abuelo con el miedo metido en el cuerpo aunque con resignada expresión y preclaro vaticinio de lo que sucedía, lanzaba la frase: «esto ya ha empezado». A pesar de la dificultad que ya ofrecía su torpe caminar, tomó de inmediato a Felipe en brazos y, en un pies para qué te quiero, echó a correr, en tanto el otro nieto, Fernando, a duras penas le podía seguir por detrás, al hallarse rezagado por haber tenido que volverse a recoger, olvidado por las prisas, la silla de madera con ruedas que un vecino carpintero le había hecho a su hermano para que le sirviera a la hora de andar, ante la debilidad con que se flaqueaban sus piernas tras haber superado un largo episodio de fiebre tifoidea. De esta forma, pudieron llegar despavoridos a la casa familiar, situada en la calle Miguel Zazo, no distante del parque Hernández.

Los legionarios que habían irrumpido en la plaza de la ciudad, procedían en su mayoría de los tercios con base en Alhucemas, Ketama y la parte predesértica del Protectorado español, lo que lleva a concluir que el levantamiento rebelde había comenzado antes de que se produjera la sublevación en los cuarteles melillenses no llegando a conocimiento de Madrid. Además, sin que trascendera a la ciudad, habían practicado en las dependencias de uniformados las detenciones con muertes de cerca de dos centenares de militares, entre jefes, oficiales y suboficiales, que se habían mostrados leales al gobierno.

El capitán Virgilio Leret, la esposa madrileña, la escritora y periodista feminista, Carlota O'Neill, y las dos hijas pequeñas. Foto: http://www.cazarabet.com/
El capitán ingeniero de aeronática, Virgilio Leret, el primer oficial fusilado por la sublevación fascista. Foto: diario Público.

Fue el capitán Virgilio Leret, el primer oficial fusilado por los golpistas, aviador e ingeniero y uno de los precursores del motor a reacción. Junto a él también fueron pasados por las armas dos alféreces: Armando González Corral y Luis Calvo y los capitanes: Joaquín Fernández Gálvez (del Batallón de Cazadores nº 7) y Luis Casado Escudero de infantería. Los insurrectos de esta forma bárbara tuvieron bajo su control todas las instalaciones y unidades castrenses establecidas en la urbe y alrededores. La esposa de Leret, la escritora Carlota O’Neill, sin que supiera que su marido había sido fusilado sería encarcelada durante cinco años, sufrió tres juicios, y las dos hijas pequeñas que tenían, separadas de ella, fueron internadas en contra de su voluntad en un orfelinato militar. Después de la salida de prisión, marchó al exilio habiendo recuperado no sin esfuerzos a sus hijas.

Declarción del estado de guerra por los golpistas. En Melilla lo hizo el teniente coronel Maximino Bartomeu González Longoria, que se hallaba en la ciudad en situación de disponible, procedió a declarar el estado de guerra en nombre del general Francisco Franco Bahamonde que todavía no había llegado en el aviçón Dragon Rapide al Protectorado Español en Marruecos procedente de Canarias. Foto: diario El Mundo 17.07.2016.

El anciano Victoriano tras su jubilación había pasado de sindicalista a convertirse en un lector empedernido, entusiasmándole los libros de historia sobre estrategias militares ensayadas en distintas guerras, siendo su predilección la que recientemente entre octubre de 1935 y mayo de 1936 se había desarrollado en tierras abisinias con la invasión de este país africano por el ejército italiano, por aquello de considerar a la aviación, en este caso de Mussolini, como la más eficaz arma bélica a emplear, mucho mejor que cualquier despliegue de artillería o de tanques, más en pleno desierto, por más modernos que fueran. Era su conversación favorita cuando coincidía en la plaza Hernández con otros jubilados de su edad.

