PREÁMBULO.
En los dos capítulos anteriores, (https://ignaciotrillo.wordpress.com/2019/07/22/37900/ y https://ignaciotrillo.wordpress.com/2019/08/08/38194/ ), se han ido desgranando lo que fue la semblanza y los pormenores que le sucedieron al arriero y autodidacta, Cristóbal Vera Sarabia, «Telar», bien desarrollado en su faceta sindical o como alcalde, acontecido durante la primera mitad de la década de los años treinta del pasado siglo, tiempo que duró la IIª República. También una vez huido del pueblo en los primeros meses de la sublevación militar.
Por su comportamiento y generosidad, los nonagenarios a los que he ido entrevistando lo siguen definiendo, como `hombre bueno y más listo que el hambre´, ante la profunda huella humana que dejó, y que se reitera en la memoria colectiva de quienes por mor de familiares les fue transmitido el pasado; los menos en las siguientes generaciones ante el temor de padres y abuelos a que sufrieran la implacable represión de la Dictadura.
«Eran cosas de mayores por malas cabezas, de eso no se habla»; se decía en los hogares, de forma abstracta y enigmática y cortando tajantemente, para cubrir con un tupido velo el genocidio acaecido.
En el campo de batalla durante la larga y sangrienta contienda bélica que desencadenó el golpe de Estado del 18 de julio de 1936 al resultar inicialmente fallido, «Telar» mantuvo la misma firmeza de compromiso solidario y entrega a los demás.

Cristóbal Vera Saraiba «Telar», arriero, último alcalde republicano en Jimena, con su querido pueblo al fondo, en la visita temporal que realizó a la localidad en el verano de 1987 Foto: José Regueira Ramos. Se contiene acompañado en el Tomo IIº de Retratos de Jimena. Ediciones Oba.
Hombre de fuertes convicciones republicanas con impronta social, no estuvo en su pensamiento que la IIª República pudiera sufrir la derrota por quienes se alzaron en armas. De ahí que desde «la juía» de Jimena a la que acompañó ante la ocupación militar, su obsesión se centró en hallarse lo más próximo posible a su pueblo natal, para regresar cuanto antes una vez se sofocase la rebelión.
Así sucedió en los lugares ya referidos en el capítulo anterior que eligió para combatir o resistir a los sublevados; primero, en el frente de Ojén-Monda, como en su posterior retorno clandestino al pueblo, una vez fue tomada la capital malagueña por italianos y magrebíes, para permanecer oculto en la jimenata finca «La Jabalinera» a la espera de acontecimientos favorables que no tuvieron lugar.
Como con posterioridad vamos a ver reflejado aquí, una vez que fue consciente que derrotar a los rebeldes no era cosa fácil, en su elección, una vez alcanzada tierra gibraltareña, de proseguir combatiendo la subversión lo más cerca posible a Jimena.
EL ÚLTIMO ALCALDE REPUBLICANO DE JIMENA (IIIª PARTE)
Ignacio Trillo
1.- «TELAR» EN GIBRALTAR.
«Telar», hombre fuerte, rebelde ante las injusticias sociales y políticas, de porte recio, alto, con temperamento inquieto y nervioso, estaba dotado de una especial vitalidad, además de valentía y ardor guerrero para hacer frente a todo tipo de adversidad, alimentada por la moral que le infundían sus ideas.
Sucedido el golpe de Estado del 18 de julio de 1936, cambió el chic de su capacidad de liderazgo político y sindical para resistir o centrarse en dirigir a combatientes contra la sublevación militar, por estar convencido firmemente que el ocaso del constitucionalismo republicano abriría paso a la ley de la selva y del más fuerte, ganando los de siempre para hacer retroceder o eliminar los derechos y las libertades conquistadas.
Comprometido por tanto con la causa de la defensa de los más desfavorecidos, que eran los que más tenían que perder en este lance, no buscó una salida particular para su salvación individual al objeto de no contraer más riesgos.
De este modo, desde la orilla de la Línea de la Concepción atravesó el Estrecho, entonces enormemente vigilado por los barcos de guerra y la aviación de los sublevados. Lo hizo oculto en una barca que llevaba una carga de carbón de Jimena que iba a ser vendida en Gibraltar, para lo que contó con el apoyo de su paisano y amigo, Juan Jiménez Roldán, hermano de Andrés, el copropietario de la finca «La Jabalinera» donde estuvo escondido durante nueve meses.
Una vez llegado a La Roca, lo primero que hizo «Telar» fue entrevistarse con el Cónsul español, Plácido Álvarez-Buylla Lozana.
Su pretensión era retornar al interior de España a zona republicana para alistarse en alguno de los frentes de guerra de cara a continuar combatiendo a los alzados en armas, cuando lo más cómodo y seguro para preservar su integridad física hubiera sido cursar una solicitud de asilo político al objeto de exiliarse en cualquier otro país que le mereciera confianza.

