Elecciones andaluzas: El pescado estaba vendido (20.06.2022)

Posted on junio 20, 2022

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Ignacio Trillo

No había que ser un lince, aunque siempre hubiera un chip paranormal de esperanza ficción que más bien debería ser asociado a la moral del Alcoyano, cuando alguien olfatea que las cosas marchan de forma distinta a las deseadas y pretende agarrarse a un clavo ardiendo. Pero al final, estos sueños calderonianos, sueños son, y la realidad se muestra muy tozuda resultante de ser como es y no como se especule.

Se trata de que un partido político, nada de PP que es estructuralmente corrupto sino, el PJ, Partido de Juanma, ha ganado las elecciones andaluzas por mayoría absoluta. Nunca un triunfo de tal calibre había estado tan de saldo para conseguirlo. Ha bastado no haber tenido oposición durante una legislatura. Haber realizado una gestión de lo más grisácea y mediocre, basada en la propaganda de humos, sin haber impulsado un solo proyecto estratégico de importancia para el presente o futuro de Andalucía. En algunos casos, como Málaga, casi rozando el filo del toque de la campanilla para iniciar la campaña electoral, inaugurando una estación de Metro a la que no puede llegar todavía ningún convoy. Pues bien, le ha bastado para obtener en esta provincia los mejores resultados de la Comunidad. Unos servicios públicos que han venido deteriorándose, donde para gestionar la sanidad, en vez de jefes con la profesión médica para dirigir la organización y el funcionamiento de los hospitales o los centros de salud, han venido empleándose vigilantes privados para que mantengan el orden de las colas que nunca se han visto en las puertas de estos establecimientos sanitarios, o para que contengan a los indignados por las demoras en las citas asignadas. Y todo ello desviando como nunca a pacientes a centro sanitarios privados bajo el eufemismo de concertados, presidida la máxima dirección de Salud por un Consejero para echarle de comer pienso aparte que en momentos de escasez de estos profesioales no tenía empacho para despedir a personal sanitario que inmediatamente era contratado por otras comunidades autónomas como Cataluña. Una enseñanza pública donde se ha venido deteriorando el ratio del alumnado por clase o se daba paso subvencionando privilegiadamente a la privada. Mientras, la no financiación en condiciones de suficiencia a las Universidades Públicas, concediéndose autorizaciones para la irrupción de nuevos paraninfos piadosos dispuestos no solo a sacar el dinero a los pudientes que se matriculen, sino también en misiones de apostolado oscurantista para ir preparando futuras clases empresariales o políticas más bien relacionadas con el Medievo de cara a involucionar o pervertir el pensamiento ideológico de las futuras élites de esta comunidad autónoma. De ejecución presupuestaria no hablemos, incapaz de llegar ni tan siquiera a los dos dígitos en porcentajes. Eso sí, habiendo sido el gobierno de la historia de la Junta de Andalucía que más ha gastado en propaganda institucional, en lo que se entiende como compra de medios para la intoxicación, y que más ruedas de prensas virtuales ha realizado. Bien pronto entendió Juanma, y si no se lo dijo Bendodo, que convertir desde el poder toda una legislatura en campaña electoral permanente da rédito en votos en las siguientes para remontar uno de los peores resultados que había obtenido el PP de su mano a lo largo de la autonomía andaluza, sobre todo si la oposición no se enteraba ni rechistaba. Vacío de caja para las políticas de igualdad y contra la violencia de género y no hablemos para la memoria histórica, cero patatero por tanto para sacar a los abuelos y bisabuelos de las cunetas que después de tantos años tampoco requerirían urgencia para ellos por no pertenecer a sus familias. Eso sí, cambio de nombres de Consejerías, de la Mujer a la Familia como unidad de destino en lo universal, y de violencia de género a la intrafamiliar por mor de los accidentes domésticos. Había que tener contento a VOX que había llevado al PP en el peor resultado obtenido al poder andaluz: “Andalú ezte no ez tu referéndum”. Y otra constante, la oposición que no se ejercía en Andalucía a su gestión de la pandemia, lo practicada Juanma contra el malvado Gobierno de Pedro Sánchez, varias veces repetidos a lo largo de cada día para que quedase bien grabado en el imaginario colectivo andaluz, y sin contrarréplicas, que como mal de entre todos los males deseaba mandar a la quiebra a las empresas andaluzas y de camino acabar con el turismo en esta tierra bendita de charangas y panderetas por mor de la santísima virgen del Rocío y demás Dolorosas. Y sin aspavientos, sin aparentar pisar callos poniendo la buena cara amable de pedazo de pan sin haber roto un plato y con mucho respeto fingido, no como Ayuso en Madrid. Siempre dispuesto a apuntarse como propio todo el dinero que le viniera de Madrid o de Bruselas, aunque después fuera incapaz de presentar proyectos o gastárselo, excepto para que su consejero de Hacienda tuviera un sueldo oculto.  Eso también, denunciar a los cuatro vientos que Andalucía estaba mal financiado por el mezquino de Pedro Sánchez, en tanto bajaba en cascada, del pago de impuestos cedidos, a los que más rentas presentan o herencias reciben. El resto lo ha puesto un sistema educativo que representa uno de los mayores fracasos del sistema democrático que está pariendo como churros a generaciones de ciudadanos acríticos, discapacitados para detectar quiénes lo representan mejor, culturalmente analfabetos de la realidad y de nuestro pasado histórico y proclives por tanto, sin ser capaces tan siquiera de leerse un libro, a ser fácilmente manipulables y de los que en una confusión de la especie se aprovechan los medios de desinformación.