Pues bien, Victoriano, encerrado ya en la casa de su hijo, temía hasta que estuviera en poder de los sublevados información sobre su pasado huelguista en las minas de Riotinto, a pesar de que hubiera ocurrido con antelación a 1923, fecha de llegada de la dictadura de Primo de Rivera. Estuvo durante meses sin pisar la calle y con el agobio permanente de temer en cualquier momento su detención. Más, cuando se fue enterando, poco después de que abandonara el parque Hernández precipitadamente con sus dos nietos, de que se estaba produciendo, sin formación de causa judicial alguna, una auténtica carnicería contra los sindicalistas de la CNT local y responsables y militantes de los partidos políticos y de la UGT, minoritaria en esta ciudad, que habían configurado el Frente Popular y que el mes de febrero anterior, hacía cinco meses, desfilaron solemnemente de forma masiva por las calles de la ciudad, partiendo de la plaza del Comandante Benítez, para celebrar el resultado electoral en los comicios generales que dieron el triunfo al Frente Popular. También, contra los que lo efectuaron el 14 de abril, quinto aniversario de la llegada de la II República, y el 1 de mayo, en esta ocasión en conmemoración del día de los trabajadores pero ya con un clima que empezaba a enrarecerse, por lo que predominaron proclamas antigolpistas y a favor de la revolución social para frenar la involución. A finales de marzo, se habían producido las detenciones de varios dirigentes de Falange Española incauntándoseles armas y posteriormente gatilleros de esta formación de extrema derecha habían protagonizados diversos atentados terroristas. Los golpistas se había hecho en las sedes de los partidos y sindicatos con los listados y fichas de los republicanos de izquierda y miembros de la logia masónica.

17 de julio de 1936. El Atalayón de Melilla, la ciudad al fondo, donde hubo la primera resistencia de los militares leales contra los golpistas y acontecieron los primeros fusilamientos. Foto: http://www.cazarabet.com/

Fernando Calvo en las elecciones generales de febrero de 1936 había apoyado en Melilla al candidato de centro-derecha, Carlos Echeguren, que había sido el anterior diputado por la ciudad. Éste fue nominado nuevamente el 17 de enero para presentarse a los comicios. Tuvo lugar en la asamblea local celebrada en la sede del Partido Radical y en la que participó Fernando Calvo. En cambio, la derecha antirrepublicana, representada por Acción Popular y la CEDA de Melilla, retiró su candidatura y dio libertad de votos a sus seguidores.

Asimismo, el maestro originario de Nerva, por cuestiones de animadversiones personales y localistas, al inicio de febrero de 1936 había firmado un manifiesto contra el candidato de las izquierdas, Luis Barrena, que fue el que barrería finalmente en las urnas (12.761 votos a su favor frente a 4.830 de Echeguren) Este hecho, jugaría a favor de Fernando Calvo de la Fuente cuando tras el golpe de Estado hizo aparición la represión que le vendría con inmediatez mediante el expediente de depuración que le fue abierto. No obstante, la noche entre el 17 y 18 de julio, se repartiría con un compañero, llamado Manuel Páez, de la misma militancia en el Partido Radical, documentos políticos que consideraron comprometedores al objeto de que no cayeran en manos de los sediciosos y pudieran afectar a terceros. Los quemaron e hicieron desaparecer

Al matrimonio, Fernando y María Manuela, en el ejercicio de la docencia, como sucedió con todos los enseñantes, como consecuencia del golpe de Estado, se le abrió por las autoridades rebeldes sendos expedientes, siendo la Comisión Depuradora de Instrucción Pública de Segunda Enseñanza de Melilla, designada por los sediciosos, la encargada de examinar el pasado republicano de cada uno de ellos.