El Cónsul del Gobierno republicano en Gibraltar, Placido Álvarez-Buylla Lozana, A la derecha, contando con 25 años jugaba al fútbol en el CD Espanyol, temporada 1910-1911. Fuentes: Blog «Guerra Civil Española día a día» e «Historia del Espanyol».
El Cónsul en Gibraltar, Álvarez-Buylla, que ocupaba el puesto en ese momento, era de abolenga familia asturiana.
Tras cursar sus primeros estudios en Inglaterra, había sido futbolista del Madrid (temporada, 1906-1907) y luego del Espanyol (1910-1911), en los puestos de defensa y medio centro. Se doctoró en Derecho e hizo la carrera diplomática.
En el año 1933 fue designado director general de Marruecos y colonias, y, desde el 19 de febrero hasta el 5 de septiembre de 1936, en calidad de independiente, sería nombrado en la misma cartera de ministro de Industria y Comercio en los cinco Gobiernos con distintos presidente que se fueron sucediendo tras el triunfo del Frente Popular y que tuvieron duración efímera ante los graves acontecimientos que se fueron precipitando.
En esos escasos seis meses, el ejecutivo republicano estuvo presidido por, Manuel Azaña Díaz. A continuación, por Augusto Barcia Trelles, al que relevó, Santiago Casares Quiroga, los tres de Izquierda Republicana (IR) de tendencia política de centro-izquierda. Tras el 18 de julio, fue sustituida la presidencia del Consejo de Ministros por Diego Martínez Barrio de Unión Republicana, de ideología de centro, y después le prosiguió, José Giral Pereira (IR).
El 20 de septiembre de 1936, ocho días antes de la toma militar de Jimena por los rebeldes, Álvarez-Buylla había sido nombrado Cónsul en Gibraltar por la importancia que el Gobierno republicano empezó a darle, quizás tardíamente, a su posición geoestratégica, así como para atender las complicadas relaciones diplomáticas a preservar con Gran Bretaña.

20.02.1938. Publicación en la «Gaceta de la República» número 51, página 910, del pase del Cónsul Plácido Álvarez-Buylla, hasta entonces en Gibraltar, a continuar desempeñando dichas funciones pero en París. Seis meses después, falleció. Fuente: Gaceta de la República.
Su vida biológica fue breve. En febrero de 1938 fue trasladado desde Gibraltar, tras diecisietes meses de permanencia, al Consulado español en la capital francesa. Y en agosto de ese mismo año murió en París a la temprana edad de 53 años.

Segunda quincena de julio de 1936. Mucho se ha hablado de la acogida de refugiados por las autoridades del Peñón, pero quizás no tanto sobre la que aquí figura en imágenes: cómo se cerraba la frontera, reforzada con trancas de madera maciza, cuando al otro lado de la Verja los sublevados estaban bombardeando a la población civil indefensa o fusilando sin juicio alguno a responsables políticos y sindicales republicanos. Foto: Casa de la Memoria La Sauceda y El Marrufo.
«Telar» pudo percibir, más lo que le fue comentado en el breve espacio de tiempo que perduró en el Peñón, que las simpatías de las autoridades oficiales, las élites empresariales y la prensa gibraltareña, se posicionaban a favor de los militares golpistas españoles.
En este sentido, la Roca seguía siendo utilizada como plataforma para la conspiración de cara a acabar cuanto antes con la IIª República, como venía sucediendo desde los primeros tiempos de su proclamación, cuando empezaron a exiliarse monárquicos y millonarios españoles para vivir a cuerpo de rey, alojados en lujosos hoteles y llevando a cabo, sin trabas algunas, evasiones fiscales y de capitales así como conjuras sediciosas. No fue casualidad que tanto Sanjurjo como Franco en fechas distintas visitaron El Peñón antes del 18 de julio de 1936.
Tampoco fue ajena la grata acogida que gozaron en Gibraltar, en la condición de refugiados, los miembros de la derecha capitalista española que se establecieron allí desde los albores de la década de los años treinta y en una segunda oleada tras el triunfo electoral del Frente Popular en febrero de 1936, ante el temor a ver mermados sus patrimonios, como tampoco la influencia que en esos tiempos gozaban, tanto la rama gibraltareña de los Larios, encabezada por Pablo Larios Sánchez de Piña, un todopoderoso en La Roca, como la que disponía, Juan March Ordines, donde mantenía grandes negocios relacionados con el tabaco que fabricaba en Marruecos así como con sus navieras.

