LA CRISIS DEL PSOE, ¿REPITE SU HISTORIA CON LA NO RENOVACIÓN?

La crisis del PSOE, o la ausencia de una fuerza política de su peso que lo sustituya, genera la carencia de alternativa.
El problema más grueso por el que atraviesa actualmente España, tras el 20N 2011, aparte de la irrupción del Gobierno del PP que incumplió o resultó amnésico de forma abiertamente escandalosa a las promesas que le llevaron al poder, está centrado, igualmente y en simultaneidad, en la carencia de una alternativa política, económica, de regeneración ética e institucional, al momento de profunda crisis económica e institucional que padecemos.
Ambos fenómenos, entremezclados, originan, tanto el bloqueo a la situación política presente como a la falta de expectativas para lograr una salida.
El mismo PSOE, que por su incapacidad y torpezas llevó en volandas a la derecha a La Moncloa, una vez que pasó a la oposición, ha seguido sin entender la realidad política que circunda a su alrededor, así cómo cuanto le sucede a nivel interno y orgánico.
Parafraseando al doctor don Carlos Marx: la historia cuando se repite dos veces, la segunda vez que aflora lo suele hacer en forma de opereta. Esto es lo que viene patéticamente poniendo de manifiesto la actual dirección del PSOE.
Meridianamente debió haber quedado claro, tras el rotundo batacazo del PSOE acontecido el 20-N-2011 en las urnas, que había acabado, para un tiempo, en esta era democrática, el recuerdo grato de un segundo ciclo de Gobierno bajo la sigla PSOE. Tendría que verse obligado, no a instalarse en el pasado reciente hasta con las mismas caras sino a emprender nuevos vuelos que le llevara, antes de volverse a presentar a unos comicios, y tras una profunda catarsis y debate abierto a la sociedad, a su refundación.
En este sentido, está más que contundentemente razonado y así recomendado, al menos, por el cuerpo electoral que habla a través de las urnas; no así por los dirigentes y aparato psoista que erre que erre han continuado en sus anquilosados treces.
Ello ilustra, también, los pésimos resultados cosechados por el PSOE en las consultas electorales autonómicas que han venido posteriormente sucediéndose a lo largo del 2012, más desastrosos aún lo obtenido en proporción al tiempo que sigue corriendo sin que sus dirigentes reaccionen para la elaboración de un nuevo proyecto político y modelo organizativo. Véase sino, analizándolo, lo sucedido, primero en Andalucía y Asturias, para continuar con Galicia y Euskadi y concluir en las urnas de Cataluña, a pesar de sus especificidades tan diversas.
1.- DEL DESVARÍO DE ZP AL BATACAZO DEL 20N
El proyecto de Gobierno Zapatero, que le había aupado al poder nuevamente en el año 2008, a la hora de abordar medidas contra la crisis económica que con celeridad venía echándosenos encima,-desde aquel agosto del 2007 que estallara en los EEUU de Bush hasta contaminar tóxicamente de subprimes el sistema financiero planetario-, no es que se agotase en sí, sino que para hacer frente a la situación desechó cualquier destape en línea socialdemócrata, y sus políticas refrendadas en las urnas fueron abandonadas sobre la marcha sin explicaciones, ni a la ciudadanía ni a su militancia, quedando sus huestes desamparados, desarmados ideológicamente y sin argumentos.
ZP, había destrozado su discurso, su credibilidad y con ello dinamitado los puentes del PSOE que le conectaban con el sector social que históricamente le venía apoyando.
Previo a la brutal crisis económica que estalló, ZP renunció –quizás por falta de visión estratégica- a atajar las causas, que eran específicamente españolas. Sobrevenían a la crisis económica-financiera global que ya estaba encima, a pesar de que había expertos que alertaban, Se obvió cualquier transformación de los circuitos financieros por los que el dinero de la especulación fluía con efervescencia y obtenía suculentas plusvalías que retroalimentaba la locura del capital inmobiliario interior e internacional, eludiéndose pinchar de forma controlada estas burbujas, financiera e inmobiliaria, que amenazaban con el recalentamiento de la economía en hacernos saltar por los aires o pillarnos bajo sus escombros.
De igual forma, una vez que eclosionó; primero, se renunció a cambios estructurales, que es bien distinta a los recortes; y segundo, se mantuvo la política de gasto público alegre y no productivo que ya no correspondía, a la vez que se ensayaron erróneamente otras, pensando que la crisis era meramente coyuntural, las típicas cíclicas del capitalismo, extraída de un recetario pseudo–neokeynesinesiano.
¿A qué respondía en ese momento el Plan Éñe cifrado en nueve mil millones de euros -pan y empleo precario para ese instante y hambre con paro para el día siguiente-, para levantar y arreglar aceras, no creyéndose ni la propia ley sobre la nueva economía que debía de sustituir drásticamente a la del ladrillo?
Solo para más tarde, -ante las exigencias de los circuitos financieros europeos y del perverso procedimiento que emplean, como el invento de la prima de riesgo, para la financiación del déficit público, mientras las agencias de calificación, que interesadamente en nada se enteraron que llegaba la crisis, impunemente se encargaban de desestabilizar los mercados a favor de subir sus puntos a favor de los especuladores-, hundirnos en una sucesión de crisis, con gastos financieros cada vez más altos, hasta enterrarnos en la depresión.