Ceuta 18 de julio 1936. El adelanto de la sublevación en Melilla, su comienzo inesperado durante la tarde del 17 de julio, trastornó los planes. El general Mola no se sublevó hasta la mañana del 19, sin conocer los planes de Franco, que organizó en la mañana del 18 la rebelión en Canarias y emprendió un vuelo a mediodía, que aterrizó en Agadir hacia las seis de la tarde e hizo luego escala en Casablanca, de donde partió a las cinco de la siguiente madrugada, y no llegó a Tetuán hasta las siete de la mañana del día 19. El retraso había sido de treinta y ocho horas. Los acontecimientos melillenses fueron una de las claves del fracaso del golpe de Estado. Comenzaba la guerra de los sublevados contra la resistencia civil y militar de la República. Fuente: Adolfo Hernández Lafuente (del Instituto de Estudios Ceutíes) El Faro de Ceuta. 28.04.2019.

No debieron ser, en este caso, los medios de averiguación que emplearon las nuevas autoridades educativas de la Dictadura contra los miembros del matrimonio, muy rigurosos ni tampoco minuciosos, sobre las actividades que habían desarrollado durante la II República, o tal vez gozaron de protección por algún alto cargo golpista, cuando, a los pocos meses de sus inicios, dieron el carpetazo al procedimiento de depuración que les fue abierto sin que la guerra tuviera aún visos de finalizar. Ambos, por tanto, quedarían meses después, exentos de verse afectados por la separación del Cuerpo y baja en el escalafón, o por la inhabilitación para el ejercicio de la docencia, a ser destinado a confinamiento en lugares lejanos al origen de la plaza, a la suspensión de empleo y sueldo, o a la incompatiblidad para el ejercicio de cargos directivos y de confianza… a diferencia, por tanto, de como ocurrió con tantos miles de maestros y maestras nacionales, entre ellos los compañeros de profesión que se habían dejados dos años antes en Jimena.

El general felón Gonzalo Queipo de Llano en Radio Unión de Sevilla practicando el terrorismo verbal con la voz aguardientosa que le caracterizaba, primero con amenazas que luego llevaba al efecto en una de sus arengas donde entre sus dianas favoritas enemigas no se olvidó del Magisterio.

La insidia que los sublevados tenían al Cuerpo de Magisterio, lo tuvo muy presente Fernando Calvo desde que estalló la sublevación por una frase, que después en democracia y ya jubilado, sin temor, solía referir. La pronunció el general felón Gonzalo Queipo de Llano en una de las arengas radiofónicas que dirigía a sus adláteres: «Cuando entréis en un pueblo donde hayan matado al cura, a los dos primeros maestros que os encontréis, sin preguntarles, disparadles dos tiros a cada uno».

Tuvo suerte el matrimonio de haber salido de Jimena en el curso 1934-35 con destino a Melilla poco tiempo antes del inicio de la guerra. No sucedió igual con los profesionales de la enseñanza que allí quedaron, ni con lo sucedido en la comarca campogibraltareña donde también los sediciosos se ensañarían contra este Cuerpo.

Manuel Martínez Aiñón, maestro nacional, en la escuela de Jimena con su alumnado, que sería represaliado por el franquismo al igual que su hermano, Rogelio, el maestro de San Pablo de Buceite. Foto: Retratos de Jimena. Ediciones OBA.