Finales del año 1933. Juan March Ordines (que fue espía al servicio de la Gran Bretaña) en Gibraltar, refugiado tras fugarse de la cárcel de Alcalá de Henares donde compró a su carcelero, A la derecha, Pablo Larios Sánchez Piña, con domicilio en el Peñón. Dos influyentes hacendistas que manejaron sus hilos a favor del golpe de Estado y posteriormente para su triunfo. Ambos habían estrechado además sus relaciones en la transmisión que se produjo a finales de los años veinte de la «Sociedad Industrial y Agrícola del Guadiaro» con sede en la Casita de Campo de San Martín del Tesorillo.
En este derrotero, a March no le cupo dudas de refugiarse en dicho lugar cuando el 2 de noviembre de 1933, cumpliendo condena judicial por fraude fiscal y corrupción, se fugó del penal de Alcalá de Henares, a través de la compra de su carcelero, Eugenio Vargas Rodríguez, el oficial de prisiones encargado de su vigilancia. Como tampoco que llegado a la Roca manifestara estar dispuesto a poner el dinero que hiciera falta para acabar con el régimen republicano.
La oficialidad británica, encabezado por el gobernador gibraltareño, Charles Carringtony, así como la cúpula empresarial y comercial «yanita», por Lionel Imossi, no recibieron con entusiasmo la llegada de la IIª República a España.
Y cinco años después. temían que, de fracasar el golpe de Estado patrocinado por los militares sublevados, se abriera paso al otro lado de su frontera una República española de corte soviética, sintiéndose con ello amenazados en sus grandes dividendos, bien relacionados con las transacciones financieras, el carbón, el contrabando de tabaco o por otros suculentos y oscuros negocios.

21.07.1936. Leyendo la prensa gibraltareña de esos días en que se inició el golpe de Estado del 18 de julio, se puede apreciar a las claras el sesgo tan enorme que presentaban sus contenidos a favor de los sublevados. Incluso no disimulando el burdo estilo que empleaba, calificando constantemente a las autoridades o militares leales al Gobierno, de comunistas, en tanto a los subversivos alzados en armas les llamaba, «revolucionarios». Foto: Diario «Gibraltar Chronicle».
Igualmente, estallado el conflicto en España con inicial frustración del Golpe sobre lo estimado, esas mismas autoridades y portavoces del Peñón que apostaron a rajatabla por aplicar la política de no intervención proclamada por las autoridades de Gran Bretaña, sin embargo pasaron a calificar la ingente ayuda de Hitler y Mussolini a los sublevados como una anécdota.
De esta forma, desde el primer momento, se negaron desde el Peñón al suministro de combustible, carbón y petróleo, a la flota republicana desplegada en el Estrecho para impedir el paso de las tropas rebeldes coloniales, legionarios y regulares, y de mercenarios magrebíes reclutados, procedentes de las posesiones coloniales españolas en el norte de África.
Eso no significó que en Gibraltar contando en 1936 con un censo de 18.000 habitantes no se salvaran muchas vidas entre los más de cinco mil españoles republicanos, un 20% de su población, que a pesar de las trabas impuestas a su entrada finalmente se refugiaron allí ante el temor que corrían sus vidas, en su mayoría de forma temporal.
La presión de la opinión pública de la Gran Bretaña y de los trabajadores del Peñón, así como de las logias masónicas solidarias con sus hermanos campogibraltareños, ante la masacre que estaba aconteciendo contra ellos, fue abrumadora y produjo sus efectos.
En este ambiente que se respiraba no podían ser expulsados cuantos entraban en Gibraltar por el procedimiento que fuera, y menos entregados a las autoridades rebeldes, aunque en esas primeras semanas que siguieron al Golpe, los responsables del Peñón al objeto de aligerar la presencia en La Roca de multitud de republicanos, organizaron y favorecieron la salida de barcos cargados de refugiados con destino a Málaga. Sucedió antes de que cayera el litoral costasoleño en manos italianas y magrebíes.

Finales de julio de 1936. Tras la consolidación de la ocupación por los rebeldes de la Bahía de Algeciras, los sublevados situaron a soldados «nacionales», pero oriundos del Rif, custodiando los accesos de la frontera española con El Peñón para impedir que pudieran refugiarse en dicho lugar numerosos campogibraltareños que huían de la represión . Foro: Archivo Familia Castilla del Pino.
No obstante, con el paso del tiempo histórico, las autoridades del Peñón y de la metrópolis, sufrirán el escarmiento por su condescendencia con los sublevados, donde llegaron incluso a autorizar durante la contienda bélica la existencia en La Roca de un Consulado de los rebeldes en el mismo edificio donde estaba ubicado el espionaje británico. Ocurrió, cuando el eje nazi-fascista con la invasión de Polonia, declaró a principios de septiembre de 1939 la Segunda Guerra Mundial a las potencias democráticas occidentales.
También, mucho más tarde, año 1953, cuando la Dictadura de Franco, tras firmar los acuerdos con los EEUU y con el Vaticano, comenzó a sentirse consolidado en la esfera internacional y emprendió el acoso y hostigamiento a Gibraltar hasta provocar en su escalada el cierre de la Verja el 8 de junio de 1969.
El caso es que después del largo periodo que ha transcurrido desde los años treinta, será por algo el que aún se halle en los dominios británicos abundante documentación oficial de esa época que no ha sido desclasificada para conocimiento de la opinión pública y para su estudio por los historiadores.