Así, puesta en marcha por ZP la austericida receta merkeliana, que ya reportaba en Grecia inútiles calamidades de todo tipo, con pago de usureros intereses por la deuda que generaría a su vez necesidades de más recortes y reajustes, generó como resultado, mandar al traste derechos económicos y sociales de especial afección al cuerpo electoral que había servido de apoyo al PSOE para su acceso y estancia en el Gobierno, con caída del consumo y por ende de decrecimiento de la economía, destruyendo centenares de miles de puestos de trabajo; lo que en esa espiral perversa de política neoliberal significaban más gasto social, menores ingresos tributarios y necesidades de más y nuevos recortes.
Resultaba inconcebible que en una España que alcanzaba los cuatro millones de parados, bajo un Gobierno socialista, se aceptase la imposición de medidas de políticas económicas, miméticas a las del centro del imperio de la UE, Alemania, centradas en la lucha contra la inflación, por un euro fuerte, y bajo la austeridad neoliberal del equilibrio presupuestario, en versión extrema luterana, cuando lo que urgían era políticas de estímulos a la economía y de intervención del sistema financiero para que fluyera el crédito a la economía productiva.
Para nada se batalló entonces en nuestro país ante la UE por la apuesta de un Banco Central Europeo que, cambiando su status, jugase el papel de la Reserva Federal de EEUU, comprando la deuda pública de los Estados europeos para así salvarlos de la especulación, a amortizarse en un horizonte de tiempo racional, diez años, y con un coste al 1% de interés, mientras que otras medidas financiadoras fueran destinadas a sectores productivos privados e innovadoras, para nuevas redes públicas, al alimón incentivadoras del crecimiento y la creación de empleo.
A la vez, medidas también tendentes para que el euro retornase a su paridad de origen -no olvidemos que el 1 de enero de 2002, primer día de la puesta en circulación de la nueva moneda europea, 1 euro se cambiaba por 0,9038 dólares estadounidenses (USD)- y así favorecer las exportaciones para el fortalecimiento del tejido productivo empresarial interno.
Unido a lo anterior, hubiera hecho falta la perdurabilidad en el tiempo de una banca nacionalizada, sostenible social y económicamente, procedente de la privada que hubiera entrado en quiebra, no para socializar sus pérdidas y regalarla después a otra entidad financiera, sino para introducir competitividad en el oligopolio financiero existente de cara a que el dinero que se inyectase, fluyese con normalidad a la economía productiva.
Por el contrario, en vez de dedicar los cientos de miles de millones de euros regalados a la banca privada para salvarla y de camino instarle a que comprase la deuda pública de los Estados, a cinco y hasta siete veces más caros de interés de lo que lo conseguían en el BCE, detrayéndolo de la financiación a nuevos proyectos productivos privados, endeudando aún más a los Estados con problemas, obligándoles a que en sus presupuestos públicos la partida de los gastos financieros para el pago de intereses por la deuda soberana no tuvieran límites, a cambio de recortar en Educación, Sanidad o Dependencia y verse forzados a desmantelar el Estado del Bienestar, y así, brotasen políticas privatizadoras de sectores claves para la igualdad y la salvaguarda de la cohesión social, facilitando la entrada en ellos del capital especulativo.
En el mismo sentido, se renunciaron a medidas incentivadoras que llevaran a no caer en la recesión a la UE y que se podían haber adicionados, a las ya apuntadas, con un plan de inversiones públicas de cara a implantar redes tecnológicas y de infraestructuras de transportes trans-estatales, y otro para el empleo juvenil, para eliminar el mayor cáncer de esta crisis que no es la inflación ni el déficit público sino el desempleo.
Acciones, todas ellas que, por igual, en nada son incompatibles con que se llevaran a cabo, simultáneamente, políticas tendentes a la racionalización del gasto público corriente y del funcionamiento de las instituciones administrativas y políticas, allí donde hicieran falta, a la vez que caminar hacia una mayor convergencia con una política fiscal única en la UE, eliminación de los paraísos fiscales y lucha sin cuartel contra el fraude, la evasión fiscal, la deslocalización empresarial y la economía sumergida.
Nada de eso se hizo ni se exigió a la UE, cuando en tiempo inmediatamente anterior, el especulativo capitalismo internacional sin fronteras, siguiendo la también neoliberal receta de la desregulación y la no intervención de los Estados en la jungla financiera, había hecho saltar por los aires el sistema financiiero mundial, con estatalizaciones de bancas en quiebras por doquier –desde EEUU hasta la propia Alemania- que llevaron a la socialización de sus hípermillonarias pérdidas, como lo hemos estado apreciando con posterioridad en España. Hasta al cínico de Sarkozy se le ocurrió entonces decir que había que refundar la economía de mercado ante el colapso de su no funcionamiento por la inanición que sufría al no fluir el crédito.
Asombroso, por tanto, que una crisis provocada por el propio modelo neoliberal, condujera a que, lejos de llevarnos a una salida socialdemócrata, sin embargo haya servido para consolidar aún más a ese mismo sistema perverso, con el coste de despedazar y desvertebrar a sociedades enteras, mandando a millones de seres humanos a la penuria y retrotraídos, en derechos y calidad de vida, a un siglo antes.
En esta senda sin rumbo, por el contrario, ZP, siguiendo las exigencias de los mercaderes, se resignó a los requerimientos del eje Berlín-Bruselas-París, sin, por el contrario, emprender políticas de alianzas internacionales neutralizadoras. Además, con una socialdemocracia europea retirada de sus señas identitarias a cuarteles desconocidos.
ZP, improvisó de su chistera una chapucera apuesta, con atrevida metamorfosis ideológica, asumiendo, de entrada y hasta el corvejón, la inserción de sus nuevas políticas en la vieja receta del laberinto neoliberal, sin plantearse la necesidad democrática, que hubiera sido elemental e imprescindible, de pedir permiso al cuerpo electoral, al que se le olvidó que se seguía debiendo; más por ser consecuente con aquello de lo dicho en la noche triunfal de aquel marzo del 2004: “No os fallaremos”.