En esa dirección, sus anteriores colegas del municipio jimenato con los que se relacionaron estrechamente en el inmediato destino anterior, como fueron: la maestra Lucía Romero, que le fue abierto expediente de depuración donde se incluía la acusación realizada por el padre de una de sus alumna, cacique de la localidad, de que no asistía a los actos religiosos, separándola de inmediato de la enseñanza hasta tanto cerrar el expediente. Lorenzo Vera Meca, aborigen de la provincia de Ciudad Real, que no pudo volver a ejercer más la docencia al huir de Jimena poco antes de entrar las tropas franquistas; haciendo La Juía, de Jimena a distintos puntos de la costa hasta Málaga capital, y luego La Desbandá, andando por la carretera de la muerte con destino en Almería, siendo dado de baja en el escalafón al ser acusado de masón y destacado propagandista de las “hordas rojas”. Rogelio Martínez Aiñón, maestro en San Pablo, que fue detenido y encarcelado en la prisión del Puerto de Santa María, acusado de haber sido el coordinador de Comité de Abastos -su papel era garantizar que no faltaran alimentos patra toda la población así como para los refugiados procedentes de las zonas que iban ocupando los facciosos- durante el tiempo en que esta pedanía, tras el inicio de la insurrección golpista, permaneció leal a la República. Sería condenado a cadena perpetua en el preceptivo Consejo de Guerra, incluso fue pedida en su procesamiento la pena de muerte, amén de ser separado inicialmente del cuerpo. A la maestra, Concepción Terrones Villanueva, Doña Pura, que se le incautó la vivienda familiar recién inaugurada que compartía en propiedad con su marido, el médico Guillermo Ortega Durán, donde vivía con sus tres hijos pequeños, que fue destinada a gobierno militar. Asimismo, se le desposeyó de su plaza de docente y fue separada del magisterio, solo se le restituyó años después de su retorno del exilio procedente de Casablanca pero sin poderla ejercer en la localidad, enviándola confinada a Los Corrales (Sevilla) y sin poder formar parte de la junta directiva de ningún centro…

Concepción Terrones VillanuevaDoña Pura, maestra nacional discípula de la Institución Libre de Enseñanza que tendría que huir de Jimena exiliándose finalmente en el Protectorado del Marruecos francés, en tanto su casa de calle Sevilla recién construida fue expoliada por las tropas africanistas invasoras e incautada por las nuevas autoridades militares ocupantes para su uso como gobierno militar desde donde se dictaban sin formación de causa judicial alguna. Fue separada de la enseñanza. Foto: Juan José Montero Ortega.

Por tanto, el matrimonio Calvo y Gómez que no sufrió ese mismo nivel de venganza por parte de los vencedores, sin embargo lo pasó muy mal durante ese tiempo en Melilla. A la inquietud por la propia seguridad e integridad física, conociendo de primera mano las salvajadas realizadas por los sublevados contra quienes se habían opuestos al golpe de Estado o con antecedentes relacionados con el Frente Popular, se añadia su enorme inquietud por la separación física con sus dos hijas. María Manuela y Maria Teresa, que habían viajado a Málaga capital días antes al 18 de julio para pasar las vacaciones estivales con sus tíos y primos y que estuvieron sin saber de ellas más de un año. Así, cuando volvieron a verlas sanas y salvas fueron tan inmensa la alegría de los padres que, en agradecimiento a las tías que las estuvieron cuidando, permanecieron una larga temporada en Melilla como invitadas.

Volviendo a los expedientes de depuración que se les fueron incoados a Fernando y a María Manuela, no constan informes que hicieran alusión a la anterior condición de primer alcalde republicano del nervense, o de la íntima amistad que la veleña mantuvo en la capital malagueña con «la roja» Victoria Kent, que acabaría en el exilio, o de su formación librepensadora basada en los postulados de la Institución Libre de Enseñanza, o que ambos estuvieran hospedados en la pensión de Jimena, con cuyo dueño, el masón de José Rodríguez Corzano, disfrutaron de su estrecha cordialidad y simpatía, participando en los debates políticos que transcurrían en la cantina que tenía en el bajo de la entrada al inmueble. O que sus amistades afines en la localidad, aunque fueran liberales de Unión Republicana, serían tachados por los golpistas de peligrosos «miembros de las hordas marxistas», según los informes represivos inculpatorios que, por el contrario de lo que les ocurrió a ellos, fueron emitidos a nivel local por: Falange, Guardia Civil, Ayuntamiento y el cura, de cara a procurar sus ajusticiamientos, confinamientos o procesamientos, que sucedieron, en consejos de guerra presididos por los tribunales militares de los sublevados.