Final de julio de 1936. Cuando no hubo más remedio ante la avalancha de refugiados republicanos que se hallaban en Gibraltar huyendo de la represión franquista, se levantó un campamento en los terrenos que ahora ocupa el aeropuerto.»Telar» debió estar poco tiempo en el Peñón y por medida de seguridad pernoctaría en uno de los pontones que se improvisaron por los propios refugiados en el puerto, puesto que en el limitado registro de entradas que he conocido no figura su permanencia ni tránsito, y sí en cambio la de muchos carabineros, y también guardias civiles, leales, que temieron por sus vidas. El caos existente en ese entorno, enjambre a su vez de espías, donde la estancia de la mayor parte de los republicanos que entraron, hasta cinco mil se estiman, fue temporal. Muchos lo hicieron por mar con la intención de abandonar La Roca cuanto antes para irse en barcos a la zona republicana, como hizo «Telar», lo que quizás conduzca a que no exista una estadística en condiciones o no se haya hecho público hasta la fecha. Foto: Infogibraltar.
2.- «TELAR», DE TÁNGER A MARSELLA Y A BARCELONA HASTA LLEGAR A SIERRA NEVADA
Pues bien, ese ambiente enrarecido existente en Gibraltar contra la causa republicana tuvo que contribuir para que «Telar» no contrajera inseguridades y, una vez obtenidos del Consulado español los salvoconductos oportunos, no perdiera tiempo para cuanto antes, en una primera escala, marchar desde El Peñón a Tánger, ciudad que gozaba de estatus especial internacional de neutralidad.

Noviembre de 1937. Mapa del Protectorado Español en Marruecos. «Telar» viajó de paso desde Gibraltar a Tánger. Entonces esta ciudad norteafricana gozaba de estatus internacional de neutralidad, administrada por España, Francia, Gran Bretaña, Italia, Bélgica y Portugal. Fueron muchos los jimenatos huidos que se refugiaron en dicho enclave. Así aconteció por ejemplo con doña Pura Terrones y sus hijos menores de dad (Guillermo con 12 años, Alfredo con 6 y María Rosa con 4, pero además allí dio a luz a María Isabel, en tanto el padre de familia se hallaba en Alicante como director del Hospital Provincial) , maestra del pueblo y esposa del médico, Guillermo Ortega Durán, primer teniente alcalde que fue en el gobierno municipal que presidió «Telar». Asimismo, con Felisa Hernández López, la administradora de la lotería nacional en el pueblo. O, con Bartolomé Barea Zapata, comerciante e industrial de la Estación, masón, primer teniente de alcalde de la primera corporación republicana y miembro del Comité Local del Frente Popular que inmediatamente que se conoció el inicio del golpe de Estado se constituyó para gestionar la emergencia. Todos ellos, junto a otros más, tuvieron que huir de Tánger cuando el 14 de junio de 1940, coincidiendo con la entrada del ejército de Hítler en París, las tropas de Franco, establecidas en el Protectorado español de Marruecos, dieron un golpe de mano y se anexionaron la ciudad, acabando con las instituciones que aseguraban la neutralidad y emprendiendo la represión contra exiliados republicanos. Entre otros, fue detenido, Antonio Marina Gutiérrez, socialista que se encargaba en Jimena de la fábrica de la luz y del molino, titular de su progenitor. Era hermano de padre del médico del pueblo, Juan Marina Bocanegra. Fue conducido desde Tánger a la prisión de Ceuta en el Monte Hacho. Finalizada la Segunda Guerra Mundial en 1945, la ciudad de Tánger tuvo que volver al estatus anterior de neutralidad ante el temor de Franco de verse invadido por las potencias democráticas vencedoras.
Desde la ciudad tangerina, «Telar» emprendió nuevamente ruta marítima para tomar, en este caso, rumbo con destino a Marsella, y desde allí entró de nuevo en España hasta llegar a Barcelona.
Era finales de noviembre de 1937. Se estaba reorganizando nuevamente el Gobierno republicano, ahora instalado en Valencia.
En la capital catalana, prefirió enrolarse a petición propia en el frente del Sur que estaba establecido en la provincia de Granada. Lo hizo por ser dicha avanzadilla republicana la más cercana a Jimena y abrigar la esperanza de que más pronto que tarde quedaría derrotada la sublevación franquista y regresaría de nuevo al pueblo, esta vez victorioso.