ZP, sumiso a las recomendaciones de la Troika (UE, BCE y FMI), tomó el tren sin importarle el destino, sólo la inmediatez de la urgente hora de salida que se le requería, sin tan siquiera percatarse ni importarle el riesgo del peligro que contraía en ese pésimo viaje que debía de transcurrir por tan herrumbrosas vías férreas, así como por el altísimo precio de peaje electoral que tendría que pagar ante los recortes y medidas antisociales que introducía «a los suyos», de cara a la contención de un déficit público, -en gran parte por ayudas a la banca y por un desempleo galopante ocasionado por el propio ajuste laboral de las empresas que mandaba a las gentes al paro masivo-, que seguiría siendo financiado, a alto coste, por los mercaderes, sin piedad ni contrapartida alguna.
Así sucedió en aquel maldito mayo del 2010, donde ZP, sin apenas tiempo para valorar, pareciera que todo lo divisara por su inexperto rabillo de ojo -sorprende aún la excesiva rapidez con la que actuó a diferencia del tiempo que tardan en aplicarse las decisiones procedentes de las cumbres celebradas por la UE-, acojonado por la amenazante indicación imperativa del ogro Troikiano, y contumazmente sumiso, sin arrestos para plantarle cara con argumentos, tales como para reprochar que los causantes de la crisis, el mismo capital financiero, eran a su vez los culpables de gran parte del déficit público que España iba acumulando.
ZP, se amilanó, y tal vez, frunciendo el ceño de sus cejas, se despidió en resignado silencio, la última de Merkel, hecho un cascajo en su sano juicio, bandaleándose de un lado a otro, de cara a tomar de inmediato una determinación que le cambiaría la vida y la del PSOE, al que dejaría hecho un estropicio. Encima, tendente inútilmente a “calmar” a unos mercados que por su propia naturaleza son de voracidad insaciable.
Eran momentos en que la prima de riesgo (-invento de los especuladores que tan bien le viene a Alemania para financiar a coste cero su déficit público, a pesar de ser superior su deuda, en porcentaje del PIB, al español, a costa de ser compensados con los altos intereses que aplican a los países de la periferia de la UE-) del Reino de España, escalaba los 200 puntos, y el tipo de interés del bono a diez años se situaba al 2%. Tiene migas, con lo que ha venido posteriormente.
«Horripilantes» cifras con que la Troika en aquel instante recriminó a ZP con amenaza de rescate. Y pensar que, dos años y dos meses después, ya con el alternante y advenedizo, por irresponsable e incapaz, Mariano Rajoy, -nada de trigo limpio- esa misma prima de riesgo se elevaría por encima de los 600 puntos y al 6% el mismo bono, dilapidando, por inutilidad, los recortes que en su día iniciara ZP.
Todo cuanto nos sucede es harina de idéntico costal: la procedente de la destartalada e ideologizada política neoliberal que hace sembrar de hambre y desigualdad allí donde se aplica y retrotrae al túnel del tiempo los avances sociales que con tanto sacrificio se alcanzaron. La UE es el escenario actualmente elegido por el capital financiero, como antier lo llevó a cabo bajo criminales dictaduras militares, entiéndase Chile o Argentina.
A partir de aquel mayo del 2010, un ZP, socavado, transfigurado, enrocado y rendido, sólo respondería en su amarga política ya conservadora a que las cosas son como son y así seguirían siendo, renunciando a cualquier “veleidad” socialdemócrata, menos a plantar cara con una impensable amenaza de salida a la crisis “a la islandesa” de cara a ir a favor del pueblo y contra los responsables y aprovechados de la crisis, o atender el pago de intereses de la deuda pero al mismo tipo que abona Alemania o por el contrario congelar su pago bajo condiciones de usura.

Al carajo las tesis del 37 Congreso celebrado en julio 2008, sin consulta alguna a la militancia socialista
Nada de convocar un referéndum, de cara a poderle plantear a la ciudadanía, en aquel crítico y siniestro momento -mayo del 2010-, que, se pronunciaran por las exigencias merkelianas o por el contrario la oposición resistente zapaterista, por sí obtenía o no el consentimiento del cuerpo electoral para el cambio drástico de las políticas que requería Bruselas, o tan solo la corrección para un reparto
realmente equitativo de la crisis en base al programa filosófico por el que el Gobierno socialista fue alzado en marzo del 2008 de nuevo a La Moncloa. Hubiera hecho temblar a la UE, o, siguiendo con lo que aplicaron en Grecia o Italia, hubieran formado desde Bruselas un Gobierno español de tecnócratas con coste político cero para el PSOE y prestigio de cara al futuro.
No se hizo así, y, ese radical giro copernicano a la política económica, se consumó, sin que el propio Zapatero, en calidad de secretario general del PSOE, quisiese consultar ni tan siquiera a la propia militancia socialista, con la lógica celebración de un Congreso Extraordinario que hubiera sido lo legal y legítimo.

La reforma de la Constitución por los mercaderes, también ahorcó la conexión de la política con la participación ciudadana
A añadir posteriormente, los siguientes despropósitos. Ruptura del consenso con los sindicatos por mor de la primera Reforma Laboral que no sirvió para crear empleo, ni nada más inmediato que no fuera para introducir una primera rebaja del coste de los despidos. En la misma línea antisocial, la prórroga de la edad de jubilación y aumento, de cara a su acceso, de más años cotizados. Los jubilados y los funcionarios, tocadas o congeladas sus remuneraciones, serían a partir de entonces proclives a la alternancia política.