Todo un milagro de los dioses y diosas que le han regalado una mayoría absoluta a Juanma por el insignificante balance realizado y el enorme esfuerzo publicitario puesto en escena. Pero más allá de la metafísica han debido de pesar otros factores. Exáminémoslo.

La existencia de un extinto partido, Ciudadanos, con ansias de, a la mayor brevedad posible, hacer desaparecer la representación cosechada hacía tres años y medio, cuando todavía el irresponsable de su jefe Rivera no se había marchado de vacaciones con Malú. No obstante, pasar de 21 diputados a ninguno, aunque se tratara de actualizar un desfase, no resulta una hazaña fácil de lograr. Ha sido necesario que haya jugado tal esfuerzo de subordinación al PP con vocación reiterada de sadomasoquismo en una querencia amorosa que para nada le era corrrespondida, ni en Murcia, ni en Castilla-León ni tampoco en Madrid, que al persistir en Andalucía por un Juan Marín, “El Pescador” en todos los lares partidarios, después de haber perdido esta formación política toda credibilidad, para que haya convertido en tan inútil volverle a votar. Nunca las marcas blancas en política han sobrevividos, el cuerpo electoral las prefiere originales y sin cambalaches. Eso sí, a Ciudadanos se le debe reconocer su único mérito histórico: haber contribuido decisivamente a traspasar un voto centrista y liberal a una derecha conservadora y a una extrema derecha grotesca. A lo mejor para eso lo construyeron los poderes fácticos y la trama mediática del sindicato de la mafia y hoy más de uno y una se han enterado.

También esa mayoría absoluta obtenida por Juanma ha tenido que ver con que Santiago Abascal haya mandado a la esperpento de Macarena Olona a Andalucía con empadronamiento vía extranjis en Salobreña. Debería revisarse, como sucedió con los Másteres de Pablo Casado o Cristina Cifuentes, dónde y cómo, esta histriónica indocumentada e ignorante ha sacado las oposiciones a la abogacía del Estado.  Sus shows en los debates por muy escasa materia gris que corra por los cerebros de sus votantes, han debido de influir en otros para que votar a Juanma significara un voto útil de cara a evitar como mal menor a esta furibunda mamarracho entrando en el gobierno andaluz.

A continuación paso de puntillas por la izquierda al PSOE, no vaya a fragmentarse más y su sector social electoral acabe cogiéndole más alergias a las urnas por no encontrar explicación a tantas torpezas y divisiones de su dirigencia, por más que se sepan de memoria el guion cinematográfico de «La Vida de Brian». Deberían de enterarse que la sobre proliferación de siglas es penalizada por la Ley d’Hondt e incompatible con la sostenibilidad y la conservación; y que de ahí al borde del abismo que conduce a la extinción solo media unos centímetros de distancia. Mal se lo han puesto al alunizaje suave de Yolanda Díaz con tanta fracción tribal y enfermedad infantil pospandémica que le ha llevado a semejante fiasco electoral. Se espera también tras estos comicios que deje de tirarse piedras sobre su propio tejado, ensombreciendo cada medida de progreso del gobierno de coalición del que forman parte, en vez de capitalizarlos, pretendiendo, con esos estériles ruidos que tanto le agradan a la derecha, separarse y no ser absorbidos por los socialistas cuando no viene de ahí su problema, si es que pisan suelo y su mundo sigue siendo de este mundo, o han aprendido de Juanma que sin hacer ruidos se ganan elecciones ¿Cómo ha sido posible que los andaluces que han pasado de contratos temporales a fijos se hayan abstenido o no han votado a la izquierda? ¿Y los pensionistas andaluces que han visto revalorizar sus pensiones? ¿Y los andaluces que que han observado en sus nóminas el subidón en el Salario Mínimo Interprofesional? Esas son las preguntas que deberían tener respuestas, de haber realizado un buen trabajo en calles y centros de trabajo. Aplicable igualmente al PSOE.