Finales de 1937. Uno de los grupos de victoriosos brigadistas internacionalecos que junto a republicanos españoles consiguieron en febrero de 1937 frenar en seco el avance de los militares italianos y mercenarios magrebíes que habían tomado Málaga y se disponían seguidamente a ocupar Almería. Estas fuerzas antirrepublicanas que sufrieron una gran derrota, venían por detrás de lo que se denominó «La Desbandá» que se produjo, tras la caída de Málaga, por centenares de miles de personas indefensas compuesta fundamentalmente por mujeres, niños y ancianos que huían de la represión por la carretera de Almería en condiciones extremas, en tanto eran bombardeadas por mar y por aire. Se cifra el éxodo y la masacre habida, según los últimos estudios de la Universidad de Málaga realizados por los profesores Maribel Brenes y Andrés Fernández, en más de 300.000 personas, entre ellos numerosos jimenatos, con más de 5000 muertos. Se inició la marcha tras la toma de Málaga, donde estaba concentrada mucha población procedentes de otras provincias andaluzas como Sevilla y Granada que fueron tomadas por los golpistas en los inicios de la sublevación, así como por numerosos campogibraltareños y habitantes del litoral malagueño, ya en manos de los sediciosos, a la que se le fueron sumando las poblaciones de la costa axárquica, granadina y almeriense, por donde iban pasando la marea humana. Pues bien, después de esa derrota infringida a los mercenarios rifeños y a las tropas de El Duce Mussolini, las tropas republicanas llevaron a ocupar toda la zona de la Alpujarra para situarse en las proximidades de Granada, en los picos del Mulhacen y El Veleta. Posteriormente, «Telar» junto a otras unidades republicanas, fueron a hacerles el relevo, ante la orden que recibieron del mando militar republicano para que se desplazaran a Peñarroya (Córdoba) donde se venía librando para su defensa una importante batalla bajo el mando del teniente coronel, Pérez Salas, (este oficial jugará posteriormente, a finales de marzo de 1939, un papel decisivo en la salvación de la vida de «Telar»), consiguiendo finalmente vencer a las huestes de Queipo de Llano. Fuente: Documentation Centre Of Austrian Resistance Spanienarchiv. Viena.
Más de un año estuvo «Telar» entre los montes del Veleta y del Mulhacén en Sierra Nevada, pasando un frío intenso, calor a raudales en verano, a añadir las calamidades extremas de una guerra. Era un frente estabilizado a efectos militares aunque con constantes escaramuzas. Ninguna de las partes en el conflicto lo tuvo entre sus prioridades.

Un Búnker de los que aún quedan, entre otras muchas construidos en las estribaciones de la Loma del Mulhacén en Sierra Nevada, donde el frente bélico estuvo estabilizado prácticamente desde la primavera de 1937 hasta casi al final del conflicto bélico al considerarse por los franquistas otras zonas prioritarias, como la toma de Madrid o atravesar el Ebro para invadir Cataluña, y haber sufrido los italianos y magrebíes, previo de la llegada de «Telar», una gran derrota tras la toma de Málaga . No obstante, las condiciones límites de la zona con el frío extremo en invierno y el intenso calor en verano, con oscilaciones térmicas del día a la noche abismales, y la dificultad en la llegada de suministros alimenticios y de todo tipo, hicieron pasar al ex-alcalde jimenato unas penurias terribles. Fuente: El blog de Ignacio Henares.
3.- LA PÉRDIDA DE VIDA DE JÓVENES JIMENATOS EN LOS FRENTES DE GUERRA.
El optimismo y la moral de victoria con que «Telar» se había reincorporado nuevamente a la contienda, poco a poco se fue minando bajo esas paupérrimas condiciones unido a la impotencia que sentía ante las noticias negativas que le llegaban de distintos frentes.
El dolor por las pérdidas de vida de jóvenes del pueblo y de la estación de los Ángeles en las distintas batallas sangrientas que se estaban librando en el primer trimestre de 1938, tanto en el frente de Teruel como en el de Pozoblanco, le herían lo más profundo de su corazón.