Para más inri, una letal y disparatada Reforma de la Constitución, hasta entonces intocable, siguiendo un modelo exprés de nocturnidad y alevosía, sin consulta electoral a la ciudadanía, y donde se fija la prioridad de la acción de los poderes públicos, por encima de cualquier defensa de derecho económico o social, en la eliminación del déficit público. Asimismo, la aprobación unilateral por el Gobierno de ZP, teniendo como ministra de Defensa a la hoy regeneracionista Carme Chacón, del Escudo Antimisiles, a ubicarse en la base naval de Rota, sin poder consultar, ni tan siquiera, al pleno del Congreso de Diputados por estar ya disuelto, ni se quiso hacerlo a la Diputación Permanente, único órgano que queda del legislativo en pie para tratar temas de urgencia y de
importancia, cuando se está en convocatoria electoral. También resultaría incomprensible, más para la izquierda, el indulto concedido al banquero Alfredo Sáenz, lugarteniente de un Emilio Botín que a su vez estaba en curso de un expediente abierto por Hacienda al descubrísele unas cuentas bancarias no declaradas que poseía en Suiza. Todo como muy estimulante y ejemplarizante para el sector de progreso que había estado apoyando al PSOE y al que iba a solicitarle nuevamente el voto.
Con estos desprecios a la participación ciudadana y contrarias a lo que debería ser valores consustanciales al socialismo, más el surgimiento del nuevo fenómeno social de indignación del 15-M en las calles, resultaba, patentemente puesto de manifiesto, que el Gobierno del puño, con una rosa cada vez más marchita, abría la mano para que le hiciera el relevo el PP, una vez achicharrado en sus posibilidades de enderezar el rumbo de la maltrecha economía, ante las ineficaces medidas antisociales en materia de recortes emprendidas, y con reformas laborales que le enfrentó a una huelga general convocada por unos sindicatos de su misma base social que ya no soportaban más la situación de deterioro de cuyas nefastas consecuencias recaían en los trabajadores que representaban.
El traspaso de poderes de ZP al nuevo liderazgo bajo Rubalcaba, sin primarias y sin que se visualizara una posibilidad de cambio real en las políticas que estaba desarrollando el PSOE, en nada le salvaría de la descomunal derrota, por más que el buen hacer del exministro de Interior en materia antiterrorista nos llevara a las primeras elecciones generales en democracia sin la existencia de la banda terrorista ETA.
La desaparición etarra, en el plano de cometer atentados, pareciera que ya estaba descontado del parquet electoral. La crisis económica y su salida lo tapaban todo, así como la incapacidad demostrada por el PSOE para su solución; y bajo este escenario político, Rubalcaba había sido otro más, y en calidad de vicepresidente, de esa impotencia.
Muchos sectores progresistas, por el contrario, entendieron que, por muchas amenazas o vejaciones que pudiera haber recibido ZP por parte de los políticos europeos, títeres del especulativo capital financiero, tendría que haberse visto obligado a plantarse y haberles dado respuesta, no dejándose zaherir con renuncia de sus propios principios y valores, para no yacer, como se encuentra actualmente el PSOE, inmovilizado, desmotivado y desmovilizado, habiendo sido enterrado por un electorado que no le perdona no haber entendido aun lo que hizo en su última etapa en el Gobierno; menos, proseguir por ahora en el continuismo más suicida. Otros sectores centristas, de clases medias y hasta trabajadores desesperados por no encontrar empleo, votantes asimismo del PSOE en las anteriores elecciones, se dejaron engatusar por las demagógicas promesas electorales del PP, y hoy yacen dentro del nicho de abstecionistas por no creer ya en nadie.
En la misma dirección de responsabilidades políticas exigibles a ZP por lo que ocurrió, se encontrarían, el Comité Federal del PSOE y los componentes del
Gobierno ZP, incluyendo lo mismo a Rubalcaba que a Chacón, por haber dado o consentido demasiados pasos inmoladores para merecer, como respuesta por el electorado, el rechazo en las urnas y así ser condenados, políticamente, como castigo bíblico, no solo a liderar la agonía pre y postelectoral del PSOE, sino, aferrados como están a sus cargos, a emprender, durante un largo periodo de tiempo, una más que dura y larga travesía solitaria por el desierto, que de persistir en sus apuestas continuistas sería ya por el del árido desierto de Tunicia con destino a la tumba del difunto Benito Craxi del extinto Partido Socialista Italiano.
Sin embargo, el tiempo de la duración de ese transitar del PSOE en la oposición, también tendría que ver con los errores o torpezas que pudiera llevar a cabo el Gobierno conservador, alternante PP, -sobre todo a la hora de abordar soluciones de las que igualmente carece a la profunda crisis económica que nos asola- que ya, en la etapa pre y electoral, demostró sobradamente su naturaleza de mentiroso convulsivo, o vocación a conscientes ocultaciones, pero que no por ello le impidió ser en aquel 20N absoluto triunfante en las elecciones.
Ese tiempo opositor se podría acortar sí la acción del PSOE, como mayor partido de la oposición, fuera consecuente, y hubiera asumido con autocrítica catársica, reaccionando y respondiendo con un nuevo proyecto, tras una lectura inteligente, a los desastrosos resultados electorales obtenidos en los comicios generales del 20N, precedidos por el no menos batacazo de las municipales y autonómicas de mayo 2011.