Jimenatos que fueron vecinos de la misma calle que el matrimonio Calvo y Gómez a la vez que grandes amigos y que sufrirían el golpe de Estado contra la II República destrozando sus vidas. Arriba a la izquierda, el médico Guillermo Ortega Durán que pasó por la "Juía" y luego por la carretera de la muerte de Málaga a Almería, previo transcurso por la guerra en el frente del Torcal de Antequera como sanitario y posteriormente director de los hospitales provinciales de Alicante y Valencia, el exilio en Francia, internado en el campo de concentración de Argelés-sur-Mer, luego marchando a Casablanca, y finalmente a México y Venezuela donde falleció en 1949 sin haber vuelto a ver a su mujer, la maestra Doña Pura, y a sus cuatro hijos. A continuación figura en este cuadro, José Montero Asenjo, también médico. Huido asimismo de la localidad en el momento de su ocupación por los militares africanistas a base de bombas y disparos, estuvo asistiendo como facultativo a los batallones de milicianos desplegados en el frente de Cártama. Tras la toma de Málaga vuelve con su familia a Jimena y es detenido en Estepona. sufre cárcel de tres años y después de ser puesto en libertad es nuevamente procesado e ingresado otra vez en prisión hasta el año 1945. Fue separado de la medicina pública y murió sin recursos económicos a consecuencia de enfermedad bronquial cogida en sus distintos encierros.José Arjona Gil, practicante, huyó de Jimena a Cartagena donde presta sus servicios en un hospital. Tiene que salir de España en el último mes de guerra llegando a Túnez, donde lo internan en un campo de concentración situado casi en pleno desierto. Luego acaba en Venezuela donde se llevó a su familia jimenata y allí fallece. Juan Ferrer Rodríguez, ferretero, colindante a la vivienda de los maestros, sufrió cáecel y confinamiento en Ciudad Real. Y por último, Juan Rodríguez Corzano, el dueño de la pensión "La Perla" donde se conocieron María Manuela y Fernando, que también fue detenido, encarcelado y procesado por un Consejo de Guerra cuya vida salvó gracias a su familiar por parte de su esposa, Enrique Delgado y Gómez, obispo de Almería. Todos ellos condenados por el único "delito" de haber militado en el partido Unión Republicana, de ideología de centro, y haber formado parte de la logia masónica local "Fénix 66" dedicada a actividades filántrópicas.

Como ocurrió con los amigos del matrimonio que tuvieron en Jimena, los dos médicos, José Montero Asenjo y Guillermo Ortega Durán, con el veterinario, Salvador Gómez García, con el practicante José Arjona Gil, o con su vecino de la misma acera un poco más arriba de la pensión y que luego siguió existiendo esa misma cercanía cuando se mudaron tras la boda a la casa de los maestros, como fueron Antonio Marina Gutiérrez, que gestionaba la fábrica de la luz y un molino, aparte de que estuviera a punto de finalizar la carrera de Farmacia, y su esposa Julia Pérez-Navarro Medina de conocida saga familiar republicana de la localidad; todos ellos miembros de la logia masónica local «Fenix 66» que tras el golpe de Estado sufrirían duras condenas de cárceles o el desgarro del exilio. O lo sucedido con el técnico de Farmacia, Diego Pitalúa Infantes, de Izquierda Republicana, que sería fusilado, junto a sus dos hijos, de 24 y 26 años, y la empleada del hogar, Inés Parra Rondón.

Por el contrario, entre las amistades de Fernando Calvo en Jimena nunca figuró el dirigente local del mismo Partido Radical de Alejandro Lerroux en el que militaba. No se fiaba de sus intenciones y ambiciones. Se trataba del abogado y vecino de la localidad, Pedro Llinás del Villar, que lo desplazó de la alcaldía cinco días después de su designación por la traquiñuela jurídica que empleó para su sustitución. Llinás permaneció de primer edil en el ayuntamiento desde el 21 de abril de 1931 hasta que el 16 de noviembre de 1935 en que dimitió y fue sustituido, el 30 de noviembre de ese mes y año, por una Comisión Gestora nombrada por el Gobierno Civil de Cádiz del Bienio Negro, constituida por los caciques clásicos de Jimena, antiguos ediles incluso de la etapa de Primo de Rivera, pero para esa fecha que aconteció ya el matrimonio se hallaba en Melilla.