Enero-febrero de 1938. Una breve muestra de los muchos jóvenes jimenatos, héroes anónimos cuyas biografías fueron silenciadas en el pueblo durante la Dictadura por miedo a la represión, que cayeron luchando en distintos frentes de guerra a favor de la IIª República, no porque les tocó obligatoriamente tener que combatir, sino que, como «Telar», acudieron como voluntarios por convicciones ideológicas y éticas constituyendo en este caso la Brigada Salvochea liderada por el también jimenato, José Meléndez Andana. El primero por la izquierda y por arriba, Diego Sánchez de la Torre, hermano de María, (la mujer del tendero, Bartolo Macías González, y por tanto tío de Andrés y José María) y de Irene, la mujer que fue de Sebastián Zarza, el del taller de mecánica en la Estación. Diego, perito mercantil, que sacó la carrera bajo el quinqué de noches de estudios después de haber dejado el trabajo en la finca La Huerta propiedad de su padre que estaba ubicada en Marchenilla. Sin militancia partidista o sindical, sin embargo era profundamente demócrata y repudiaba el fascismo. Muy culto y dotado de una exquisita oratoria como demostraba participando en coloquios, impartiendo charlas conferencias y dando mítines. Sería célebre el transmitido en Estepona desde un balcón de una panadería ante cientos de vecinos. Encontró la muerte en enero de 1938 con 26 años, combatiendo en la fría nieve de la Sierra de Teruel, a veinte grados bajo cero, cuando encontrándose con Juan Millán Torres, de la estación de Gaucín, fueron sorprendidos mortalmente por los disparos de un mortero. Desde el año 2016 una plaza de Jimena lleva su nombre en reconocimiento a su generosa entrega. El segundo por arriba, Antonio Peláez Sanjuán, que lo vemos con el brazo en cabestrillo en un hospital de Madrid a consecuencia de los disparos que recibió en la batalla del Jarama transcurrida entre el 6 y el 27 de febrero de 1937, tomando al asalto el cuartel general de los sublevados en Morata de Tajuña, para impedir la entrada en Madrid de los sediciosos. Curado de esas heridas, se volvió a incorporar al ejército republicano y murió también a inicios de 1938 en la batalla de Teruel. El siguiente, Francisco Infantes Jiménez (en este caso perteneció al Batallón Número 8 «Pablo Iglesias» que se constituyó en Málaga capital, calle Córdoba número 6), que contaba con 29 años en 1936, soltero, chófer y afiliado a la UGT, ascendido a cabo, muerto en la batalla de Pozoblanco (Córdoba), donde yace enterrado en una fosa común en el paraje conocido por «La Losilla», donde hay importantes yacimientos visigodos, perteneciente al término municipal cordobés de Añora. En las mismas fechas y en Peñarroya, murió en el campo de batalla, el primero de abajo por la izquierda, Sebastián Barranco Vázquez, primo hermano de Ángeles Vázquez León. A continuación, Antonio Benítez, el hijo del caminero. Le sigue, Fermín León Rubiales, también muerto en combate en Peñarroya, hermano de Sebastián, marido de Milagros Díaz Sánchez y tío de Pasionaria, Pedro, Alberto y Fermín León Díaz. Fotos: Retratos de Jimena. Ediciones OBA.
4.- EL DECLIVE DE LA REPÚBLICA EN LOS CAMPOS DE BATALLA
La zona republicana, al ocupar los franquistas en la primavera de 1938 las provincia de Teruel y Castellón, quedó rota en dos partes, y con ello separado el Sur y el Levante, de Cataluña, en tanto «Telar» seguía con su batallón sin ceder un ápice de terreno defendiendo Sierra Nevada.

Julio de 1938. Logrado por las tropas de Franco la ruptura en dos partes del territorio que quedaba de zona republicana, «Telar» siguió resistiendo. Continuaba combatiendo en la provincia de Granada formando parte del frente más al sur que seguía siendo controlado por las tropas leales a la República. Foto: Wikipedia.
Sin embargo, el signo contrario e irreversible de la contienda militar al republicanismo llegó al comienzo de 1939 con la ofensiva ya iniciada en diciembre de las tropas de Franco que atravesaron lor ríos Ebro y el Segre para acercarse a la toma de Cataluña, en tanto las fuerzas leales, en un intento desesperado, fracasaban en su última ofensiva emprendida, Córdoba-Extremadura, preparaba de forma minuciosa por el general, Vicente Rojo, y ejecutado por el honesto y leal general de la Guardia Civil, Antonio Escobar, ya como capitán general de la zona extremeña. Ello hizo que los días de la previsible derrota definitiva de la República estuvieran contados.