La permanente deslegitimación del bipartidismo PSOE-PP, protagonizado por el 15M, coincidente con las políticas neoliberales puestas en marcha por ZP, sin que fueran la única causa de su actual crisis, sí ha afectado más al voto socialista, al proceder de un entorno teórico, político, bilológico e ideológicamente más próximo.
Para ello, el PSOE debía haberse obligado a invertir su situación ante su electorado, indignado y cabreado, que le retiró la confianza, entendiendo que debía de romper con todo lo que le significase puentes de continuismo con el reciente pasado -pleno de improvisaciones, revisiones, ausencias de explicaciones, fracasos, desencantos, desencuentros y divorcios con su masa ciudadana- empapándose de catarsis, con sincera autocrítica, para, sin prisas y sin pausas, abriéndose a la sociedad, hacerse de nuevo cómplice participativo y sufrido de la mayoría de progreso que tan mal lo está pasando, incluyendo a los nuevos movimientos regeneracionistas surgidos del 15M, para, tras un amplio, profundo y extenso debate, salir del abismo con un nuevo discurso, un proyecto y unos equipos humanos renovados que reportaran caras de esperanza y dieran credibilidad a esas nuevas políticas, destinadas a granjearse nuevamente, paso a paso, la complicidad ciudadana, para a continuación llevar a cabo una oposición de raíz a cuanto representa Rajoy, respondiéndole -con contundencia, pedagogía y alternativas- al mismo rasero de las medidas de involución procedentes de tan mediocre líder gobernante.
Del plano de la suposición descrita, dando un pequeño salto en el tiempo, pasemos a lo que realmente ha venido acontecien do en el PSOE tras las pasadas elecciones generales, hace ya más de un año.
2.- DEL 20N AL CONGRESO EXTRAORDINARIO DEL PSOE
El Gobierno que presidió Mariano Rajoy, desde su toma de posesión, y sin escrúpulo alguno, ha venido sobradamente demostrando a lo que ya nos acostumbró el PP en su etapa anterior con el Gobierno Aznar: mentiras, con mucho CDs y videos para mostrarlas, prepotencia sectaria e incompatibilidad con las libertades públicas, en el plano del pluralismo político como la revelada ante la vergonzosa ruptura del Estatuto de la RTVE, o con el derecho de manifestación o de huelga, en permanente amenaza de restricción, a la vez que demostrada insensibilidad con los que peor lo están pasando por la crisis, agudizando la desigualdad, aprovechándose de la recesión económica para retrotraernos a la “nueva” marca de la España en blanco y negro de la miseria, de panderetas y mantillas, que creíamos irreversiblemente consolidada en sus antípodas, con desmantelamiento acelerado de cuanto significa el Estado del Bienestar y existencia de lo público.
Mientras esto ha venido sucediendo, tenía lugar en las calles o en los centros de trabajo una masiva respuesta ciudadana y sindical, como nunca la hubo en España, pero sectorializada, impotente e incapaz de ser acompañada, por inexistente, de una alternativa política real de cambio.
En esta línea, la dirección del PSOE, tras su derrota en las urnas, emprendió, en clara fuga irreflexiva hacia adelante, un acelerado y precipitado Congreso extraordinario, celebrado el pasado mes de febrero, sin condiciones, ni posibilidad temporal para el debate, y que inmediatamente se interpretó, tras reforzarse la guardia de los perdedores electorales del 20N, como que aquí no había pasado nada. Tal y como recientemente sentenciara Zapatero: “Lo hecho, hecho está”. Ni con espacio para la autocrítica y revisión de políticas.
Prueba de ello, es que prosiguen idénticas caras, desgastadas e incapaces de dar credibilidad a que se plantee algo distinto a lo que fue su última etapa de gobierno, que tan bien sirve y retroalimenta al PP, instalado en el inmutable disco rayado de, “la herencia recibida”, a la hora de denostar cuanto le sea propuesto – ¿“por qué no la hicieron cuando estaban en La Moncloa”?– dirigido a esas mismas efigies derrotadas en las urnas que se niegan a pasar a un segundo plano.
Así, el falso dilema Rubalcaba-Chacón, planteado como “nuevo” liderazgo en ese Congreso, denotaba lo que de fúnebre traslucía esa superficial faena de aliño y del no debate con que el aparato de Ferraz se encargó de convertir esa cumbre continuista, transcurrida en Sevilla, para que concluyera, con: que nada ni nadie cambien para que todo siga igual.
Turbador, ratificando lo explicitado anteriormente, hasta la fisonomía puesta en escena por el PSOE para oponerse a la Reforma Laboral del PP y para apoyar la huelga general de los sindicatos del 14N, era la del exministro de Trabajo de ZP, Valeriano Gómez, autor de la primera Reforma Laboral de la crisis que ya sufriera otra huelga general. Para nota.
3.- ¿QUO VADIS, PSOE?
Con estos frágiles mimbres de la no renovación, el PSOE, incapaz de remontar vuelo, sigue desgastándose como si continuara en el poder, perpetuando su sangría de votos en cada cita electoral. Últimamente se ha comprobado en las elecciones gallegas y vascas, y peor ha acontecido en Cataluña, siempre con la sensación de que el Congreso extraordinario de febrero no sirvió para nada, menos para afianzar en el liderazgo al que fuera el cabeza de lista de la mayor derrota electoral sufrida por el PSOE en su reciente historia: Alfredo Pérez Rubalcaba.