Llegado el golpe de Estado sangriento de julio de 1936, Llinás había marchado previamente de Jimena con rumbo a Tánger ante el triunfo del Frente Popular. Se confirmaron los malos presagios que sobre él tenía Fernando Calvo, aunque a lo mejor ni le llegara a sus oidos al encontrarse ya en Melilla. Así, cuando llegó el día de la ocupación por los sediciosos africanistas de Jimena, el 28 de septiem bre de 1936, entre los atacantes que tomaron el pueblo a sangre y fuego figuraba este siniestro abogado, con expresos deseos de venganza que cumpliría sobradamente. Y sí nó, que se lo pregunten a la descendencia del poeta local Diego Bautista Prieto, cuya madre, Melchora Prieto Moncada, sería una de las víctimas, o al propio vecino y amigo de Fernando Calvo, Antonio Marina Gutiérrez, que se hallaba huído de Jimena y después de la guerra le pilló la represión franquista viviendo en Tánger dode se hallaba exiliado y fue detenido en agosto de 1940 por una acusación de un hermano de Pedro Llinás tras su ocupación por las tropas coloniales españolas marroquíes de la Dictadura rompiendo el estatus de ciudad internacional neutral.

En ese ambiente represivo y de venganza, y situándonos nuevamente en Melilla tras la sublevación, fue el veintiuno de diciembre de 1936, cuando Fernando Calvo recibió, procedente de la Comisión para la Depuración del Magisterio, la acusación de ser en esa ciudad norteafricana el creador de la Asociación de Maestros, además de ser afiliado al Partido Radical. Se le define como «algo más correcto e ilustrado que otros compañeros suyos de la profesión», aunque «de luchas y anhelos poco adecuados para la seriedad del Cuerpo de Magisterio».

Finalmente, el seis de diciembre del año siguiente, 1937, un año y seis meses del inicio de la sublevación, fue archivado dicho expediente, siendo confirmado en el cargo de «Maestro unitarió número 10 del ayuntamiento de Melilla».

Poco antes había fallecido en esta ciudad su madre, Manuela de la Fuente Nistal, enferma de una horrible demencia senil que le provocaba actos violentos. Su marido Victoriano en cambio moriría tres años despues sin hacer ruido y sin que se enterara el propio difunto. Fue en la cama, quedando con los ojos abiertos y un vaso de agua en la mano que no llegó a caérsele al suelo, sujeto por la almohada. Así lo vio el primero que dio la alerta, su nieto mayor Fernando. Era el año 1940.

Meses antes, diciembre de 1939, desde Melilla había solicitado por correos a Nerva un certificado a la antigua compañía minera donde trabajó solicitando el Subsidio de Vejez, lo que se llamaba la doble paga de jubilado.

Librarse de la represión de los vencedores, les había representado a los dos miembros del matrimonio un alivio, a la vez que, por el miedo y la zozobra que pasaron, observando las barbaridades que se llevaron a cabo a su alrededor, hizo que ambos maestros quedaran marcados para el resto de sus vidas, convirtiéndose en personas muy reservadas y desconfiadas de cuanto procediera de su exterior. Hasta tuvieron el sigilo de no referir nunca a sus descendientes ni en la intimidad familiar que el padre de la saga había sido el primer alcalde republicano de Jimena.