Febrero 1939. La última ofensiva del ejército republicano aconteció en el campo de batalla (llamada Valsequillo) desde Peñarroya hasta Extremadura. Fue diseñada y ejecutada por dos profesionales del ejército de carrera militar, lo que desmonta otra de las falacias empleadas por la propaganda franquista. No fue el ejército el que en su totalidad se levantó contra la IIª República, sino un sector, aunque importante. Así, contabilizando cómo se dividió en cifras la institución militar el 18 de julio de 1936, día del inicio del Golpe de Estado, entre los golpistas y los legalistas, el balance que ofrece es el siguiente: En cuanto a los mandos máximos, de los 18 generales de división que existían, solo 4 figuraron entre los que se levantaron en armas: Cabanellas, Franco, Queipo de Llano y Goded. Del total de 59 generales de brigada, 42 se mantuvieron fíeles a la República y 17 se sublevaron. De los 8 capitanes generales que mandaban las 8 regiones militares en que estaba dividido territorialmente España, solo se rebeló 1, Cabanellas, además era masón. Mandaba la Vª Región con sede en Zaragoza. Con respecto a la aviación, el 66 % del ejército del aire fue leal a la República con su comandante en jefe a la cabeza, al igual que el 65 % de los efectivos de la marina, el 47% del ejército de tierra, el 51 % de la Guardia Civil, con los 6 generales que había, y el 70 % de la Guardia de Asalto. En total: 116.501 hombres. En cuanto a los sublevados fueron: 140.604, de ellos 47.127 correspondieron al ejército en Marruecos, el mejor pertrechado y preparado, compuesto por Legionarios y Regulares. En cuanto a oficiales intermedios, el saldo aquí era claramente favorable a los golpistas. La otra falta a la verdad, consistente en que se trataba de una lucha contra los ateos para defender a los creyentes. tampoco se sostiene. En este sentido, queda claro la falta a la verdad con el ejemplo del general Escobar que era un ferviente católico y practicante. Se podría citar también en este apartado a numerosos sacerdotes que fueron fusilados por los sediciosos en el País Vasco por apostar por la República. Y por último, que solo fusilaron y reprimieron a los que consideraban «rojos». Aquí también, por poner solo dos ejemplos de los muchos que hubo, la ejecución del propio general Escobar, junto a 16 generales que no pudieron abandonar a tiempo el territorio o los cuarteles que los rebeldes controlaron. y el exilio a que se vio obligado el general Rojo, como otros tantos, para que no le sucediera lo mismo. Fue célebre el fusilamiento en el campo de tiro de Vista Alegre del capitán general de la VIº región militar con sede en Burgos, Domingo Batet Mestres, otro católico profundo, por expreso deseo de Franco como venganza personal ante el informe que en su día emitió sobre el desastre de Annual denunciando la corrupción existente en el ejército en Marruecos que le costó a Franco la negativa para que se le fuera otorgada la Laureada de San Fernando y que luego el 19 de mayo de 1939 transcurrida la guerra civil se concedió a sí mismo en el Consejo de Ministros que presidió. O la muerte por un pelotón en Murcia, agosto de 1939, tras consejo de guerra sumarísimo de los triunfadores al coronel Joaquín Pérez Salas que había sido el último mando republicano de la base naval de Cartagena, que antes de ser disparado gritó: ¡Viva la República! ¡Viva Cristo Rey!, Pero es que además, fueron las madrugadas de los días 17 y 18 de julio de 1936 cuando más asesinatos y los primeros que sucedieron de oficiales, mandos y soldados al margen de los campos de batalla. Se realizaron en el interior de los cuarteles que controlaron los golpistas contra aquellos militares que se opusieron a la sublevación y manifestaron optar por la lealtad al orden constitucional y servir a la bandera que habían jurado defender. En resumidas cuentas, fue la decisiva la intervención del ejército italiano y del alemán para hacer inclinar la balanza a favor de los insurrectos, independientemente de los gruesos errores que cometieron los diversos gobiernos republicanos que se sucedieron en ese periodo bélico.
5.- LA DIÁSPORA JIMENATA CON HUIDA A FRANCIA
Tras la caída final de Cataluña, acontecida en los primeros días de febrero de 1939, medio millón de españoles huyeron hacia Francia donde les esperaban los campos de concentración o la muerte como fue el caso del querido profesor y poeta, el bueno de don Antonio Machado. Muchos no volvieron, entre ellos numerosos jimenatos.
A algunos de esos exiliados les dedicaré en el siguiente capítulo el recuerdo y reconocimiento que se merecen. Solo aquí citaré a uno, Andrés Gutiérrez Gómez «Peana», y sus avatares, muy amigo de «Telar» cuando la República y más tarde lo tuve de profesor de francés tras su retorno del exilio a Jimena al inicio de los años sesenta.

Otoño de 1936. Salida de la estación de Málaga capital del tren lleno de milicianos voluntarios con destino a la Estación del Chorro en Álora para la defensa de la cadena montañosa que rodea la capital y donde iban numerosos jimenatos, miembros de la UGT, encuadrados en el batallón «Pablo Iglesias», como Andrés Gutiérrez Jiménez.
En septiembre de 1936 sería de los que también abandonarían el pueblo. Militaba en Izquierda Republicana y en la UGT. Tras su huida por la Costa llegó a Málaga capital y se dirigió a calle Córdoba número 6 donde se alistó como voluntario en el Batallón número 8 llamado «Pablo Iglesias», donde dejó constancia que su domicilio era calle Romo número 3 en Jimena de la Frontera, casado y de profesión mecánico. En esas fechas del otoño de 1936 contaba con 32 años. Estuvo de sargento en esa unidad y su despliegue aconteció entre el Valle de Abdalajis y El Chorro para su defensa frente a la amenaza por el avance de los sediciosos.