Con esta debilidad, a Rubalcaba le irán surgiendo oportunistas contrincantes, hasta debajo de su asiento, como, por ejemplo, en su presidente federal con ese endiosado de Griñán, inmediatamente que se conoció el fiasco de los resultados electorales logrados por los socialistas en Galicia y País Vasco, para luego proseguir, en esa mosca cojonera en que se le ha convertido, también tras las catalanas; las más de las veces polemizando contradictoriamente hasta consigo mismo acerca de unas primarias que cuando pudieron celebrarse en Andalucía, municipales y autonómicas, las prohibió, y del que nunca, ante la cantidad de carencias que padece, se sabe bien de lo que presume para que se dé tanto autobombo.
Griñán, se viene caracterizando por ser desleal, sobre todo con sus padres políticos. Ya le hizo la puñeta hasta amargar a un Manuel Chaves, ya agotado, cuando éste le entregó la presidencia de la Junta y como le pareció bien poco quiso también la secretaría general del PSOE-A, para, una vez conseguida, ir contra los chavistas andaluces, dejarla en manos de sus NI-NI, extraídos del fracaso escolar y de la incapacidad política, pero asimismo angelitos imprescindibles para la adulación al gran líder, al menos mientras dure, porque así son estos camaleones carentes de principios y ética socialista.
Así Griñán mató, políticamente hablando, a su valedor, Manuel Chaves, cuando nunca ha sabido, ni le ha interesado, las cuestiones internas partidarias, no así todo cuanto signifique palancas para conseguir más poder. Ahora, Griñán, esa misma operación, lo ha intentado repetir con su otro «padre» político, Rubalcaba, el que le salvara, noqueado bajo las cuerdas, en el pasado Congreso extraordinario federal en su vergonzante apuesta, porque lo negara, tirando la piedra y escondiendo la mano, en su apuesta por el chaconismo.
En las elecciones generales del 20N-2011, el PSOE-A, que dirigiera Griñán, perdió el 55% de los senadores socialistas andaluces, así como el 31% de los diputados del Congreso, a la vez que el 32% de los votos, que recibiera en el 2008, mientras el 50% de los nuevos votantes españoles, cuyas papeletas entraron en las urnas del PP, procedían de Andalucía.
Griñán, ha sido, además, el perdedor de las elecciones en Andalucía de marzo 2012, por primera vez en la historia de su autonomía, en las que, asimismo, se estrenaba como candidato a la presidencia de la Junta. En este sentido, el PSOE-A de Griñán dilapidó, respecto a los anteriores comicios autonómicos del 2008, 9,41 puntos electorales (-654.831 votos absolutos) y 9 diputados. Preside la Comunidad autónoma -antes lo fue como vicepresidente, y consejero de Economía durante toda la etapa del boom económico- que ofrece la mayor tasa de paro de España, diez puntos por encima de la media española, y figura entre los protagonistas, por acción u omisión, lo dictaminará la justicia, del mayor escándalo de corrupción que en estos momentos envuelve a los socialistas: los famosos ERE. Griñán, orgulloso en su discurso de la educación y la formación como claves de futuro, rodea su liderazgo de dirigentes que designa caracterizados por ser los NI-NI procedentes del fracaso escolar con destino al coche oficial.
Griñán ha acompañado y avalado, siempre, a una Susana Díaz, su segunda de a bordo, echada por delante al monte para el exterminio y lapidación a cuanto observe como crítico o discrepante socialista a la vista, relación con las ejecutivas provinciales andaluzas que no le eran afines, misión que ahora hace su sustituto, número tres, Mario Jiménez: infórmese sino los últimos casos de los diputados de la Diputación de Cádiz o del expresidente de la FAMP, Francisco Toscano, alcalde de Dos Hermanas. Eso sí, como no, tirando la piedra y escondiendo la mano. Método preferido que también empleó, tal como ya se ha señalado, en su apoyo al chaconismo, como posteriormente moviéndole la silla de Rubalcaba cada vez que tiene ocasión, para negarlo y apoyarlo a continuación, ¿sin darse cuenta que ese galimatías desestabilizador desgasta aún más al número del PSOE federal?
En el pasado julio del 2010, en línea diametralmente contraria a lo que predica el chaconismo, Griñán prohibió la celebración de primarias en el PSOE-A para la elección de candidatos socialistas a las elecciones municipales de mayo del 2011, y las negó, asimismo, para su nominación como candidato a presidente de la Junta.
En su última reelección orgánica como secretario general del PSOE-A, acontecido el pasado mes de julio del 2012, Griñán, en una indecente maniobra, una vez más a lo ya realizado, de instrumentalización de la Junta para sus fines partidarios, aplazó, durante tres meses, la elección de todos los altos cargos institucionales de la periferia de la Junta para tener bien agarrada la votación de su nombramiento como secretario general del PSOE-A, así como las de las ejecutivas provinciales que posteriormente salieran, para que todos fueran a su imagen y semejanza Como se puede comprobar, todo un ejemplo de regeneracionismo también en línea opuesta a su propio discurso y al chaconista y muy en sintonía con el modelo esquizofrénico de liderazgo que se empeña tercamente en poner de moda.
Por ello, si Griñán se ha atrevido y lo ha intentado contra Rubalcaba -aunque todo cuanto precede le desacredita y descalifica para ser su sucesor regeneracionista– cualquier chispa le puede hacer saltar en cualquier momento por los aires a la dirección federal del PSOE, cada vez con más savia empobrecida y enmohecida, en un partido que sigue pétreamente institucionalizado e instalado en el clientelismo, incapaz, por tanto, de hacer oposición así como recibir los nuevos aires y mensajes de una sociedad que ha cambiado radicalmente a aquella donde, como dijera Alfonso Guerra, el PSOE presentaba como cabeza de lista para unos comicios electorales a una cabra y arrasaba en las urnas. Partido que ha degenerado en su trama orgánica hasta límites inconcebibles, que funciona por inercia -entre un medramiento y la siguiente prebenda a conseguir, cada vez más difícil de lograr ante la inmensa pérdida de poder institucional, malograda a pulso como un bucle kafkiano con tufos malolientes.