Así los define quien compartió la docencia con ellos en Melilla durante años y aún vive al día de hoy: «Conocí a ambos, les tenía en una gran consideración, como el resto de la sociedad melillense, eran personas cultas, serias y rectas. Despertaban el respeto de todos… Su situación económica no era boyante, y debían dar clases especiales extra. Era lo que se percibía desde fuera. Tuvieron cuatro hijos, dos hijas y dos hijos. Un hijo fue médico de digestivo en Málaga. Eran personas muy reservadas, con un círculo de amigos extremadamente reducido. Ni por asomo se sospechaba que hubieran tenido alguna actividad política o a algo parecido».

Año 1949. El matrimonio con sus cuatro hijos en Melilla. La madre María Manuela, María Teresa, Felipe, detrás Fernando, María Manuela hija y el padre Fernando Foto: María Fernanda Arce Calvo.

Estas posible apreturas económicas a las que se refiere la antigua compañera en las tareas docentes del matrimonio que aún vive en la actualidad, lógicamente eran debidas a los gastos que les generaba, viviendo en Melilla, tener desplazados a sus dos hijos en su empeño de que hicieran carreras universitarias. Fernando, hizo Derecho en la Universidad de Granada, en tanto Felipe, Medicina. Por el contrario, María Teresa y María Manuela, ésta con grandes deseos de hacer carrera universitaria de grado superior, se vieron abocadas a hacer ambas el Magisterio en Melilla porque la economía familiar no daba para más.

Pasado el tiempo y el susto de la primera etapa represiva, el matrimonio se dedicó exclusivamente al Magisterio en tanto las demás cuestiones de su pasado republicano pasaron a permanecer muy recónditas en sus mentes. Posteriormente, Fernando Calvo en el ejercicio de la docencia tendría varios reconocimientos, tales como:  la Medalla de Alfonso X el Sabio, la Medalla de Plata de la Ciudad de Melilla y la Medalla del Instituto Nacional de Previsión. Fundó, asimismo, una Mutualidad para maestros. Finalmente, en los últimos años de estar como activo en su profesión dirigió la campaña de alfabetización que organizó el Ayuntamiento de Melilla.

Antes, comenzaron a sucederse las bodas de sus hijos.

Año 1954. La boda de la hija mayor del matrimonio, María Manuela al brazo del padrino de la ceremonia, su padre, Fernando Calvo de la Fuente celebrada en Melilla en la iglesia del Sagrado Corazón. Foto: María Fernanda Arce Calvo.

Y tras estas ceremonias empezó a llegar la descendencia de segunda generación. Por cierto, todas las nietas, diez, una vez que ya habían sido superadas las apreturas económicas familiares de las épocas pasadas, hicieron carreras universitarias para no tener que depender de nadie.

Finales del año 1955 en el parque Hernández de Melilla. El matrimonio con su hija mayor María Manuela, y su primer nieto, Marcelo Fernando Arce Calvo. Foto: María Fernanda Arce Calvo

Los veranos de los años, 1960, 61 y 62, los dedicó el matrimonio, ya con los hijos mayores y trabajando, a recorrer con fines culturales el continente europeo, uno de sus anhelos ambicionados, visitando, sobre todo, museos, exposiciones y asistiendo a conciertos de música clásica. A María Manuela le encantaba tocar el piano. Para esos viajes necesitaron, como era entonces preceptivo, obtener los permisos oportunos, con resolución administrativa favorable, del Ministerio de Educación Nacional.

La jubilación de Fernando, acontecida tres años después a la de su mujer María Manuela, con la que se llevaba cuatro años menos y que había tenido lugar en el año 1965, llevó a que el matrimonio dejase su residencia en Melilla y se fuera a vivir a Málaga capital -primero, a la calle Mariblanca en el centro de la ciudad cercana a la plaza de la Merced y luego, a la urbanización Miraflores del Palo, calle Villafuerte- desde donde retomó el contacto estrecho con la saga de los Gómez de la Cruz y el disfrute con los nietos.