Y concluyamos con el que tiene mayor responsabilidad en esta mercadería pesquera que se ha vendido como mayoría absoluta a precio de saldo al PP: el PSOE. Está motivado su principal incumbencia por haber sido, aparte de treinta y cinco años gobernando Andalucía de forma ininterrumpida, la primera fuerza política de las pasadas elecciones autonómicas en tanto hoy aparece derrumbada. Quien ha gobernado esta tierra que ha sido pateada histórica y culturalmente desde el ancestro por la bota caciquil, antecesora de los descendientes que hoy vuelven a gobernarla aunque con mocasines pijos, y la puso que no la conocía ni la madre que la parió; sin embargo, pasado los años, acabó durmiendose en los laureles, con prepotencia, autista, con meteduras de patas que son imperdonables en la izquierda, en tanto el amargo pan nuestro de cada día en la derecha que nos asola y despluma. Pero lo que es más grave, en ese recorrido, acelerado a partir de las elecciones autonómicas del 2008, fue separándose cada vez más de la sociedad andaluza que gobernaba, hasta permitiéndose aires de nepotismo desilustrado cuando no de tejer redes clientelares, desarmando al partido socialista que sustentaba al gobierno de valores, de liderazgos sociales y de referentes, hasta hacerlo de encefalograma plano, casi desaparecido, difuminado o desapercibido por la ciudadanía, sin inserción en el tejido asociativo, como opción laboral llenos de oportunistas del fracaso electoral al coche oficial, como también lo significan los CV de Juanma Moreno como de Susana Díaz, vividores de la política como profesión, sin otra alternativa de trabajo como recambio, incapaces de volver a recuperar la institución que perdieran en las urnas de la que además vivían, indiferente a los avisos de que viene el lobo, lo que llevó a las elecciones de diciembre del 2018 a que la derecha recuperara Andalucía, hecho insólito que no ocurría desde la época de Queipo de Llano. Un partido que bajo esas penosas condiciones había llegado a su ocaso, sin embargo, tras la pérdida del gobierno de la Junta, lejos de abordar una renovación y regeneración profunda, haciéndole caso a esa parte del cuerpo electoral que le había mandado el toque de atención quedándose en su casa, prosiguió con continuismo exasperante una agonía de tres años más bajo el mismo liderazgo desgastado, hasta que la hicieron bajar del asno perdedor a cambio de un destino en el Senado; en tanto, al nuevo candidato procedente de su seno, voluntarioso, desconocido más allá de la capital hispalense, en una operación urdida desde arriba, se le hacía entrega de las riendas del mismo ejemplar equino, es decir un partido sin fuelle ni fuerza, que ha pasado de ser lo más parecido a Andalucía a lo más extraño, incapacitado para movilizar a una ciudadanía que había estado requiriendo cambios sin que nuevamente se efectuasen. Por cierto, fórmula de relevo que nunca ha funcionado en el PSOE, recuérdese el efectuado también desde la cúpula que afectó a Joaquín Almunia y más tarde a Rubalcaba, o a los enésimos candidatos socialistas fracasados habidos en la comunidad de Madrid, como para no haber aprendido. Como consecuencia, el nuevo candidato desconocido, no sobrado de carisma, aparte de que mostrara escasa cintura y falta de reflejos en los debates televisivos transcurridos, resultándele imposible noquear al que se presentaba con los deberes hecho porque ya había realizado una prolongada campaña electoral de tres años y medio y bastaba tan solo que se pusiera de perfil para superar el trámite y que no le llegara a rozarle ningún guante que se le lanzara. Para más inri, disponía de ese instrumento mohoso de partido susanista basado en la subcultura «de lo mío qué», y del «sí wana», trasfigurado de la noche a la mañana de susanista a espadista por la gracia de Dios o de Alá que es grande, porque fatigoso es soportar las colas del SAE o del SEPE, al que no quiso cambiar, la unidad por la unidad como portador de valores eternos, independientemente de que se haya carecido de un relato coherente con lenguaje innovador y con chispa que calase en la ciudadanía andaluza, o haya dispersado en demasía sus mensajes, lo que le ha llevado a que, por esa interferencia de imágenes obsoletas y amortizadas, tampoco pudiera transmitir llegando al conjunto de la sociedad andaluza con nitidez los objetivos que persiguía como nuevo proyecto que ilusionara e hiciera complice a la ciudadanía para su asunción y movilización. Todo esto ha sucedido en un tiempo de incertidumbres sin precedentes históricos, lo que ha conducido a que los que más tienen que perder otra vez se hayan quedado en sus casas o yéndose a las playas para refrescarse de tanto sofoco porque ninguna motivación nueva sentían para tener que acudir con ilusión a las urnas.

Y a partir de aquí, que cada cual que es mayorcito tome nota y asuma sus responsabilidades, y sobre todo en el duplicado SOS por la pérdida del poder introduzca los cambios necesarios que deberían ser urgentemente realizados, ya no tira exclusivamente la sigla tras haber estado tan manoseada, debe estar asociada a liderazgos de estadistas, y lo mío ha sido simplemente exponer mi modesto punto de vista sumándome al cabreo gereralizado reinante entre una importante porción de la población andaluza por lo que nos espera en este tiempo de orfandad a que nos ha conducido una izquierda realmente inexistente, instalada en la incompetencia y que el electorado la ha condenado a la almoneda. Véanse los mapas casi monográficamente pintados de color azul de las ochos provincias andaluzas. Quién iba a sospechar que, más por deméritos de los justamente derrotados y sin merecimientos del vencedor, llegara a contemplarse a partir de esa lúgubre noche de recuento electoral, como campo de visión que ética y estéticamente tanto daña a las pupilas de una Andalucía de progreso y culturalmente avanzada.

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