Como dice el rico refranero castellano: no son más torpes los dirigentes que están en curso de esa no estrategia política porque no estudian, no se enteran, o no les interesa, sobre lo que está pasando. Es lo que merecidamente a diario se siguen ganando a pulso las huestes herederas de Pablo Iglesias, que, de resucitar en este tiempo, no reconocería, ni ahora ni en la última etapa del Gobierno ZP, a estos biznietos sucesorios, especialistas en desatinos.
4.- ¿LA HISTORIA SE REPITE?
Nada de lo que le sucede al PSOE pareciera ser nuevo. Ha sido una constante en la socialdemocracia europea cada vez que perdió el poder, haya sido en Gran Bretaña, Alemania, Francia, o más recientemente en Grecia; así lo certifican y atestiguan como buenas escuelas donde inspirarse.
También aconteció en el PSOE tras “la dulce derrota” de Felipe González en las elecciones generales de 1996.
No es este espacio, el lugar para detenerse a reconocer y citar exhaustivamente, aunque sí para apuntar algunos trazos, los grandes logros que ha conseguido el socialismo en las dos etapas de la reciente democracia en las que ha ejercido la gobernanza de España. No obstante, los refiero telegráficamente para que, a partir de lo que vaya a figurar en adelante, nadie me pueda tachar de ocultarlas, no valorarlas o menospreciar su importancia.
Enseñanza y sanidad generalizada a la vez que justicia gratuita, como pilares claves del Estado del Bienestar. Asistencia social a los que más lo necesitaban, incluida la ley de la Dependencia de última hora, no sin hacer constar, por igual, que nunca llagaron a equipararse, también por el nivel de atraso que partíamos, a los estándares más avanzados de los países socialdemócratas desarrollados, o como para que la brecha abierta entre ricos y pobres llegaran a justos términos. La igualdad entre mujer y hombre, lucha y apoyo a la mujer contra la violencia de género, y reconocimiento, asimismo, de derechos equivalentes a los más históricamente discriminados, como gays y lesbianas, deben figurar, de igual modo, en ese activo de la agenda. Profundización de derechos y libertades, neutralidad partidaria de los medios públicos estatales, consolidación y reforzamiento del Estado de las Autonomías, de la investigación y de la cooperación internacional, grandes infraestructuras de comunicación …, en resumidas cuentas, acortar, en economía y en derechos, la larga distancia que mediaba entre la España del subdesarrollo y el entorno geopolítico en el que estamos inmersos, hasta llegar a codearse, sin complejos, en determinadas materias, con lo más avanzado de la modernidad europea.
Tampoco desechar que nuestro empresariado, aparte de verse inmerso en la ola especulativa, favorecido y potenciado por un sistema financiero insaciable, al que el Banco de España no supo cortar -su dirección pareciera haber estado más preocupada sobre cuestiones que no eran de su incumbencia directa, como la congelación salarial, el freno a la revalorización de pensiones o propiciar el abaratamiento del despido, que por acabar con el artificial balón de oxígeno que a esas cajas y bancos, bajo su tutela, le insuflaba a la burbuja inmobiliaria- ha mejorado en competitividad, como por ejemplo en productos ambientales relacionadas con las energías renovables, la desalinización, la depuración de aguas residuales…
Retomando el hilo de la historia del reciente pasado; una vez perdido el poder por Felipe González, pensaron los socialistas que Aznar duraría lo que un dulce a la puerta de un colegio de párvulos. No se molestaron en cambiar dirigentes ni abrir un nuevo proceso político interno de debate para regenerar un proyecto que se había ido agotando conforme España se iba transformando.
Así, hasta acabar el PSOE codeándose con lo rosa y cutreespeculador de entonces, subcultura bien ajena al socialismo, desembocando en los fastos de la Expo y la Olimpiada del 92, sin enterarse que todo ese espejismo se hundía, en uno de esos ciclos por los que atraviesa el capitalismo, con la crisis económica que se presentó en la primera parte de los noventa. También, con acompañamiento de sobreoferta inmobiliaria, con la cohorte de numerosos casos de corrupción interna, quizás tomando al pie de la letra lo ya dicho por el navarro exministro de Economía, en tanto los espabilados espejos idolatrados, nada ejemplarizantes de la quimera de aquel boom especulativo, los Marios Condes, Albertos, Cortinas y Alcoceres, Javieres de las Rosas…emprendían el camino de la cárcel, como hoy lo hace Díaz Ferrán, denotando la catadura ideológica en que se sustentaba esa presunta renovación modernizante del socialismo, que no hacía ascos en mezclarse, como nuevos yuppies, con la prensa rosa del corazón, como impronta innovadora que se le quería dar al socialismo para superar una presunta obsolescencia. De ahí que ya ni extrañase que Miguel Boyer, primer ministro de Economía con González, y convertido ya en portada de la revista Hola, llegase en 1996 a apoyar al propio Aznar.