Parte de la papeleta electoral para las elecciones municipales de 1983 en Alcalá de Henares donde Fernando Calvo Gómez figurando el número 11 de la lista, debido a su alta cualificación figuraría en el gobierno local como uno de los tres tenientes alcaldes. En estos comicios, el PSOE barrió en esta localidad en las urnas, obteniendo 17 ediles frente a 6 AP y 4 el PCE, lo que no impidió aprobar la revisión del PGOU por consenso. Fuente BOP de Madrid.

Los últimos días de Fernando Calvo de la Fuente transcurrieron a lo largo del año 1984 continuando el matrimonio viviendo en Málaga capital. Le sobrevino un ictus y murió de repente. Poco antes, conoció y se sintió orgulloso- sus ideas avanzadas siempre las mantuvo firmes- que su hijo mayor, Fernando, procreado en Jimena de la Frontera, con cincuenta y cuatro años de edad, formando parte de la lista del PSOE salió elegido de concejal en los comicios municipales que se celebraron el 8 de mayo de 1983 en el importante municipio madrileño de Alcalá de Henares. Cubrió, en el gobierno local alcalaino, una de las tres tenencias de alcaldías, con la responsabilidad de llevar a buen término la gestión del área de urbanismo. De su impulso y buen hacer, culminó, siendo aprobado por consenso, un nuevo Plan General de Ordenación que se hallaba en trámite cuando tomó posesión.

1983. Fernando Calvo Gómez, hijo mayor del matrimonio, en la foto que sirvió como cartel de candidato por la lista del PSOE a las elecciones municipales de Alcalá de Henares. Foto: Marina Calvo Ortega.

Al día de hoy, después de largas odiseas sucedidas a Fernando hijo, -algunas vicisitudes sobrevenidas, tras la muerte de su padre y madre y una vez finalizado el mandato municipal, que por el contenido de la materia que se trató, pertenecen a otra historia- cuenta actualmente con noventa y cuatro años, vive en Fuengirola, y conserva una gran vitalidad y lucidez. Como se dijo, hizo Derecho y posteriormente se especializó en el transporte público, ferroviario y por carreteras.

Año 2022. Fernando Calvo Gómez, en la actualidad en Fuengirola lugar de su residencia como jubilado. Foto: María Cornejo Costas

En 1988 sucedió, viviendo en Granada en la casa de su hija María Teresa tras el fallecimiento de su marido, una dulce extinción de María Manuela, ya aquejada de cierta demencia senil que la sobrellevó muy tranquila con ráfagas de recuerdos sobre el pasado, centradas en su infancia y en el novio tan guapo que tuvo, y cuyos últimos años le habían llevado, más allá del núcleo familiar, a alejarse completamente del exterior y de sus amistades, en un ensimismamiento de su persona, dedicada a las labores que había desarrollado en su adolescencia y que fueron tradicionales en su saga femenina, relacionados con la costura, el bordado y las visitas a la iglesia -nunca creyó que su progresismo fuera incompatible con la fe católica que siempre practicó- en puntuales salidas a la calle. Le encantaba cuidar y alimentar unas gallinas que tenía su hija en una casa pequeña de campo.

Nietos y bisnietos de los Gómez de la Cruz malagueños. Colegio Europa del Puerto de la Torre, Málaga capital. Foto: Teresa Checa Gómez de la Cruz.

Tras la desaparición del matrimonio, la vida siguió, pero ya a través de los hijos y nietos de estas dos grandes figuras del Magisterio a las que la saga hereditaria continúa profesándoles su cariño, admiración y hasta veneración.

Testimonios:

María Fernanda Arce Calvo, Antonio Bravo Nieto, Fernando Calvo Gómez, Maribel Calvo Ortega, Marina Calvo Ortega, Teresa Checa Gómez, Rafael Fernández Díaz, José Regueira Ramos, Juan Manuel Salcedo Pérez, Maria Teresa Travesado Calvo, Remedios Villanueva Najarro.

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