Mayo de 1937. El general de brigada Luis Castelló Pinto. En la batalla de defensa de Pozoblanco, el de la derecha, con gorra y corbata, liando un cigarro, es el jimenato con domicilio en calle Consuelo, Andrés Gutiérrez Gómez «Peana». Luego, aguantaría los veinte grados bajo cero en el frente de Teruel aunque se le congelarían un pie y de rodilla hacia abajo la otra pierna. Ambas partes, le fueron amputados. Huyó al exilio francés por la frontera catalana. Regresó a Jimena a inicios de la década de los sesenta. Uno de los problemas domésticos que tenían los combatientes en los frentes de guerra es que la zona tabaquera, que se daba fundamentalmente en Extremadura, había quedado en la parte sublevada, y en cambio el papel de fumar se fabricaba en territorio alicantino controlado por los republicanos. En este sentido, cuando un frente se estabilizaba, como le ocurrió al de Sierra Nevada donde se hallaba «Telar», utilizaban a niños para que nadie se le ocurriese disparar y hacer el intercambio de tabaco por papel o viceversa. Eran tiempos en que se desconocían los perversos efectos para la salud del tabaco, y su existencia entre los soldados se consideraba fundamental para mantener la moral de la tropa. Foto: Tomo 22 de la colección de la editorial del diario El Mundo, página 87.
6.- EL GOLPE DE SEGISMUNDO CASADO.
Estos reveses de los republicanos en el campo de batalla, originó, en la segunda quincena de aquel febrero de 1939, en tanto «Telar» continuaba resistiendo en Sierra Nevada, enormes tensiones entre jefes militares y responsables políticos leales, divididos en dos grandes bloques en el plano de las estrategias a seguir para salir de la delicada y frágil situación en que se hallaba la IIª República.

Marzo de 1939. El canario, Juan Negrín López, último presidente legítimo de la IIª República. Doctor en Medicina, catedrático de la Universidad de Madrid, entre cuyos discípulos figuró el premio Nobel, Severo Ochoa, que también acabó exiliándose con el triunfo del franquismo, así como el médico de Jimena, Juan Marina Bocanegra y su hermano Salvador que ejerció en Málaga. Formado en Alemania, su figura de enorme talla política y de integridad ética fue injustamente vilipendiado durante décadas, achacándole haber sido un pelele de la entonces URSS, hecho totalmente incierto. Hasta recientemente no ha sido rehabilitado tanto a nivel político como por historiadores. A principios de marzo de 1939 estuvo en París y de la información recibida percibió que la Segunda Guerra Mundial iba a estallar de un momento a otro, por lo que intentó convencer a los partidarios de reconocer la derrota republicana anteponer una estrategia que llevara a la internacionalización de la guerra española, hecho en que fracasó. Foto: Víctor Moreno y otros.
Por un lado estaban los partidarios de resistir y alargar el conflicto lo máximo posible en el tiempo, teniendo en cuenta que la Segunda Guerra Mundial estaba en puertas y por tanto podía suceder una internacionalización del conflicto español, donde ya las potencias democráticas se verían obligadas a poner fin a la hipócrita neutralidad mantenida hasta entonces -en tanto, el eje nazi-fascista italo-alemán con total descaro ayudaba la causa franquista- y se volcarían en recursos y apoyos materiales a favor de la legalidad constitucional. Esta opción la encabezaba el gobierno legítimo del socialista Juan Negrín con el apoyo del PCE que era ya la fuerza más organizada en el campo republicano.
Y por otro lado se hallaban los que dándolo todo por perdido, apostaban por alcanzar una capitulación pactada con los sublevados en evitación de más sacrificios y tragedias humanas.
Ganaron el pulso estos últimos por una intervención militar, pero la paz negociada fue imposible ante la oposición frontal de Franco que exigió sin piedad una rendición incondicional.

5 de marzo de 1939. El coronel Segismundo Casado López, con el apoyo, entre otros, del teniente general, José Miaja (otros dos jefes de carrera castrense que el 18 de julio de 1936 fueron leales a la IIª República) dieron un golpe militar en Madrid que conllevó la caída del gobierno legítimo del doctor Negrín y la constitución de una efímera Junta de Defensa Nacional (JDN) que fracasó en el intento de negociar el fin de la guerra con Franco, desencadenando el hundimiento de todos los frentes republicanos que resistían, entre ellos la flota naval republicana que huyó de Cartagena, veremos también en el próximo capítulo, al puerto tunecino de Bizerta. Ello obligó a «Telar» a tener que replegarse con su unidad hasta el litoral levantino dándolo todo por perdido y pensando en marcharse de España antes de que fuera demasiado tarde y quedara apresado.
Así, el 5 de marzo de 1939, aconteció un golpe de Estado dentro de la propias filas republicanas. Fue encabezado a nivel militar por el coronel Segismundo Casado López (de ahí que a sus partidarios se les llamase, «casadistas»), que era jefe del Ejército del Centro, junto al teniente general, José Miaja Menant, y los quintacolumnistas incrustados en el ejército republicano.
Gozó del apoyo político: del socialista, Julián Besteiro Fernández, del anarquista, Cipriano Mera Sanz y del ugetista, Wenceslao Carrillo Alonso, padre del líder de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), el joven periodista Santiago Carrillo Solares, que se opondría frontalmente al Golpe.

El socialista, Julián Besteiro , el ugtista, Wenceslao Carrillo y el anarquista, Anselmo Mera, la trama civil del Golpe que ejecutó a nivel militar, Segismundo Casado. Fotos: Wikipedia.
Posted on agosto 23, 2019
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