Nada de aquella etapa tuvo debate con profundidad, y, con las distancias debidas, llegamos al Zapatero de: «Bajar los impuestos es de izquierdas», para, entrado ya en la actual crisis, tenerlos que subir. O cuando decía que se había superado el PIB de Italia, y mascaba en lograrlo con Canadá, mientras no se enteraba que le estallaba el boom económico hacia el pleno empleo que prometiera, para llevar esa estadística, en escasísimo tiempo, a batir el record de paro en la UE, doblando su media, sin haberse dado cuenta que debió, años atrás, haber pinchado la burbuja inmobiliaria de la liberalización del suelo, herencia envenenada que recibió de Aznar, y que, unido a la crisis financiera internacional, cercenó y contaminó al “mejor
sistema bancario de la humanidad” así como hundió a la frágil economía, sustentada en el ladrillo y el endeudamiento privado, que creaba coyunturalmente más empleo que, Alemania, Gran Bretaña y Francia, juntos.
O, aquel Zapatero que contando aún con superávit presupuestario público, en el ejercicio 2007, no escatimó en iniciativas generosas de exenciones fiscales o para su reparto lineal entre contribuyentes, independientemente de su poder adquisitivo, que incluía la propinilla de los 400 euros o los 2.500 € de cheque bebé aunque la beneficiaria fuera la renta de una duquesa de Alba o su parto por inseminación. O, ya con déficit ascendente, confundir la solución keynesiana a la crisis con un plan tasado en 9.000 millones de euros con destino a ayuntamientos para levantar aceras o renovar los bordillos de las calzadas; ello en plena sociedad del I+D+I.
Volviendo atrás, a aquel segundo quinquenio de los años noventa, el PSOE también demoró su tiempo en enterarse que había sido derrotado en las elecciones generales de 1996. Pasado el lapsus, se dieron cuenta, también tardíamente, que, el ciclo ya iniciado de crecimiento económico -coincidente con un periodo monetario internacional expansivo, donde los PIB de los países más avanzados entraban al alza continuado así como el de las naciones emergentes que despertaban de su largo letargo neocolonial o de las recetas de neoliberalismo salvaje que ahora se aplican aquí por el merkelsianismo dominante- y con unas perspectivas de mayor integración europea bajo moneda única, podía consolidar el PP por un cierto tiempo. Fue el momento en que Felipe González tiró la toalla, pero tanto él como el aparato quisieron controlar la sucesión, situando a Joaquín Almunia en su continuidad.
Almunia, pseudo clon de Felipe -a años luz de su liderazgo, carisma y pose de estadista- pronto tuvo el complejo de no contar con legitimidad entre la militancia, así que lanzó el desafío de unas primarias para la elección del candidato socialista a la presidencia del Gobierno, buscando con ello, asimismo, su ratificación. Pensó que, en la cultura jerárquica y clientelar que ya predominaba en el PSOE, sería todo como coser y cantar, un paseo triunfal.
Pero he ahí que le salió el tumor de un Josep Borrell, desafiante, que se lanzó al ruedo y supo transformar el cabreo interno de la militancia, que estupefacta había asistido sin rechistar al deterioro del último periodo de González y de la torpe sucesión tutelada, para rebelarse en las urnas de primarias y decir hasta aquí hemos llegado.
De esta forma, la afiliación supo aprovechar ese paréntesis de democracia interna y situó, al “piquito de oro” y brillante, Josep Borrell, como el futuro candidato del PSOE a la Moncloa. Todo un ejemplo de la decisión de las bases, lo que hizo subir como la espuma las expectativas socialistas de cara a ganar las siguientes elecciones generales al PP, a pesar de que Aznar sacara cada día pecho con su cantinela, “España va bien”, en tanto su ministro de economía, Rodrigo Rato, exponía el cuadro macroeconómico de la nueva bonanza, y junto al hecho de que nuestro país se vendiera en el exterior porque se situaba en la Champion de la UE y formaría parte en un inmediato futuro de la Eurozona una vez que entrara en vigor la moneda única europea.
Con el triunfo inesperado de Borrell, a contra corriente de las indicaciones del aparato, la recuperación y el entusiasmo de la militancia socialista se produjeron como hacía tiempo no sucedía. La base había sido el artífice del milagro de la victoria frente a los todopoderosos aparatos y cargos institucionales, que por lo que les iba en el envite, estuvieron volcados, desde el primer día del anuncio de la convocatoria, en el apoyo a Joaquín Almunia.
Pero muy pronto, no asimilada por el aparato psoista la lección, Borrell sería destronado, aprovechando torpezas propias del candidato vencedor a primarias, aunque sobre todo por la acción de la trama orgánica, intacta, en cuanto Joaquín Almunia seguía siendo secretario general del PSOE, incapaz de asumir la derrota sufrida.
La historia de infortunios para el socialismo, que se abrió tras “la dulce derrota” de González, prosiguió con la nueva crisis orgánica ante la dimisión de un acosado Borrell que, también, tiraba la toalla, con reaparición de nuevo de Almunia que ya como cabeza de cartel devaluado fue laminado por Aznar en las elecciones generales del 2000.

Zapatero y González, 22 de julio 2000, día de sorpresa para el PSOE por su triunfo congresual no esperado
Teodosio vmg
enero 7, 2013
MUY BUENO ESTE COMENTARIO DE LA ACTUALIDAD «crisis; poltica y economa»ABRAZOS Date: Mon, 7 Jan 2013 19:20:15 +0000 To: teovm@hotmail.com
Fernando Romero
enero 13, 2013
Coincido contigo en la necesidad de regenerar democráticamente el partido. También en que ese proceso no va a ser posible con los actuales dirigentes y que deben ser las bases el motor del cambio. Pero soy muy escéptico , ya que una parte importante de los militantes se definen muy gráficamente con el chiste del apartado 5 (orteguiano y militante). La necesaria regeneración, nuevos militantes e ideas en realidad se está convirtiendo en que quien puede aportar esas ideas se están marchando del partido hacia otras vías de regeneración.